La Patrulla Internacional de Bares: En tierras angelicales (Bar R10 Social House)

Especial para Cambio PolíticoMisión: Bar R10 Social House Dónde: 179 N Harbor Dr, Redondo Beach, CA 90277, Estados Unidos (ver mapa)

Una vez más este Cronista fue llamado a ejercer sus dotes caballerescas y exhibir su valentía y nobleza en lejanas comarcas. Esta vez enrumbóse hacia el norte hasta los mismísimos confines del reino, hasta la Alta California, en donde desembarcó en un humilde y pequeño poblado con un nombre muy angelical, en donde por cierto rinden culto a una particular virgen, que para no decepcionar a algunos candorosos, resulta que no es originaria de tierras cartagas.

Pues bien, una vez asentado este Cronista junto con sus aguerridos compañeros de Orden comenzaron a planear las gloriosas aventuras que emprenderían para que sus nombres quedaran propiamente registrados en los anales. Aunque no le está vedado a un noble caballero ejercer actividades de solaz y esparcimiento, por lo que al ocaso dirigiéronse a una enorme feria para celebrar el inicio de la temporada de las justas deportivas locales, en un angelical anfiteatro en donde debutaba el angelical equipo local.

Nuestros héroes de antemano proclamáronse vencedores en las justas y como tal procedieron a anunciarlo por medio de ese difundido pregonero electrónico con Cara de Libro. Pero al llegar al anfiteatro, para su gran decepción, lo encontraron tan abarrotado que no pudieron entrar. Para guardar las apariencias, se tomaron varios retratos en la puerta para colocarlos en el hiperespacio, pero humillados, retiráronse a disimular sus penas en alguna acogedora taberna local.

 
Pues bien, nuestros protagonistas terminaron en Playa Redonda en un humilde mesón con el extraño nombre de R10 Social House. Para llegar allí es muy fácil, pues queda justo al inicio de la rada del puerto local, en la entrada en donde se deben dejar los carruajes. Aunque para cumplir con los requisitos de una correcta ubicación, daremos también la dirección a la usanza de los locales: 179 North Harbor Drive, Redondo Beach, CA 90277.

El lugar en realidad no es nada humilde se jacta de ser uno de los más sofis de la villa portuaria y al menos sus precios lo evidencian, pues se vanaglorian de trabajar sólo con ingredientes frescos suministrados por productores locales. En todo caso eso no fue obstáculo para nuestros solventes caballeros, quienes además venían de ahorrarse una buena cantidad de ducados de las entradas al torneo. Aunque debe advertirse que el lugar no sigue nuestro concepto vernáculo de bocas, estamos en Estados Unidos, pero tampoco es que tiene vocación de restaurante, su objetivo es claro para proveer de licor a los comensales y de paso, alimentarlos con algunas vistosas viandas. Se ordenaron unas entradas para compartir, como unos langostinos a la parrilla con mayonesa harissa, esta es una salsa picante de origen medioriental, estaba sencillamente deliciosa aunque apenas alcanzó para un bichito por cabeza. También se pidieron unos mejillones en salsa de curry tailandés, sólo con el nombre hace agua la boca. Ya como platos principales, se degustaron; atún niçoise que viene aderezado con culantro, alcaparras y una vinagreta de mostaza de anchoas. Ya que los patrulleros estaban sanos también pidieron el cola amarilla local, otras forma de preparar atún que en esta forma lo hacen a la plancha con un puré de papa al apio, brotes de brócoli y vinagreta de mantequilla morena, a pesar de los aterradores ingredientes sabía bien. Bueno, estábamos en la Madre Patria y había que pedir una hamburguesa, la royal with cheese la sirven con queso cheddar, un montón de aderezos propios de la casa y acompañada con papas de verdad. Y como había que pecar un poco más con carnes rojas, se pidió un wagyu culotte steak, en cristiano, filete de lomito de una raza de toros de origen japonés de nombre wagyu, que se caracteriza por su carne tierna, en efecto estaba muy suave pera el tamaño de la ración era de boca aunque su precio era de plato fuerte y como si de verdad lo hubieran traído desde Japón.

Bueno, la pequeña delegación no dio para más aunque igual el menú tampoco era muy extenso, de hecho, sólo tenía seis platos fuertes. Afortunadamente, como buen bar gringo, el lugar estaba plagado de televisores y nuestros caballeros lograron que les cambiaran una telenovela mejicana por el partido del angelical equipo local, que terminó angelicalmente apaleado. Así que si parientes y amigos preguntaban, igual se podían comentar las incidencias del partido, por lo que la farsa hubiese quedado perfectamente encubierta sino hubiese aparecido este entrometido Cronista a divulgar lo que pasó en realidad.