Cumbre de las Américas

Fernando Berrocal

Fernando Berrocal Soto

Siempre son importantes el diálogo y las reuniones entre los Estados Unidos y Canadá con América Latina y el Caribe y las reuniones bilaterales que se realizan, en ese contexto, entre los presidentes y jefes de Estado. Este es nuestro hemisferio y el más cercano círculo de relaciones internacionales.

En ese espíritu se realizó, hace pocos días, la última Cumbre de las Américas en la ciudad de Los Ángeles. Aunque la verdad sea dicha, nada demasiado significativo y nuevo salió de ese encuentro, excepto una frase que dice mucho y, a la vez, no dice nada: “la responsabilidad es compartida”.

Dice mucho porque ciertamente la agenda común a desarrollar es una “responsabilidad compartida” entre todos nuestros países, indistintamente de su nivel de desarrollo y su capacidad estratégica y económica, pero no dice nada si la misma no se complementa con un verdadero y poderoso Plan de Acción con metas, objetivos y plazos a desarrollar y cumplir entre todos.

Entiendo y acepto que no vivimos en la extraordinaria época de Kennedy y la Alianza para el Progreso y ni siquiera en los años del presidente Clinton, cuando se realizó otra Cumbre de las Américas en la ciudad de Miami y algunas cosas, a partir de ahí, comenzaron a cambiar. Pero es desilusionante que tanto esfuerzo y el enorme y crítico debate sobre si invitar o no a Cuba, Nicaragua y Venezuela, terminara nada más en una frase: “la responsabilidad es compartida”. Eso es demasiado poco. Ciertamente el mundo cambió y hoy es un mundo multipolar. El proceso de globalización e interrelación política y económica no lo detiene nada ni nadie y por ahí se irán inevitablemente las relaciones internacionales en el siglo XXI. Pero a la vez creo y no dejo de defender, desde siempre, la tesis de que entre los Estados Unidos y Canadá con América Latina y el Caribe, debería existir una relación especial de cooperación económica y una agenda común y que es en el interés de todos nuestros países, al norte, al sur y en el Caribe, el desarrollo integrado y en democracia, mucho más allá de los Tratados de Libre Comercio.

Eso de reducir todo al libre comercio y a declaraciones grandilocuentes, a mí sinceramente no me convence. En el caso específico de Costa Rica, que no genera migración ilegal significativa hacia los Estados Unidos y Canadá, es necesario construir una agenda común de cooperación educativa, tecnológica, económica e inversiones, más allá de solamente el tema del narcotráfico, en donde existe una amplia y positiva experiencia compartida de muchos años.

Las migraciones del sur hacia el norte del hemisferio no se detendrán mientras haya tanta pobreza, desigualdad y falta de oportunidades en América Latina. Esa es la pura verdad. ¿O es que la gente migra por otras razones? Solamente un desarrollo económico en democracia y con justicia e igualdad social, cambiará esta realidad. Las declaraciones de principios no son suficientes.

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