Cosas de don Pepe

Política entre bastidores

Manuel Carballo Quintana

Manuel Carballo

Tuve el privilegio de conocer de una u otra forma el carácter de don Pepe en su vida política, a veces de buen humor, a veces jovial, pero a veces molesto, cáustico, sarcástico y hasta punzante. Como todo ser humano, tenía sus enojos y le costaba aceptar algunas críticas a sus decisiones. Hasta donde yo conozco, don Francisco Orlich era el único que reprendía a don Pepe, que le hablaba fuerte y a quien le hacía caso, como decimos. “Pepe, no sea tan cabezón…”, solía decirle. En las oficinas del Parque Morazán estaba mi oficina y acostumbraba quedarme hasta tarde y en una oportunidad don Chico le habló tan enérgico que creí que se pelearían. Pero no, don Chico era más que un hermano, toda una vida juntos en todas las circunstancias.

Una de las peculiaridades inconfundibles de don Pepe era su irritación cuando alguien le hablaba mal de sus amigos. Y sus amigos, en primerísimo lugar eran quienes lo acompañaron en la Revolución de 1948, los excombatientes del 48. Eran como sus hijos.

En campaña política, me refiero a la de 1970, había dos cosas que le molestaban cuando hablaba en plaza pública. Una, que agitaran las banderas verde y blanco mientras hablaba; y otra que lo interrumpieran. Cuando hablaba, al comenzar, era clásico oírle decir “bajen las banderas, bajen las banderas, yo quiero hablarle a ustedes, no a las banderas”. Y es que además, por ser plásticas esas banderas, sonaban muy feo cuando se agitaban. Dos o tres veces durante sus intervenciones, llamaba a bajar las banderas.

En esa misma campaña electoral, disputando don Pepe la presidencia con don Mario Echandi, en una plaza pública en Moravia, casi en su cara un tipo le gritó “Viva Mario Echandi”. Don Pepe, muy tranquilo le respondió: “Que viva, pa’derrotarlo”. La ovación de la concurrencia no se hizo esperar, fue grande.

Algo parecido ocurrió en Barrio La Cruz, en San José. Un partidario, mientras hablaba don Pepe, lo interrumpía constantemente con sus “Viva Pepe Figueres”. Harto de esas interrupciones, le pidió que pasara a la tribuna. Pasó, le cedió el micrófono y el partidario se quedó meditabundo como 10 segundos y al fin gritó un sonoro “Viva Pepe Figueres”. ¡Para qué lo hizo…! Entonces fueron aplausos, carcajadas y un clima festivo. Y don Pepe no hizo más que sonreír.

Hasta ahí todo estaba bien, porque cuando lo vimos realmente salido de tono y enojado fue en una reunión de la Juventud Liberacionista de Desamparados, en la Soda Navidad. Don Pepe era ya candidato para 1970, el local de la soda estaba atiborrado. Y vino primero el discurso del presidente de la juventud desamparadeña. Fue un discurso respetuoso, muy teorizante, pero muy crítico en el sentido de que él hacía la conjetura de que una presidencia de don Pepe iría a atizar en su gestión conflictos generacionales. El presidente de la Juventud Liberacionista era estudiante de sociología que le gustaba hacer gala de sus conocimientos, e hizo una fundamentación teórica del conflicto de generaciones, partiendo de las eventuales contradicciones entre don Pepe, con edad avanzada, y los anhelos de los jóvenes. Don Pepe, evidentemente molesto, pidió a un salonero “algo” de tomar y casi de inmediato interrumpió al orador. Sus palabras más o menos textuales fueron las siguientes: “No me vengan a mí con conflictos de generaciones, eso para mí no existe; un gobierno mío será para todos los costarricenses. Lo que ustedes los jóvenes deben hacer es estudiar y en vez de ejercitar la lengua deben ejercitar el cerebro”. Santa palabra, reinó el silencio. Don Pepe siguió adelante con su discurso, despertando de nuevo el bullicio, los vivas y la alegría de estar con el caudillo.

Ya de Presidente de la República en el período 1970-1974, me correspondió acompañar a un pequeño grupo de dirigentes de la Juventud y dos venezolanos. La visita era fundamentalmente para que los amigos extranjeros conocieran a don Pepe. Fue una conversación de más de media hora. Quienes más conversábamos éramos los jóvenes. Todos acuñaban la palabra “problemática”: la problemática de la educación, la problemática de la economía, la problemática de Centroamérica. Don Pepe era claro que no se sentía a gusto. Fue entonces que muy enfático manifestó: “Miren muchachos, yo estoy de acuerdo en todo lo que ustedes dicen, pero lo que no me gusta es que sólo hablen de ‘problemática’, se puede hablar de problemas en vez de esa palabrita tan rebuscada ¿Por qué en vez de problemática no hablamos de ‘solucionática’?”. Su crítica nos cayó como una balde agua fría, pero la entendimos. No era yo el aludido, pero confieso que, en mi vocabulario suprimí por siempre la palabra problemática.

Una última pincelada. En su gobierno de 1970 a 1974, don Pepe escribió el libro titulado “La Pobreza de las Naciones”, concluido en 1973. En el prólogo de su libro don Pepe apunta: “Llevo, pues, tres años y medio de ratitos robados al trabajo del gobierno de Costa Rica, y al sueño…”. Pues bien, dado que Casa Presidencial estaba al costado este del Parque Nacional, los diputados oficialistas muchas veces pasábamos por el despacho de don Pepe antes de las sesiones de la Asamblea Legislativa y unas veces se daban conversaciones muy relevantes y graciosas otras. Uno de los visitantes asiduos a Casa Presidencial fue don Bruce Masís Dibiasi, quien fuera Ministro de Agricultura y Ganadería en la Junta Fundadora de la Segunda República y en su primer gobierno constitucional de 1953 a 1958, muy amigo de don Pepe.

Don Pepe entregaba en consulta, solicitando opinión a algunos amigos escogidos, los manuscritos por capítulos de su libro, entre ellos a don Bruce Masís. Tengo entendido que don Bruce era crítico párrafo por párrafo de lo escrito en el libro, y cuando llegaba a Casa Presidencial era para sugerir y recomendar cambios de fondo y de redacción. Estando en el despacho del Presidente el coronel Armando D’Ambrosio, Francisco Morales, don Bruce Masís y el suscrito, tras las críticas constructivas de don Bruce Masís, don Pepe evidentemente molesto le replicó: “Bruce, ¡porqué usted no escribe su libro!”. Todos guardamos silencio ante la salida un tanto punzante del Presidente de la República.

Desde mi óptica, era muy difícil descifrar el temperamento de don Pepe, por supuesto que respondía a su estado anímico. Lo cierto es que cada una de sus reacciones conforman parte de la historia política de Costa Rica. Sus salidas, conductas, actitudes, respuestas y carácter personal sólo a don Pepe se le toleraba. ¡Quiérase o no, ése era don Pepe! Grande e incomparable.

Estos apuntes no tienen ninguna pretensión literaria; son la narración coloquial de simples hechos reales poco conocidos que al cabo del tiempo se convierten en históricos.

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2 comentarios

  1. Mi comentario ya lo escribí.

    Juan Antonio Céspedes Guzmán
    Escazú, junio 16 de 2023 —

  2. Gerardo Mata Araya

    Bonita remembranza. Te felicito Recordado copartidario y amigo.

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