A propósito de los 500 litros

Progresemos

Carlos Manuel Echeverría Esquivel
cmecheverría@yahoo.com

Carlos Manuel Echeverría

El Congreso analiza si elimina el otorgamiento mensual a cada diputado de 500 litros de combustible que se me ha dicho en algunos casos terminan siendo vendido, lo cual sería lamentable y deleznable, más viniendo de madres y padres de la Patria. Espero no sea así. A como se manejan los fondos públicos en Costa Rica no puede uno descartar esa posibilidad, lo que en el caso de los congresistas, si se hace ello amparado a una inmunidad parlamentaria mal aplicada.

El otorgamiento de los 500 litros tiene una razón de ser. Se trata de facilitar el que los congresistas (incluye la consideración del género por supuesto) visiten las comunidades que representan.

El propósito puede haber sido loable. Sin embargo, como ha venido pasando en el aparato estatal costarricense en prácticamente todo su espectro, lo que se justifica primariamente como una práctica para mejorar condiciones aunque no siempre promoviendo eficiencia y eficacia, termina siendo una gollería o prebenda que no genera más que un gasto adicional al Estado. Esta es una práctica a la que nuestro Congreso a través de los años no ha escapado. Recordamos el famoso 30% de aumento anual salarial y en pensiones que ya un Congreso valiente derogó.

La regalía que se otorga sin que se mida su efectividad, también tiene el problema que igual se le da al diputado escazuceño que al cotobruseño. Es un esquema impresentable, algo así como un plus o una gollería arraigada desde su promulgación hace muchos años.

En la empresa privada se usan ese tipo de “incentivos”, lo que no está del todo bien. En la empresa pública deberían erradicarse.

No me parece válido el argumento de algunos señores diputados de que si no le quitan el carro con chofer a los jerarcas del Poder Ejecutivo, ellos no se van a quitar a si mismos los 500 litros. Este argumento que lo leí en la prensa es infantil.

El Congreso debe dar el ejemplo y evitar abusos, convertirse el mismo en agente de cambio. No se trata solo de plata ahorrada que en realidad no es mucha; se trata de ética y moral, decencia, elegancia. Los abusos en todo sentido y las alcahueterías deben erradicarse. Si en la Costa Rica actual y la futura se ve lo malo solo en función a la plata que representa, que “Dios nos agarre confesados” como dicen. Si es así, nuestra moral (un bien colectivo) y la ética (la moral individualizada) están por los suelos.

Mi recomendación es que se derogue la legislación que respalda la gollería y que se establezca un reglamente operativo al interior del Congreso, para que cuando el diputado liquide su gira mediante el formato establecido, si va en su automóvil se le reponga lo gastado de acuerdo a la tabla de compensaciones de la Contraloría General de la República por gira de trabajo realizada en vehículo de su propiedad. Esa tabla la usan inclusive muchas empresas privadas. Obviamente si la gira se realiza en el carro del Congreso, no hay gasto alguno que reponer. Las giras tienen que ser atinentes a la labor política propia del cargo, no para “mandados de la casa”, asuntos de índole personal, actividades sociales o giras de paseo.

Como en todo hay excepciones. La dignidad del cargo, la dignificación del funcionario para que respete el cargo que ejerce, así como la funcionalidad, hace conveniente y deseable que ciertos funcionarios puedan contar con vehículo y conductores para su transporte a eventos oficiales, no para actividades personales excepto que estén en disponibilidad 24/7 como es el caso de los presidentes de los poderes de la república y los jerarcas principales.

Es evidente que el tema de los 500 litros trasciende en mucho su valor en metálico y toca la fibra de lo que está en juego en Costa Rica: el re establecimiento de nuestros valores y moral hoy extraviados, así como el ejercicio de la ética de ellos derivada.

Ex viceministro subdirector OFIPLAN, exprofesor ciencias políticas UCR, ex diplomático.

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