El problema no es la querida

Ana Ruth Quesada B.

Ana Ruth Quesada

Con relación a la última encuesta de Cid Gallup sobre personalidades públicas, que poseen una opinión muy favorable en su país, Rodrigo Chaves aparece en el 4º lugar de América Latina con un 71% de aprobación, lo cual obliga a una reflexión necesaria con relación a las críticas constantes del liberacionismo y la oposición al chavismo en general, a sus novatadas constantes y al estilo de liderazgo autoritario de Rodrigo Chaves.

Es urgente, aunque lo veo poco posible pero necesario igual, que el liberacionismo como tal, militancia y dirigencia, analicen lo más honestamente posible las razones de sus últimos fracasos electorales y del rechazo de la ciudadanía, y que se haga un esfuerzo para dejar de ensuciar y descalificar al gobierno de turno como si se tratara de novias despechadas.

Y es que, de un tiempo para acá, algunos militantes y dirigentes liberacionistas, dan más bien la impresión de ser como esas novias despechadas, qué siguen atacando y descalificando a la querida que les quitó a la pareja, por ser una “cualquiera” o prostituta o loca, o vulgar o inepta o bruja o todos los epítetos que el despecho provoca, sin considerar que probablemente, la razón no está en la querida, sino en la calidad de relación que se tenía. Y se niegan a aprovechar ese doloroso pero valioso momento de aprendizaje, enconándose cada vez más en el resentimiento y la rabia.

Y creo que es hora de que con dignidad e hidalguía el PLN aborde sus muchas deudas con la ciudadanía costarricense, aparte de los entuertos que ya por sí mismos venían consumiendo a las diferentes cúpulas del partido.

Es hora de volver la vista a las verdaderas razones del éxito de Chaves, en su popularidad y la aceptación popular, a pesar de sus novatadas y su estilo autoritario de liderazgo, y eso, por extraño que nos parezca, no tiene mucho que ver con quien es y que hace el presidente, sino con quien es y qué ha hecho la clase política y el PLN en la última década.

Indudablemente, la pérdida de liderazgos históricos sin relevos de calidad, la venta de los postulados ideológicos y sociales fundacionales, por un plato de lentejas de pensamiento economicista globalizado, el abandono de las tareas de enseñanza y preparación política de sus cuadros, la toma de las maquinarias electorales por una casta de pegabanderas profesionales y, sobre todo, el cinismo y la indiferencia imperante en sus dirigencias, han sido factores que han dejado al otrora glorioso PLN en un mero cascarón, sin músculo político, sin capacidad de convocatoria y sin afecto ciudadano.

Es muy necesaria, urgente, esa labor de autocrítica y planteamiento de una verdadera refundación, que debería hacer no sólo el PLN, sino también el PUSC.

Hoy día ambos son apenas paupérrimos sobrevivientes de lo que fueron las grandes agrupaciones políticas que, bajo la meta implícitamente compartida de luchar por un desarrollo y una justicia social en libertad y democracia, en su momento llevaron a cabo las extraordinarias transformaciones sociales, que hicieron de nuestro país un ejemplo regional y mundial.

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