La socialdemocracia deberá desafiar a la plutocracia

Albino Vargas Barrantes

Albino Vargas

Le copiamos a Wikipedia: “Plutocracia (del Griego, ploutos ‘riqueza’ y kratos ‘poder’) es una forma de oligarquía en la que una sociedad está gobernada o controlada por la minoría formada por sus miembros más acaudalados”.

También, se encuentran estas dos acepciones: 1) Forma de gobierno en que el poder está en manos de los más ricos o muy influido por ellos. 2) Clase social formada por las personas más ricas de un país, que goza de poder o influencia a causa de su riqueza.

Es demagogia pura pregonar ser socialdemócrata sin tener debida conciencia de lo que eso significa en el marco del estado actual de cosas en nuestro país.

Es más grave aún, seguir engañando a la gente en aras de obtener votos, manipulando valores socialdemócratas a sabiendas de que, solamente, se están utilizando como palabrería hueca, porque no hay disposición de enarbolar banderas para desafiar el poder real en la Costa Rica actual que es el de la plutocracia.

Nos preguntamos: ¿cómo dicen abrazar la causa socialdemócrata si han aceptado (con notables excepciones), pusilánime y cobardemente, la entrega de la constitucional autonomía del régimen municipal, a la matriz ideológica del ajuste fiscal con sesgo marcadamente neoliberal?; política ésta que, con dos dedos de frente, se sabe que es opuesta a valores socialdemócratas consecuentemente verdaderos, los cuales siempre abogaron por darle poder real a los gobiernos locales.

Nos preguntamos: ¿cómo dicen abrazar la causa socialdemócrata si están tolerando un nivel de endeudamiento público atroz, tanto como el pago diario de sus intereses obscenos, sin siquiera usar la bancada parlamentaria para proponer una comisión investigadora de tan alto expolio financiero a las finanzas del pueblo costarricense?

Nos preguntamos: ¿cómo se atreven a autoproclamarse socialdemócratas sin siquiera formular una propuesta, aunque fuera mínima, de justicia tributaria real, para mitigar en algo el avance de la desigualdad que va en ruta a su irreversible situación sistémica?

Y es que (entre otros factores), se olvidaron del legado del líder histórico-pionero de la socialdemocracia en Costa Rica quien, con errores y horrores, pero muchísimos más aciertos, desafío en su momento a la plutocracia de entonces cuando, por ejemplo, nacionalizó la banca, en 1949.

Somos conscientes de que, actualmente, hay personas inmersas en la política electoral dentro del Partido Liberación Nacional (PLN) que intentan, tímidamente, levantar banderas clásicas de la socialdemocracia verdadera que antaño esta colectividad partidaria enarboló.

Sin embargo, es de tal calibre la rémora que carga el PLN por su connivencia con la entronización en la Costa Rica actual de la hegemonía plutocrática que, dudamos, puede mostrarse de nuevo ante la ciudadanía con cara fresca y limpia para que se le vuelva a creer.

Dentro de esa rémora destaca, en época reciente, su co-gobierno con el infausto Carlos Alvarado Quesada y su perverso legado anti-obrero de las leyes combo fiscal, anti-huelgas y empleo público; así como su herencia parlamentaria con aprobación actual del ataque al corazón del Código de Trabajo (ley jornadas 4-3). No hay nada de socialdemocracia en estas leyes.

En un discurso dicho el 9 de octubre de 1975, con motivo de la presencia aquí del Ministro para Asuntos Ambientales de Inglaterra, señor Anthony Crosland, Daniel Oduber manifestó lo siguiente:

«Llegamos a la conclusión, en gran parte influenciados por sus pensadores, de que únicamente una democracia efectiva y limpia en el proceso electoral y en la acción gubernamental podría poco a poco plasmar desde el poder las ideas de justicia e igualdad… La democracia política exige ahora, como algo consustancial, la justicia social. Hoy no es posible lograr el socialismo si no es a través de la democracia política y de la exaltación cada vez más firme de la dignidad humana… Después de la Segunda Guerra Mundial, el socialismo democrático llegó a la conclusión de que estatismo no es necesariamente sinónimo de socialismo, y que estatizar puede sólo implicar un cambio de propietario.

¡Sí!, ¡sí! Ya sé. Me dirán que eso fue antes del paradigma neoliberal abierto por el maléfico dueto Thatcher-Reagan al principio de la década de los años 80 del pasado siglo XX. ¿Y qué con eso? ¿Cuál es el saldo de esa no menos maléfica fórmula del todo mercado-nada Estado?

En Costa Rica estamos a tiempo. Porque el pensamiento socioeconómico de don Pepe Figueres, así como el de don Daniel Oduber, recobran vigencia estratégica en estos momentos tan infelices para gran parte del pueblo costarricense; ese mismo pueblo que pasó factura en las elecciones presidenciales del 2002 pero que, poco a poco, va entendiendo que le aplicaron más de lo mismo.

En definitiva, ante el poder de la plutocracia, para enfrentarla la real Socialdemocracia debe apelar a la Justicia Social totalmente enmarcada en la Doctrina de los Derechos Humanos, con una política pública hegemónicamente consecuente. Además, con una ciudadanía consciente dispuesta a utilizar el legítimo mecanismo de la Democracia de La Calle.

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