El lindísimo templo de Sacramento de San José de la Montaña

Camilo Rodríguez Chaverri

Iglesia de Sacramento de San José de la Montaña

Si tuviera que escoger veinte templos bellos de Costa Rica, de los tres mil que he fotografiado, uno de esos veinte templos es el de Cristo Rey de Sacramento, en Sacramento de San José de la Montaña, Barva, al pie del volcán del mismo nombre. Uno llega al lugar donde está el templo y siente la presencia de Dios en el cielo, en las nubes, en los atardeceres, en las hortensias, en las flores en general, en los árboles con “barba de viejo” y, por supuesto, en la iglesia…

Para llegar a Sacramento, se toma un camino de Barva hacia el volcán. Poco antes de llegar al puesto del Parque Nacional Volcán Barva, está el pueblo de Sacramento. Es el último pueblo antes de llegar al bosque.

El templo es pequeño y acogedor. Según Patricia González, del consejo económico del templo, fue construido hace unos sesenta y cinco años.

Lo único que ha cambiado es el color. Primero fue celeste; después fue amarillo; el tercer color que tuvo fue verde y ahora es color papaya o naranja.

Está afincado en un pueblo pequeño, donde todavía se escucha aullar a los coyotes por las noches frías y llenas de estrellas.

Este templo tiene una particularidad: eclesiásticamente no pertenece a la Diócesis de San José, sino a la Diócesis de Alajuela. Pertenece a la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, en Santo Domingo de El Roble, Santa Bárbara de Heredia. Casi todas las parroquias de Heredia pertenecen a la Diócesis de San José, pero no todas. Este es el ejemplo.

Material fue transportado en carreta

De acuerdo con Obdulio González Cascante, comerciante de la comunidad, el material para la iglesia fue transportado con bueyes por el camino llamado Calle Lajas, es decir, viniendo por El Roble de Santa Bárbara. Dice que él ayudó a traer material para la iglesia cuando tenía unos ocho años y diez años de edad, y ya está por cumplir setenta años. Cuando el templo fue construido, esta comunidad pertenecía a Santa Bárbara. Ni siquiera había camino hacia Barva.

Moisés Ramírez Zamora fue el boyero encargado de trasladar el material. Le ayudaban otros boyeros, Lolo Salas, Luis Ramírez y Juvenal González.

El papá de don Moisés se llamaba Zacarías Ramírez Barrantes. Don Zacarías donó el terreno para el templo. Mide más de media manzana, más que una quinta. El templo está rodeado por un hermosísimo jardín. Muchos años después, los hijos de don Zacarías donaron otro pedazo de tierra para la construcción del salón comunal.

El jardín está a cargo de Patricia González y su esposo, Juan de Jesús Carpio Solano.

Hay misa los sábados a las 3:30 pm. Es un lugar especial para ir a misa y pasear a la vez. Don Obdulio es el presidente de la asociación de desarrollo. Dice que insiste en la necesidad de que el pueblo tenga un parque. Yo le insisto en que no hagan ese parque donde está la plaza, porque Sacramento es de los pueblos de antes, con el esquema de templo, escuela, plaza de deportes… y cantina.

Un pueblo para ir de pic nic

Sacramento es un pueblo perfecto para ir a comer chicharrones, tortillas palmeadas con natilla casera, plátano maduro con queso, churrasco de lomito, gallos de ternera, en el negocio donde se ganan la vida don Obdulio y su hija Patricia, con toda la familia. Hay otros negocios en la comunidad. En Sacramento se come muy rico.

Pero también es perfecto para llegar con huevos duros, atunes, frijoles molidos, tortas de huevo y galletas soda. Eso sí, hay que pasar a tomar café, aguadulce o chocolate caliente en el Restaurante “La Campesina”, de esta lindísima familia.

He hecho varios días de campo con mi familia en Sacramento. Recuerdo que una vez fui con mi abuelita afectiva Mayita Suárez, que de Dios goce, y con mi amigo, el escritor Santiago Porras. Otra vez fui con algunas personas que estuvieron involucradas en el proceso de diseño y elaboración de mis libros de templos. Ahora fui con mi esposa Gabriela y mi hijo menor, Isaac Joaquín. Comparto fotos de ese paseo. Fue una experiencia renovadora.

Todos estos días de campo los he realizado en el jardín de la iglesia, que tiene una vista esplendorosa. Es un sitio precioso, rodeado de árboles y plantas que lo hacen parecer de otro planeta o de otra dimensión. En cualquier momento salen los enanos de este cuento.

A ver si usted se da la vuelta por Sacramento. En “La Campesina” se come muy bien y es súper barato, por si no quiere complicarse la vida. Pero también es rico tirarse en una sábana, sobre el pasto, al lado del templo, y ver cómo las nubes pasan corriendo, escribiendo poemas en el atardecer. Qué colores nos regala Dios en Sacramento. Es que hasta el nombre le ayuda al pueblo.

Un sacerdote que celebró misa mucho tiempo en la comunidad, Christian Herrera, cada vez que llegaba a Sacramento decía, “vengo a despejarme, ya llegué al cielo”.

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Periodista y escritor

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