Expertos alemanes hacen balance de protestas masivas contra ultraderecha

Por Verena Schmitt-Roschmann y Jörg Ratzsch (dpa)

dpa
ARCHIVO – Manifestación contra la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) en Münster, en el oeste de Alemania, en febrero de 2024. Foto: Guido Kirchner/dpa

Berlín, 3 abr (dpa) – Pasados poco más de tres meses desde el inicio de las grandes manifestaciones en toda Alemania contra la extrema derecha, motivadas por una revelación periodística del medio Correctiv, las protestas en el país van tocando poco a poco a su fin.

«Era previsible que las protestas no conseguirían movilizar a las masas a largo plazo», afirma Simon Teune, investigador sobre el tema. «Esa es la lógica de las protestas, que no se mantienen a este nivel a largo plazo», agrega.

Sin embargo, ¿qué queda de ellas? ¿Qué sentido tenía el que cientos de miles de personas se reunieran a lo largo de toda Alemania, bajo el frío y la lluvia, para protestar contra los extremistas y en defensa de la democracia?

«No se puede ignorar la magnitud de estas protestas. Se trata probablemente de la mayor movilización de protesta desde que se fundó la República Federal de Alemania», comenta el experto.

El partido Alternativa para Alemania (AfD) fue el foco principal de las protestas. Si bien la AfD no fue la organizadora de la reunión de ultraderechistas celebrada en Potsdam en noviembre y desvelada por Correctiv, varios de sus representantes estuvieron presentes en ella.

En el encuentro, el antiguo jefe del Movimiento Identitario de extrema derecha en Austria, Martin Sellner, habló de «remigración», un polémico término que usan los ultraderechistas para referirse a la deportación de un gran número de personas de origen extranjero, incluso bajo coacción.

Entre los presentes, según Correctiv, destacaba Roland Hartwig, asesor personal de Alice Weidel, líder de la AfD, quien lo expulsó inmediatamente del partido.

Pese a la medida, la política pasó al ataque para defenderse y habló de «mentiras increíbles» en los medios y calificó a Correctiv de «Stasi auxiliar» al servicio del Gobierno, en referencia a la abreviatura del Ministerio para la Seguridad del Estado de la antigua Alemania Oriental.

Desde enero, por un lado, la formación política ultraderechista ha visto cómo sus afiliados han crecido de menos de 40.000 a algo más de 43.000; y por el otro, cómo su respaldo electoral ha caído en las encuestas desde el 23 por ciento a estar entre el 18 y el 20 por ciento (llegó a situarse incluso en el 16 por ciento).

Queda por ver qué papel desempeñó en ello la investigación de Correctiv y hasta qué punto es responsable la nueva competencia de la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), que se fundó más o menos al mismo tiempo, a principios de enero, y que también se dirige a los votantes de la AfD.

Teune, el investigador de movimientos de protestas, observa que la AfD está intranquila. «Las protestas han hecho que ya no tenga un control tan irrestricto de las riendas del poder», explica.

En su opinión, si bien esto no significa un alejamiento en masa del partido, sí puede implicar que «quienes no estén convencidos ideológicamente podrían recapacitar tras las protestas y quedarse en casa en las elecciones, en lugar de votar a la AfD».

Otro experto, Daniel Mullis, opina que «por primera vez en diez años de ascenso de la AfD, ahora ha habido un ‘no’ claro». Para el investigador de Instituto Leibniz para la Investigación de la Paz y los Conflictos, las manifestaciones son algo más que una breve rebelión.

«Recibo información de muchos grupos y organizaciones de que ha habido un aumento considerable de personas que salen a protestar, por ejemplo de movimientos como ‘Omas gegen Rechts’ (Abuelas contra la derecha)».

«En muchos sitios se reporta el interés por implicarse en estructuras y hacer campaña contra la derecha», añade.

«La confianza de la AfD en sí misma ha desaparecido por ahora. Pero las líneas de conflicto en la sociedad, las tendencias socioeconómicas, los temores al declive, las cuestiones de la migración y la crisis climática permanecen», explica.

Preguntado sobre las expectativas de un conflicto social que, según él mismo está ya «encima de la mesa», vaticina: «Nos enfrentamos a una confrontación a muy largo plazo. En concreto, las próximas elecciones locales regionales y europeas amenazan con una gran ganancia del terreno por parte de la derecha».

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