Los ciervos de Nara, en Japón, un imán para el turismo chino

Por Takehiko Kambayashi (dpa)

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Una madre fotografía a su hijo junto a un ciervo en el Parque Nara. Foto: Takehiko Kambayashi/dpa

Los turistas chinos se muestran asombrados ante la presencia de los ciervos que deambulan mansamente por el parque público situado en la ciudad de Nara, en Japón.

En los últimos años, cuando Japón aún no estaba en estado de emergencia debido a la pandemia de coronavirus, el «Parque de los Ciervos» era uno de los mayores atractivos turísticos de la antigua capital del Japón medieval.

Los turistas chinos aprovechan para sacarse selfies con los animales y les dan de comer «shika sembei» sin azúcar, las galletas especiales para ciervos que se venden en el parque.

Un niño estira su mano con galletitas y de a poco se van acercando los ciervos. Mientras, su madre corre de un lado a otro intentando capturar imágenes de su hijo alimentando los animales.

Ella cuenta que le gusta visitar el parque de Nara y rodearse de los ciervos. También su hijo está feliz de haber venido desde Pekín a esta ciudad del oeste de Japón. «Quería venir aquí. Me gustan mucho los ciervos», señala.

«El número de ciervos creció en los últimos años, probablemente por toda la comida que les dan los turistas chinos», bromea Yoshitaka Ashimura, uno de los funcionarios de la Fundación para la Preservación de los Ciervos de Nara.

Según la fundación, la población de ciervos en el parque de Nara se disparó un 18 por ciento entre 2016 y 2019, hasta alcanzar la cifra récord de 1.388 ejemplares.

Los ciervos del parque son considerados mensajeros de los dioses. La historia cuenta que cuando se construyó la capital en Nara hace unos 1.300 años, la deidad Takemikazuchi-no-mikoto, consagrada en el Gran Santuario Kasuga del parque, llegó a la ciudad montada en un ciervo sagrado desde un importante santuario del este de Japón.

El santuario sintoísta del «Parque de los Ciervos» fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Debido a esta leyenda, los animales son cuidadosamente protegidos desde hace siglos. Además, están designados como «monumento natural» y son un símbolo de la ciudad.

Funcionarios locales revelan que gracias a ellos, Nara disfrutó de un fuerte aumento en el número de visitantes procedentes de China, a pesar de que el turismo general en el resto del país se estancó el año pasado.

«Solíamos ver un gran descenso en el número de turistas en los meses de invierno. Pero ahora muchos turistas chinos vienen al Parque de Nara durante todo el año», detalla Ashimura.

El número de visitantes chinos que llega a la Prefectura de Nara se ha triplicado desde 2015, hasta alcanzar los 1,17 millones de turistas en 2018.

De acuerdo con datos oficiales, de los 2,6 millones de visitantes extranjeros que viajaron a Nara en 2018, el 45 por ciento fueron chinos. En tanto, de los 31 millones de turistas extranjeros que llegaron a Japón, los chinos representaron el 26 por ciento.

Además del «Parque de los Ciervos», la Prefectura de Nara también es conocida por sus templos y santuarios milenarios. La historia y la cultura de la ciudad están fuertemente influenciadas por China, motivo por el cual los turistas chinos también están «interesados en visitar Nara», afirma Saeko Yoshioka, funcionaria del Gobierno local.

Nara, la capital más antigua de Japón (710-794), fue creada a semejanza de la antigua capital china de Changan.

Yoshioka explica que la mayoría de los visitantes son grupos de turistas que viajan en autobús y suelen pasar entre tres y cuatro días en la región de Kansai, que incluye Osaka, Kioto y Nara.

No es de extrañar que los turistas extranjeros, especialmente los que vienen por primera vez a Japón, como muchos chinos, busquen información de la ciudad en sitios de Internet, como TripAdvisor, y que lean allí que el lugar más popular de Nara es el parque.

Algunos monumentos del Parque de Nara, como el Templo Todaiji que alberga al Gran Buda, también integran la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

«Creo que los turistas chinos se sienten atraídos por la sinergia de la historia, la naturaleza y la cultura», destaca Yoshioka.

dpa

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