Jerusalén. La Puerta de Damasco, epicentro de la revuelta palestina

Mahmoud Muna

La tragedia de Jerusalén y el apartheid israelí

Los enfrentamientos y la violencia alrededor de la Puerta de Damasco en Jerusalén han derramado mucha tinta en las últimas semanas, pero como residente de larga data de la ciudad, tengo una perspectiva única sobre las y los jóvenes que viven en y alrededor de la Ciudad Vieja.

La clave para una comprensión real de los acontecimientos es la profunda relación que existe entre la gente palestina residente de la Ciudad Vieja y el espacio público que rodea sus hogares, una relación que incluso las y los palestinos que viven fuera de sus muros a menudo subestiman.

Más allá de las evidentes responsabilidades religiosas y nacionales que sienten las y los habitantes de la Ciudad Vieja hacia su antigua ciudad natal, consideran los espacios públicos como sus propios jardines, donde se reúnen en terrazas y en sus magníficos balcones hasta muy tarde las noches de verano.

No se parece a ninguna otra

Jerusalén es una ciudad como ninguna otra. Reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un concentrado de riqueza patrimonial para todo el mundo.

Las calles son estrechas, las casas en el casco antiguo están superpobladas y se conceden pocos permisos de construcción o renovación a las personas residentes palestinas. Esto explica por qué las familias (y la juventud en particular) acuden en masa a la amplia Puerta de Damasco para encontrar espacio. A lo largo de mi vida, y aún más en los últimos años, la Puerta de Damasco (o Bab Al-Amoud como la llamamos), se ha convertido en un lugar de reunión y vida social. Las y los jóvenes se reúnen allí, fuman y comen golosinas.

Con los años, la plaza en forma de anfiteatro se había convertido en el escenario de espectáculos culturales, incluidos eventos musicales, arte callejero, danza tradicional e incluso parkour.

Todo ha cambiado el primer día de Ramadán de este año, cuando las autoridades israelíes impidieron con barreras metálicas que la gente se reuniera alrededor de las grandes escaleras (que la gente llama «las sillas»), y solo permitieron un estrecho acceso a pie a través de los pequeños escalones. Las y los jóvenes palestinos consideraron esta medida una provocación y organizaron manifestaciones nocturnas para recuperar el espacio.

La determinación y el compromiso con una manifestación pacífica aumentaron. Después de unos días de escepticismo, la comunidad palestina en sentido amplio se unió rápidamente a la causa de la juventud. Las demandas eran tan claras como el agua de roca: eliminar las barreras alrededor de las escaleras principales y reabrir el área de «las sillas».

La policía israelí trató varias veces de persuadir a las y los jóvenes para que acepten el cierre de las escaleras, sin éxito. Fue en este momento cuando nos dimos cuenta de que de hecho no había ningún líder en este movimiento, ningún partido o líder político involucrado.

Por supuesto, la desesperación, la falta de futuro y el creciente sentimiento de opresión y discriminación son factores que alimentan la ira y este ciclo de enfrentamientos. Sin embargo, el punto de inflexión tuvo lugar cuando grupos judíos ultranacionalistas se reunieron y desfilaron coreando «muerte a los árabes», antes de que estallaran enfrentamientos en las calles de Jerusalén con pleno conocimiento por parte de las fuerzas israelíes.

El 22 de abril las cosas se precipitaron. Aproximadamente 120 palestinos resultaron heridos en el espacio de una noche. A partir de entonces, las manifestaciones se han multiplicado e intensificado. Dos días después, el domingo por la noche, la policía decidió eliminar las barreras y abrir las escaleras de la Puerta de Damasco.

Una pequeña victoria

Residentes de Jerusalén de todas las edades y orígenes afluyeron hacia la plaza para celebrar el acontecimiento con una noche festiva excepcional. Fue solo una pequeña victoria, pero trece noches de continuas manifestaciones finalmente habían dado fruto, y el espacio social más importante de la ciudad para la gente palestina finalmente se reabrió. Mientras escribo, esta historia sigue sin terminar: las fuerzas israelíes continúan desplegándose en gran número alrededor de la Puerta de Damasco y la tensión es alta.

Al oponerse a la política israelí a través de la protesta, y contrariamente al camino bloqueado hacia las elecciones palestinas, la juventud de Jerusalén presenta otro modelo de liderazgo y movilización, marcado por la espontaneidad, la participación comunitaria y social.

A menos de un kilómetro de la Puerta de Damasco, el distrito de Sheikh Jarrah se convirtió en el escenario de una nueva manifestación la semana pasada. En este distrito histórico, las y los propietarios de 28 casas están amenazados con ser desalojados por un grupo de colonos israelíes ultranacionalistas. La gente palestina del vecindario se manifestó pacíficamente en solidaridad con las familias, y aunque la batalla legal aún no ha terminado, está claro que los tribunales israelíes están manipulando de nuevo la ley a favor de las organizaciones de las y los colonos judíos que reclaman las casas de quienes vivían allí incluso antes de la creación de Israel hace siete décadas. Todos los días, las y los residentes palestinos son sometidos a la violencia militar y a la de colonos armados, que atacan a los civiles en la mesa del iftar solidario establecido al aire libre. El jueves 6 de mayo, el ejército desplegó fuerzas significativas para proteger la oficina improvisada del miembro de la Knesset Itamar Ben Gvir, un político de extrema derecha que hace que, en comparación, Benjamin Netanyahu parezca comunista. Una vez más, el ejército estaba trabajando duro para defender a un grupo de colonos. Son el rostro más feo de Israel.

En la Ciudad Vieja y alrededor de la Mezquita de Al-Aqsa, las y los palestinos deben soportar la actitud violenta y agresiva de las y los soldados israelíes, muchos de los cuales no tienen más de 18 o 19 años. Militares sin experiencia que reciben ametralladoras con balas de goma y munición real, estacionados detrás de barreras metálicas instaladas en los lugares por los que miles de personas palestinas están tratando de acceder a su lugar sagrado. Están constantemente listos para intervenir, considerando a cada palestino en movimiento como un riesgo potencial, ya sea un hombre, una mujer o un niño.

Años de adoctrinamiento para decir que defienden a su pueblo contra un nuevo holocausto, ¡como si tuviéramos algo que ver con el arianismo europeo! Salvo en pagar por todo ello un alto precio: perder nuestra patria y vivir bajo la opresión y el racismo desde 1948.

Escalada israelí

En la noche del viernes 7 de mayo, el ejército israelí continuó la escalada. Asustado por la presencia de 70.000 palestinos, irrumpió en el recinto de la mezquita de Al-Aqsa y literalmente disparó contra las personas que rezaban. Más de 200 palestinos fueron hospitalizados, muchos de los cuales resultaron heridos en la cabeza y los ojos. Al menos un hombre ha perdido la vista.

Todo esto está ocurriendo en un contexto de fracaso de la democracia israelí, sin un gobierno viable después de cuatro elecciones en dos años. Probablemente una quinta elección esté a la vista. Abundan los casos de corrupción y escándalos, que van desde el jefe del tablero del ajedrez político israelí hasta los casos de violaciones por parte de sus dirigentes religiosos. Sin embargo, una vez más, son las y los palestinos quienes están pagando el precio de tal anarquía.

La sociedad israelí y su establishment político están profundamente preocupados, pero se niegan a ver que el problema aquí es la ocupación militar. En efecto, para nosotros y nosotras, la ocupación es el principal obstáculo para nuestra liberación y nuestra libertad.

Estamos hartos de la ocupación y todo lo que la acompaña, y no podemos seguir jugando a ser psiquiatras de la sociedad israelí. Somos las y los ocupados, no las y los ocupantes, somos las y los oprimidos, no las y los opresores, somos las y los colonizados, no las y los colonizadores. Para el bienestar de toda la gente que vive entre el río y el mar, esta ocupación debe terminar. Ya ha durado demasiado tiempo.

https://orientxxi.info/magazine/jerusalem-la-porte-de-damas-epicentre-de-la-revolte-palestinienne,4753

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

Mahmoud Muna es un escritor y activista palestino. Dirige la Librería Educativa/ Educational Bookshop en Jerusalén.

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