¡Qué clase de cariño por un templo!

Camilo Rodríguez Chaverri

Iglesia San Francisco de Coyote

Con qué cariño cuida su templo la comunidad de San Francisco de Coyote, en Bejuco de Nandayure.

Es uno de los templos más bonitos y «periquiados» de Guanacaste.

Este templo se contrapone a los caminos de la zona.

Es una de las regiones del país con un mayor abandono vial. Creo que no hay zona con caminos peores que la Península de Nicoya. Ni siquiera la Baja Talamanca ni Buenos Aires de Puntarenas ni la Península de Osa. Me fui desde Montezuma hasta San Francisco de Coyote y de ahí hasta Jicaral para constatar esa realidad. (Hago la excepción de la Alta Talamanca, que está en otro nivel de abandono: ni siquiera hay caminos).

 
En San Francisco de Coyote, el templo es portento de la organización del pueblo. Se nota que es un pueblo bendecido, a pesar de las vías de comunicación.

El templo está compuesto por tres naves. Tiene imágenes de La Negrita, Nuestra Señora, La Reina de los Ángeles; la Virgen de Guadalupe y San Francisco de Asís. Me encantan el altar, una biblia gigante que está a uno de los lados del templo y una escultura de Jesús que edificó un artista del pueblo. (Deberían contratar a ese escultor en muchos pueblos más. ¡Ese Jesús está vivo en la madera!) También destaco a la imagen de Jesús Resucitado, triunfante, luminoso, y Nuestra Señora de El Carmen.

Si uno ve a la comunidad, se impresiona del tamaño del inmueble. Además, tiene un jardín bonito y bien cuidado. A pesar de la sequía de la zona, está verde y fresco.

Este templo es un edificio donde el cariño y la calidez se notan. Casi que juraría que el cemento de sus paredes canta cuando hay misa. A mí casi que me susurran esas paredes. Más que de cemento, son tan dulces que parecen construidas con miel maciza, y la miel derrite las puntas del bloque en que está para despedir ese olor dulce.

Y es que en este pueblo, todo empieza bien con el nombre: se dice que San Francisco fue el primer ambientalista del cristianismo y es famosa su amistad con un lobo. Aquí no tenemos lobos, pero abundan los coyotes.

San Francisco de Asís fue el gran reformador de la Iglesia Católica. La transformó desde su pobreza y su relación con todos los elementos de la naturaleza.

De ahí surge el nombre del Papa Francisco. Y le ha hecho honor a ese nombre con sus gestos de sencillez y su afán por renovar la iglesia, por quitarle tanta vestidura y lujo, por acercarla a la gente.

Desde la eternidad, San Francisco de Asís sabe que en Costa Rica, él también es San Francisco de Coyote. En el cielo y en todo lugar, al santo de los animales le hace mucha gracia el nombre de este pueblo.

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