La urgencia de un liderazgo democrático para Costa Rica

El lobo sopla en la puerta

Por Guido Mora

Guido Mora

Lejos del mensaje confrontativo y de la violencia verbal a la que han recurrido algunos de los candidatos en pasadas elecciones y, de manera más reciente, el actual presidente; nuestro país, los costarricenses y la sociedad en su conjunto, urgen edificar e impulsar un liderazgo conciliador, que llame no a la división social, sino a la articulación de consensos, con el fin de enfrentar los desafíos que se vislumbran en el presente y el futuro de nuestra patria.

El abandono de “la forma costarricense de ponernos de acuerdo” y la profundización de la división de la sociedad, se ha transformado en un severo obstáculo para superar los problemas que sobrellevamos.

Esta realidad es una verdad a voces.

La tradición de que los candidatos triunfadores hagan un llamado a la unidad nacional, una vez culminados los procesos electorales, no es mera casualidad. Constituye más bien una enorme necesidad: de una sociedad dividida sólo los mediocres y los oportunistas sacan provecho.

Por eso se hace evidente la urgencia de erigir y fortalecer un liderazgo renovado y conciliador que, por encima de los temas que nos dividen, se esfuerce por convocar y diseñar los mecanismos que permitan unir las voluntades de los diversos sectores sociales y económicos, en la búsqueda de cimentar y fortalecer los consensos y convergencias indispensables e inaplazables, para poner en marcha a nuestra sociedad, en la búsqueda del bienestar general.

Nuestro país se encuentra dividido.

La profunda brecha entre los que menos tienen y los más acaudalados; entre quienes pudieron estudiar y a quienes por los más diversos motivos les fue imposible formarse; entre los que se han visto beneficiados con la aplicación de un modelo de desarrollo excluyente y quienes han quedado rezagados, incapaces hoy de satisfacer sus necesidades básicas; esta profunda división de la que hoy adolecemos como sociedad, se ha transformado en la voluble y negativa argamasa que ha cimentado, en las últimas décadas, la construcción de nuestra sociedad y nuestra realidad.

Muchos tienen la tendencia de señalar a los responsables de esta situación. La estrategia del discurso del odio y de las revanchas no ofrece los resultados satisfactorios que muchos desean, solo prolonga las fracturas y profundiza las heridas.
Lejos de continuar señalando a los responsables del desastre pasado, es imprescindible poner la mirada en el horizonte y comenzar a pensar, en serio, en la construcción de un futuro mucho más promisorio para los costarricenses.

La exclusión de miles de jóvenes de la educación formal en la era del conocimiento sólo conduce a la reproducción de la pobreza y prolonga la existencia de una sociedad cada día más miserable, con altos niveles de delincuencia y de privaciones para importantes mayorías de ciudadanos.

Es indispensable recrear y reordenar nuestra lista de prioridades, priorizando entre nuestros objetivos la atención de los jóvenes, para que construyan una visión positiva del futuro; en los estudiantes, para que entiendan que sin el crecimiento personal, no hay crecimiento económico y social; en los agricultores, que cada día son menos, trabajan más y reciben menores remuneraciones por sus producto; en los formadores y educadores, quienes deben ser ejemplo para miles de jóvenes y estudiantes, que requieren una motivación diaria, para no abandonar sus estudios; en los profesionales, para que con su trabajo construyan con calidad y excelencia; en las mujeres, para que alcancen la justa inserción social, con el respeto pleno de sus derechos.

En un mundo en que la violencia ha venido invadiendo los espacios sociales y políticos, es impostergable hacer un alto en el camino y comenzar, desde el interior de cada uno de nosotros, a buscar la manera de construir en paz un nuevo contrato social, que esté con armonía con el ambiente y la naturaleza.

Es imperativo encontrar y fortalecer este liderazgo, porque los cielos borrascosos están plagados de amenazas, de quienes ven en la democracia, un sistema agotado, llegando incluso a manifestar su disposición de promover liderazgos espurios que, con falacias, mentiras o medias verdades, han conquistado el oído de sectores, que como en el cuento el Flautista de Hamelin, se han dejado endulzar el oído con el sonido melodioso de una flauta, que al final no tiene ni rumbo claro, ni destino seguro.

Es urgente e impostergable convocar a las mentes más claras, a los jóvenes, a las mujeres, a todos los demócratas de este país, para diseñar los planos que nos permitirán heredar a nuestros hijos y nietos, una Costa Rica más próspera, más igualitaria, más democrática y mucho más participativa.

Les invito a dejar de lado los egos, las iniciativas orientadas a defender intereses particulares o de grupos, a pensar en la democracia y en el bienestar de los costarricenses.

Estimados y estimadas amigas, el futuro es hoy.

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