Mary Colter y la Torre de Vigilancia Desert View

Bazar digital

Carlos Revilla Maroto

Sus edificios se adaptan a su entorno, ya que surgieron de la historia de la tierra, a la cual pertenecían

Virginia L. Grattan

Carlos Revilla

Apenas se ingresa al Parque Nacional del Gran Cañón, por la entrada este en el borde sur, la primera parada obligatoria es ir a lo que se conoce como “La Torre de Vigilancia Desert View” (Desert View Tower), que es una estructura de piedra de 21 metros de alto. La torre está situada en el lugar conocido como “Desert View”, a unos 32 kilómetros al este del pueblo del Gran Cañón. La estructura de cuatro pisos, terminada en 1932, fue diseñada por la arquitecta estadounidense Mary Elizabeth Jane Colter, que abrió nuevos caminos en los campos de la arquitectura y el diseño, dominados por los hombres en la primera mitad del siglo XX. El lugar es impresionante, pero no solo por ser usualmente las primeras vistas del Gran Cañón, sino por la estructura en sí, que es toda una obra de arte de la arquitectura de esa región.

La Torre crea una ilusión de la edad, de estar viendo una estructura muy vieja, sin embargo oculta dentro de la torre hay una realidad completamente diferente. Los trabajadores construyeron una superestructura de hormigón y acero reforzado y luego aplicaron una chapa de piedra nativa. El exterior de piedra desgastada crea el efecto deseado de una estructura que se eleva desde el cañón. Colter y sus albañiles cuidadosamente seleccionaron piedras, insistiendo en que “cualquier marca de herramienta sería una cicatriz visible en la cara de nuestras paredes”. La torre de 21 m y el cuarto principal (llamado kiva) de 14 m de diámetro hablan del conocimiento y el talento de los albañiles de ese entonces. La atención al detalle de Colter se refleja en cada elemento de la Atalaya. Cada roca y pared pintada tenía la intención de transmitir algún significado. Colter usó detalles ornamentales, aparentemente al azar, para crear el encanto adicional de lo inesperado. Se pueden encontrar rocas con patrones triangulares y de diamantes, bandas horizontales de diferentes tamaños y petroglifos reales con diseños picoteados. La torre presenta puertas en forma de T y ventanas cónicas como edificios de cientos de años. Utilizó superficies de mampostería desiguales para “crear sombras y dar más vigor a las paredes”.

Colter también prestó la misma atención al interior, trabajando con varios artistas para adornar las paredes con imágenes que nos dicen algo. El artista Hopi Chester Dennis creó los petroglifos en los parapetos interiores, Fred Kabotie otro artista Hopi tejió la historia de su tribu en los murales del primer piso, y Fred Grary copió con precisión los dibujos encontrados en sitios antiguos (estos trabajos se pueden ver en la galería).

La estructura me llamó mucho la atención, pero especialmente el enterarme que había sido diseñada por una mujer arquitecta, empleada de la Fred Harvey Company, que también creó y diseñó muchos otros edificios en la zona del Gran Cañón. Esto me llevó a investigar un poco más sobre ella, incluso aproveché y me compré un libro sobre esta mujer, que vendía una de las tienditas de recuerdos en el lugar. El libro escrito por Virginia L. Grattan, es una biografía muy amena de Colter. Incluso, el título me gustó mucho “Mary Colter: Constructora sobre la tierra roja”.

Conozcamos un poco al personaje:

Nació en Pittsburgh, Pensilvania, en 1869. Su familia paterna tuvo diversas residencias: vivieron por un tiempo en Colorado, luego en Texas, para establecerse definitivamente en St. Paul, Minnesota. Su padre, William H. Colter, era inmigrante irlandés y falleció cuando Mary Colter tenía diecisiete años. Ella decidió estudiar para sostener a su madre y hermana. Terminó la escuela secundaria a los catorce años; entonces asistió a la Escuela de Diseño de California, que actualmente es el Instituto de Arte de San Francisco, y también fue aprendiz por algún tiempo en un estudio de arquitectura local. Desde muy joven luchó por ser fiel a sus intereses y motivaciones.

En 1901, consiguió un trabajo temporal durante el verano en Fred Harvey. Algunos años después, en 1910, se convirtió en la diseñadora más reconocida de la firma; y poco tiempo después empezó a desempeñarse como la arquitecta principal de la misma empresa. Desarrolló esa actividad durante 38 años, desvinculándose en 1948. En esos años trabajó muy intensamente y desarrolló más de veinte proyectos, entre ellos pueden destacarse: importantes hoteles, comercios, casas de campo y espacios públicos. Además diseñó interiores de las estaciones de ferrocarril en Chicago, Kansas City y Los Ángeles. incluso diseñó el interior de un coche comedor.

En 1925 la empresa que tenía a su cargo el ferrocarril Santa Fe compró el hotel La Fonda en la plaza vieja de la ciudad de Santa Fe, Nuevo México y entonces lo alquiló a la empresa de Colter. Ella se encargó del desarrollo del proyecto de diseño interior. Con su trabajo definió una propuesta integral que demandó para su concreción que se contrataran artistas y artesanos de localidades vecinas para la producción de muebles, accesorios e iluminación.

Fue la principal arquitecta y decoradora de la Compañía Fred Harvey de 1902 a 1948.

Además de su importante producción proyectual caracterizada por la búsqueda de autenticidad, se dedicó a la enseñanza de la arquitectura y trabajó como docente de dibujo en una escuela de artes.

Murió el 8 de enero de 1958 a la edad 88 años en Santa Fe, Nuevo México.

Colter fusionó elementos vinculados a la arquitectura neocolonial con la autóctona estadounidense, creando edificios notables en su propia visión, edificios que se mezclaron con el paisaje natural y rindieron homenaje a las estructuras antiguas de las tribus indias americanas del suroeste de Estados Unidos. Sus construcciones se asemejan a viviendas de los nativos americanos, incluso parecen ruinas. Esta apariencia es intencional y se lograba con la utilización de la cuchilla del arado como herramienta. Ese materialidad es distintiva de su producción. Su labor definió así un estilo caracterizado por la conjunción de reminiscencias del neocolonial español con motivos nativos americanos; el mencionado estilo se convirtió en típico del suroeste de Estados Unidos, y es conocido actualmente como estilo Santa Fe.

Como parte de su gran producción también se dedicó al diseño de diversos objetos como cubiertos, vajilla; además incursionó en el diseño de indumentaria al diseñar el uniforme del personal hotelero; todo lo producido manifiesta su compromiso y pasión por el diseño.

A pesar de los aportes que hizo a la disciplina con sus diseños, que en todos los casos fueron producto de la investigación y la planificación meticulosa, su reconocimiento fue muy limitado en una profesión dominada por los hombres. Su nombre pocas veces figuraba en los edificios que proyectó y tampoco recibió el merecido reconocimiento de sus colegas contemporáneos. El estado de Arizona no permitía a las mujeres firmar proyectos así que más de una vez lo firmó alguno de sus trabajadores.

Once de los edificios diseñados por Colter están en el Registro Nacional de Lugares Históricos y cinco han sido destacados por su valor histórico nacional en Estados Unidos. Algunos de sus proyectos sobrevivieron al siglo XX como consecuencia de la aparición de las carreteras y el aumento de viajes en automóvil, algunos hoteles y restaurantes de las estaciones de ferrocarril desaparecieron.

Durante un extenso viaje de investigación de seis meses por el suroeste, visitó y esbozó una exquisita arquitectura indígena. Exploró y fotografió viviendas antiguas, reflexionando sobre el propósito de las torres gastadas por el tiempo. Tomando prestado libremente del pasado, diseñó estructuras modernas que se mezclaban con su entorno. Es como si sus edificios siempre hubieran sido parte del paisaje del cañón. Una mujer de carácter fuerte que sabía lo que quería y no tenía miedo de perseguirlo, Colter dejó una huella duradera en el Parque Nacional del Gran Cañón, que es el escaparate más notable para el trabajo de Colter. Ahí, estructuras icónicas como La Torre de Vigilancia Desert View (1933), Bright Angel Lodge (1935), Puesto de observación (Lookout Studio, 1914), Restaurante del ermitaño (Hermit’s Rest, 1914), Casa Hopi (Hopi House, 1905), y Rancho fantasma (Phantom Ranch, 1922) muestran la maestría que Colter tenía para seleccionar materiales naturales complementarios y para crear diseños únicos. Como pretendía, sus edificios se mezclan con el vasto panorama natural del Gran Cañón. Estos edificios no solo son los mejores y menos alterados, sino algunos de los únicos ejemplos que quedan de su trabajo.

En 2014, el Servicio de Parques Nacionales del Gran Cañón celebró el centenario de dos edificios diseñados por Colter meticulosamente: el Puesto de observación y el Restaurante del ermitaño.

El lugar de Colter en la arquitectura estadounidense es importante, debido a la preocupación por la arqueología, y el sentido de la historia transmitido por sus edificios, y los sentimientos que creó en esos espacios.

Cono siempre, preparé una bonita galería que incluye tanto imágenes de Desert View y La Torre de Vigilancia, así como algunas de Mary Colter y su trabajo. La galería también se puede ver en alta resolución en un álbum de Facebook.

 
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