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Álvaro Campos
“Esta crisis nos afecta a todos: a ricos y a pobres.” Es la llamada de atención en contra de la hipocresía, aludiendo a quienes hablan del hambre en el mundo, al tiempo que siguen produciendo armas. “O somos coherentes o perdimos todo”. El líder del mundo católico no duda en señalar que la crisis es la respuesta de la naturaleza.
Con su extraordinaria capacidad para interpretar los grandes acontecimientos y darle una acertada lectura al signo de los tiempos, el Papa Francisco reveló cómo vive la pandemia del coronavirus y cómo se prepara para después de que acabe esta crisis mundial.
En una entrevista con el escritor británico, Dustern Evereigh, publicada en diarios británicos y estadounidenses, el Sumo Pontífice reveló que en el Vaticano se respetan las medidas sanitarias ordenadas por el gobierno y se practica el teletrabajo porque “aquí no hay ociosos”.
Contó, asimismo, cómo se prepara para después de la crisis: además de rezar y de pensar en la gente, advirtió que ese después ya empezó a demostrar que va a ser un después trágico y doloroso y que por eso conviene pensar desde ahora. Reiteró que está viviendo este momento con mucha incertidumbre. “Es un momento de mucha inventiva, de mucha creatividad”.
El Papa Fráncico reconoció en esa entrevista lo duro del confinamiento al decir que no es fácil estar encerrados en casa. Sin embargo, insistió en que “no debemos bajar los brazos”. Que debemos reservarnos para mejores tiempos, porque en esos tiempos recordar esto que ha pasado nos ayudará. Que es preciso cuidarnos para un futuro que va inevitablemente va a venir. “Y cuando llegue ese futuro recordando lo que ha pasado les va hacer bien. Hay que cuidar el ahora, pero para el mañana”, advirtió el Pontífice”.
Asimismo, reconoció las medidas ejemplares que han tomado algunos gobiernos en defensa de su población. Sin embargo, admitió que “todo nuestro pensamiento, nos guste o nos guste, está estructurado en torno a la economía”. Aseguró que en el mundo de las finanzas parece normal el sacrificio de quien menos tiene. Existe una cultura del descarte, como es la eutanasia, legal o encubierta, ya que a los ancianos se les da la medicina hasta cierto punto.
Aseguró que en el mundo de las finanzas es normal sacrificar, descartar al anciano, al pobre, a los sin techo. A la gente se le selecciona según la posibilidad de producir, de ser útil: la cultura del descarte.
Cuando el periodista le preguntó si la pandemia y su impacto económico será una oportunidad para la recuperación del medio ambiente, dijo: “Dios perdona; nosotros de vez en cuando, pero la naturaleza nunca”. Al respecto mencionó los grandes incendios e inundaciones ocurridos en fecha reciente de los cuales ya nadie se acuerda, pero la naturaleza no olvida el daño que le han hecho. “No sé si es la venganza, pero es la respuesta de la naturaleza”.
Esta crisis nos afecta a todos: a ricos y a pobres. Es la llamada de atención contra la hipocresía. A mí me preocupa la hipocresía de ciertos personajes políticos que hablan de sumarse a la crisis, que hablan del hambre en el mundo y mientras hablan de eso fabrican armas. Este es tiempo de coherencia, o somos coherentes o perdimos todo.
Agregó que toda crisis es un peligro, pero también es una oportunidad. Es la oportunidad de salir del peligro. Creo que tenemos que desacelerar un determinado ritmo de consumo y de producción y aprender a comprender y a contemplar la naturaleza. Los hombres hemos perdido la dimensión de la contemplación. Es el momento de ver al pobre. A los pobres no debemos pasar a su lado e ignorarlos”.
Insistió en que ver a los pobres significa devolverles la humanidad. “No son cosas, no son descarte, son personas”. Afirmó que muchas veces se trata a los pobres como animales.
El Papa rindió finalmente homenaje -llamando “héroes”- a los médicos, enfermeras y toda aquella persona que sigue trabajando para que la sociedad funcione. Su sensibilidad y entrega no tienen límites.
