Polonia: Balance de las elecciones

Szymin Martis

Polonia

El 15 de octubre, Polonia celebró elecciones al Parlamento (Sejm) y al Senado, que pusieron fin a ocho años de mandato del partido Derecho y Justicia (PiS) y de la alianza política de la Derecha Unida (ZP), con la que estaba coaligado. Estos comicios destacan por el alto porcentaje de participación; el más alto de la historia de la Tercera República: 73,38 %. El resultado es fruto de la movilización de la juventud y las mujeres, particularmente en las grandes ciudades, en general mucho más inclinadas a apoyar a las listas de los partidos de la oposición democrática. El día del escrutinio, las imágenes más frecuentes en los medios polacos fueron las colas que se formaban delante de los colegios electorales, y que en algunos lugares se alargaron hasta bien entrada la noche (en Breslavia se cerró la votación a las 3 de la mañana). Algo parecido se vio en el extranjero con las fotos ‒difundidas por las redes sociales‒ de las colas ante las embajadas y los consulados polacos en todo el mundo, de Tiflis a Nueva York.

Hubo quienes se preguntaron si sería posible contar todas las papeletas en el plazo de 24 horas, como exige una enmienda de la ley electoral introducida por el gobierno del PiS, junto con la abolición del voto por correspondencia en el extranjero. No obstante, la junta electoral nacional recibió todos los resultados de la votación en el extranjero, cosa que favoreció a la oposición democrática, por la que votó mayoritariamente la importante diáspora polaca. Incluso en EE UU y en Canadá, donde solía ganar el PiS, su grado de apoyo ha menguado significativamente.

Los movimientos sociales que sacudieron Polonia estos últimos años, especialmente las manifestaciones masivas contra la decisión del Tribunal Constitucional que limita los motivos para abortar, han constituido el telón de fondo de esta efervescencia. Dichas manifestaciones tuvieron lugar en todo el país y fueron muy notorias en las ciudades pequeñas que eran las plazas fuertes del PiS. También fue muy importante la movilización masiva de ayuda a la gente refugiada ucraniana al comienzo de la invasión rusa, al igual que la progresión a largo plazo de la secularización, como demuestra la disminución del número de jóvenes que se apuntan a la asignatura de religión en las escuelas. De acuerdo con el censo de 2021, el porcentaje de personas que se declaran miembros de la iglesia católica romana ha descendido en más del 16 % con respecto al censo anterior de 2011, situándose ahora en el 71 %.

Situación preelectoral

El PiS tiene su origen en el movimiento Solidaridad (Solidarność). Al principio tenía un perfil ideológico demócrata-cristiano y conservador en lo social, pero más tarde crecieron en su seno corrientes católico-nacionalistas, soberanistas e incluso moderadamente euroescépticas. Antes de asumir el poder de 2015 a 2023, el PiS gobernó brevemente entre 2005 y 2007 en coalición con Autodefensa de la República de Polonia y la Liga de Familias Polacas. Gran parte de los éxitos precedentes del PiS se debieron a sus compromisos sociales: 500 esloti (actualmente 112 euros) al mes por cada hijo o hija (800 esloti a partir del 1 de enero de 2024); implantación de la 13ª y 14ª pagas de las pensiones y aumento del salario mínimo. Los políticos del PiS también se presentaron como defensores acérrimos de la soberanía energética (especialmente mediante el apoyo a la explotación del carbón), de la renacionalización del sector financiero y del fin de la privatización de los activos del Estado.

En muchos casos, las promesas del PiS se quedaron en nada; en particular, debido a su incapacidad para aplicar el programa de vivienda (el déficit de viviendas en Polonia es de 1 a 2 millones de unidades) y para responder a las demandas de las familias que tienen hijos adultos discapacitados, que han protestado en dos ocasiones en el interior del Sejm. Pese a que últimamente ha habido menos manifestaciones laborales en Polonia, las reivindicaciones del personal de enseñanza, de la función pública y, sobre todo, de la minería tampoco se han visto satisfechas por el gobierno del PiS.

Las protagonistas

En la contienda electoral de cara al 15 de octubre se enfrentaron cinco grandes corrientes políticas polacas, agrupadas en las siguientes coaliciones.

En la derecha, además del PiS, el bloque de la ZP está compuesto por:

  • Polonia Soberana, dirigida por el ministro de Justicia, Zbigniew Ziobro, que representa a un electorado más nacional-católico, contrario al aborto, la eutanasia, a los derechos de las personas LGBTQ+, a la inmigación y a las imposiciones de Bruselas;
  • El Partido Republicano y Renovación de la República Polaca, menos extremista, formado tras una escisión de un grupo impulsado por el exviceprimer ministro Jarosław Gowin, después de que sus miembros progubernamentales se hubieran negado a abandonar el grupo parlamentario del PiS;
  • Asuntos Polacos y Kukiz’15, dos formaciones que han ganado escaños con políticos populistas de derechas. Por ejemplo, Kukiz’15 fue fundado por el músico de rock Paweł Kukiz y preconiza la democracia directa y la creación de circunscripciones uninominales. En las elecciones de 2015 obtuvo 42 escaños en el Sejm, que cuenta con un total de 460 escaños, aunque después fue perdiéndolos a raíz de una serie de escándalos. Kukiz pasó a formar entonces una coalición con el Partido Popular Polaco (PSL), una formación de centro-derecha de raíz agraria, de cara a las elecciones de 2019, logrando tan solo seis escaños, hasta que finalmente se alió con el PiS para estos últimos comicios.

En el centro, la Coalición Cívica (KO), partido de oposición, cuyo componente principal es la Plataforma Cívica, dirigida por Donald Tusk, exprimer ministro polaco y expresidente del Consejo Europeo y del Partido Popular Europeo. Reúne a fuerzas de centro-derecha y liberales, además de pequeños grupos de centro-izquierda. La Plataforma Cívica proviene sobre todo de la Unión Liberal por la Libertad y, al igual que determinadas partes del PiS, de la Acción Electoral de Solidaridad. Originalmente de cariz conservador-liberal, hoy en día acentúa principalmente su centrismo y tiene la imagen de un partido atrapalotodo.

Los demás componentes de la Coalición Cívica son: Modern, una pequeña fuerza liberal; Iniciativa Polaca, partido social-liberal procedente de la socialdemocracia; Los Verdes y la sorprendente entrada del sindicato agrícola AGROunia, célebre por sus acciones antigubernamentales subidas de tono. Inicialmente alejado de la oposición liberal y del PiS, el anuncio de que el líder sindical Michał Kołodziejczak encabezaría la lista de la Coalición Cívica en el distrito de Konin sorprendió a numerosos comentaristas.

La Tercera Vía: el nuevo grupo Polonia 2050, dirigido por el experiodista católico Szymon Hołownia, que llegó en tercera posición a las elecciones presidenciales de 2020, desafió al principio a la Coalición Cívica en numerosos sondeos, pero al ir perdiendo apoyos, Holownia formó la coalición Tercera Vía con el PSL. Esta alianza atrajo asimismo a cierto número de políticos de otras formaciones y se vio impulsada por diputados que se separaron de Acuerdo, entre otros: Artur Dziambor, el presidente del Partido de la Libertad, un partido de derecha libertaria, y el fundador y expresidente de Modern, Ryszard Petru. Aunque pone el acento en exigencias económicas de libre mercado, su electorado y su militancia defienden posiciones diversas y contradictorias en estas cuestiones y en otros asuntos clave, como el derecho al aborto.

La socialdemocracia y la izquierda están representadas por la Nueva Izquierda. Formada tras la fusión de la alianza de la izquierda demócrata poscomunista y del partido social-liberal Spring, su lista incluyó asimismo a A la Izquierda Juntos, el grupo situado más a la izquierda del espectro político tradicional de Polonia, así como dos formaciones más pequeñas, el Partido Socialista Polaco y la Unión del Trabajo.

Numerosos periodistas (particularmente del periódico liberal Gazeta Wyborcza) u electores (principalmente de la Coalición Cívica) soñaban con una coalición amplia, según el modelo húngaro de la Coalición Cívica, que asociara a aquella, la Tercera Vía y la Nueva Izquierda, pero las formaciones más pequeñas rechazaron unánimemente esta idea, subrayando que alejaría a una parte del electorado, conservador y de izquierda, que preferiría abstenerse.

Extrema derecha: la Confederación de Extrema Derecha se presentó como una tercera fuerza en oposición al PiS y a la Coalición Cívica. En los primeros sondeos, su mensaje antiucraniano, antiinmigración y contrario a la protección social obtuvo un apoyo de alrededor del 15 %. Sin embargo, este porcentaje comenzó a descender rápidamente y este partido instrumental, compuesto del partido libertario-conservador Nueva Esperanza, del movimiento nacionalista y de la Confederación Católico-Monárquica de la Corona Polaca (Korona), no logró rehacerse tras las declaraciones de sus candidatos sobre el hecho de comer carne de perro y las propuestas de privar a las mujeres de sus derechos, de apoyar a Rusia y de atenuar los efectos penales de la pedofilia.

Este panorama se completa con el Comité Electoral de la Minoría Alemana, el Pueblo no Partidario del Gobierno Local, el partido antivacunas y conspiracionista Hay Una Polonia (dirigido por el alcalde de Siemianowice Śląskie, Rafał Piech), y un conjunto de grupúsculos regionales de derechas, entre ellos el Movimiento por la Prosperidad y la Paz, País Normal, el Antipartido y el Movimiento por la reparación de Polonia.

Temas de la campaña

La campaña electoral comenzó bastante antes del anuncio oficial, pues el PiS trataba de encontrar temas llamativos a fin de entusiasmar a su electorado. La gira del líder Jarosław Kaczynski por el país sirvió para difundir chistes transfóbicos, afirmaciones de que la Unión Europea (UE) habría ordenado sustituir la carne por insectos en las mesas polacas y movilizaciones en defensa del honor del difunto papa Juan-Pablo II (Karol Wojtyla). El intocable expontífice había sido calumniado supuestamente en Franciszkańska 3, un documental de Marcin Gutowski que demostraba que Wojtyla no hizo nada con respecto a los casos de pedofilia de que tenía conocimiento.

El retorno del tema de la pretendida ideología LGBT también fue un fracaso. Con anterioridad, esta cuestión había llevado a determinadas autoridades locales gobernadas por el PiS a declarar sus distritos libres de ideología, pero después se vieron forzadas a dar marcha atrás debido a las condiciones de financiación de la UE. El recordatorio de que el PiS había ayudado a las familias e implantado el subsidio por niño de más de 500 esloti tampoco dio para crear un tema estelar para su campaña.

Las diputadas y diputados salientes del PiS recuperaron entonces su antigua receta: retorno a la retórica antiinmigración, en particular la justificación del trágico bloqueo de la frontera entre Polonia y Bielorrusia para impedir el paso de gente refugiada. El partido (y gran parte de su electorado) considera que esta medida es una defensa necesaria contra la guerra híbrida [por parte rusa y bielorrusa]. El PiS esperaba asimismo sacar provecho de la reanudación de las negociaciones en torno a la política de relocalización de las personas refugiadas por parte de la UE: miembros del gobierno declararon que Polonia “no será una segunda Lampedusa”; y acusaron a Donald Tusk de facilitar la islamización de Europa.

El PiS lazó además una campaña de odio contra la película de Agnieszka Holland, Zielona granica (Frontera verde; trata de una familia siria y una mujer afgana que intentan entrar en Polonia a través de Bielorrusia). Finalmente, para que todo el mundo supiera que la crisis es realmente grave y que el PiS es el único que puede gestionarla, implantó controles temporales en los puestos fronterizos con Eslovaquia, la República Checa y Lituania.

La película Zielona granica, que muestra a activistas que ayudan a la gente en la frontera y una guardia fronteriza que le cierra el paso, fue recibida con un tsunami de odio, como la propia directora. Políticos y cronistas de derechas rivalizaron con sus ataques al film, antes incluso de su estreno en las salas. Compararon a Holland con la directora de fotografía Leni Riefenstahl, propagandista nazi, y el presidente Andrzej Duda recuperó la expresión “solo los puercos se sientan en el cine”, utilizada por la Resistencia polaca durante la Segunda Guerra Mundial. El gobierno también quería obligar a las salas a proyectar un spot que explicaba la posición de las autoridades polacas antes de la proyección de Zielona granica.

Sin embargo, este discurso de odio quedó eclipsado por el escándalo del dinero líquido para la concesión de visados, en el que se descubrió que los consulados polacos facturaban hasta 5.000 dólares para satisfacer las peticiones de visados. El asunto acabó con la dimisión misteriosa (y más tarde la no presentación a las elecciones y el fallido intento de suicidio) del viceministro de Asuntos Exteriores, Piotr Wawrzyk. Los medios han revelado que esta dimisión podía estar relacionada con la entrega masiva y descontrolada de visados polacos en los consulados en países de Asia y África. Las personas provistas de estos visados emigraban a Polonia y de allí se trasladaban a EE UU y otros países del Norte, haciéndose pasar por grupos de turistas o equipos de rodaje de películas de Bollywood. La amplitud de esta práctica es difícil de evaluar con precisión, pero ciertas fuentes hablan de 250.000 documentos entregados ilegalmente.

La cuestión de los cereales ucranianos que, en virtud de un acuerdo entre la UE y Ucrania, entran en los mercados comunitarios sin control en aduana, dio lugar a otro festival de xenofobia. Al principio, el tema de los cereales y otros productos ucranianos (por ejemplo, las frambuesas durante la temporada, que va de junio a septiembre) fue utilizado por la oposición, que reprochó a las autoridades que no se preocuparan por los agricultores polacos. La situación se invirtió el 15 de septiembre, cuando dejó de aplicarse el embargo temporal de la UE y los cereales ucranianos reaparecieron en Polonia (así como en Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia y Hungría). El PiS, deseoso de explotar los históricos prejuicios antiucranianos y atraer al electorado de extrema derecha, prefirió el conflicto a las negociaciones con las autoridades ucranianas.

Lo políticos del PiS, como el primer ministro, Mateusz Morawiecki, y el presidente del partido, Jarosław Kaczyński, acusaron de ingratitud al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, recordaron que los derechos temporales a las prestaciones sociales que se concedieron a las personas refugiadas ucranianas estaban a punto de caducar e incluso declararon que Polonia dejaría de enviar armas a Ucrania (aunque otros representantes de la coalición en el poder trataron después de relativizar estas declaraciones).

Otro elemento de la estrategia del gobierno consistió en poner el acento en la seguridad militar, aunque también este es un asunto delicado. La oposición reprochó al PiS que, bajo su administración, el espacio aéreo polaco había sido violado por un helicóptero bielorruso, que el jefe de la policía polaca había disparado con un lanzagranadas dentro del cuartel general de la policía y que se hubieran utilizado equipamientos militares y policiales en sendas meriendas organizadas por el partido PiS.

Las autoridades han intentado presentar a los partidos de oposición como traidores mostrando documentos de los gobiernos anteriores en los que la línea de defensa de Polonia no iba más allá del río Vístula en el este. Aun así, el mensaje concerniente a la solicitud del PiS con respecto a los servicios en uniforme fue cuestionado de nuevo pocos días antes de las elecciones, cuando dimitieron dos de los tres principales comandantes militares.

El PiS se dedicó asimismo a la compra paternalista de votos. Los miembros del partido en el poder inauguraron carreteras o edificios públicos, todavía sin acabar, en sus circunscripciones electorales, visitaron a círculos de amas de casa y brigadas de bomberos voluntarios para entregarles dinero o materiales, al tiempo que se abarató la gasolina de la empresa Orlen, propiedad del Estado (muchas personas de Polonia, así como de países vecinos, se apresuraron a sacar provecho de esta oferta, causando problemas de escasez de carburante en numerosas estaciones de servicio). Las y los pensionistas, que para el PiS constituyen su base electoral sólida, obtuvieron un apoyo financiero importante (13ª y 14ª pagas de la pensión, medicamentos gratuitos).

La oposición se apoyó principalmente, con algunas vacilaciones en el caso de la Tercera Vía, en la movilización de masas. El 4 de junio, aniversario de la primera vuelta de las primeras elecciones parcialmente libres en 1989, más de 500.000 personas se congregaron en Varsovia en una marcha organizada por la Coalición Cívica. El 1 de octubre hubo una manifestación todavía más numerosa: más de un millón de personas, según la organización, participaron en la Marcha del Millón de Corazones que había convocado la Coalición Cívica ante la noticia de que una mujer de Cracovia había sido detenida después de haber tomado la píldora del día siguiente. El gobierno banalizó la marcha, afirmando que solo habían participado en ella 40.000 personas, y los media en manos del Estado prácticamente no hablaron de ella.

Los resultados

Al final, el PiS obtuvo un 35,38 % de los votos (194 escaños de los 460 que hay en el Sejm), la Coalición Cívica un 30,7 % (157 escaños), la Tercera Vía un 14,4 % (65), la Nueva Izquierda un 8,61 % (26) y la Confederación un 7,16 % (18). Ninguna otra formación superó el listón del 5 %.

El PiS perdió votos incluso en las circunscripciones que tradicionalmente le eran favorables y varias personalidades políticas conocidas, miembros del partido, no obtuvieron escaño. La amplitud del fenómeno queda perfectamente ilustrada por los resultados obtenidos en los municipios en que la derecha en el poder había registrado altos niveles de popularidad en ocasiones anteriores, como Godziszów, en el voivodato de Lublin (el 88,8 % en 2019), o Kobylin-Borzymy, en el voivodato de Podlachie (el 87,9 %): ahí perdieron un 10 y un 17% de los votos, respectivamente. Una serie de políticos muy conocidos del partido no han entrado en el parlamento, en particular la ministra y exviceprimera ministra Jadwiga Emilewicz.

La Nueva Izquierda también ha perdido 23 de sus 49 escaños, principalmente en beneficio de la Coalición Cívica y de Tercera Vía. Pese a estar integrada en su grupo parlamentario, A la Izquierda Juntos ha aumentado su número de escaños de seis a siete. Una de las personas de A la Izquierda Juntos que han salido ganando es Daria Gosek-Popiołek, cuyo resultado ha superado ampliamente el del número uno de Nueva Izquierda en Cracovia, Maciej Gdula, y otra es Dorota Olko, que se ha hecho con el segundo escaño de A la Izquierda Juntos en la circunscripción de Varsovia.

Otras diputadas de izquierda que han sido elegidas, y que representan principalmente al feminismo (por ejemplo Wanda Nowicka, Katarzyna Kotula, Agnieszka Dziemianowicz-Bąk) y la generación joven de la socialdemocracia, como el concejal de Sosnowiec, Łukasz Litewka, que promueve los viajes en tren y se implica en la ayuda a los refugios para animales (en sus espacios para carteles aparecen fotos de perros que pueden adoptarse); tras las elecciones, sin embargo, han aparecido informaciones relativas a sus opiniones más bien neoliberales que expuso en las redes sociales. Litewka ha logrado adelantar de forma significativa al líder de izquierda Włodzimierz Czarzasty, si bien ambos han obtenido un escaño en el Parlamento.

Gracias al pacto senatorial de la oposición ‒en cada una de las 100 circunscripciones senatoriales presentó un candidato único‒, esta obtuvo 66 senadores (Coalición Cívica 41, Tercera Vía 11, Nueva Izquierda 9, independientes 5), frente a los 34 del PiS. Nueva Izquierda pasó de dos a nueve escaños, y A la Izquierda Juntos de cero a dos (Magdalena Biejat en una de las circunscripciones de Varsovia y Anna Górska en lo que se considera una circunscripción conservadora que abarca los condados de Bytów, Chojnice, Człuchów, Kartuzy y Kościerzyna en Kashubia, donde ganó frente al presidente del voivodato de Pomerania, Robert Drelich). Los líderes de los dos pequeños partidos socialdemócratas de la Nueva Izquierda (Wojciech Konieczny, del Partido Socialista Polaco, y Waldemar Witkowski, de la Unión Laborista), obtuvieron sendos escaños en el Senado.

La extrema derecha, aunque ha mejorado su resultado, puede considerar las elecciones un fracaso, ya que esperaba obtener un número mucho mayor de escaños. La estructura del nuevo grupo parlamentario de la Confederación también ha cambiado: hasta cuatro escaños serán ocupados por diputados del partido ultracatólico Korona, mientras que el decano del ultraliberalismo económico polaco, Janusz Korwin-Mikke, no ha logrado volver al parlamento. Le sustituirá Karina Bosak, esposa de otro miembro de la Confederación, el ultranacionalista Krzysztof Bosak. Comentando el hecho de que la candidata que ha llegado en segunda posición en la lista de la Confederación le haya superado en número de votos, Korwin ha declarado que esto demuestra que “las mujeres no deberían tener derecho a voto”.

Después de las elecciones, la extrema derecha ha entrado en una grave crisis. Janusz Korwin-Mikke ha sido suspendido del Consejo de Dirección de la Confederación y Sławomir Mentzen, uno de los líderes del partido y del grupo Nueva Esperanza, ha declarado que no volverá a incluirse en sus listas en el futuro. Korwin-Mikke, de 81 años, está considerando la posibilidad de crear otro partido (tiene mucha experiencia en este ámbito, ya que en el pasado fue líder de la Unión por la Política Real, la Plataforma Janusz Korwin-Mikke y el Congreso de la Nueva Derecha). Actualmente está ausente del Sejm, pero no está claro cómo se comportarán los diputados asociados a él: Konrad Berkowicz y el yerno de Korwin-Mikke, Bartłomiej Pejo.

Otra incertidumbre se refiere a la actitud de Korona, de Grzegorz Braun, que cuenta con cuatro diputados; su líder ha convocado una rueda de prensa en la que ha considerado la posibilidad de crear su propio grupo parlamentario. En este caso, la Confederación, que cuenta actualmente con 18 diputados, dejaría de ser un grupo parlamentario por derecho propio, ya que en el Parlamento se necesitan 15 diputados para formar un grupo parlamentario. El conflicto en el seno de la extrema derecha también ha dado lugar a acusaciones de inmoralidad e hipocresía: los partidarios de Korwin-Mikke acusan a Witold Tumanowicz, jefe de gabinete de la Confederación, de engañar a su mujer.

Por primera vez desde 1991, la minoría alemana no tendrá representante en el Parlamento. De conformidad con el artículo 197 de la Ley Electoral, las papeletas que representan a minorías nacionales reconocidas por el Estado polaco solo están exentas del requisito de superar el umbral electoral del 5 % a escala nacional. En cada distrito, en cambio, tienen que competir en igualdad de condiciones con otros candidatos para obtener un escaño. Sin embargo, la alta participación y el voto a favor de los principales partidos de la oposición democrática se tradujeron en un resultado muy inferior a las expectativas.

Referéndum

Al mismo tiempo que las elecciones parlamentarias, se plantearon al electorado cuatro preguntas formuladas por el gobierno. Inmediatamente se encontraron con una fuerte oposición por parte de la Coalición Cívica, la Tercera Vía y la Nueva Izquierda: el hecho de que las dos votaciones se celebraran el mismo día significaba que el gobierno podía dedicar recursos adicionales ilimitados a la campaña del referéndum (que, según la oposición, no era más que una parte de la campaña para el Sejm y el Senado).

Los líderes de la oposición insistieron repetidamente en que no participarían en el referéndum, pero no se organizó ninguna campaña de boicot, aunque algunas ONG sí llamaron a ello. A pesar de esto, solo el 40,91 % del electorado participó en la votación del referéndum, lo que lo invalidó, ya que la participación mínima exigida es la mitad del censo electoral. Solo en un voivodato (Podkarpackie) se superó el 50 % de participación, lo que significa que incluso en las zonas donde el PiS ganó las elecciones no pudo convencer a todos sus votantes para que participaran en el referéndum. Hay que señalar que las papeletas para el referéndum y las papeletas para las elecciones se distribuyeron juntas y se pidió a los votantes que declararan si querían o no participar en el referéndum y se tomó nota de esta decisión.

Entre quienes han votado, los resultados han sido los siguientes: a la pregunta “¿Está usted a favor de la venta de activos del Estado a entidades extranjeras, lo que supondría que los polacos perderían el control de sectores estratégicos de la economía?”, un 3,51 % han respondido sí y un 96 % no. A la pregunta “¿Está usted a favor de un aumento de la edad de jubilación, incluido el restablecimiento de la edad de jubilación a los 67 años para los hombres y las mujeres?”, un 5,39 %, han respondido sí y un 94,61 % no. A la pregunta “¿Está usted a favor de la supresión de la valla en la frontera entre la República de Polonia y la República de Bielorrusia?”, el 3,96 % han contestado sí y un 96,04 % no. A la pregunta “¿Está usted a favor de la admisión de miles de inmigrantes ilegales de Oriente Medio y África, de conformidad con el mecanismo de reubicación forzosa impuesto por la burocracia europea?”, un 3,21 % han respondido sí, y un 96,79 % no.

¿Y ahora?

El PiS no ha sido capaz de formar una coalición gubernamental, ni siquiera con la Confederación, y los tres grupos de oposición democrática, con un total de 248 escaños, han declarado que gobernarán juntos.

La constitución polaca prevé tres etapas posibles para la elección del gobierno. En un primer momento, el presidente de la República designa al primer ministro y nombra el gobierno. La ley no impone ninguna obligación al presidente con respecto a la persona que designa para dirigir el gobierno: puede tratarse del candidato del partido más votado, de una coalición de partidos o incluso de una persona ajena a la política. De todos modos, hasta ahora los sucesivos presidentes han designado a personas indicadas por el partido vencedor de las elecciones.

Si no es posible constituir este gobierno, un grupo de 46 diputados y diputadas, por lo menos, puede presentar una persona candidata a presidir el gobierno. El Sejm elige a esta persona por mayoría absoluta en presencia , al menos, de la mitad de las y los representantes electos. El jefe o jefa del gobierno presenta seguidamente al Sejm un programa de acción gubernamental y propone la composición del consejo de ministros y ministras, que el Sejm elegirá por mayoría absoluta en presencia de la mitad por lo menos de las y los representantes. Se trata de una especie de voto de confianza al gobierno y es entonces cuando debería formarse el nuevo gobierno de la oposición democrática (probablemente a finales del mes de diciembre).

Si el Sejm no logra formar su gobierno, el presidente nombra al primer ministro y, a propuesta de este, a los miembros del gobierno, tomándoles juramento dentro de un plazo de 14 días. El presidente puede nombrar para el cargo de primer ministro a la persona que haya designado en la primera etapa, pero también puede escoger a la persona designada por el Sejm en la segunda etapa. Una vez nombrado por el presidente, el consejo de ministros y ministras dispone de 14 días para obtener un voto de confianza del Sejm. En esta fase, el Sejm otorga el voto de confianza al gobierno por mayoría simple, en presencia de, al menos, la mitad del número legal de representantes. Si no se forma gobierno en el tercer intento, el presidente ha de suspender el mandato del Sejm y ordenar nuevas elecciones.

Todavía no se sabe quién recibirá el encargo de formar gobierno. Numerosos observadores del escenario político vaticinan que el presidente Andrzej Duda lo otorgará a Mateusz Morawiecki, el actual primer ministro del PiS, que sin embargo no tiene ninguna posibilidad real de formar una coalición con otro grupo. Esto retrasará por lo menos un mes la posibilidad de que la Coalición Cívica, la Tercera Vía y la Nueva Izquierda obtengan la mayoría de votos del parlamento para formar gobierno. Los medios también contemplan la posibilidad de que determinados diputados del PiS deserten y apoyen a la nueva coalición gubernamental y (aunque esto sea mucho menos probable) que algunos diputados de la actual oposición se pasen al PiS.

Un gobierno formado por la Coalición Cívica, la Tercera Vía y Nueva Izquierda tendrá que equilibrar intereses dispares. Los primeros anuncios se refieren a la mejora de las relaciones con la Unión Europea, el desbloqueo de fondos para el plan de reconstrucción nacional, el aumento de los salarios de la función pública, del personal de enseñanza y del personal sanitario, y la paralización de la construcción del puerto central de transportes, blanco de las protestas de la comunidad local. Los comercios volverán a abrir los domingos, pero a cambio la Nueva Izquierda exige un aumento de 2,5 veces el salario por trabajar los domingos y festivos, así como el derecho a dos domingos libres al mes por lo menos para los trabajadores y trabajadoras que actualmente no tienen prohibido trabajar los domingos.

Todos los partidos apoyan la potenciación de las energías renovables y la construcción de una central nuclear (en este punto, sin embargo, el líder de la Tercera Vía, Szymon Hołownia, se mostró escéptico, no así su socio de coalición, el PSL). Sin duda aumentará el gasto destinado al Ejército polaco. También hay ideas para la descentralización (por ejemplo, el ministerio de Industria debería ubicarse en Katowice, Silesia, en lugar de Varsovia) y la creación de un ministerio de Vivienda separado (propuesta de la Nueva Izquierda).

La política fiscal será un escollo. La Coalición Cívica está a favor de elevar el umbral de exención fiscal a 60.000 esloti (unos 13.500 euros) de renta anual. La Nueva Izquierda también está a favor de elevar este umbral, pero no ha especificado una cantidad precisa. La Tercera Vía se muestra más bien prudente. La Coalición Cívica y la Tercera Vía están de acuerdo, por ejemplo, en restablecer la deducibilidad fiscal de las cotizaciones al seguro de enfermedad. La izquierda, por su parte, desearía una reducción del tipo del IVA y la introducción de un tipo progresivo en el impuesto sobre la renta de las personas físicas, de modo que las rentas más altas paguen más. Al mismo tiempo, los políticos de la Tercera Vía han prometido no subir los impuestos sobre la renta y el consumo mientras dure el primer mandato, es decir, hasta 2026. Además, las familias con al menos tres hijos no pagarían ningún impuesto.

La oposición actual también quiere suprimir ciertas instituciones que considera creadas únicamente para proporcionar cargos a los servidores del PiS. Michał Szczerba, de la Coalición Cívica, enumera 16 de esas estructuras, como el Fondo Patriótico, la Fundación Nacional Polaca y el Instituto Nacional de la Libertad, entre otras. Mucho más difícil será, debido a la duración de los mandatos, zanjar la cuestión del Tribunal Constitucional o de la TVP (televisión pública), gestionada por el Consejo Nacional de Medios de Comunicación.

Es poco probable que cuestiones como la legalización del aborto o de las parejas del mismo sexo formen parte del acuerdo de coalición (el líder del PSL, Władysław Kosiniak-Kamysz, ha expresado su firme oposición), pero podrían ser objeto de una votación libre en el Sejm. La Coalición Cívica y la izquierda están a favor de legalizar el aborto hasta la 12ª semana, mientras que los diputados de la Tercera Vía tienen opiniones diferentes al respecto; la cuestión de las parejas del mismo sexo podría ser menos delicada.

¿Qué más puede cambiar la nueva coalición? ¿Poner fin a las deportaciones ilegales en la frontera entre Polonia y Bielorrusia? ¿Derogar la cláusula de conciencia? ¿Reformar la policía? ¿Un enfoque menos represivo de la cultura? Lo averiguaremos en las próximas semanas.

https://www.europe-solidaire.org/spip.php?article68554

Traducción: viento sur

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