Carlos Manuel Castillo Morales

Ágora*

Guido Mora

Guido Mora

El 20 de febrero de 1999 murió el Dr. Carlos Manuel Castillo Morales. Este mes se cumplen 17 años de su desaparición física.

No quiero hablar aquí de los puestos que desempeñó, de si fue o no precandidato, candidato o funcionario público nacional o internacional de alto nivel.

Sobre estos temas muchos otros colegas han escrito, con toda certeza mucho mejor de lo que yo pueda hacerlo.

Quiero hablar de Carlos Manuel desde mi perspectiva personal, de mi amigo, del ser humano que él y doña Kyra, me permitieron conocer, de manera muy íntima.

No tuve la oportunidad de ocupar al lado suyo una posición política, en la función pública o en el campo académico.

Lo conocí en 1980 como estudiante de la materia Introducción a la Economía, un curso de servicio que daba la Escuela de Economía y que debíamos matricular quienes estudiábamos Ciencias Políticas.

Matriculé el curso con el afán de tener la fortuna de conocerlo y escucharlo en sus clases: un gurú de la economía latinoamericana.

Cuando entró el primer día al aula, en el sótano del edificio de Economía, lo veía como un Gigante. Tenía yo entonces 17 años y muchos sueños e ilusiones de lo que debía ser Costa Rica y de como deseaba que se gobernara.

Carlos Manuel era entonces una de las caras más emblemáticas del Partido Liberación Nacional, un verdadero socialdemócrata, pero además, un intelectual y un caballero.

Terminé el curso, esforzándome para sacar buenas notas, al fin y al cabo, era un orgullo tomar clases con don Carlos y mostrarle que uno era un estudiante aplicado.

Entre 1984 y 1985, gracias a otro profesor, Luis Fernando Diaz, integré con otros colegas: Pablo Ayón, Erick Hess, Alvaro Mendieta; una unidad de seguimiento y análisis electoral.

Entonces como precandidato, Carlos Manuel visitaba el “Área Metropolitana”, a las reuniones del Comando de Campaña, integrado por Luis Fernando, Johnny Fernández, Luis Burstin, Hayde Tossi, entre otros, o más bien, entre los que recuerdo.

La actividad que realizamos como estudiantes nos llevó a desarrollar técnicas estadísticas, seguimiento a cantones insignia y evaluación de resultados, al punto que a medio día, la fecha en que se realizaba la Convención entre Castillo y Arias, nos correspondió solicitar audiencia al Comando de Campaña, para “informarles” que habíamos perdido las elecciones primarias, con datos bastante aproximados a los que finalmente se obtuvieron al final de la votación.

Fue entonces cuando por primera vez nos reunimos con el Doctorcito, en la casa de don Pepe, en Entebe, para compartir con él una reunión social y por primera vez escucharlo, no como profesor, sino en una conversación coloquial, conversando sobre política y economía.

La extensión de las clases, ahora no sólo se realizaba con la teoría, sino también con ejemplos de la vida real, que siempre usaba para enseñarles a quienes nos preciamos de haber sido sus alumnos, por muchos años.

Años después, luego de haber compartido actividades partidarias continuó un proceso de acercamiento con el Doctorcito, hasta que expresamente me solicito que le ayudara en algunas actividades académicas y profesionales.

Las reuniones en su oficina en CEFSA, eran toda una catedra.

Otras veces me invitaba a actividades con algunos amigos suyos, y cual era mi sorpresa que llegaba a la casa de Don Carlos, para encontrarme allí a don Jorge Manuel Dengo, a Gert Rosenthal, a Enrique Iglesias, Presidente del BID, para mencionar algunos nombres.

Yo era entonces un joven que continuaba soñando con un país solidario, con una Costa Rica de oportunidades, con un partido grande, que sacara a nuestro país de la pobreza e incentivara las oportunidades para los más necesitados.

Me veía como un enano a la par de aquellos gigantes internacionales, hombres con los que Carlos Manuel se relacionaba cotidianamente, porque era de esa misma estatura: UN GIGANTE.

Años después convocó a un grupo de personas entre los que estábamos Antonio Burgués, Numa Estrada, Johnny Fernandez nuevamente, entre otros que recuerdo, para invitarnos a formar parte de la iniciativa por una nueva postulación por el Partido Liberación Nacional.

Había perdido las elecciones y correspondía, como históricamente había ocurrido, que el Candidato podía repetir su postulación.

Fue entonces cuando establecí ese lazo entrañable con aquel buen amigo.

Los desayunos en su casa, disfrutando de la compañía y los platillos que nos preparaba doña Kyra, los almuerzos en igual condición, con personalidades, políticos y candidatos de todos los frentes, la posibilidad de acompañarlo a recorrer el país, las conversaciones prolongadas con Omar Rojas, Juan Carlos Chaves, Kyra y Daniel Gallardo, entre otros, me permitía conocer cada vez más al Carlos Manuel, al ser humano que vivía dentro de ese Gigante.

Pasado ese episodio político y ya más involucrado en el Partido Liberación Nacional, como Secretario de Actas del Directorio Político y Director del Instituto de Formación Política “Rodrigo Facio”, la relación se hizo más cercana.

En esas épocas, todos los domingos esperaba la llamada de Carlos Manuel, recordándome que “Kyra ya había exprimido las naranjas y que el jugo estaba fresco”, que me estaba esperando la tertulia de los domingos, entre las 9 de la mañana y las 12 del día.

Conversábamos sobre política, hacia preguntas y Carlos Manuel, con su experiencia y conocimiento me contestaba o me orientaba para que buscara las respuestas a mis preguntas.

A las 12 del día, después de una clase privada con el MAESTRO, me decía, doctorcito son las 12, hora que se marche, pues su familia lo espera a almorzar. ¡Cómo me costaba dejarlo y abandonar aquellas tertulias!, me dolía dejarlo, aun sin saber que serían las últimas que compartiríamos.

Fue justamente, en una de esas convocatorias, en que Carlos Manuel me llamo a mi casa, que necesitaba hablar conmigo.

En una de esas conversaciones me sentó en su terraza, como tantas veces lo había hecho, para esta vez decirme que estaba enfermo y que su perspectiva de vida era muy limitada.

Esa vez lloramos juntos. Sentí como se me desgarró el corazón y junto a él, compartí uno de los momentos más íntimos y más dolorosos que he vivido con un ser querido, tan cercano, como nunca supuse que podría sentirlo con alguien que no era un familiar directo.

Kyra y Carlos Manuel me permitieron acompañarle hasta el último día. Esta dura experiencia forjó también una amistad más allá de lo político y profesional con doña Kyra, a quien aprecio entrañablemente y a quien agradezco haberme permitido conocer a ese gran hombre.

Con su partida, Costa Rica se privó de un gran hombre, de un Presidente como posiblemente no ha existido las últimas Administraciones.

Liberación Nacional perdió a uno de sus últimos ideólogos, a un pensador y un formulador de proyectos como pocos y sobre todo a un líder preclaro que sabía equilibrar lo social, lo político y lo económico: en Liberación se liberaron los demonios neoliberales con su desaparición.

Hoy día, 17 años después de su partida, tenemos que decirlo: ¡Qué falta nos has hecho, Doctorcito!

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* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.

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Un comentario

  1. Johnny Soto Zúñiga.-

    Excelente artículo a la honra del Dr. Carlos Manuel Castillo Morales. En nuestras mentes estará siempre su huella indeleble e histórica a la Patria.-

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