Rezago espiritual

Circunloquio

Yayo Vicente

Yayo Vicente

La revolución neolítica aumentó el bienestar material, generó excedentes y acumulación de bienes, al mismo tiempo, desigualdad y defensa de privilegios. A partir del siglo XX, vamos tan de prisa que no tenemos tiempo para aprender a sofisticarnos espiritualmente, encontrar mecanismos de inhibición para la envidia y el morbo. El rezago espiritual es una deuda y si no la pagamos, la vida nos la cobrará con altos intereses.

Vivimos en una época asombrosa en muchos ámbitos: tecnológicos, políticos, filosóficos, religiosos, científicos y mucho más. Buena parte de los inventos e inventores son contemporáneos y sus productos nos llegan a todos. ¿Por qué los avances, no acompañan el refinamiento espiritual, al menos con la misma velocidad?

Seguimos siendo los mismos brutos, toscos, desalmados y rudimentarios de siempre. No solo hacemos la guerra, también nos deleitamos con la tortura y la violación. La empatía y la compasión han sido expresiones aisladas, predominando la envidia (tristeza por la alegría ajena) y el morbo (alegría por la tristeza ajena).

El humano saca a relucir su mejor aspecto en las catástrofes o tragedia de alguien cercano, lo hace excepcionalmente, pero es prueba de su existencia. Pareciera que en general preferimos no reprimir lo peor: la crueldad y violencia. Con cálculo perverso y premeditación, preparamos las armas más mortíferas, muchas prohibidas y no por eso dejan de usarse. Con nuevo y poderoso armamento desatamos nuevas cruentas y horribles guerras, matanzas y genocidios.

El rezago espiritual del Homo sapiens en relación con sus iguales no es nada sapiens.

Biología comparada

IMAGINE
Imagine there’s no countries
It isn’t hard to do
Nothing to kill or die for
And no religión, too

John Lennon

El antropólogo Louis Leakey propone extrapolar el comportamiento de los grandes simios en libertad (en zoológicos se modifica su comportamiento) al de nuestros antepasados homínidos y al mismo Homo sapiens. Frans de Waal autor del libro “El mono que llevamos dentro”, nos dice que hemos heredado de nuestros ancestros algo más que el ansia de poder y una violenta territorialidad, también una gran capacidad para la cooperación y la empatía. Una dualidad hoy nada equilibrada.

A simple vista es fácil confundir un chimpancé (Pan troglodytes) con un bonobo (Pan paniscus). Fijándose más, se aprecia que el bonobo es más grácil, delicado de forma y de rostro oscuro.

Yayo

Parecido a lo que ocurrió entre el Homo sapiens y el Homo neanderthalensis, que se cruzaban y la crías eran fértiles, también sucedió entre los chimpancés y los bonobos. Hasta que se formó el gran río Congo, hace entre 1,5 y 2 millones de años que los apartó y siguieron el proceso evolutivo por separado, los chimpancés –con cuatro subespecies– viven en la ribera norte del río, mientras que los bonobos lo hacen en el lado sur.

Los chimpancés son patriarcales, agresivos, tumultuosos y territoriales. Desatan guerras contra los clanes externos y practican el infanticidio.

La sociedad de los bonobos es matriarcal. Las hembras tejen alianzas entre ellas, dirigidas por una hembra experimentada, y orientadas a lograr un ambiente de paz y estabilidad para el desarrollo y bienestar de los hijos y de los nietos, indicando un pensamiento a largo plazo, amistosa hacia los extraños, pacífica, los emparejamientos macho-hembra se producen de común acuerdo y usan el sexo para mantener bajo el nivel de tensión. El papel de los machos es la vigilancia y defensa del grupo y no de los territorios.

Una sociedad pacífica no quiere decir ausencia de agresividad. Los bonobos encauzan la agresividad con el desarrollo de lazos sociales que refuerzan la cohesión interna del grupo. Además, se ha comprobado que «consuelan» al perdedor en el conflicto.

Frans de Waal, un reconocido primatólogo, explica que la diferencia fundamental entre nuestros dos parientes primates más cercanos es que “uno resuelve los asuntos sexuales mediante poder, mientras que el otro resuelve las luchas de poder por medio del sexo.

Pero no terminan aquí las diferencias. Mientras los chimpancés se organizan en grupos patriarcales y muy jerarquizados, los bonobos son matriarcales e igualitarios. Las bonobas mantienen el control con lo que los humanos llamamos sororidad (Relación de hermandad y solidaridad entre mujeres, a fin de crear redes de apoyo que impulsen cambios sociales hacia la igualdad, Real Academia Española -RAE-).

Los chimpancés están obsesionados por el poder mientras que los bonobos prefieren el amor a la guerra. El poder impulsa al chimpancé macho, es afrodisíaco y adictivo. Entre los bonobos no existen luchas por el poder y se practica más sexo. El sexo produce una hormona afectiva (oxitocina) que genera una actitud pacífica. Para los bonobos el sexo es un pegamento social.

Josep Call, primatólogo, dice que “A los humanos nos gusta pensar que todo lo que hacemos es único y que no lo es”. Para que el Homo sapiens construya una sociedad con mayor refinamiento espiritual, debe imitar más a los bonobos y menos a los chimpancés, para eso es necesario trenzar lazos de cohesión, huir de la polarización, de la territorialidad, del poder por el poder y del populismo.

Patriarcalismo

El machismo es casi universal en la organización social de todas las sociedades humanas, con pocas excepciones en sociedades pequeñas, como: los Minangkabau de Sumatra, los Khasi, los Jaintia y los Garo de las colinas de Meghalaya, la aldea Umoja al norte de Kenia, la tribu Wodaabe en el norte de Nigeria, los Mosuo entre China y el Tíbet, los Akan de Ghana y los Bribri de Costa Rica. Siete diamantes en el inmenso pantano, que muestran la posibilidad de sociedades diferentes.

Muchas razones pueden explicar el porqué de un físico más fuerte y un rol reproductivo menos comprometido, se inclinó por una clara división de roles según el sexo, asignando a las mujeres un papel secundario, dependiente y de menor autonomía que los varones. El poder guerrero se transformó en poder político, que no requiere fuerza física, pero la tradición mantiene el mito de la superioridad de un sexo sobre el otro.

El patriarcalismo o machismo es la discriminación sexista caracterizada por la predominancia del hombre sobre la mujer, es un conjunto de conductas, religiones (principalmente abrahámicas y budistas), leyes, normas, actitudes y prácticas sociales destinadas a promover el enaltecimiento y dominio del macho en perjuicio de la hembra, en todos los niveles: sexual, político, procreativo, laboral y afectivo. La supuesta superioridad de lo masculino e inferioridad de lo femenino, ocurre cuando, tanto los hombres como las mujeres le confieran validez.

El río Congo se está secando

Estamos como si el río Congo que divide a chimpancés de bonobos dejara de existir y las tropas de chimpancés y bonobos volvieran a juntarse. Vamos hacia una sociedad matriarcal, las razones que sean que impulsaron el patriarcado, se desvanecen rápidamente.

El campesino que sembraba para subsistir era más rico si tenía más hijos varones o mano de obra barata. Hoy más hijos se traducen en mayor obligación económica y compromisos.

A mediados del siglo XIX comenzó la reivindicación con el movimiento feminista que exigía un cambio en las estructuras socioeconómicas. Comenzaron numerosos logros: derecho al voto, a educación superior, igualdad ante la ley, aunque todavía persisten desigualdades por la tradición y la costumbre.

La tecnología trajo el biberón, la leche maternizada y una amplia gama de métodos anticoncepcionales, además del controvertido aborto o la adopción. La mujer estudia y en algunas profesiones supera en número a los hombres. Por ejemplo, la medicina veterinaria es ya una profesión donde predominan las mujeres. Antes de acabar este siglo, las mujeres se preñarán con embriones de laboratorio, a los que no se les podrá identificar a los progenitores, pues lo genes vendrán de varios hombres y varias mujeres. Con eso, sus hijos evitarán más de 3.000 enfermedades genéticas, serán más longevos, menos propensos al sobrepeso, a las adicciones y hasta con definición de sexo, biotipo de moda en: color de ojos, cabello y demás rasgos.

Se acabó el «Mamá amasa, papá lee«, que inducía a las niñas a convertirse en un personaje secundario y gris, condenada a la servidumbre. Secar al caudaloso río Congo no es cosa sencilla, los informes de las Naciones Unidas muestran que las mujeres llevan la mayoría de las responsabilidades pero disfrutan menos beneficios, son la tercera parte del trabajo oficial del planeta, pero reciben menos de las tres cuartas partes del salario por el mismo trabajo que realizan los varones, poseen solamente una centésima de las propiedades de la tierra, hacen las dos terceras partes del trabajo del globo, pero solamente una décima de éste les pertenece.

NOCTURNO SIN PATRIA
Me gustaría tener manos enormes,
violentas y salvajes
para arrancar fronteras una a una
y dejar de frontera sólo el aire.

Jorge Debravo

Defender un rol proactivo de la mujer en la sociedad, no es perjudicar al hombre, los roles estereotipados y opuestos, son un problema para ambos sexos, produce un desface en las relaciones humanas repercutiendo en la vida familiar y afectiva de todos. El machismo es un freno al perfeccionamiento espiritual y el “macho espalda plateada” paga con más suicidios, más úlceras gástricas, menor expectativa de vida y se le impide llorar sus dolores del alma. El rol masculino del futuro, será distinto, puede ser que llegue a parecerse al de los bonobos machos, los zánganos de los enjambres, ojalá complementario y como lo defendió tanto Gerardo Trejos cuando se discutía el Código de Familia, para “la cooperación y el mutuo auxilio” (artículo 11 del Código de Familia, ley N° 5476).

En el ámbito legal y político, la legislación para la discriminación inversa, positiva o afirmativa está generando valiosos cambios, más mujeres ocupan cargos políticos y adquieren experiencia. Es cierto que todavía muchas son víctimas de la inercia o el impulso y asumen decisiones tal como lo haría su homónimo masculino. Desarrollar un estilo de mando distinto al acostumbrado, requiere que los hombres y las mujeres lo acepten. Los procesos sociales son lentos.

Tal vez, no necesitemos las manos enormes que invocaba Jorge Debravo, ni una imaginación desvinculada de la realidad, como quería John Lennon, tal vez solo se requiera más espacio a las mujeres, para que nuestros hijos y nietos, los esperan sociedades grandes más matriarcales, más parecidas a lo que lograron los bonobos, más pacíficas, más plenas y en las cuales finalmente tendremos la oportunidad de recuperar el rezago espiritual.

CIRCUNLOQUIO. Viene del latín circumloquium. El Diccionario de Real Academia Española lo define como: “Rodeo de palabras para dar a entender algo que hubiera podido expresarse más brevemente”.

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