El gran Norval Calvo…

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Camilo Rodríguez Chaverri

Hay mucho qué decir, bueno, notable, de las personas que aparecen en los medios de comunicación. Recuerdo que la primera vez que le hablé de escribir algunos textos (fue don Rogelio quien propuso el nombre “Buena Gente”, aunque ahora aparecen mis columnas con los nombres «Sobrevuelo», «Ida y Vuelta» y «Rincón del fuego») lo hice pensando específicamente en el gran crecimiento profesional que ha tenido Norval Calvo, como periodista, guionista y humorista, en el programa“Pelando el Ojo”. Me gano los frijoles en dos emisoras, Radio Columbia, donde tengo el programa “Peloteando”, gracias a la generosidad y la confianza de don Raúl Quesada y don Rolando Alfaro, de la Cadena de Emisoras Columbia, y también hago un programa en Radio Actual, un espacio especializado en libros. Además, tengo 20 años de escribir en el programa “Panorama”, de la Cámara Nacional de Radio (CANARA), a la que no está adscrita la emisora de “Pelando el ojo”. Y tengo dos proyectos rurales, uno en Guápiles, el periódico El Guapileño, y otro en Grecia, en Radio 16, en un programa de Grupo Extralum para los cantones de Occidentes. Dicho todo esto, cualquiera pensaría que no debo hablar de la «competencia».

Sin embargo, lo bueno es bueno. Lo notable es notable. Y no creo que haya un fenómeno de la radio en la actualidad tan fuerte como este programa. Hay dos fenómenos más, pero que ya son clásicos de la radio: “Nuestra voz”, de Amelia Rueda, y “Sensación Deportiva”, de Leonel Jiménez.

De esta década, el gran fenómeno es el trabajo de Norval Calvo, primero con Froilán Bolaños, gran imitador, con enorme y finísima fisga. Froilán falleció prematuramente, si ese término le cabe a la muerte. Fuimos al funeral don Rogelio, doña Liliana, su esposa, y yo, y recuerdo haberles preguntado qué pensaban ellos que iba a pasar con “Pelando el ojo”. Parecía que sin Froilán, Norval tendría que buscar otro concepto. Pero hay mucho talento en este país. El primer elemento de cambio que oxigenó a este programa fue Natalia Monge, con excelentes imitaciones de Pilar Cisneros; Laura Chinchilla; Elizabeth Fonseca; María Luisa Ávila; Alexandra “Gran Pola”, así como sus caracterizaciones de una futbolista marimacha, Marta Emilia; una carajilla fresa, insoportable, Cinthia, etcétera. Se juntaron a ellos la gracia de Roque Ramírez (Doña Merry, Steven José Chanto, Rachad, Polvazo, etc.), Antonio Hernández (quien imita a Viviam Quesada, Mauricio “El Chunche” Montero, Hernán Medford, el Padre Minor Calvo, a todos los animales de la selva, etc), Mino Padilla (doña Culita, Juan Luis Hernández Fuertes, el Padre Ijurco, Josef Miso, un mexicano más metido que la pobreza y el ingeniero de las plantas medicinales, que es lo más ocurrente del programa). Hay una gran capacidad innata en cada uno, y un gran trabajo de perfeccionamiento de los personajes, porque no sólo hay que hablar igualito, también hay que calcar la personalidad y el discurso de cada quien, para que la imitación sea convincente. Otro aspecto importante es el seguimiento por internet a cargo del periodista Cristian Tristán. Otro punto alto es que al frente del grupo hay dos pilares: Cristian Hernández, quien sirve de moderador, conductor, pararrayos, y sobre todos ellos, este brillante Norval Calvo, el periodista del grupo, el que dirige la orquesta, el que conoce muy bien a su gente, y sabe combinar de manera eficiente a personajes y personalidades. Norval es juez y parte, pero lo hace con distinción. Sus personajes nunca están por encima de los personajes de sus compañeros. Y eso sí, se nota que cuando tiene que poner orden, también lo hace con sabiduría y con autoridad. Es pertinente y oportuno. Esto también me lo ha dicho mi amigo Santiago Porras, escritor, quien ha estado en cabina con estos personajes. Me gusta mucho más el elenco de “Pelando el ojo” por la radio que por la tele. Los he visto muchas veces por canal 2, pero les creo mucho más por la radio. Ahí está cada personaje cuando sólo se les escucha.

Es la magia de la radio. La radio tiene un mundo único, y eso lo sabe muy bien Norval, a pesar de que empezó en televisión, en “La Dulce Vida”, también de canal 2, allá por el año 1988, cuando yo era un estudiante de sexto grado en la Escuela Justo Antonio Facio (primer poeta que publicó un libro en Costa Rica), en Siquirres. Punto y aparte son las imitaciones en los espectáculos públicos, porque ahí cada quien también “viste” al personaje, es decir, encarnan a cada persona. Se transforman. Norval es igualito a Ignacio Santos, Óscar Arias, Amelia Rueda y José María Figueres. Natalia es, incluso, más guapa y más sexy que Shakyra. Pero para terminar por donde empecé, tengo una admiración profunda por este gran periodista que es el alma y el motor de “Pelando el ojo”. Sin Norval Calvo, el programa sería una pobre mueca de sí mismo.

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