Mujeres alemanas ganan terreno en el mundo de las cervecerías

Por Antje Raupach (dpa)

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La hermana Doris, de 73 años, trabaja desde hace más de 40 años en la cervecería del monasterio bávaro de Mallersdorf y afirma que siempre bebe una cerveza de medio litro con la cena. En el cenobio viven 480 monjas, que consumen alrededor del 18 por ciento de la producción anual de 3.000 hectolitros. Foto: Armin Weigel/dpa

Berlín, 22 abr (dpa) – La cerveza continúa siendo considerada un asunto netamente de hombres. Pero, en el Día de la Cerveza Alemana, que se celebra el 23 de abril, varias mujeres del sector cervecero revelan qué les fascina tanto de esta bebida supuestamente masculina.

«Cuando era una niña, por supuesto que me parecía una pena que tuviéramos una fábrica de cerveza y no de chocolate, pero hoy se trata del producto más apasionante para mí», relata Catharina Cramer, presidenta de la marca Warsteiner.

La cerveza es un producto muy versátil, considera esta mujer de 44 años, que forma parte de la novena generación que dirige la empresa familiar.

La misma opinión expresa la sommelière de cerveza Jutta Knoll, de la ciudad de Bonn. El sabor y el placer de beberla le fascinan: «Puede ser dulce, ácida, afrutada o malteada; la cerveza tiene un espectro de aromas más amplio que el vino», comenta con entusiasmo esta mujer de 49 años.

La cerveza también tiene más ingredientes que el vino, dice la experta, que lleva tres años ofreciendo seminarios y catas sobre esta bebida.

La hermana Doris, que trabaja desde hace más de 40 años en la cervecería del monasterio de Mallersdorf (Baviera), también ama su tarea y el producto que allí se genera.

«Siempre bebo una cerveza con la cena, medio litro», cuenta. Se trata de un gran disfrute, explica esta maestra cervecera de 73 años, que claramente no es la única que ama la cerveza en el monasterio.

La hermana Doris explica que las 480 monjas que viven en el monasterio beben alrededor del 18 por ciento de la producción total de 3.000 hectolitros al año.

A la hermana Doris le molesta la imagen negativa de la bebida, sobre todo cuando se trata de sus congéneres: «Si una mujer se bebe dos vasos de vino tinto, nadie dice nada. Pero si una mujer toma dos vasos de cerveza, ya se murmura es demasiado».

Según la socióloga Yvonne Niekrenz, esto se debe principalmente a que, aunque el vino no se percibe como masculino ni femenino, sigue teniendo un efecto particular al ser un indicativo del estatus social.

«Se considera que el vino es simplemente superior a la cerveza. Por eso, beber vino indica algo diferente a beber cerveza, es decir, estatus y, por ejemplo, cierto conocimiento de la materia», explica Niekrenz, de la Universidad de Rostock.

La socióloga aclara que, sin embargo, con el movimiento «craft», es decir destacar el aspecto de la elaboración artesanal, la cerveza está experimentando una revalorización.

La sommelière Knoll confirma esta tendencia. «Se transmite otra imagen», comenta, agregando que esto tiene que ver con la gran diversidad de cervezas artesanales, pero también con el modo de presentarlas.

«Esto ya comienza con los vasos», observa Knoll. «Muchos dicen que parecen a los de vino. La cerveza ‘craft’ no se asocia con futbolistas y con emborracharse», manifiesta. Por lo tanto, las mujeres también se sienten atraídas por esta bebida.

Versatilidad, disfrute y camaradería son tres términos que aparecen una y otra vez durante la conversación con la sommelière, la empresaria y la maestra cervecera.

Pero… ¿cuál es la razón por la cual los hombres toman seis veces más cerveza que las mujeres, según la Sociedad Alemana de Nutrición?

«No solamente las personas, sino determinados bienes de consumo tienen un género. El prosecco, por ejemplo, es percibido como una bebida más bien femenina, mientras que la cerveza es vista como más bien masculina. Esto tiene que ver con la socialización, pero también con el marketing», comenta Niekrenz.

«La publicidad de cerveza tiene más protagonistas masculinos», agrega la socióloga, explicando que beber cerveza, al igual que otros bienes de consumo, es una señal social que apunta a la diferenciación de género. «A partir de ella señalizo mi identidad de género», observa.

Pero no solamente el consumo tiene connotación masculina, sino que todo el sector es considerado como ámbito de hombres. «Momentáneamente está en manos masculinas, eso es así. Pero existen muchas mujeres que lideran la empresa de su familia», apunta la hermana Doris.

Cramer, jefa de Warsteiner, bien puede confirmarlo: «Viajé mucho y me relacioné con muchas mujeres. Existen muchas hijas que avanzan en las empresas familiares. Allí están pasando cosas».

Según la Asociación de Cerveceros Alemanes, la mitad de las diez mayores cervecerías del país es conducida por mujeres. También ganan terreno en el rubro de los sommelièrs de cerveza. La asociación del sector cuenta con 593 profesionales, o sea un 17 por ciento de los miembros.

Sin embargo, lo que puede sorprender a algunos no es un fenómeno nuevo, ya que desde hace siglos la elaboración ha sido una cuestión de mujeres. Durante casi 700 años -hasta bien entrada la Edad Media- el oficio fue practicado casi exclusivamente por mujeres.

Trabajar junto al caldero de cerveza formaba parte de las tareas domésticas, una tarea que cambió a partir de la era industrial.

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