El día que Bertrand Russell demostró que era el Papa

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Conocen de mi afición por las matemáticas, y aunque a veces hay temas un poco complicados, siempre se puede encontrar algún cuento o anécdota para el gran público, demostrando que hay cosas amenas, entendibles, y que a la vez disfrutamos todos. Dentro de las anécdotas —que hay muchas— una de mis favoritas es una con Bertrand Russell, una de las figuras más prominentes de mediados del siglo XX.

Conozcamos primero un poco sobre Russell.

Era todo un personaje. Nació en 1872 y murió en 1970 en el Reino Unido, fue un filósofo, matemático y escritor. Era el tercer conde de Russell, formaba parte de una de las familias aristocráticas más prominentes del Reino Unido. Fue un hombre innovador, liberal y cuyas convicciones morales a menudo le granjearon problemas, a veces tanto, que visito la cárcel dos veces por su anti-belicismo.

En 1940, fue nombrado profesor en la Universidad de Harvard. Sin embargo, debido a sus opiniones pacifistas y activismo político en contra de la Guerra Fría y las armas nucleares, se le retiró su nombramiento. Esto muestra su compromiso con sus convicciones, incluso a costa de su posición académica.

Gano el Nobel de Literatura en 1950, en reconocimiento a sus variados y significativos escritos en los que defendía los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento. También fue un matemático destacado.

Es también recordado por el famosos manifiesto Russell-Einstein, un texto redactado por Russell y apoyado por Albert Einstein, firmado en Londres el 9 de julio de 1955. En medio de la Guerra Fría, los firmantes alertaban de la peligrosidad de la proliferación del armamento nuclear y solicitaban a los líderes mundiales buscar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales. Fue firmado por once científicos e intelectuales de primera línea, los más notables de ellos los propios Russell y Einstein, este último unos días antes de su muerte el 18 de abril de 1955.

En uno de los anexos pueden leer una biografía de Russell.

Pero bueno, volvamos a la anécdota de Russell con el Papa, en la que se mezcla muy bien su carácter de filósofo y matemático.

La anécdota la tomé del libro Tres cuartos de anécdotas, curiosidades e historias matemáticas de Álvaro Villán.

En una charla que Bertrand Russell daba, se puso a especular/filosofar sobre enunciados como: «Si llueve las calles están mojadas», afirmando, que a partir de un enunciado falso se puede deducir cualquier cosa.

Fue entonces, cuando uno de los oyentes le pregunto: ¿Quiere usted decir que si 2+2=5, entonces usted es el Papa?

Russell, se puso de pie, pensó y le contesto que sí, procediendo a demostrarlo a continuación de este modo:

«Si suponemos que 2+2=5, entonces estará de acuerdo que si restamos 2 de cada lado obtenemos 2=3. Invirtiendo la igualdad y restando 1 de cada lado conseguimos 2=1. Como el papa y yo somos dos personas y 2=1,entonces el Santo Padre y yo somos uno, luego yo soy el Papa de Roma».

El oyente quedó perplejo, y Russell se echó a reír. «Era una broma», dijo. «Pero es una demostración de que si se parte de una premisa falsa, entonces se puede demostrar cualquier cosa».

Esta anécdota es una demostración de la importancia de la lógica en la filosofía. Russell estaba mostrando que, si no se tiene cuidado, se puede llegar a cualquier conclusión, incluso a una absurda, si se parte de premisas falsas.

La anécdota también es un ejemplo del ingenio y el sentido del humor de Russell, que era un hombre inteligente y divertido, y sabía cómo usar su ingenio para hacer que sus puntos fueran claros y memorables.

Hay otra anécdota famosa que también involucra a Russell y al Papa:

Cuentan que durante una cena en la que ambos se encontraban presentes, el Papa desafiante le preguntó a Russell: «Señor Russell, ¿qué haría usted si se encontrara cara a cara con Dios Todopoderoso?».

Russell, conocido por ser un filósofo y lógico ateo, respondió de manera rápida e ingeniosa: «Bueno, su santidad, me gustaría pedirle evidencia empírica de su existencia».

La respuesta de Russell provocó risas en la mesa y se dice que incluso el Papa sonrió ante su respuesta. La anécdota se ha contado en varias ocasiones para ilustrar el escepticismo y el pensamiento crítico de Russell hacia las afirmaciones religiosas y la importancia de la evidencia empírica en la formación de creencias.

Es importante tener en cuenta que esta última anécdota se basa en relatos y no hay evidencia concreta de que realmente haya ocurrido, pero ha sido ampliamente difundida y se ha convertido en parte de la imagen pública de Russell.

Hay otras anécdotas conocidas relacionadas con Russel en casi todos los temas. Son muchas, por lo que hice una selección:

  • En una conferencia sobre cosmología, Russell estaba discutiendo sobre el origen del universo y cómo todo encajaba. Un miembro del público le preguntó: «¿Qué hay debajo del mundo?». Russell respondió con humor: «Nada, es tortugas todo el camino hacia abajo». Esta anécdota resalta su habilidad para simplificar conceptos complejos con humor.
  • Russell escribió una carta a Gottlob Frege, un influyente filósofo y lógico de la época, en la que presentaba una paradoja que posteriormente se conoció como la «paradoja de Russell». Esta paradoja desafiaba la noción de conjuntos y llevó al desarrollo de la teoría de conjuntos moderna.
  • En su libro «Mi desarrollo filosófico», Russell cuenta cómo su abuela lo llevó a la iglesia cuando era niño. Russell no estaba interesado en la iglesia y preguntó por qué iban. Su abuela le respondió que iban para que él pudiera conocer a Dios. Russell preguntó: «¿Y cómo se llama su gato?». Esta anécdota resalta su escepticismo desde una edad temprana.
  • Russell junto con Alfred North Whitehead escribieron «Principia Mathematica», un trabajo monumental en tres volúmenes que buscaba fundamentar las matemáticas en la lógica. La historia cuenta que Russell le mostró el primer volumen a su abuela y le explicó que contenía la demostración de que 1+1=2. Su abuela respondió: «Y bien, ¿no estás un poco viejo para eso?».
  • Se cuenta que Russell era un hombre muy excéntrico. Una vez, en una cena, le preguntaron qué le parecía la filosofía. Él respondió: «La filosofía es una buena manera de ganarse la vida sin tener que trabajar».
  • Otra anécdota cuenta que, en una ocasión, Russell estaba dando una conferencia sobre lógica. En un momento dado, se le preguntó qué era la lógica. Él respondió: «La lógica es la ciencia de las falácias».
  • Russell también era un hombre muy irreverente. Se cuenta que, en una ocasión, le preguntaron qué pensaba de la religión. Él respondió: «La religión es una neurosis infantil».
  • En una ocasión, Russell fue invitado a dar una conferencia en la Universidad de Oxford. Cuando llegó, se dio cuenta de que había olvidado su traje. Tuvo que improvisar con una bata de laboratorio que encontró en el laboratorio de la universidad.
  • Russell era un gran fumador, y a menudo se le veía con un cigarrillo en la mano. En una ocasión, se le pidió que diera una conferencia en una escuela primaria. Cuando llegó, se dio cuenta de que no se le permitía fumar en el edificio. Tuvo que fumar su cigarrillo en el patio de la escuela, a pesar de las protestas de los niños.
  • Russell era un hombre muy independiente, y no le gustaba seguir las reglas. En una ocasión, fue detenido por la policía por vagabundear. Russell se negó a pagar la multa, y fue enviado a prisión. Pasó una noche en la cárcel, antes de ser liberado.
  • Russell era un hombre muy inteligente, pero también era muy excéntrico. En una ocasión, se le vio caminando por las calles de Londres con un paraguas, incluso cuando no estaba lloviendo. Cuando le preguntaron por qué lo hacía, dijo que era para protegerse de los rayos gamma.
  • Russell era un hombre muy apasionado por sus ideas, y a menudo se metía en debates con otros filósofos. En una ocasión, tuvo un debate con el filósofo Ludwig Wittgenstein. El debate se prolongó durante horas, y al final, ambos hombres se marcharon sin haberse convencido el uno al otro.
  • En una ocasión, Russell fue invitado a dar una conferencia en la Universidad de Oxford. Cuando llegó, se dio cuenta de que había olvidado su discurso. Se sentó en el podio y se puso a improvisar. La conferencia fue un éxito, y Russell fue aplaudido por su ingenio y su capacidad de pensar sobre la marcha.
  • Russell era un pacifista y se opuso a la Primera Guerra Mundial. Fue encarcelado por sus actividades antibélicas.
  • Russell era un ateo y fue un crítico de la religión. En su libro «Los problemas de la filosofía», escribió: «La religión es una enfermedad del alma».
  • Russell era un hombre de ideas firmes y no le gustaba que le contradigan. En una ocasión, un estudiante le preguntó: «¿Cuál es el significado de la vida?». Russell respondió: «No tengo ni idea». El estudiante se quedó perplejo y dijo: «Pero usted es un filósofo». Russell respondió: «Sí, pero eso no significa que tenga todas las respuestas».
  • Russell era un hombre de gran humor. En una ocasión, le preguntaron: «¿Cuál es la diferencia entre un vegetariano y un teólogo?». Russell respondió: «Un vegetariano no come carne de animales. Un teólogo sí».

Comparto estas anécdotas de Russell, porque proporcionan un vistazo de la personalidad y la mente aguda que tenía, así como su influencia en la filosofía y la cultura en general. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las anécdotas históricas pueden variar en su precisión y contexto.

En los anexos pueden leer también algunas de sus frases célebres.

Califique está columna:

Anexo 1

Biografía

Bertrand Russell

Bertrand Arthur William Russell (18 de mayo de 1872 – 2 de febrero de 1970) fue un filósofo, matemático, lógico, activista social y escritor británico. Nació en Ravenscroft, Gales, en una familia aristocrática con una rica tradición intelectual. Su abuelo, Lord John Russell, había sido primer ministro del Reino Unido.

Russell mostró un gran talento para las matemáticas desde una edad temprana y se educó en casa hasta los 11 años. A los 16 años, ingresó al Trinity College de Cambridge, donde se destacó en matemáticas y filosofía. Durante su tiempo en la universidad, se involucró con los llamados «Principia Mathematica», un trabajo seminal en lógica y filosofía de las matemáticas que coescribió con Alfred North Whitehead.

Después de completar sus estudios en Cambridge, Russell se convirtió en profesor y autor prolífico. En 1910, publicó «Principia Mathematica» junto con Whitehead, una obra que buscaba fundamentar la matemática en la lógica simbólica. Esto estableció su reputación como uno de los principales lógicos del siglo XX.

A lo largo de su vida, Russell abordó una amplia gama de temas, incluyendo la filosofía, la historia, la religión, la educación, la política y la ética. Su filosofía evolucionó con el tiempo, pasando de un enfoque en la lógica y las matemáticas a preocuparse cada vez más por cuestiones sociales y éticas. Fue un defensor apasionado de la libertad de expresión y los derechos humanos, y se manifestó en contra de la guerra y el militarismo.

En 1950, Russell recibió el Premio Nobel de Literatura en reconocimiento a su amplia producción literaria y su defensa de los valores humanitarios. También se destacó como un crítico del pensamiento dogmático y la intolerancia religiosa, lo que a veces lo llevó a controversias y enfrentamientos con autoridades religiosas y políticas.

Russell se casó cuatro veces a lo largo de su vida y tuvo varios hijos. Además de su legado filosófico y literario, también fue un importante activista político y participó en movimientos a favor del pacifismo y los derechos civiles.

Bertrand Russell falleció el 2 de febrero de 1970 en su hogar en Penrhyndeudraeth, Gales. Su legado como uno de los pensadores más influyentes del siglo XX perdura y sigue siendo objeto de estudio y discusión en diversas áreas de la filosofía, las matemáticas y la política.

Anexo 2

Frases célebres

Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas.

En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras.

Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad.

El ser capaz de llenar el ocio de una manera inteligente es el último resultado de la civilización.

El hombre feliz es el que vive objetivamente, el que es libre en sus afectos y tiene amplios intereses, el que se asegura la felicidad por medio de estos intereses y afectos que, a su vez, le convierten a él en objeto de interés y el afecto de otros muchos.

Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos.

La historia del mundo es la suma de aquello que hubiera sido evitable.

El sabio uso del ocio es un producto de la civilización y de la educación.

Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar.

Una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de escaso valor.

Las matemáticas pueden ser definidas como aquel tema del cual no sabemos nunca lo que decimos ni si lo que decimos es verdadero.

Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos por hacer lo posible imposible.

Las matemáticas poseen no sólo la verdad, sino cierta belleza suprema. Una belleza fría y austera, como la de una escultura.

No importa lo elocuente que ladre un perro; nunca podrá decirte que sus padres fueron pobres pero honestos.

Lo que los hombres realmente quieren no es el conocimiento sino la certidumbre.

Toda la actividad humana está motivada por el deseo o el impulso.

El que la ciencia pueda sobrevivir largamente depende de la psicología; es decir, depende de lo que los seres humanos deseen.

El hombre prudente sólo piensa en sus dificultades cuando ello tiene algún objeto. Cuando no, piensa en otra cosa.

¡Qué agradable sería un mundo en el que no se permitiera a nadie operar en bolsa a menos que hubiese pasado un examen de economía y poesía griega, y en el que los políticos estuviesen obligados a tener un sólido conocimiento de la historia y de la novela moderna!

Me opongo a toda superstición, sea musulmana, cristiana, judía o budista.

Los más ilustrados de entre los griegos sostenían que la esclavitud era justificable siempre que los amos fueran griegos y los esclavos bárbaros, pero el caso opuesto era contrario a la naturaleza.

La conclusión es que sabemos muy poco y sin embargo es asombroso lo mucho que conocemos. Y más asombroso todavía que un conocimiento tan pequeño pueda dar tanto poder.

La calumnia siempre es sencilla y verosímil.

Cuánto placer se obtiene del conocimiento inútil.

La conclusión es que sabemos muy poco y sin embargo es asombroso lo mucho que conocemos. Y más asombroso todavía que un conocimiento tan pequeño pueda dar tanto poder.

Un síntoma de que te acercas a una crisis nerviosa es creer que tu trabajo es tremendamente importante.

Mucho de lo que pasa por idealismo es odio o amor al poder enmascarado.

Entre todas las formas de cautela, la cautela en el amor es, posiblemente, la más letal para la auténtica felicidad.

El mundo necesita mentes y corazones abiertos, y estos no pueden derivarse de rígidos sistemas ya sean viejos o nuevos.

Cuando encuentres oposición, aunque provenga de tu esposo o de tus hijos, trata de superarla por medio de la razón y no de la autoridad, pues una victoria que dependa de la autoridad es irreal e ilusoria.

No creas conveniente actuar ocultando pruebas, pues las pruebas terminan por salir a la luz.

Sé sincero, incluso si la verdad es inconveniente, pues resulta más inconveniente cuando tratas de ocultarla.

Muéstrate escrupuloso en la verdad, aunque la verdad sea incómoda, pues más incómoda es cuando tratas de ocultarla.

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