Más de empleados públicos y salarios

Monólogos con Pelé *

Lina Barrantes

Lina Barrantes Castegnaro

Tengo una amiga, Roxana Quesada, que dirige una escuela rural en Ciruelas de Alajuela. Lo hace desde hace 24 años. En 1991 tenía 326 estudiantes, pero trasladaron un precario a esa zona y paso de la noche a la mañana a 440 estudiantes. Ninguna escuela de la zona quería recibir a esos chiquitos. Unos años después consiguió independizar otra escuelita que hoy tiene 330 estudiantes (la escuela Santa Fe).

Hace unos días me enseñó una foto de un muchacho graduándose en la UCR y le decían algo como “Patrona, se graduó ya”. Cuando le pregunté de que se trataba me explicó, que cuando asumió la dirección de la escuela muchos chiquitos no iban a la escuela y otros tantos desertaban. Ella iba a buscarlos casa por casa y conversaba con sus papás para tratar de convencerlos de que el ser ellos pobres y no haber tenido la oportunidad de estudiar, no les otorgaba el derecho de hacer lo mismo con sus hijos.

El caso de la foto, fue un padre que le contestó: “usted no es mi patrona”. Ella trató de convencerlo, y le explicó su obligación legal de mandar al chiquito a la escuela. Ese chiquito fue el que se graduó en la pasada graduación de la UCR, y el que la sigue llamando “patrona” es el papá que estaba indignado de que una maestra se metiera con su familia y lo obligara a mandar a su hijo a la escuela.

Uso a Roxana –y le pido perdón por hacerlo- para seguir con el tema de la semana pasada: ¿de donde sacamos que los funcionarios públicos tienen que ganar poco? ¿De donde sacamos que los funcionarios públicos no son trabajadores comprometidos con lo que hacen? Muchas veces he dicho que mi corta experiencia de paso por el Ministerio de Cultura, me enseñó que ese ministerio está lleno de buenas personas, de buenos funcionarios, de gente apasionada, que está dispuesta a trabajar con mucho sacrificio, para construir cada día un país mejor.

Igual la vida me ha puesto al frente de profesores de la Universidad de Costa Rica que estudian día a día para dar sus clases. Que se enorgullecen de estar formando al futuro de Costa Rica. Que están siempre siempre disponibles para sus estudiantes, aun y cuando ya dejaron de serlo. ¿Por qué no pueden pensionarse con una pensión justa? ¿Por qué las Roxanas Quesadas tienen que tener un mal salario? ¡NO! Yo quiero muchos docentes en las escuelas primarias, en la enseñanza media y en la Universidad que tengan ese nivel de compromiso. Quiero que ganen bien, y quiero que se pensionen con una buena pensión. Lo que quiero en el estado, pero particularmente en la educación, es compromiso y calidad. ¡Con la educación de nuestros jóvenes no se juega!

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* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.

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