Alemania: ¿Dónde reside el potencial de un partido de Sarah Wagenknecht?

Carsten Braband

Sarah Wagenknecht

La base del voto potencial de Sahra Wagenknecht, actualmente diputada en el Bundestag y dirigente de Die Linke (La Izquierda,) es principalmente una izquierda con opiniones sociopolíticas conservadoras y partidarios del campo de la derecha, sobre todo de la ultraderechista AfD (Alternative für Deutschland). Para captarlos, tendría que aplicar políticas culturalmente conservadoras, pero eso entraña peligros.

Es la noche electoral de las elecciones al parlamento federal (Bundestag) de 2025. Sahra Wagenknecht saluda radiante a la multitud y celebra con pompa la entrada de su nuevo partido en el Bundestag. En primera fila, Sevim Dağdelen y Andrej Hunko aplauden al ritmo de los éxitos musicales de Dieter Dehm, quien se apresura a acompañarlos. En otro lugar, Martin Schirdewan y Janine Wissler, de La Izquierda, no saben qué decir, como en la AfD, donde las dramáticas pérdidas de votos han dejado la moral por el suelo.

Si se otorga credibilidad a las estimaciones de los encuestadores y la benévola cobertura mediática, que atribuyen grandes perspectivas de éxito a un partido de Wagenknecht, el país pone rumbo hacia un escenario en el que dicho partido reducirá a la AfD a cifras de un solo dígito y condenará a La Izquierda a la insignificancia. En primavera, Wagenknecht anunció su renuncia a un puesto en la candidatura de La Izquierda en Renania del Norte-Westfalia – donde de todas maneras las perspectivas son poco prometedoras – en las próximas elecciones federales. Quiere esperar hasta finales de año para decidir si funda un nuevo partido.

En caso de atreverse a dar un salto hacia lo desconocido, sus ambiciones están claras: debe ser un partido de izquierdas que entienda a la clase trabajadora y recoja de nuevo a antiguos izquierdistas que ahora votan a la AfD o no votan nunca. Pero, ¿hasta qué punto son fiables estas previsiones de éxito? ¿Cuál es el potencial político real de esa posible fundación de un partido? ¿Y qué impacto político tendría?

Económicamente de izquierdas, culturalmente de derechas

Las últimas encuestas representativas sobre el potencial electoral de un partido de Wagenknecht arrojan algo de luz sobre esta difusa mezcolanza de datos. Según éstas, a principios de marzo, alrededor del 19% de los votantes con derecho a voto podrían en principio imaginarse votando a un partido de este tipo, lo que corresponde aproximadamente al tamaño del potencial máximo electoral de La Izquierda. Cuántos de estos y estas votantes podría ganar un partido de Wagenknecht depende, entre otras cosas, de hasta qué punto estas personas se reencontrarían con las posiciones y el personal del nuevo partido.

Según las conclusiones de un grupo de investigación dirigido por la politóloga Sarah Wagner, este electorado potencial está formado principalmente por los llamados «autoritarios de izquierdas» (Linksautoritäre) o «conservadores de izquierdas» (Linkskonservative). Son económicamente de izquierdas y culturalmente conservadores al mismo tiempo: aprueban el equilibrio social, pero también exigen una política de migración e integración más restrictiva. Además, están políticamente insatisfechos y apenas están representados por un partido en consonancia con ellos en ningún sistema político de Europa occidental.

Este diagnóstico es remarcable porque este perfil difiere notablemente del electorado del actual partido de Wagenknecht: Aunque los votantes efectivos de La Izquierda están asimismo insatisfechos políticamente y se muestran firmemente a favor de la redistribución económica, son, al igual que los simpatizantes de sus partidos hermanos europeos, más progresistas que la media en cuestiones de inmigración y minorías.

Esto sugiere que, sobre todo aquellos y aquellas que aprueban la política de paz y las posiciones de izquierda económica de Wagenknecht, con sus posiciones culturalmente conservadoras, pueden imaginarse votando a un partido así. Según las propias declaraciones de Wagenknecht, su objetivo es hacer una oferta política a estos conservadores de izquierdas. Esto coincide con sus recientes declaraciones sobre políticas de igualdad y de minorías, así como su rechazo a la Ley de Autodeterminación de Género, su rechazo al lenguaje no sexista y en polémicas contra el llamado «Lifestyle-Linke» en su libro Die Selbstgerechten.

El hecho de que el potencial de votantes al que se dirige Wagenknecht es muy diferente del de La Izquierda queda claro cuando se observa el actual comportamiento electoral de estas personas. Aunque, según la encuesta del Instituto Kantar utilizada aquí, alrededor del 50 por ciento de los votantes de La Izquierda pueden en principio imaginarse votando a un partido de Wagenknecht, este grupo de personas constituye solo un pequeño 15 por ciento de todos los simpatizantes de Wagenknecht. Solo el 28% de los potenciales votantes de Wagenknecht votaría actualmente a partidos de centro-izquierda. Una gran parte de los simpatizantes de Wagenknecht que acuden a las urnas votarían actualmente a partidos del campo conservador: un 41% a la AfD, seguida de la CDU/CSU con un 22% y el FDP con un 8%.

Según los resultados del citado grupo de investigación, Wagenknecht también goza de una popularidad superior a la media entre los no votantes. Dentro de este grupo, que resulta bastante heterogéneo en sus motivos para abstenerse, son de nuevo los conservadores de izquierdas los que podrían sentirse representados por un partido de Wagenknecht. Por el contrario, los simpatizantes del campo de los partidos conservadores son difícilmente alcanzables para La Izquierda. La mayoría de las personas que podían ser ganadas por La Izquierda en 2021 votaron en partes prácticamente iguales al SPD, a los Verdes o se abstuvieron.

No está claro si un partido de Wagenknecht podría realmente convertir su potencial en éxito electoral. Por ejemplo, el atractivo de un partido de este tipo está hoy probablemente influenciado por las posiciones políticas pacifistas de Wagenknecht, como indica la significativa caída en los índices de intención de voto tras su mitin en Berlín a finales de febrero. En la campaña electoral podría tropezar como resultado de declaraciones individuales, acontecimientos inesperados o en algún cara a cara por la cancillería, como sugiere la volátil migración de votantes en las elecciones federales de 2021. Una estructura de partido poco sólida o los conflictos internos del partido también podrían hacer fracasar el proyecto, especialmente porque un posicionamiento sociopolítico conservador podría hacer todo lo anterior más probable.

Sin embargo, desde el punto de vista de la estrategia electoral, el rumbo conservador de izquierdas de Wagenknecht parece el más prometedor, ya que el apoyo de sus simpatizantes en el bando rojo-verde-rojo no le permitiría por sí solo construir un partido por encima de la barrera del 5 por ciento. Solo si logra movilizar a los conservadores de izquierda en el campo de los partidos conservadores y entre ellos a los no votantes como su base principal, podría lograr un resultado electoral con el que realmente podría poner bajo presión al gobierno del semáforo y a la CDU/CSU. Pero para desafiar a la AfD o a la CDU/CSU o para movilizar a los no votantes, tendría que representar de manera efectiva posiciones culturalmente conservadoras. Oponerse simplemente a las élites en nombre del pueblo de forma populista de izquierdas no sería suficiente, porque las actitudes culturalmente conservadoras suelen ser decisivas para estas personas a la hora de votar.

El partido se vería prácticamente obligado a adoptar una postura sociopolíticamente conservadora para movilizar realmente a una proporción suficientemente grande de sus potenciales votantes. Contrariamente a una opinión generalizada compartida por Wagenknecht, la mayoría de los votantes de la AfD nunca han sido simpatizantes de partidos de izquierdas, sino que votaban a la CDU/CSU o no votaban. Para ganarse a grupos de votantes para un proyecto propio – votantes que, por otro lado, nunca se han perdido – hay que servir a sus posiciones.

Jugar con fuego

El imponderable más importante para un posible partido de Wagenknecht quizá no serían sus perspectivas inmediatas de éxito en las elecciones, sino su propio desarrollo político a medio plazo. Atraer a votantes cultural y políticamente de derechas por parte de un partido de izquierdas en los aspectos económicos, ¿puede salir bien?

Como también hay que hacerse la misma pregunta si un partido de Wagenknecht lograra ganar votantes conservadores de izquierda de la AfD. Una mayor focalización pública sobre los debates sociopolíticos en torno al lenguaje no sexista, la autodeterminación de la identidad de género o el supuesto distanciamiento de los entornos de izquierdas, todo ello se ajustaría perfectamente a los intereses de la AfD. Adoptar posturas similares no solo normalizaría a la AfD, también aumentaría su aceptación como partido elegible entre la población.

Al mismo tiempo, la AfD podría presentarse como el combatiente cultural original frente a otros partidos. Los estudios muestran que la focalización de los medios de comunicación hacia los temas centrales de los partidos de derecha radical mejora sus resultados electorales. Indirectamente, un partido de Wagenknecht culturalmente conservador podría contribuir así a que la CDU y el FDP perdieran más votantes conservadores de derechas en favor de la AfD, lo que podría poner en marcha una evolución hacia condiciones políticas como las de Italia, Austria o Francia, donde la extrema derecha es actualmente una fuerza política dirigente.

A la inversa, estos grupos de votantes también podrían apartarse de un partido de Wagenknecht si éste modificara sus posiciones. En caso de participación en un gobierno con el SPD o incluso con los Verdes, favorecería que los conservadores sociopolíticos abandonaran el barco, de forma análoga a la dinámica en la que los votantes del FDP dan la espalda al partido bajo circunstancias adversas.

Sin embargo, si un partido de Wagenknecht entrara en el parlamento, las posibles consecuencias serían más profundas que la mera prevalencia en el discurso público de los temas sociopolíticos. En lugar de atraer a amplios sectores de la clase trabajadora, un partido conservador de izquierdas podría ahondar la división cultural de esta clase.

Las posiciones de rechazo frente al cambio cultural o la migración y la preocupación por los impactos de la transformación ecológica en la propia situación económica son, en efecto, reales y, en el caso de estas últimas, están más extendidas en la clase trabajadora que en la clase media. El análisis de Wagenknecht de una mayoría de la clase trabajadora culturalmente conservadora es, sin embargo, empíricamente insostenible: saca conclusiones a partir de un grupo limitado dentro de esta clase a todas las clases bajas sin más. Los trabajadores de la producción y los servicios en particular tienen opiniones muy heterogéneas sobre la cuestión de la migración, por ejemplo, razón por la cual un partido conservador de izquierdas probablemente sería votado principalmente por conservadores de diferentes estratos.

Por otra parte, ahondaría aún más la brecha cultural entre las clases medias y trabajadoras: Aunque las primeras desde siempre han tenido opiniones más escépticas con la inmigración que las segundas, los estudios muestran que estas diferencias culturales de clase son sustancialmente mayores cuando los temas en cuestión son fuertemente politizados por parte de los partidos políticos. No son las experiencias vividas específicas de cada clase las que impulsan la actual polarización hiperpolítica. En lugar de eso, son los partidos políticos y los medios de comunicación los que dan prioridad a determinadas cuestiones en función de su agenda, lo cual refuerza significativamente la polarización ideológica entre posiciones de clase y a través de los vínculos del partido. Así pues, un partido de Wagenknecht con éxito produciría una separación cultural también entre los votantes potenciales de los partidos de izquierda y la consolidaría según las políticas partidistas.

Superar la división cultural

Pero la profundización de la división cultural y el predominio discursivo de los temas culturales dificultarían que se produjera la atención a los temas nucleares de la izquierda. Históricamente, cuando los partidos de izquierda se ganaban a los trabajadores conservadores, no lo hacían apropiándose de puntos programáticos culturalmente conservadores. También se dirigían a estas personas como los trabajadores que muchos de ellos todavía se ven a sí mismos hoy, en distinción a «los de arriba» – los ricos, las corporaciones y la política dominante.

Con una escisión en La Izquierda, un partido de izquierdas relevante como fuerza política para ganar poder, que se dirija a los trabajadores y a las trabajadoras pero renuncie a posiciones culturalmente conservadoras, quedaría más lejos. En el Bundestag, si fuera el caso, ni La Izquierda ni un partido de Wagenknecht se consolidarían: no hay más de un partido de izquierda de tamaño relevante en ningún parlamento nacional europeo donde haya un partido socialdemócrata y verde al mismo tiempo. Incluso si ambos partidos pudieran captar por sí solos a otros grupos de votantes, como ha ocurrido recientemente en España, al menos uno de ellos probablemente fracasaría en convertir esos votos en escaños.

Si esto ocurriera a La Izquierda, gran parte de su electorado se marcharía probablemente al SPD y a los Verdes y un núcleo duro se quedaría en el pequeño partido restante. Parece dudoso que un partido de Wagenknecht conservador de izquierdas pueda ganarse a la mayoría de estas personas. A pesar de su estado desolador y de la oposición interna existente en el partido: el actual partido La Izquierda es, en última instancia, la mejor oportunidad para luchar por una política a favor de clase obrera que movilice a los y las votantes independientemente de los disensos culturales y cambie así el equilibrio de poder a favor de la mayoría de la gente en este país. Es de desear para estas personas que los actores políticos interesados no se comprometan en un proyecto que suponga división en vista de las posibles consecuencias.

Carsten Braband es un científico social. Se ocupa de cuestiones de sociología política y del electorado de partidos populistas de izquierda y derecha.

Fuente: https://jacobin.de/artikel/wo-liegt-das-potenzial-einer-wagenknecht-partei-gruendung-linke-konservative-carsten-braband/

Traducción:Jaume Raventós para sinpermiso.info

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