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Fernando Berrocal
Está en marcha un proceso de reacomodo geopolítico que transformará las relaciones de poder mundial y generará, en el inevitable mundo multipolar, nuevos y amplios escenarios para los países en desarrollo como Costa Rica.
De ahí que, a la par de nuestras bien conocidas posiciones históricas diferenciadoras en política exterior, los ministerios de Relaciones Exteriores, Comercio Exterior y Turismo, coordinados por la Casa Presidencial, como centro del poder político, deben guiarse ahora con gran visión y pragmatismo.
Es la hora del pragmatismo, en un momento crítico de la historia en que todo indica que el tiro le salió por la culata a Rusia con la invasión militar a Ucrania; cuando Suecia y Finlandia anuncian su incorporación a la OTAN y, como un hecho importante, la industria militar de los Estados Unidos ha experimentado enormes ganancias y Washington ha recuperado el liderazgo perdido en los cuatro años de Trump; sin que China haya dejado de seguir creciendo y posesionándose como la otra gran potencia militar y económica; y el Sistema de las Naciones Unidas y la fundamental legalidad internacional, hayan quedado en un peligroso y crítico segundo plano y fuera del control ejercido por el Consejo de Seguridad de la ONU, desde fines de la II Guerra Mundial.
Aunque en su exposición, y nadie entiende el por qué, el presidente Rodrigo Chaves siguió en campaña electoral, me parece excelente su viaje y el de sus ministros de Relaciones Exteriores y Comercio Exterior, a la cumbre del Foro Económico Mundial. Ahí hay muchísimo trabajo positivo que hacer.
Asimismo, en la Cumbre de las Américas, Costa Rica debería ratificar en junio su histórico liderazgo por la democracia, elecciones libres y los Derechos Humanos Fundamentales e insistir en una renovada agenda de cooperación entre los países democráticos con los Estados Unidos y Canadá e influenciar para las mejores relaciones posibles con toda América Latina y el Caribe.
Costa Rica requiere inversiones extranjeras directas y transferencia de tecnología, vengan de donde vengan; nuevas zonas francas y no solo en el Valle Central; apertura al mundo económico internacional y la globalización, así como reformas estructurales para oxigenar al Estado Costarricense y acabar con la tramitología burocrática que nos consume y arruina; alianzas públicas privadas y un descomunal esfuerzo para reactivar la economía nacional, generar empleo y recuperar el país de oportunidades que siempre fuimos. Esa política es plenamente compatible con nuestro Estado Social de Derecho.
Ese es el gran reto país, ubicados como estamos en el centro de las Américas y con un gran potencial para salir del actual círculo vicioso de estancamiento. Hoy por hoy, una política internacional agresiva y pragmática, es el signo de los tiempos y el mejor complemento para el desarrollo integral de Costa Rica.
