El Triduo Pascual: un intento de lectura liberadora (I)

Reflexión para Semana Santa

Ocean Castillo Loría

Dedico este trabajo a todas y todos quienes me enseñaron a amar la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, tanto desde una perspectiva de salvación, como posteriormente, desde una perspectiva de Liberación.

Triduo Pascual

Por su extensión, la Parte II está disponible en un documento de Word

I

Apuntes iniciales.

La primera edición de este trabajo, se publicó en marzo del 2011 (Éste, y algunas ediciones posteriores, abordan toda la última semana de Jesús de Nazaret), trece años después aparece otra edición (Ésta publicando solo una parte del trabajo anterior: de Jueves Santo a Domingo de Resurrección). Por aquellas fechas del 2011, había muerto el teólogo de la liberación, José Comblin: trece años después, como parte de la revisión y actualización de este texto, regresamos primero, a las tesis de Comblin, para hacer unos primeros apuntes sobre Jesús de Nazaret.

Nadie ignoraba su lugar de origen: Nazaret. De una familia de Galilea. Para algunos comentaristas, de clase media, para otros, de clase baja. De su genealogía (Descendiente de David), nadie sabía nada. Si se asumen como históricos los relatos de la infancia, nadie sabía de los eventos extraordinarios que habían rodeado su nacimiento (Desde la historia, desde la teología histórico – crítica, sabemos que estos pasajes son más simbólicos que otra cosa)

Durante 30 años, Jesús era un nazareno, un israelita, “común y corriente”, la cosa comenzaría a cambiar, con la llegada de Juan el Bautista: las acciones de Jesús, eran tan ajenas a su anonimato, que, cuando regresó a su pueblo (Lucas 4); terminó siendo expulsado de la sinagoga.

Pero claro, al principio, algunos familiares le consideraban loco (Marcos 3: 20 – 21), pero luego, Jesús se hizo famoso y algunos, quisieron sacar provecho de ello (Juan 7: 3 – 4); independientemente de las posiciones familiares, Jesús se desapega: ¿Por qué?

La aparición de Juan el Bautista, implicó una denuncia al sistema de dominación (Ya explicaremos este concepto), Jesús comparte el diagnóstico del Bautista, sobre la política, la economía y la cultura de su país; por eso, se une en su movimiento.

Pero Juan, el que bautizaba en el río Jordán, cae preso como fruto de sus denuncias. Esto abre la posibilidad de que Jesús, iniciase su misión. Esa misión, presenta un proyecto alternativo al sistema de dominación: el Reino de Dios.

La denuncia de Jesús, le genera un peligro constante e inminente: esto le ayuda en el desapego: pero, además, le hace actuar, en entrega a los demás: todos los que hacen la voluntad de su Padre (Dios – Padre, su papá); es su pariente.

En cuanto a su formación, tradicionalmente se dice que: “era carpintero”: en realidad, Jesús era una especie de trabajador de: “hacer de todo”: quizás, muchas de sus parábolas, venían de esas experiencias: hoy sembraba, mañana arreglaba una puerta, pasado, recogía el fruto de la viña.

Independientemente de su oficio o sus oficios, Jesús no era un teólogo de su tiempo: por ello, la gente se sorprendía: ¿De dónde le venían sus milagros o signos?; ¿De dónde le venía la sabiduría?…

Era originario de Galilea: la provincia más distante de la capital (Galilea, estaba tan al norte, que el mismo profeta Isaías, hablará de: “Galilea de los gentiles”: esto fue escrito unos 700 años antes de Cristo, el profeta expresaba que aquella zona, “parecía dejada de la mano de Dios”, entregada a los gentiles, es decir: extranjeros y paganos)

Podríamos decir para ilustrar: “Galilea muy al norte, Jerusalén muy al sur”; en términos culturales, podríamos decir: “Galilea muy retrasada, Jerusalén, muy avanzada”. En términos religiosos: “Galilea, tan libertina y relajada; Jerusalén, tan ortodoxa y rigurosa”: ¿Algo bueno podía salir de Nazaret? (Juan 1: 46)

La división era de tal grado, que, hasta el acento galileo, se diferenciaba de la entonación del resto del país: era un acento provinciano, extraño, pueblerino (Mateo 26: 73) …

Aprendió Jesús, las primeras letras en la sinagoga, de la mano de la ley y los profetas: pero nunca frecuentó escuelas especializadas (Contrario, por ejemplo, a Pablo); Jesús, nunca tuvo contacto con las familias sacerdotales.

Como todo buen judío, Jesús iba a las peregrinaciones a Jerusalén, pero era un simple peregrino del interior del país. La cosa cambiará, aquel día, que pasará a la historia como “el Lunes Santo” (Ya hablaremos de esto, más adelante, cuando menos de manera resumida): un peregrino sin cultura, toma la palabra y perturba el orden del templo, sin haber recibido, mandato alguno de las autoridades.

Hemos dicho, que aprendió las primeras letras (Quizás las únicas que recibió), en la sinagoga. Pero el centro de su cultura, fue eminentemente oral. Como Sócrates, Jesús, no escribió ninguna obra: fueron otros los que escribieron: según San Papías: San Mateo y San Juan (Discípulos de Jesús); Marcos y Lucas (El primero, “secretario” de Pedro y Pablo; el segundo, compañero de Pablo en sus viajes), son los autores de los Evangelios.

Desde la fe, Jesús recibía su conocimiento bíblico, del Espíritu Santo. Desde la ciencia social historia, podría decirse que: la meditación de la Biblia, daba a los judíos una visión de mundo, de la historia, una sabiduría, un vocabulario. Jesús será claro con la samaritana, de que, “sobre religión”, los judíos son los que saben, no los samaritanos (Juan 4: 22)

Jesús tiene conciencia de las características de Israel, pero no es un nacionalista: tiene una visión particular del mesianismo (Ya hablaremos de esto); bajo esa visión particular, tiene un sentido de la historia y del monoteísmo.

Esto, como fruto de una reflexión de lo que conocemos como el Antiguo Testamento, éste, con sus esperanzas, sus denuncias (Basta leer el libro del profeta Amós); sus protestas, sus angustias, sus aspiraciones, su testimonio, su: “denunciar lo incorrecto, y anunciar la esperanza” (Es decir, su dimensión profética)

Jesús asimiló completamente esa cultura bíblica, se identifica con la sustancia del Antiguo Testamento, todo su pensamiento fue plenitud, pero también cambió la misma Ley de Moisés. Pero la dimensión religiosa del siglo I, era altamente opresiva; en oposición, Jesús sabía la fuerza liberadora que el mensaje bíblico da a la humanidad ante el sistema de dominación.

Ni el poder político inmenso de las cúpulas judías y romanas, ni su gran poder económico, ni las tesis opresoras de la cultura de su tiempo, lo impresionaron. Por ser receptor de ese mensaje bíblico, sabía (Por formación o por el Espíritu Santo); que la política debe ser servicio, la economía debía ser de solidaridad; y la cultura, debe generar la verdadera libertad que es el servir (El teólogo de la liberación, Leonardo Boff, dirá que este primer nivel, con la resurrección, pasará a la liberación cósmica y trascendente)

Ahora, surge una pregunta eminente: ¿Cómo nació y se desenvolvió en la conciencia de Jesús la idea de su vocación?: Boff y Comblin, dicen que no saben. Jesús no explica esto: en el Evangelio de San Marcos (El primero que fue escrito); el nazareno, nunca se revela como Mesías (Técnicamente, esto se denomina: “silencio mesiánico”): él deja a los judíos, a las masas, a los mismos discípulos, con la interrogación.

Véase que:

  • Los demonios lo denuncian.

  • Él los manda a callar.

  • Las multitudes, lo aclamaban como Mesías (En la visión nacionalista); ellas eran atraídas por lo que conocemos como milagros.

Atisbemos inclusive, un caso muy particular (Lucas 7: 18 – 22): la pregunta de Juan el Bautista:

  • La palabra y obra de Jesús, deja perplejo al Bautista, ya en la cárcel.

  • Manda a unos de sus discípulos a preguntarle: ¿Eres el que estamos esperando (El Mesías), o hemos de esperar a otro?

  • Pero Jesús responde: cuenten lo que ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los cojos andan, los leprosos son curados, los sordos oyen.

¿Observamos el punto central?: Jesús nunca dice quién es él…

Ante esta realidad:

  • Frente al sistema de dominación, Jesús plantea un proyecto alternativo: el Reino de Dios.

  • Pero no convence a los dirigentes de ese sistema, ni a sus defensores.

  • Entra en una crisis: ¿Quién dice la gente que es él?; ¿Quién dicen sus discípulos que es él?

  • Varios discípulos, dicen que es comprado con los profetas.

  • Pero Pedro, expresa que él es el Cristo (Marcos 8: 30)

Para algunos teólogos, este es un momento, en la consolidación de la conciencia de Jesús (Es el caso de los teólogos de la liberación, José Ignacio y María López Vigil); Comblin, dirá que independientemente de las posiciones frente a Jesús, nadie dudaba que era “algo más”, pero ese “algo más”, estaba escondido).

Según Mateo, Marcos y Lucas, esto es real. Según San Juan, en algunas ocasiones, conforme a algunos comportamientos de Jesús, se podía cuando menos sospechar que, poseía “algo superior a la naturaleza humana”.

Pero aquí, cabe hablar someramente de las diferencias entre los primeros tres Evangelistas y el Cuarto: Juan tiene un propósito diferente en su teología, éste es el último Evangelio (Escrito entre los años 70 y 90); su reflexión (Teología), es más profunda: desde su teología narrativa, hace hincapié en que Jesús es el Hijo de Dios.

Para decirlo de manera sencilla: Juan proyecta en muchas ocasiones, en su Evangelio, lo que descubrió después (Adelantamos también: después de la resurrección); regresamos pues, al tema del “silencio mesiánico”; y, además, a decir algo a esta altura, de la visión nacionalista del Mesías.

Según el sacerdote finlandés, Risto Santala, esa figura, comienza a interpretarse en la bendición de Jacob, que refiere al Ungido. El Mesías debe ser:

  • Hijo de David.

  • El profeta del que hablaba el libro del Deuteronomio (Capítulo 18: versículos 15, 18 y siguiente; Hechos 3: 22 y siguiente)

Pero también debe ser:

  • El Señor de todas las cosas (Hechos 2: 36)

  • Con él, comienza la restauración de todo (Hechos 3: 21)

Jesús, no es ese Mesías nacionalista: por eso, no se deja calificar con esa palabra, pues la gente, puede caer en confusiones. Por otro lado, hay que ser claro: desde esa perspectiva, el Mesías no es Dios. más tarde, cuando San Pablo, lleva el cristianismo a tierras paganas, los cristianos, que están en medio de los cultos orientales, producen una liturgia en honor a Jesucristo, darán culto a Jesús.

El asunto es que ese culto, pasa a ser parte de la pluralidad de cultos de aquel tiempo: aquí, el cine religioso, nos puede servir de ejemplo: en la película “Quo Vadis” (1951), Marco Vinicio (Robert Taylor), le dice a Ligia (Deborah Kerr); que, en su futura casa, “pondrán una cruz inmensa”; “de todos modos, hay muchos dioses, no hay diferencia que haya uno más”.

Mas desde la historia, esta tesis no es tan fácil de aceptar: es claro que Jesús, no quiere fundar una nueva religión: Jesús genera un movimiento, para expresar y concretar su proyecto alternativo: el Reino de Dios. será con la resurrección, que se presenten nuevas características en esa dinámica.

A finales de los 70, teólogos de la liberación, enfatizaban que, el cristianismo, debía destacar más, en el “Jesús histórico”, que en el “Cristo de la fe”. Pero ya para principios de los 80, autores como Leonardo Boff, explicaban los puentes entre: “el Jesús histórico” y el “Cristo de la fe”.

Por otro lado, de Jesús, hay que destacar lo que, desde la sociología de la religión o la teología mística, se puede conceptuar como desapego. Pero desde, digamos, la cotidianidad de la vida, le abría las puertas de la soledad: era raro en el siglo I, que un hombre en plenas condiciones, no tuviese esposa e hijos. Tampoco se unió a alguno de los movimientos del judaísmo de ese tiempo: no era esenio, no era fariseo (Aunque autores de línea esotérica, han querido ligarlo a los primeros, es el caso de Edmond Bordeaux; otros, a los segundos, por ejemplo: H. Maccoby)

Desde la fe: Jesús es el maestro y los discípulos, eso, discípulos (Comblin llega a decir que, una evidencia de distancia, es que Jesús escoge a sus discípulos, no ellos a él. La explicación histórica es interesante: en el pasado, los posibles “alumnos”, escogían su rabino; Jesús lo hizo al revés). Sin amistad, sin camaradería. Desde la historia, para que Jesús construyera su movimiento, debía iniciar con relaciones de conocimiento, amistad, camaradería (De nuevo, así lo establecen los hermanos López Vigil)

Desde la fe, nos dice San Juan, que (Juan 2: 24 – 25):

  • Jesús los conoce a todos (A todos los seres humanos)

  • Sabía lo que había dentro de cada uno.

Esa capacidad, lo aislaría inevitablemente…

Como contraparte, el mismo Evangelio, nos dice que, Jesús tuvo amigos, había un grupo de mujeres que le ayudaba; eran amigos: Lázaro, María y Marta, pero su relación estaba subordinada a la misión de Jesús: él los visitaba, en sus jornadas misioneras.

El Evangelio de Juan, pone en boca de Jesús, el hecho de que los llamará amigos, porque les revela lo que sucederá (Su Pasión, muerte y resurrección); pero, además, porque les llama a obedecerlo (Juan 15: 14) …

En suma, podría lanzarse la siguiente hipótesis:

  • Desde la fe, se presenta una distancia entre Jesús, sus discípulos y sus amigos, como una especie de “solemnidad”. Quizás, por ser Jesús Hijo de Dios; pese a ello, la palabra y la acción de Jesús, genera un ligamen estrecho entre ellos, el Evangelio de Juan, una vez más, muestra a Tomás, llamado Dídimo, diciendo que, vayan a Jerusalén, a morir con él (Juan 11: 16); otro elemento, que no se puede negar, es que ni sus discípulos entendían la profundidad de Jesús: no entendieron plenamente, el Reino de Dios o la inminencia de la pasión y muerte de Jesús; no entienden que él revela al Padre. El Iscariote le termina traicionando; excepto Juan, todos huyen.

  • Desde la historia y la sociología, repetimos: para que Jesús construyera su movimiento, debía iniciar con relaciones de conocimiento, amistad, camaradería (De nuevo, así lo establecen los hermanos López Vigil); toda la fe cristiana, se apoya en un hecho que ha sido trasmitido desde hace muchísimo tiempo, inicialmente, por el primer grupo de amigos de Jesús, que conformaron su movimiento.

Ahora: de nuevo: durante 30 años, Jesús era un nazareno, un israelita, “común y corriente”, la cosa comenzaría a cambiar, con la llegada de Juan el Bautista. La aparición de Juan el Bautista, implicó una denuncia al sistema de dominación (Ya explicaremos este concepto), Jesús comparte el diagnóstico del Bautista, sobre la política, la economía y la cultura de su país; se le une en su movimiento.

Desde ese momento, los evangelios nos dicen que: Jesús se vio consumido por su misión. No tendrá ya vida privada, su vida será su misión: y de esto, ya un postulado clave: desde la historia, las teologías histórico – críticas y la teología de la liberación: “la muerte de Jesús, es consecuencia de su vida”.

Jesús es (Dirá el padre Ignacio Larrañaga): “el pobre de Nazaret”: nos dirá San Mateo que él no tenía donde reclinar su cabeza (Mateo 8: 20): ya no tenía apegos: iba del norte (Galilea), al sur (Jerusalén), proclamando y concretando el Reino de Dios.

Por esa proclamación y esa concreción (Que conste, según los Evangelios, atrajo multitudes), Jesús termina en la cruz y una vez más: solo. Los esenios tendrán una especie de vida monacal, no fue el caso de Jesús. Él no desprecia la humanidad, eso sí, fue duro frente a sus adversarios.

Jesús es el que proclama y concreta el Reino de Dios, pero: “como uno del pueblo”, desde la fe, “los planes de Jesús”, no son de él: son de Dios – Padre…

Por ellos, enseña a las multitudes, pero no las organiza, no les propone formas de acción. Eso sí, en poco tiempo, se volvió personalidad conocida y causa de debates. Esto genera impacto, entre las cúpulas del sistema de dominación: Herodes, los ancianos, los Escribas, los sacerdotes, Pilato.

Durante el juicio ante el tribunal judío, Jesús le dirá a Caifás, que ha hablado públicamente, que no debería estarlo interrogando, sino, preguntando a quienes le escucharon (Juan 18: 20 – 21) …

Repetimos: Jesús termina en la cruz; y una vez más: solo. Desde la fe, a la pregunta de: ¿Quién es este hombre?: la respuesta se encuentra en la boca del soldado romano, en el Evangelio según San Marcos: “ciertamente, este hombre es el Hijo de Dios”.

Para nosotros, Jesús es difícil de comprender: desde la historia, porque Jesús no era occidental. Sus gestos y sus palabras, a muchos, les pueden parecer exóticos, esto ha favorecido, el hacer a Jesús una especie de mito. Esta mitificación, falsifica, oculta, nos hace olvidar, la humanidad de Jesús; y que, esa humanidad, puede abordarse desde la ciencia social historia.

Por ejemplo, en esto han colaborado, el cine y la televisión: quizás, el ejemplo clásico, es el del actor, Robert Powel, quien interpretara al Nazareno, en la mini serie: “Jesús de Nazaret” (1977), en mucho del inconsciente colectivo, la imagen de ese actor, encarnando a Jesús: ¡Es Jesús mismo!

Pero solo el físico del británico, nos aleja de la realidad histórica. Por ello, el esfuerzo debe ser, diría el teólogo de la liberación, chileno – costarricense, Pablo Richard: deducir del “Cristo de la fe”, el “Jesús histórico”; de lo contrario, caeremos en un mito (Comblin)

La deducción de la que habla Richard, es clave: la Biblia en general y Jesús, son de otra época: distante en técnica, en cultura, en modos de producción: desde la sociología de la religión, precisamente, los modos de producción rurales en el siglo I, todavía hacen entendible a Jesús, para nuestras zonas rurales, pero para los que están en la modernidad o pos modernidad, precisan de la ciencia social historia, de la teología, para comprender.

¿Para comprender qué?: a Jesús como profeta, como sabio, como Hijo de Dios…

II

Continuación de los apuntes iniciales.

Este es el camino que seguiremos en esta segunda parte de estos apuntes iniciales: a lo largo de toda su vida pública, Jesús se coloca en la línea de los profetas: los profetas, son personas que, son de Dios, que hablaban en su nombre: interpretaban lo que sucedía (La historia); denunciaban las injusticias, anunciaban los planes de Dios, y eran temidos por reyes y gobernantes.

Véase que: denunciaban las injusticias: la justicia es un tema clave en la Biblia, Dios es justo, lo repiten una y otra vez los profetas, es decir: Dios es liberador, toma partido por los dominados del sistema, por los pobres: exige que se respete el derecho de los oprimidos. Por ello, los profetas, son rechazados, inclusive muertos (Es el caso de Zacarías, asesinado entre el templo y el altar)

Así: el profeta, no es un adivino del futuro, es un cuestionador del presente: el profeta nace fuera del sistema de dominación o por serlo, va a quedando fuera de éste, en el caso del sistema mencionado: la interpretación de la ley o la norma, se tornaba opresiva, lo que les daba seguridad a los grupos de poder (político y económico)

El profeta representa el riesgo, la audacia, la libertad, la imaginación. Por ello, el peligro para el sistema de dominación: en todos los tiempos, hay un conflicto entre: sistema de dominación versus profetismo. Por eso, todos los profetas fueron violentamente asesinados (Lucas 11: 47 – 51; 13: 34; Marcos 12: 2)

Una vez más: al principio, Jesús era seguidor de Juan el Bautista (Por eso éste lo bautiza); por tanto, compartía el diagnóstico de calamidad que, el Bautista había hecho de su sociedad: dice el teólogo Senén Vidal, que, la respuesta de Juan, es el llamado al arrepentimiento: el bautismo es para el perdón de los pecados, función del templo, con lo que negaba esta función; y el bautismo: éste era “como un nuevo paso del Mar Rojo”, la constitución “de un nuevo Israel”, que estaría preparado para la llegada del Mesías. la acción y predicación del Bautista, era parte de los movimientos socio – religiosos de su tiempo.

El Bautista termina decapitado, Jesús, esto lo tenía claro. Él dio el paso siguiente luego de la muerte de Juan: viene el Reino de Dios. él abre la puerta a los excluidos, el pobre por ser pobre no es pecador; lo mismo, los enfermos.

El Evangelio de Lucas, dice que Juan el Bautista y Jesús, eran primos: lo que quiere decir es, que ellos tenían estrecha relación, igual sus mensajes, Juan tuvo una influencia decisiva en Jesús, el segundo llegaría a decir que, Juan “era el mayor de los nacidos de mujer” (Mateo 11: 11)

Ahora bien: en Marcos 6: 1 – 6; Mateo 13: 53 – 58; y Lucas 4: 16 – 28; se dice que Jesús va a la sinagoga de su pueblo, Nazaret. Y en los versículos del 28 al 30, de Lucas 4, se observa que, Jesús da un paso importante, al aplicarse la frase del profeta Isaías: “El Espíritu está sobre mí”, con lo que se reconoce como profeta.

Después de la muerte y la resurrección, los primeros cristianos, le dieron a Jesús una serie de títulos para describir su misión; pero el título con el que fue aclamado unánimemente por el pueblo y por sus discípulos, fue el de profeta.

Y de nuevo: el profeta, se define en oposición al sistema de dominación, Jesús no era un teólogo, un maestro de teología, Jesús no tenía estudios teológicos, esa formación era rigurosa y duraba muchos años, y comenzaba desde la infancia.

Los profetas, ofrecían una palabra en nombre de Dios, hablaban con autoridad: el pueblo reconoce en Jesús, esa autoridad (Marcos 1: 22 y siguientes; Marcos 1: 27; Lucas 4: 36; 4: 32; Mateo 7: 29; Juan 7: 46); pero esa palabra, se traduce en hechos: por ejemplo, las curaciones (Mateo, capítulos 8 y 9; Marcos 7: 37)

De nuevo: frente al sistema de dominación, Jesús plantea un proyecto alternativo: el Reino de Dios: Jesús, se presenta como su heraldo (Marcos 1: 14 – 15; Mateo 4: 17); esta enseñanza de Jesús, continuará con las primeras comunidades cristianas: antes, Jesús hablaba del Reino, por medio de parábolas; las comunidades de fe iniciales, hacen lo mismo (Mateo 10: 7; Lucas 9: 2); Jesús insiste, en que, los que lo escuchan, busquen el Reino (Mateo 6: 33; Lucas 12: 31)

Luego veremos, que, con la resurrección, se cae en la conciencia de que, el Reino de Dios, se cumple en Jesucristo resucitado: es así como: “el predicador del Reino (Jesús), se convierte en el predicado”: Pablo resume la proclamación (En griego Kerigma) cristiano, se da la importancia a la persona de Jesús: en 1 Tesalonicenses, 1: 9 – 10, Pablo escribe: “… Jesús a quien (Dios) resucitó de entre los muertos…”

En el libro de los Hechos de los Apóstoles, leemos: “Vosotros rechazasteis al Santo y al Justo… matasteis al autor de la vida. Pero Dios lo ha resucitado de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello” (Hechos 3: 14 – 15)

Jesús predica el Reino, pero también lo concreta, en las curaciones y los exorcismos (Mateo 12: 28; Lucas 11: 20); el Reino irrumpe en el planeta tierra, el tiempo se ha cumplido, el judaísmo del siglo I, veía el Reino a futuro, pero Jesús lo hace presente.

En un momento determinado, Jesús envía a sus discípulos, de dos en dos, a predicar y concretar el Reino: él les da poder sobre los espíritus inmundos (Marcos 6: 7); el Reino es la herencia de Dios, esta convicción, se encuentra en muchos Salmos (22:29; 103: 19; 145: 11 – 13)

De nuevo: atisbemos inclusive un caso muy particular (Lucas 7: 18 – 22): la pregunta de Juan el Bautista:

  • La palabra y obra de Jesús, deja perplejo al Bautista ya en la cárcel.

  • Manda a unos de sus discípulos a preguntarle: ¿Eres el que estamos esperando (El Mesías) o hemos de esperar a otro?

  • Pero Jesús responde: cuenten lo que ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los cojos andan, los leprosos son curados, los sordos oyen.

En el Evangelio según San Mateo, esta historia se encuentra en el capítulo 11, versículos del 2 al 14, es decir, tiene como telón de fondo, las curaciones de los capítulos 8 y 9:

  • Volvamos a la pregunta: ¿Eres el que estamos esperando (El Mesías) o hemos de esperar a otro?: el que estamos esperando…

  • La respuesta: cuenten lo que ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los cojos andan, los leprosos son curados, los sordos oyen: los discípulos del Bautista, ven y oyen: ¿Qué?: que los que no podían ver, ven; que los que no podían andar, andan; que los leprosos son curados; que los que no podían oír, oyen.

En suma: ¿Eres el que estamos esperando?: las obras responden: “sí”: en los Evangelios que relatan esta historia (Mateo y Lucas), se observa el impacto de la Pascua: Jesús es el que había de venir, además hay un ambiente de triunfo: los enfermos son curados.

Vale una nueva repetición: la aparición de Juan el Bautista, implicó una denuncia al sistema de dominación (Ya explicaremos este concepto), Jesús comparte el diagnóstico del Bautista, sobre la política, la economía y la cultura; se le une en su movimiento.

Pero a la hora de la prédica y acción de Jesús, de forma independiente, se muestran las diferencias entre el Nazareno y el Bautista:

  • Jesús no se parece al profeta solemne y sobrio que fue Juan el Bautista: Jesús fue un hombre del pueblo: su ambiente natural, fue el barrio, la calle, la plaza.

  • Jesús realiza curaciones, de esto no hay evidencia en Juan el Bautista.

  • Para algunos autores, Jesús supera el esquema “del Antiguo Testamento”, propio de Juan (Conversión – actitud ética – esperanza mesiánica)

Por otra parte: la predica y acción de Jesús, choca contra el sistema de dominación: “lo bueno y lo malo para ese sistema, no es lo objetivamente bueno o malo”: el sistema lo que dice es: “la gente no conoce la ley y su interpretación, esa gente está maldita”.

Jesús se dirige a “esos malditos”: la impureza no es externa, viene de adentro (Marcos 7: 19 – 22): aquí cabe una observación: el judaísmo como religión, se basaba en la dualidad: pureza – impureza: la pureza, se lograba por los sacrificios; la impureza, cubría una gran cantidad de realidades: la etnia (Los gentiles); el género (Las mujeres por la menstruación); la estirpe; la integridad física (Discapacidades); la sanidad (Los leprosos eran impuros).

Las curaciones y los exorcismos, pertenecen a la práctica de Jesús de Nazaret. Es interesante que, por lo menos en Mateo, Marcos y Lucas, no se cuestionan las curaciones y exorcismos, pero sí, la fuente del poder que los realiza (Mateo 12: 24 y siguientes); además, la práctica de los exorcismos no era extraña: por ejemplo, los discípulos de los fariseos los hacen (Mateo 12: 27; Lucas 11: 19); inclusive, se pueden realizar exorcismos, en nombre de Jesús, sin ser su discípulo (Marcos 9: 38; 9: 49)

En el libro de los Hechos de los Apóstoles, se relaciona a Jesús con Moisés, por el tema de los milagros. Esos milagros, acreditan a Jesús (Hechos 2: 22); una vez más: por las curaciones y los exorcismos, Jesús manifiesta el Reino de Dios (Mateo 12: 28; Lucas 11: 20)

Entonces, como dice, el presbítero y profesor emérito de la Universidad de Lyon (Francia), Jean Pierre Lemonon: Jesús inauguró el Reino mediante sus prácticas sanadoras, restableció a los hombres y a las mujeres en su dignidad y, también, dio a entender la existencia de un nuevo camino para entrar en el Reino: la confianza en su persona, más allá de una limitación étnica.

El Evangelio de San Mateo, termina con un final claramente misionero (28: 16 – 20); eso sí, en algún momento del ministerio de Jesús, él les dice a sus discípulos, que limiten su actividad al pueblo de Israel (Mateo 10: 5 – 6)

Para los eruditos jesuitas que comentan la Biblia: este pasaje corresponde a un agrupamiento de consejos sobre la misión; unos de tipo local, otros de tipo universal. Desde la perspectiva nacionalista, las promesas del reino mesiánico, habían sido hechas, ante todo a los israelitas. Por eso, ellos, eran los primeros que debían escuchar la buena noticia (En griego “evangelio”); en el pasaje, Jesús, habla de: “la casa de Israel”, aludiendo al pacto que Dios hizo con los patriarcas, el cual queda cumplido, por su predicación y la de sus apóstoles, al pueblo judío.

El erudito católico, Straubinger, dirá que: será en pentecostés, que, San Pedro le abre la puerta a los gentiles (Hechos 10), para ser “injertados” en el tronco de Israel (Romanos 11: 11 – 24) y manifestó que ello, era a causa de la incredulidad de la sinagoga (Los judíos ligados al judaísmo); Más tarde, los judíos dispersos en otros territorios (E influenciados por la cultura y el pensamiento griegos), rechazaron también la predicación apostólica. Por esta razón, Pablo, anunciaba que, la salvación pasaba a los gentiles (Hechos 28: 23 y siguientes); y desde la prisión, escribió a los efesios, sobre el Misterio del Cuerpo Místico (Efesios 1: 22), escondido desde todos los siglos (Efesios 3: 9; Colosenses 1: 26), por el cual los gentiles son llamados a él (Efesios 3: 6), no habiendo ya diferencia alguna, entre judío y gentil.

El obispo Armando J. Levoratti, al comentar el Evangelio según San Mateo, en el Comentario Bíblico Latinoamericano (Nuevo Testamento. Editorial Verbo Divino. 2 edición revisada 2007); nos dice que: la misión a Israel y la misión a las naciones, están estrechamente relacionadas, pero una precede a la otra, porque a Israel le corresponde la tarea de ser “luz de las naciones” (Isaías 42: 6; 49: 6). Sin embargo, no podía cumplir esa misión sin antes renovarse y unirse como prenda y anticipo del Reino de Dios. en tal sentido, la restricción que señala Mateo, coincide con la perspectiva de Pablo: “al judío primeramente y también al griego” (Romanos 1: 16; 2: 9 – 10). Solo después de la resurrección, la misión evangelizadora tendrá un alcance universal (Mateo 28: 16 – 20. Esta es la tesis de San Jerónimo)

El especialista católico, Santiago Guijarro Oporto, nos suma, el hecho de que, también, el pasaje, refleja una tensión viva en la comunidad de Mateo, donde ciertos grupos de origen judío, no comprendían ni aceptaban la misión a los paganos. Dice Guijarro, que esta era una tesis de minoría en la iglesia de Mateo. El evangelista trata de hallar un punto de encuentro entre ambas posturas, y explica el cambio de perspectiva como consecuencia del rechazo de Jesús y su anuncio, por parte de su pueblo (Mateo 21: 43)

El erudito protestante William Barclay, argumenta, que los doce no estaban equipados para predicar a los gentiles. No tenían ni el trasfondo, ni el conocimiento, ni la técnica. Antes que el Evangelio fuese presentado eficazmente a los gentiles, tenía que surgir un hombre con la vida y educación de Pablo.

Por otro lado, en Mateo 15: 24, los discípulos piden que despida a una mujer cananea, que les importuna con sus gritos: pero en este pasaje, hay una gran enseñanza de tipo católico (Universal): Jesús, en su mensaje, rechazó radicalmente el nacionalismo que caracterizaba a sus compatriotas, lo que, para ellos, resultó una novedad, a la par que un escándalo. Los grupos fariseos, los esenios y el pueblo en general, excluían a los extranjeros del Reino de Dios: ellos, esperaban y creían que Dios también los excluiría.

Jesús sale rara vez de Israel, algunos paganos acuden a él, y le piden: es el caso del centurión romano (Mateo 8: 5 -13; Lucas 7: 1 – 10) o la siro – fenicia (Mateo 15: 21 – 28; Marcos 7: 24 – 30); Jesús, pues, tiene una actitud universalista, que es propia de otros maestros en Israel, pero los paganos deben ir a él, tener fe en él, Jesús contempla un tiempo nuevo, en el que se producirá una ruptura (Mateo 8: 12; Lucas 13: 29; también Mateo 21: 33 – 44 y siguientes)

La novedad proviene del rechazo de los herederos del Reino. Dice Lemonon, que esto tiene que ver con la valoración de un dicho de Isaías 25: 6 – 8, ignorado por el judaísmo del siglo I (La literatura rabínica, hace una lectura deformada de Isaías 25: 6: “El día del banquete mesiánico, las naciones beberán la copa de la cólera”.); además, la fe es la llave de entrada al Reino.

Pablo confirma que la predicación de Jesús, está limitada a Israel (Romanos 15: 8); pero cuando los paganos se acercan a Jesús, este acto, le sirve al de Tarso, para argumentar que, Jesús fue el primero en iniciar una misión entre los paganos. Ya vimos que, en la comunidad de Mateo, había dudas sobre una acción de este tipo, al final, las diversas iglesias cristianas iniciales, toman diversas posiciones.

Veamos como ejemplo, el libro de los Hechos de los Apóstoles, en éste, Pedro es clave en la apertura a los gentiles, pero no sin objeciones, a su vez, él convencerá a la iglesia de Jerusalén de esa apertura: no podía impedir a Dios, actuar entre los paganos (Hechos 11: 17)

En su limitación misional a Israel, Jesús abraza la tradición de su pueblo: en el judaísmo del siglo I, era claro que, en la Ley (Pentateuco) y en los Profetas, no hay ninguna recomendación de ir a las naciones a predicar la Palabra. Este postulado, se mantuvo inclusive, pese al impacto de la diáspora (Los judíos fuera de Israel, impactados por la cultura griga)

Eso sí, ella, facilitó el conocimiento del judaísmo, generando un interés en la fe de Israel: el libro deuterocanónico de Tobías, dice que, espera el reconocimiento del Dios del cielo por las naciones (Tobías 13: 13; 14: 6). En una literatura posterior: por sueños, por cuentos, se plantea a personas importantes entre los paganos, que confiesan al Dios de Israel; y hasta se unen a ese pueblo (Daniel 4: 31 y 34; Judit 14: 5 – 20); queda pues, superada la Ley, en las prohibiciones del Deuteronomio (23: 4 – 5): esta es la esperanza; y su realización queda en manos del poder de Dios.

Punto aparte, ya hemos hablado de la autoridad de Jesús, esto de nuevo, causa admiración y uno de los factores de ello, es que, la Ley en el siglo I, era objeto de ardorosos debates. Los principales actores de ese debate, eran los fariseos y los saduceos: los primeros, alimentan sus interpretaciones, con la tradición oral. Los segundos, se limitan a la Ley escrita (Los libros del Génesis, Éxodo, Números y Deuteronomio)

Ante este debate, Jesús rechaza el tema de la tradición oral (Marcos 7: 5 y 8); ella, puede hacer olvidar la propia Ley. El ya antedicho Lemonon, expresa que: Jesús cita la Ley, no la abole, pero sus exigencias bien entendidas, son muy altas (Mateo 5: 21 – 48); para otros teólogos, Jesús, al llevar a la plenitud a la ley, sí la cambia, la reforma (“Oyeron que les fue dicho, pero yo les digo”)

Ahora, como ejemplo: tomemos dos puntos de este debate:

1) El Sábado.

2) Lo puro y lo impuro.

a) El Sábado.

¿Cómo debe concretarse el día de reposo?: este era el punto central de la controversia: Jesús, dice que, el objetivo es el bien del hombre, ese bien, está encarnado en su señorío sobre las instituciones de Israel (Marcos 2: 27)

Al hacer esto, Jesús apoya la tesis de los Macabeos (1 Macabeos 2: 39 – 41); el sábado, es para hacer el bien, no el mal (Marcos 3: 4; Mateo 12: 12; Lucas 6: 9); entonces, por ejemplo, hacer el bien es: “curar en sábado” (Lucas 13: 15; Mateo 12: 11); el bien del hombre relativiza el sábado: los actos de Jesús ese día, ofrecen el verdadero sentido de éste.

b) Lo puro y lo impuro.

Jesús desplaza esos mandatos: lo puro y lo impuro, tienen que ver con el compromiso del hombre (Mateo 15: 10 – 20; Marcos 7: 14 – 23): la conclusión, “hace puros todos los alimentos” (Marcos 7: 19); pero podríamos lanzar la hipótesis, en el sentido que: pese a esos desplazamientos o cambios, el peso de la cultura, generaba debates dentro del cristianismo primitivo (Gálatas 2: 11 – 14)

También podría lanzarse otra hipótesis: desde la historia, Jesús jamás trató de presentarse como un legislador, más bien, parece como alguien que vuelve a dar a la Palabra su fuerza original. Pero desde la fe (Evangelio según San Mateo), es el nuevo Moisés.

De nuevo: el ser humano es primero: los leprosos eran impuros, pero Jesús, permite que se le acerquen (Como lo dijera el Pbro. Álvaro Sáenz Zúñiga: “Jesús pasó impuro, toda su vida”. Marcos 1: 40 – 45); de igual manera, la atención de Jesús a pecadores y publicanos, escandaliza a los fariseos (Lucas 5: 30 y siguientes; 7: 34; Mateo 11: 19; Lucas 7: 39; 15: 1 – 2): el perdón, es el camino a la santificación. Definitivamente, Jesús inaugura tiempos nuevos.

Ahora bien: hemos dicho que, debemos comprender a Jesús como profeta, como sabio, como Hijo de Dios…

Hablemos de Jesús como maestro de sabiduría: aquí, debemos entrar en un tema técnico: los especialistas en Nuevo Testamento, hablan de un documento hipotético que consistiría en una colección de dichos de Jesús: la llamada: “Fuente Q”, que es una abreviatura de la palabra alemana “Quelle”: “fuente”: y esto lleva a otra hipótesis: la “Hipótesis de las dos fuentes”: “los dichos de Jesús, que son comunes en Mateo y Lucas, provienen de la fuente Q”; esos dichos, no aparecen en Marcos: los versículos que cumplen este postulado, son cerca de 230.

Pues bien, de acuerdo a la “fuente Q”, Jesús no se presenta como heraldo del Reino, sino, como un educador: no hay inauguración de los tiempos finales, Jesús es un maestro de sabiduría, una especie de filósofo y podríamos decir más: una especie de filósofo estoico. Claro está, desde la historia, Jesús estaría más a la altura de: Hillel (Rabino fariseo) o Shamai (También fariseo)

Desde esta perspectiva, Jesús, más que un movimiento, lo que forma es una comunidad. Pero ella, no es cerrada, se le predica la Palabra: “a los de afuera”, lo que conocemos como “el sermón de la montaña”, no sería la “constitución política del Reino de Dios”; sería “un discurso de sabiduría”; no hay cruz, ni eucaristía, como características del seguimiento.

Históricamente, cerca de la llegada del cristianismo, en Israel, la sabiduría, fue personificada. Desde la dignidad mesiánica, la Sabiduría, comunica los bienes de la felicidad, es la herencia del justo, la Sabiduría está cerca de Dios (Deuteronomio 30: 14; Proverbios 8: 1 – 31; Sabiduría 1: 6)

En el caso de Jesús, la enseñanza sapiencial, aparece en Mateo, Marcos, Lucas y Juan; la forma en que Jesús trasmite la sabiduría, son los aforismos (Mateo 7: 1 – 5; Marcos 4: 22 – 30); en el caso de los Evangelios, los aforismos de Jesús, nos han llegado como conjuntos literarios. También pueden encontrarse en las parábolas.

Las enseñanzas de sabiduría, estarían construidas en un modelo:

  • Una llamada dirigida a los discípulos.

  • Puede ser recibida por cualquier persona.

  • Invita a una determinada actitud.

Para comprobar este modelo, se puede leer: Mateo 19: 30; 20: 16; Marcos 10: 31; de igual manera, en la sabiduría, se hace referencia a la creación: Jesús relaciona a Dios con la creación (Mateo 11: 25); el Dios creador que Jesús alaba, se preocupa constantemente por la creación (Mateo 10: 30); la bondad del Dios creador, se extiende a todos. Así, Jesús es presentado al modo de un sabio, que enseña un arte de vivir. Jesús forma a sus discípulos de forma sapiencial (Mateo 7: 7 – 11; Mateo 6: 25 – 34)

Hasta aquí, nos hemos basado en la fuente Q, pero en el Evangelio según San Marcos, también se ve a Jesús como maestro de sabiduría, allí, los discípulos no lo entienden (6: 52; 7: 18; 8: 17 – 18 y versículos 21 y 33; 9: 10 y 32; 10: 38)

En Marcos 7: 14- 21, Jesús habla de la verdadera pureza: pero los discípulos no lo entienden, cuando regresan a casa, le preguntan sobre el significado de la enseñanza. Parece que Jesús se sorprende que no comprendan. Siguiendo en ese capítulo, Jesús muestra que, entre los males que afligen al hombre, está la falta de sabiduría (Versículo 22); por eso la Ley es relativizada en razón de un bien superior.

En Marcos 8: 14 – 21, se responde a la pregunta del por qué a Jesús le piden una señal: en ese proceso, Jesús les dice que, “recuerden” y “entiendan”, esto es muy sapiencial. En el caso de las parábolas, hay que comprenderlas (Marcos 14: 3)

El término parábola, reaparece en la literatura evangélica, muy particularmente en Marcos: ahora, la parábola, está ligada a la venida del Reino. En ellas, Dios va más allá del comportamiento humano lógico. El discípulo, responde de acuerdo a ese comportamiento de Dios (Marcos 4: 24; 11: 25)

Con lo dicho, podemos concluir: Jesús es profeta y sabio. Por más que se quiera negar, Jesús, en su enseñanza, subraya el Reino de Dios: palabra profética y palabra sapiencial, no se oponen. Por ejemplo, Jesús invita a una confianza absoluta (Marcos 9: 24; 10: 13 – 16); esto es muy propio de la sabiduría. Pero en lo que se debe confiar, es en la venida del Reino. Como ya lo hemos dicho, las parábolas, presentan enseñanzas de sabiduría, pero expresan rasgos del Reino.

El Reino es el horizonte de las palabras de sabiduría (Mateo 6: 33); en Lucas 12: 2 – 12, Jesús enseña que no hay que temer a los que matan el cuerpo, pero igual tiene un contexto profético. En Marcos 6: 1 – 6 y Mateo 13: 54 – 58, hay enseñanza y gestos de poder y sabiduría: los oyentes se preguntan sobre la identidad de Jesús, a partir de sus enseñanzas y los milagros que hace.

Por otra parte, hemos dicho que, en la sabiduría, hay relación de Dios con la creación, pero esto también se ve en el profetismo. La segunda parte del libro de Isaías, muestra esto claramente: el Dios que habla en la profecía, es el Dios creador (Isaías 42: 5)

Es interesante: el Dr. Jaques Vermeylen, sin ser teólogo de la liberación, expresa que: el acto creador, no es nada más que la liberación presente o esperada para muy pronto, en la que Dios gratifica a los suyos. La relación Palabra – creación, está muy afirmada en la literatura judía ubicada entre el Antiguo y Nuevo Testamento: el Dios creador, guía la historia de los hombres por su palabra (De esto hay evidencia en varios apócrifos del Antiguo Testamento)

Asimismo, se vincula creación y Reino o historia de la salvación, de manera muy frecuente en el siglo I: Jesús valora la creación, porque el Reino ha venido…

Pasando esta página, debemos decir que: el judaísmo anterior al cristianismo, tiene claro que, la sabiduría es rechazada por aquellos a los que se les envía, la sabiduría, no encuentra lugar entre los hombres; de igual manera, los profetas, son rechazados por sus receptores (De esto hay evidencia en varios apócrifos del Antiguo Testamento)

Pues bien: esta es una reflexión de Semana Santa, por tanto, es válido decir que: en el siglo I, abundaban los relatos de martirio profético, asimismo, escribas y Fariseos, peregrinaban a los presuntos sepulcros de los profetas (Recordemos que Jesús denuncia esto); por lo que, se abre la palestra, para entender la muerte de Jesús, como la muerte de un profeta (Lucas 13: 33 – 34)

El Evangelista Lucas en particular, presenta a Jesús, como “el sabio venido de Dios”, pero él es rechazado (Lucas 7: 29 – 35; Mateo 11: 16 – 19; Lucas 11: 31; Mateo 12: 42); entonces: “la sabiduría está vinculada a Dios y él envía a los profetas” (Lucas 11: 49): Jesús es el sabio venido de Dios, pero también es el profeta enviado por Dios y, en tanto profeta, rechazado (Lucas 13: versículo 33 y del 34 al 35; Mateo 23: 37 – 39)

Ya hemos dicho que, a Jesús, se le pide un signo para autenticar su misión, pero él se niega (Mateo 12: 39); los Evangelistas justificarán ese rechazo, diciendo que, el único signo que recibirán será: “la señal de Jonás”: a los tres días, Jonás fue expulsado de la ballena que se lo había tragado; a los tres días, Jesús será expulsado del sepulcro: Jonás, en la “novela popular” que habla de él, es el profeta que predica el arrepentimiento a Nínive; Jesús, es el profeta, que predica el arrepentimiento a Israel. Al rechazar a los profetas, los contemporáneos de Jesús, rechazan la sabiduría que ellos traen (Sabiduría 7: 27)

Por otra parte, hay relación Reino de Dios – sabiduría: dice Michel Trimaille, sacerdote, especialista en exegesis bíblica: “…lo mismo que el Reino de Dios se instaura por medio de los hechos y las palabras de Jesús, de igual manera la suprema sabiduría de Dios (,) se revela a través de los hechos y las palabras de Jesús. Finalmente, igual que el Reino de Dios fue rechazado en la persona de Jesús, también en él, la Sabiduría de Dios fue despreciada”.

En Marcos 6: 1 – 6, se une la proclamación de Reino de Dios y el género de la sabiduría. Jesús entiende que, es un profeta despreciado (Versículo 4); el profeta, el sabio, que anuncia y ofrece los signos de la presencia del Reino, son rechazados: Cristo será martirizado.

III

La causa por la que Jesús da la vida.

Gracias al jesuita Félix Moracho, podemos esquematizar la causa por la que Jesús da la vida: Jesús da la vida por el Reinado de Dios (Marcos 1: 15); a eso envía a sus discípulos (Mateo 10: 8); después de su resurrección, les hablará de ello (Hechos 1: 3)

El Reino divide a la humanidad: “los hijos del Reino y los hijos del maligno” (Mateo 13: 38); por el reino, hombres y mujeres, deben desapegarse (Mateo 13: 4; Lucas 18: 28; Mateo 19: 12); el Reino de Dios y su justicia, es lo primero que hay que buscar (Mateo 6: 33)

El tema del Reino de Dios es tan central, que 72 veces aparece en boca de Jesús en los Evangelios, y más de 100 veces en el Nuevo Testamento, 122, solo en los Evangelios…

Ahora, cuando se lee el Evangelio según San Mateo, el concepto de Reino de Dios, es sustituido por el de Reino de los cielos, ya hemos dejado entrever, que esa obra, fue dirigida a cristianos de origen judío, para ellos, hablar de “Dios”, era “hablar del nombre sagrado”, por lo que, usan palabras sinónimas, por ejemplo: “Señor” (“Adonai”); así, para no hablar del Reino de Dios, se habla del Reino de los cielos.

En los dos acápites anteriores, hemos visto de qué Reino se trata, pero repasemos:

  • Es algo, que se está realizando aquí y ahora, en este planeta.

  • Es la transformación de la totalidad de la tierra, pero más allá de lo material y humano, implica también la esfera espiritual.

Además, es claro que, en Jesús, se hace ya presente el Reino de Dios: él realiza los signos o señales de ese Reino: las obras de Jesús, las actitudes de Jesús, ellas comunican y concretan que:

  • Dios está de lado de los pecadores.

  • Es también para los extranjeros.

  • Hay que amar a todos los seres humanos, sin discriminaciones, sin acepción de personas.

  • Hay que amar aun a los enemigos.

  • Hay que subordinar la Ley al bien de las personas concretas.

El gran signo del Reino de Dios es liberador: los pobres reciben el Evangelio (Mateo 11: 2 – 6; Lucas 7: 18 – 23): ahora: cabe la pregunta: ¿Quiénes son los pobres, de acuerdo al Nuevo Testamento?:

  • Los pecadores: los que tienen rota las relaciones: con Dios, con el prójimo, con la naturaleza.

  • Los sencillos: los ignorantes que no conocen la Ley y no pueden salvarse.

  • Los pobres en términos económicos, los enfermos, los oprimidos, los desesperanzados, los forasteros, los últimos, estos están fuera de la sociedad, son marginados de ella.

En esta lógica, Jesús se presenta como el mensajero del Evangelio para los pobres: en lenguaje coloquial: “la tortilla se va a volcar”: los pobres serán ensalzados y los ricos serán rebajados…

El Reino de Dios es comunión y participación: es lo primero, de la humanidad con Dios y, de la humanidad entre sí…

Es participación, porque los efectos del amor, deben hacerse sentir: hay que predicar y practicar el Reino de Dios: la justicia, la paz, servicio a los demás, a los pobres, a los humildes, a los sencillos…

Finalmente, unas palabras, sobre la plenitud del Reino de Dios, dos notas: la primera: el reino de Jesús, es al mismo tiempo, espiritual e histórico, con sus dimensiones de gracia y de tarea humana, y de liberación integral (Puebla, 482 – 483)

La segunda: la iglesia está al servicio del Reino de Dios, pero no es el Reino de Dios:

a) Contrario a lo que dicen pocos autores (Aunque algunos reconocidos, por haber pasado del protestantismo al catolicismo), de nuevo: la iglesia no es el Reino.

b) La iglesia está subordinada al Reino.

c) La iglesia es servidora del Reino.

d) Jesús se arriesgó y murió por el Reino de Dios: ¿Qué deberíamos hacer los cristianos?, ¿Qué debería hacer la iglesia?

Con esto dicho, podemos comenzar a abrir la puerta de la última semana de Jesús de Nazaret…

IV

Comenzando a abrir la puerta de la última semana de Jesús de Nazaret.

Muchos teólogos y especialistas de la Biblia, han intentado reconstruir desde una perspectiva histórica los últimos días de Jesús en la tierra…

No es nuestra intención acometer esa tarea, puesto que los evangelios no son exclusivamente históricos, es decir, ellos reflejan al “Cristo de la fe”, buscan trasmitir la buena noticia de Jesucristo Hijo de Dios, y si bien es cierto, de los evangelios se deduce el “Jesús Histórico”, en el caso de la última semana, hay complicaciones cronológicas y hasta de eventos: por ejemplo, la expulsión de los mercaderes del templo, que Juan ubica al comienzo del ministerio de Cristo; los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), la colocan en el periodo de la pasión.

Pese a estas dificultades, los esfuerzos por tratar de dar forma a la última semana de Jesús en Jerusalén, han encontrado, por lo menos para el autor de estas líneas, dos importantes insumos: el libro de los teólogos Marcus J. Borg y Jhon Dominic Crossan, intitulado: La última semana: un relato diario de la última semana de Jesús en Jerusalén (Edición en español de Rayo, 2007) y el esfuerzo de los exegetas que participaron en los insumos para la Biblia de Estudio NVI (Editorial Vida, 2002). Estos documentos nos servirán de base para construir esta exposición.

Pablo dice que la muerte de Jesús es un escándalo; y para encontrar razón de él, han aparecido una serie de explicaciones que pueden resumirse en tres básicas (así las resumen los teólogos Adrien y Etxebarria)

  • La teológica: Jesús muere de acuerdo a los planes de Dios.

  • La escatológica: la muerte de Jesús inaugura la época de la salvación.

  • La soteriológica o redentora: la muerte de Jesús como expiación de nuestros pecados.

Ahora bien, decimos que este es un intento de lectura liberadora, en el tanto, tradicionalmente lo que se conoce como la Pasión, muerte y resurrección de Cristo, se reflexiona desde un marco teológico determinado, este marco es la Teología de la Salvación, en él, se nos enseña que Jesús murió por nuestros pecados, siendo “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.

No se trata de invalidar la interpretación de ese marco teológico, se trata de recuperar una visión de Jesús, que va más allá de lo dicho tradicionalmente por esta teología. De hecho, pese a la continua repetición de las enseñanzas que se derivan de esta teología, es lamentable que el cristiano y cristiana promedio, no tengan claros los hechos que condujeron a Jesús a la muerte y posibilitaron su resurrección.

Cuando hablamos de un intento de lectura liberadora, más que ubicarnos desde la teología de la salvación, nos estamos ubicando desde una teología de la vida y la esperanza, buscando a Dios, no solo dentro de las comunidades de fe, sino también, desde la sociedad y desde sus dinámicas históricas. Es por ello, que para nosotros es tan importante determinar si lo acaecido en esa última semana de Jesús de Nazaret, tiene algo que decirnos hoy.

Además, esa perspectiva liberadora, nos va a permitir extraer enseñanzas dentro de la lógica latinoamericana en general y particularmente costarricense, en un país que no está exento de pobreza, opresión, así como violencia y que, en los últimos tiempos desde la perspectiva eclesial, ha venido presenciando el fenómeno de la teología de la prosperidad y su estructura particular de evangelistas, apóstoles, profetas etc. que con su mensaje agresivo, ha impactado a importantes sectores de la población cristiana.

En el Nuevo Testamento se presenta la muerte de Jesús como la muerte del profeta, pues lo matan por clamar a favor de la justicia, además, se presenta la muerte de Jesús como la del Siervo de Dios ilustrado por Isaías (Entrega la vida por nuestros pecados y aun siendo inocente, lleva al extremo la solidaridad con el colectivo humano). La Pasión es una síntesis de ambas presentaciones, nosotros nos inclinamos un poco más por la primera, ya que dentro del cristianismo tradicional, la que se enfatiza más es la segunda.

Finalmente, decimos que esta es una reflexión para Semana Santa, no solo porque este es el tiempo litúrgico propicio para este tipo de reflexión, sino, porque consideramos importante retornar a la esencia de este tiempo, combatiendo el pésimo concepto de este periodo como un tiempo de vacaciones y mucho menos de fiesta, se trata de contemplar al hombre que por su mensaje y acción es condenado a muerte por las fuerzas de opresión de su tiempo; y que, por ese mensaje y esa acción, permite el actuar del Dios liberador de la máxima atadura: la muerte.

V

Un resumen de la última semana, antes del Triduo.

A) Domingo de Ramos:

Cuando en el Evangelio según San Juan, se hace referencia a la entrada de Jesús en Jerusalén montado en un burrito, se hace una anotación importante, veamos Juan 12: 16: “Esto no lo entendieron los discípulos entonces. Pero, cuando Jesús fue glorificado, se acordaron de que estaba escrito acerca de él y de que se había realizado”.

Esta frase nos permite entender algo fundamental cuando hablamos de Jesús: la fe en Jesús como Hijo de Dios, es únicamente factible después de la resurrección (Y desde la perspectiva de la fe, con la ayuda del Espíritu Santo). En principio para sus seguidores, Jesús era un profeta, quizás aquel profeta que anunciaba los tiempos finales (Para la comprensión más detallada de estos temas, hemos incorporado los apuntes iniciales, de los dos primeros acápites)

Mateo 21: 8: “había mucha gente. Unos tendían sus capas por el camino, y otros tendían ramas que cortaban de los árboles” …

Con estas actitudes, la gente reconoce a Jesús como rey, basta leer 2 Reyes 9: 13, para mirar la misma actitud. En el caso del relato de este episodio, según San Juan, se resalta la realeza de Jesús…

En el texto de Lucas, capítulo 19, versículo 39 se lee: “Algunos fariseos que se encontraban entre la gente dijeron a Jesús: Maestro reprende a tus discípulos” …

En los fariseos hay una molestia, se supone que ellos conocen las Escrituras, se supone que ellos debían reconocer al Mesías, pero los que lo estaban reconociendo eran los pobres, los marginados, los ignorantes, los oprimidos.

Versículo 40 del capítulo 19 de Lucas: “Replicó (Jesús): Os digo que, si estos callan, gritarán las piedras” …

Ese grito es un grito de demanda: “¡Sálvanos!”. Esa demanda cobija la plena confianza en la salvación, pero también ese grito es acusación: el pueblo no se sentía salvado, no se sentía seguro con sus líderes…

En el caso de Marcos, se resalta una característica de Jesús, que es la conocida como “el silencio mesiánico” (ya hemos hablado de ella), pero en el momento de la entrada a Jerusalén, el Maestro se encuentra en un punto culminante que le exige una definición pública, en este momento, el signo de entrada, solo tiene un significado: Jesucristo es el Enviado de Dios.

Pero los líderes de la nación lo miran de forma opuesta, desde su punto de vista, Israel había sido salvado por afamados guías. Ahora llegaba un pobre de Nazaret, de un poblacho al norte de la capital y sin rasgos de militarismo: ¿Cómo puede ser un desposeído el Mesías?

Lo que se conoce como la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, es una manifestación de apoyo popular, es el Salvador que llega (Isaías 62: 11), es el humilde Mesías (Zacarías 9: 9) al que se le pide salvación (Salmo 118: 25 – 26)

Los teólogos Borg y Crossan, nos dan un dato histórico que nos permite alimentar el intento de lectura liberadora que nos hemos propuesto: ese día, en Jerusalén, se hacían dos entradas a la ciudad: la del pueblo, y la otra, la del procurador romano, que iba acompañado de soldados y caballería, este ingreso, era un signo del poder del imperio romano. Poder que colocaba al emperador como Hijo de Dios. Como tal, era “señor”, “salvador”, “dador de la paz”.

Así pues, podemos decir sin temor alguno (Con Borg y Crossan), que Jerusalén fue testigo de dos manifestaciones políticas: la de “El Hijo de David” y la del “representante del imperio romano y su gobernante”. Hay entonces un claro enfrentamiento entre Jesucristo y el César. Hay un enfrentamiento entre el Reino de Dios, que es el proyecto que propone Jesús; y el gobierno opresivo imperial: este es el hilo central que recorre toda la Semana Santa.

Y dado que hay un enfrentamiento entre el Reino de Dios y el gobierno opresivo imperial (Que Borg y Crossan llaman: “sistema de dominación”), este es un buen momento para detallar las dos opciones en cuestión:

El teólogo José Sánchez Sánchez, resume el Reino de Dios predicado y encarnado por Jesús, del siguiente modo:

  • Una nueva política: para Jesús y su grupo, la autoridad significa servicio.

  • Una nueva economía: Esta no es basada en la acumulación (Mateo 6: 19 – 21; 6: 24) sino en el compartir.

  • Una nueva religión: no basada en el cumplimiento legalista de los preceptos de la ley. No una religión que acepte la opresión de los pobres, sino, una religión sustentada en el amor, la misericordia y la solidaridad (Mateo 9: 12; Lucas 10: 25 – 37)

En tanto, el “sistema de dominación” tiene las siguientes características, según Borg y Crossan:

  • Opresión política: La minoría (Aristocracia, nobleza, monarquía) oprime a la mayoría, cuyos criterios no se contemplaban para determinar el rumbo de la sociedad.

  • Explotación económica: La riqueza fruto de las formas de producción agrícola iba a los bolsillos de los ricos y poderosos, esto por medio de las leyes (Pertenencia de la tierra, impuestos, trabajo por deudas)

  • Legitimación religiosa: El rey o gobernante ejerce su poder por voluntad divina, si bien es cierto, había una dimensión profética (“Denunciar lo incorrecto y anunciar la esperanza”), en la mayoría de las sociedades, se legitimaba a los ricos y a los poderosos.

Este “sistema de dominación”, era el que prevalecía en Jerusalén en tiempos de Jesús:

  • En Jerusalén habitaban terratenientes que recibían riqueza de sus propiedades (Vivían con mucho lujo).

  • El Templo era un centro de impuestos israelita y romano. Además, se sustentaba aún en una teología en la que este espacio era casa de Dios, mediador del perdón por el sacrificio de animales, centro de devoción y destino de peregrinaje.

  • Los visitantes a la ciudad en tiempos de pascua, hacían importantes gastos durante su estadía.

  • Los líderes religiosos, estaban llamados a evitar rebeliones contra Roma.

Jesús ya se había colocado en oposición al Templo, puesto que predicaba y ponía en práctica el perdón fuera de él (Solo como ejemplo Marcos 2), en suma, Jerusalén sostenía como ciudad una dualidad: por un lado, se basaba en una teología muy aceptada, y por otro, era una estructura clave para la dominación imperial.

Una vez más, repetimos esto para que quede totalmente claro, Jesús se opone al Templo y serán sus autoridades las que lo entregarán a las autoridades imperiales – romanas (Gentiles), para que lo maten. Jesús se opone al Templo, porque legitima el “sistema de dominación”, Jesús reclama que el Templo es infiel al Dios de Israel, al Dios de la liberación.

La alternativa de Jesús, el Reino de Dios, está todavía vigente para nosotros hoy, pero también está vigente “el sistema de dominación”:

  • ¿No hay acaso una minoría que domina a una mayoría pese a los avances en los sistemas democráticos?

  • ¿No hay acaso en los países de América Latina y claro está, en Costa Rica, un sistema económico promotor de la desigualdad en donde la gente siente que “los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres”?

  • ¿No hay acaso una legitimación religiosa (Por ejemplo, en la “teología de la prosperidad”) que certifica la riqueza y el poder?

B) Lunes Santo:

Si se analiza la purificación del Templo desde la perspectiva del Antiguo Testamento, observaremos el cumplimiento de la profecía de Zacarías 14: 21: “…Desde ese día no habrá más mercaderes en la Casa de Yahvé”.

Jesús debió observar como la actividad comercial desarrollada en el espacio exterior del Templo, era un obstáculo para propiciar un verdadero encuentro con Dios. La religión se había convertido en un culto ritualista. No daba frutos de justicia, oración o solidaridad.

También puede abordarse este hecho desde lo dicho por Malaquías 3, donde Dios dice que purificará el Templo y al pueblo mismo. Frente a la realidad que vivía el Templo, Jesús actúa como profeta denunciando lo incorrecto de la comercialización de la religión (De hecho, en las palabras registradas al expulsar a los mercaderes, se citan frases de dos profetas: Isaías (Capítulo 56, versículo 7) y Jeremías (capítulo 7, versículo 11)). De igual manera, se presenta como Hijo de Dios inaugurando los tiempos del Reino de Dios, donde el encuentro con la deidad implica la vivencia de la verdadera justicia.

Además, desde su rol de profeta, señala la pérdida de identidad del Templo, como casa de oración universal y su transformación en cueva de ladrones, donde se guardan bienes adquiridos con injusticia…

Jesús entra al Templo, como profeta y como Hijo de Dios, entra a la casa de su Padre y la mira como un establecimiento de comercio: ¿Qué hace?: un látigo para echarlos afuera a todos…

La purificación es un acto subversivo, el mensaje que conlleva es que el sistema religioso – económico – político que representa, tiene bases falsas. Pero, además, cuestionaba la visión (teología) tradicional respecto a Dios: el Templo (Que en lugar de ser espacio de comercio, debía ser casa de oración) y la Ley Mosaica. Desde la perspectiva de esa teología o visión totalmente alineada al “sistema de dominación”, Jesús era un blasfemo.

Mateo 21: 13: “Les dijo (Jesús): Está escrito que mi casa será casa de oración, mientras que vosotros la habéis convertido en guarida de bandidos” …

Hay una pequeña diferencia en estas palabras cuando son citadas por San Marcos: allí Jesús dice que la casa será casa de oración “…para todas las gentes” (Marcos 11: 17) …

Solo Marcos hace este agregado; y es indudable que lo hace citando las últimas palabras del texto de Isaías, que como hemos dicho más arriba, son del capítulo 56, versículo 7, del libro de dicho profeta. ¿Cuál fue la extensión de Marcos?: la extensión universal del culto al ungido de Dios por el mundo entero, esto es acorde a los destinatarios de su Evangelio: los gentiles. Recuérdese que el Evangelio de Mateo era dirigido a las comunidades cristianas judías.

Hay otro elemento en las palabras citadas por San Mateo: Jesús dice que el Templo, ha sido convertido en una “…guarida de bandidos”. ¿Qué es una guarida?: el biblista Luis Alonso Schokel, nos da una luz: “La guarida es el lugar donde los bandidos refugian su impunidad”.

Hay una cosa clara, estas palabras de Jesús no solo se dirigían a los cambistas como generalmente se piensa, también estaba diciendo que los dirigentes religiosos de Israel, habían convertido el Templo, en una mampara para realizar cosas incorrectas, incluida, la comercialización de la religión.

Los vendedores y los compradores se interesaban, los unos por sus ganancias; y los otros, como ya hemos dicho, por el cumplimiento del culto ritualista: ¿Y la oración?, ¿Y la justicia?, eran de poco o ningún interés para ambas partes.

Los sacerdotes judíos se habían acostumbrado a esto, el Sumo Sacerdote Caifás, recibía una fortísima ganancia, por los permisos o autorizaciones que él daba para vender en el Templo…

Los dirigentes judíos entendieron perfectamente el signo de la purificación: ¿Cómo no iban a estar furiosos?: los dirigentes llamados a la santidad, eran tratados como bandidos: Jesús había caído desde la perspectiva religiosa, parte del “sistema de dominación”, en el sacrilegio.

El Evangelio según San Marcos, al relatar este evento de la purificación del Templo, dice: capítulo 11, versículo 18: “Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley se enteraron de lo ocurrido y pensaron deshacerse de él; le tenían miedo al ver el impacto que su enseñanza producía sobre el pueblo”.

Pese al deseo de los dirigentes del “sistema de dominación” para matarlo, no se atrevían a hacerlo, porque la enseñanza de Jesús, “El Reino de Dios”, permitía que el pueblo verdaderamente fuera objeto de la acción del Espíritu Santo y a Él, temían los dirigentes.

Además, hay un elemento histórico que debe ser mencionado y es que: Jesús en el Templo, estaba rodeado de gente, y esto era normal, no solo con su persona, sino, con otros maestros, por lo que era difícil atraparlo para darle muerte.

La realidad era evidente: el sistema religioso de Israel estaba degradado. Su institución religiosa más importante, estaba degradada

C) Martes Santo:

Borg y Crossan, en su construcción de la Semana Santa, dicen que el martes, fue de controversias y parábolas: ellas, son las siguientes:

1) La higuera seca. Fe y oración: Marcos 11: 20 – 25; Mateo 21: 20 – 22.

2) La autoridad de Jesús: Mateo 21: 23 – 27; Marcos 11: 27 – 33; Lucas 20: 1 – 8.

3) Los dos hijos: Mateo 21: 28 – 32.

4) Los viñadores malvados: Mateo 21: 33 – 46; Marcos 12: 1 – 12; Lucas 20: 9 – 19.

5) El banquete de bodas: Mateo 22: 1 – 14. (El paralelo de esta parábola está en Lucas 14: 15 – 24)

6) El tributo al César: Mateo 22: 15 – 22; Marcos 12: 13 – 37; Lucas 20: 20 – 26.

7) Sobre la resurrección: Mateo 22: 23 – 33; Marcos 12: 18 – 27; Lucas 20: 27 – 40.

8) El precepto más importante: Mateo 22: 34 – 40; Marcos 12: 28 – 34.

9) El Mesías y David: Mateo 22: 41 – 46; Marcos 12: 35 – 37; Lucas 20: 41 – 44.

10) Jesús acusa a los escribas y los fariseos: Mateo 23: 1 – 36; Marcos 12: 38 – 40. Lucas 20: 46.

11) Lamentación por Jerusalén: Mateo 23: 37 – 39.

12) La ofrenda de la viuda: Marcos 12: 41 – 43. Lucas 21: 1 – 4.

13) Discurso escatológico: destrucción del Templo: Mateo 24: 1 – 28; Marcos 13: 1 – 13; Lucas 21: 5 – 19.

14) La gran tribulación: Mateo 24: 15 – 28; Marcos 13: 14 – 23; Lucas 21: 20 – 24.

15) La parusía: Mateo 24: 29 – 31; Marcos 13: 24 – 27; Lucas 21: 25 – 28.

16) El día y la hora: Mateo 24: 32 – 36; Marcos 13: 28 – 32; Lucas 21: 29 – 33.

17) vigilancia: Mateo 24: 45 – 51; Marcos 13: 33 – 37.

Por el impacto de su mensaje y su relación con los eventos de la Semana Santa, resaltaremos: la parábola de: Los viñadores malvados: Mateo 21: 33 – 46; Marcos 12: 1 – 12; Lucas 20: 9 – 19…

Un propietario que había plantado una viña la dejó en arriendo a unos cultivadores. Antes de ausentarse, hizo con los viñadores un contrato que estipulaba como pago de la renta, una parte proporcional del producto. Llegado el tiempo de la cosecha, el propietario envió a sus servidores para exigir la renta. En respuesta, los labradores maltrataron a los siervos, insultándolos, golpeándolos, o incluso matándolos. En vistas de la gravedad de la situación, el propietario envió a su propio hijo para solucionar la cuestión, suponiendo que inspiraría en los viñadores el respeto que no habían tenido con anterioridad. Pero los arrendatarios percibieron en ello la oportunidad de apoderarse de la propiedad y, de resultas de esa conspiración maliciosa, asesinaron al hijo del propietario y abandonaron su cuerpo insepulto fuera de la viña

Esta parábola muestra el drama de la historia de salvación: la misión de los profetas y del Hijo es reiterada y frustrada…

En esta parábola, se demuestra la base de lo que fue la última semana de Jesús de Nazaret: Él tiene clara su muerte en razón de la violencia de la cúpula dirigente de Israel. Ellos iban configurando su papel de asesinos…

El proyecto del “Reino de Dios”, enfrenta lo que aquí hemos designado “sistema de dominación”. Es este último, el que constituía a los dirigentes judíos en asesinos por interés…

Leamos Mateo 21: 33: “Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó…”.

Para ciertos exegetas, esta historia es más bien una alegoría, porque cada rasgo tiene su significado:

  • El propietario es Dios.

  • La viña: el pueblo elegido de Dios. Valga decir que este tema de la viña, es un tema antiguo, ya Isaías en su capítulo 5, versículos del 1 al 7, presenta la canción de la viña, es posible que el profeta se haya sustentado en una canción de la vendimia. Otros profetas, harán referencia al tema de la viña: Oseas, Jeremías o Ezequiel.

  • Los siervos: los profetas. Ellos le recordaban al pueblo su deuda con Dios, pero no los escucharon y los rechazaron (Nehemías 9: 26; Jeremías 7: 25 – 26; Hechos 7: 52; Hebreos 11: 36 – 38)

  • El hijo: Jesús muerto fuera de las murallas de Jerusalén. Luego de los profetas, llega a Israel el mismo Hijo de Dios encarnado y lo matan.

  • Los viñadores homicidas: los dirigentes judíos infieles: ¿En qué consistía su infidelidad?: en que habían confundido los planes de Dios, con los intereses propios de la nación israelita. Solo confiaban en su salvación, sin preocuparse de trasmitir el mensaje que podría salvar a los demás. Debe recordarse que, al principio, la Buena Noticia se dirigía solamente a Israel (Mateo 10: 5 – 6). Los judíos debían dar frutos (Marcos 12: 2): fraternidad, justicia, responsabilidad, y no los daban. Los líderes de Israel, habían administrado mal la viña, ellos dominan al pueblo, optan por matar a Jesús, porque les quita el poder sobre la gente sencilla. Ahora estos líderes no tendrán dominio sobre los creyentes: la viña ha pasado al nuevo Pueblo de Dios.

  • El otro pueblo al que se le confía la viña: Los gentiles (Pablo les predicó cuando muchos judíos rechazaron el Evangelio tal y como consta en Hechos 13: 46 y 18: 6, ya para el siglo II, los gentiles eran mayoría en el cristianismo); y los judíos creyentes en Jesucristo. Los que se reúnen en la Iglesia de Cristo. Estos son los pobres y los despreciados, los que conforman las primeras comunidades cristianas.

Hay en esta parábola una reflexión fuerte para la Iglesia, ella no puede permitirse el desvirtuar el evangelio. Ella debe ser ejemplo de obediencia a Dios, ejemplo de identificación con los que sufren. El Reino de Dios, se define por la praxis liberadora de los pobres y los desheredados.

Veamos Mateo 21: 43 – 44: “Ahora yo les digo a ustedes: se les quitará el Reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos” …

El cierre de esta parábola es muchísimo más duro en Marcos (Marcos 12: 9 – 11): “¿Y qué creen ustedes que hará el dueño del viñedo? Pues irá y matará a esos labradores, y dará el viñedo a otros. ¿No han leído ustedes la Escritura? Dice: La piedra que los constructores despreciaron se ha convertido en la piedra principal. Esto lo hizo el Señor, y estamos maravillados”.

Jesús cita para sí mismo, el salmo 118: 22 – 23, por cuanto fue rechazado por los dirigentes religiosos de Israel, pero él manifestó poderosamente a Dios entre el pueblo (Hechos 4: 11); Dios interviene para salvar su viña, resucita a su Hijo, lo hace piedra angular, fundamento del nuevo pueblo de Dios.

Lucas agrega algo más: Lucas 20: 18: “Todo el que caiga sobre esa piedra quedará despedazado, y si ella cae sobre alguien, lo hará polvo” …

Así, el símbolo de la piedra muestra que el rechazo de Cristo, puede ser instrumento de destrucción o causa de condenación (Isaías 8: 14). Jesús es el pobre de Dios, Él es la piedra angular y los pobres son las piedras de ese edificio (1 Pedro 2: 5): los últimos son los primeros, los despreciados son los elegidos.

Podría pensarse aquí que, Jesús solo habla a los judíos de su tiempo, pero sus palabras también son dirigidas a los cristianos: Dios tiene la potestad de dar su Reino a otros, si los cristianos somos incapaces de vivirlo y sacrificarnos por él.

Finalmente, en Marcos 12, el episodio de esta parábola se cierra mostrando claramente la situación entre los dirigentes y Jesús: Marcos 12: 12: “Cayendo en la cuenta que la parábola iba dirigida contra ellos, buscaban la manera de arrestarlo. Pero temían a la multitud; así que lo dejaron y se fueron”.

Así las cosas, tal y como lo exponen Borg y Crossan, el objetivo de esta parábola en San Marcos, no es probar que Jesús es el Hijo de Dios (Como podría deducirse en Mateo), sino, a la luz del versículo 12, que acabamos de leer, que los viñadores codiciosos y asesinos, eran aquellos que estaban en la parte más alta del “sistema de dominación”.

Siendo así, compartimos la perspectiva de estos autores, los viñadores no pueden ser identificados con la totalidad del pueblo de Israel. Los viñadores serían los ricos y poderosos del “sistema de dominación”. En la lógica de un intento de lectura liberadora, la tesis de Borg y Crossan, es la adecuada.

El otro elemento que refuerza esta idea, es que los etiquetados como “los viñadores malvados”, buscan arrestar a Jesús, pero temen a la multitud, por lo que es claro que el pueblo apoyaba a Jesús.

D) Miércoles Santo:

Ya hemos hablado de los documentos que son la base de la presente reflexión. Pues bien, al llegar al miércoles, encontramos una contradicción entre ellos, para Borg y Crossan que se basan en Marcos, en este día se da la unción de Jesús en Betania y se inicia con el tema de la traición de Judas, para los exegetas de la Biblia NVI de Estudio, no se registran hechos ese día, en el tanto, la unción en Betania fue ubicada conforme la ubica Juan, 6 días antes de la Pascua.

Entonces ¿Qué hacer?: primero, reconocer como ya lo hemos hecho aquí, que la construcción de la última semana de Jesús es problemática y por lo tanto, los esfuerzos de los especialistas tienen mucho de artificial; y en segundo término, que habiendo artificio por parte de los especialistas, nosotros asumiremos un criterio arbitrario sobre la base de estas construcciones.

Leamos Mateo 26: 3 – 4: “Por entonces, los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías se reunieron en el palacio del sumo sacerdote, que se llamaba Caifás, y se pusieron de acuerdo para detener a Jesús con artimañas y darle muerte”.

Solo Mateo refiere a un verdadero complot en el que estuvieron involucrados los componentes del sanedrín. Es decir, en este complot, participan los sectores poderosos del “sistema de dominación” (El poder político y el poder religioso)

Será Juan, quien nos brinde una razón política para la muerte de Jesús: Juan 11: 48: “Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo” …

Es decir, para los dirigentes de Israel, la palabra y acción de Jesús, implicaba un peligro político para el país, a tal grado, que podrían destruir el templo y hasta el resto del territorio…

Además, es el Evangelio de Juan, en el que se encuentran las tremendas palabras del sumo sacerdote Caifás: Juan 11: 49 – 52: “Pero uno de ellos, Caifás, que era el sumo sacerdote de aquel año, le dijo: Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta de que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación. Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación – y no solo por la nación, sino también por reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos”.

Para Juan, será la crucifixión, el momento en el que Jesús llevará a sí a toda la humanidad, será allí, donde será reconocido como el verdadero emisario de Dios y su enseñanza será aceptada por todos. Esa reunión será confirmada por la resurrección.

Es en la cruz y en la resurrección, donde nace la comunión y el amor. Precisamente, hablando de la comunión de la humanidad las y los cristianos, no pueden dejar pasar ninguna oportunidad para hacer ver a la humanidad que comparte un destino común y teniendo claro ese destino, el cristianismo debe abordar el análisis de la realidad, para proponer metas en beneficio de las mayorías. Se trata de transformar las situaciones de opresión, no solo de mitigarlas.

Por otra parte, hay un dejo de ironía entre las palabras de Caifás (Ironía que hace notar Juan) y la realidad del peso de la muerte y resurrección de Jesús: se condena a Jesús bajo el razonamiento de salvar al pueblo, pero ¿Qué pueblo puede salvarse fuera del camino de Jesús? He aquí una razón más para la constitución de otro pueblo que cuide la viña.

Además, pese a la visión de conveniencia política que tenía el sumo sacerdote (el que un hombre por más inocente que fuera, debía morir con tal de salvar al país) al final, en el año 70 d. C, la nación es destruida…

Como puede verse, Juan muestra más detalles sobre la decisión de los jefes judíos de matar a Jesús, quizás esto se deba a que él conocía gente dentro del sanedrín o a que según su Evangelio (Juan 18: 15), tenía acceso a la casa del sumo sacerdote.

En Mateo 26: 14 – 16, leemos: “Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: ¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré? Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle”.

Un primer punto que si se quiere es una curiosidad histórica: ¿De dónde Iscariote?, ¿acaso de sicario (“sicarius”)? Lo más probable es que Iscariote signifique “Hombre de Queriot”, Queriot era un pueblo al sur de Judea, cerca de Hebrón. En esa tesis, Judas sería de este pueblo.

Un segundo punto a destacar respecto a este pasaje, es el precio que se le pone a Jesús, ese precio de treinta monedas de plata es el propio de un esclavo: “Si el buey ataca al esclavo o a la esclava de alguien, el dueño del buey deberá pagarle al dueño de esclavo o esclava treinta monedas de plata. Además, se matará el buey a pedradas” (Éxodo 21: 32)

Y les dije: si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata” (Zacarías 11: 12) …

Este pequeño pasaje es verdaderamente desconcertante: Judas era uno de los doce, era amigo de Jesús, las primeras comunidades cristianas buscaron en diversas razones los motivos del Iscariote. Hasta acudieron a las Escrituras para ello, tratando de mirar en este acto un designio de Dios (Por ejemplo, los especialistas de la Biblia de América lo plantean así). Desde nuestra perspectiva, Judas tal como Jesús y sus adversarios, actúa en plena libertad.

¿Cuáles pudieron ser las razones de Judas?:

  • Amor al dinero.

  • Ambición.

  • Envidia.

  • Desilusión.

En primera instancia, el tema del amor al dinero no es claro, Mateo dice que le asignan el dinero y en Marcos 14: 11 leemos: “…le ofrecieron dinero…”. Es decir, le prometieron dinero, pero no dice que esto lo motiva…

Ahora, conforme a Mateo, Judas pregunta: “… ¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?”: es decir, queda la impresión de que él pide el dinero, esto permite al autor del Evangelio inclusive, ligar los hechos de Judas con Zacarías 11: 12, texto que ya hemos citado.

En el caso de Juan, la motivación es espiritual, esto debido a la profundidad teológica de su texto: Judas era un demonio, como mínimo estaba bajo la influencia diabólica (Cosa semejante plantea Lucas.) …

Para Juan, Jesús siempre supo lo que Judas iba a hacer: “¿No los he escogido yo a ustedes doce? – repuso Jesús -. No obstante, uno de ustedes es un diablo. Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, uno de los doce, que iba a traicionarlo” (Juan 6: 70 – 71).

Es más, durante lo que se conoce como la “última cena”, Juan mencionará al diablo dos veces unido a Judas, pero eso lo veremos cuando abordemos lo que se conoce en el cristianismo, como el jueves Santo…

Aquí vale la pena hacer una observación fundamental: desde el punto de vista histórico, es decir, sin contemplar las categorías de teología o de fe, la motivación de Judas es el dinero (Tesis de Borg y Crossan), desde esta óptica hablar de diablo o influencia del diablo es mera imaginación.

Otra posible explicación que parte de la óptica histórica, es la de la desilusión, seguimos aquí a Leonardo Boff en su libro: “Jesucristo el liberador: Ensayo de Cristología crítica para nuestro tiempo”: Judas había esperado con los demás discípulos (Lucas 24: 21; Hechos 1: 6), que Jesús liberara políticamente a Israel, expulsando a los romanos, la visión de Jesús era más amplia, “el Reino de Dios”, que iba más allá de Israel y de los combates militares.

Antes de continuar, debemos entrar en un tema técnico: A esta altura, repetimos lo que hemos dicho en los apuntes iniciales: después de la muerte y la resurrección, los primeros cristianos, le dieron a Jesús una serie de títulos para describir su misión; pero el título con el que fue aclamado unánimemente por el pueblo y por sus discípulos, fue el de profeta.

Durante su vida terrenal los discípulos vieron en Jesús a un profeta, a lo mejor un profeta que hablaba de los tiempos finales, pero no se le valoraba de otro modo. Si miramos Mateo 16: 13 – 15, veremos que la gente asumía a Jesús como Juan el Bautista, Elías, Jeremías o alguno de los profetas. Si leemos el versículo 46 del capítulo 21 de San Mateo, veremos que los adversarios de Jesús tenían miedo de hacerle algo, porque lo consideraban un profeta.

Es decir, ni sus discípulos ni la gente, veían a Jesús como el Hijo de Dios. ¿Por qué?, porque el monoteísmo de Israel cree en un Dios único, no en una trinidad que fuera un solo Dios (Éxodo 20: 3)…

Los discípulos, por medio de Pedro, conocen la identidad mesiánica de Jesús: “…Tú eres el mesías” (Marcos 8:29), es decir, se reconoce a Jesús como un ungido de Dios, pero no se está reconociendo que él sea Dios. En el texto paralelo de Mateo (Capítulo 16, versículo 16), Pedro reconoce en Jesús al Hijo de Dios. Hay muchas formas de explicar esa diferencia, pero tomaremos la más simple: el Evangelio de Marcos es más antiguo que el de Mateo, por lo que se acerca más a los hechos históricos.

Pues bien, entonces cabe preguntarse: Si durante su vida terrenal los discípulos no reconocieron a Jesús como Dios: ¿cuándo lo hicieron?: después de la resurrección (post – Pascua) y con esos lentes post – Pascuales, se escriben los Evangelios.

De nuevo, en este razonamiento nos encontramos con el tema de lo pre – Pascual y lo post – Pascual: es una reflexión post – Pascual, la que permite discernir al diablo en las acciones de Judas…

Ahora, si seguimos el camino post – pascual, sigue vigente la pregunta: ¿Fue Judas un instrumento de Dios o de Satanás?: si miramos la lógica de Lucas y de Juan, la respuesta, es que el traidor es sujeto de Satanás, ya que él entra en Judas.

Para Lucas, si Jesús había vencido en el momento de las tentaciones, Satanás volvería a atacarlo (Lucas 4: 13), en Lucas 22: 3, se ve este contraataque, en esta ocasión, bajo un instrumento humano: Judas…

Así las cosas, si se sigue el camino pre – pascual, o más histórico, deberá aceptarse que Judas decide libre y espontáneamente su traición, primariamente por cuestiones de dinero, o por desilusión…

Por el segundo camino, hemos de aceptar la participación del diablo, esa participación requiere de una puerta para la entrada del maligno: Judas nunca mostró una gran iniciativa para servir a Jesús. Nunca se sintió identificado con él.

Finalmente, los motivos de la traición siguen abiertos a debate…

Por su extensión, la Parte II está disponible en un documento de Word

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