Recuerdo de una batalla: Rivas 11 Abril 1856

Juan Carlos Antillón

La quema del mesón por Juan Santamaría (1896), óleo sobre tela, del pintor costarricense Enrique Echandi, CP/WikiCommons

Hoy es 11 de abril del 2019. Hace 163 en Rivas, Nicaragua, la segunda batalla, de las muchas que se dieron en la llamada campaña de 1856 a 1857, en que triunfaron de las tropas costarricenses. La primera ya había sucedido el 19 de marzo de ese mismo año, apenas unos 22 dias antes, en la Hacienda Santa Rosa en Guanacaste, con el claro, valiente, categórico, demoledor y contundente triunfo de nuestro formidable ejército nacional sobre las huestes imperialistas de los Estados Unidos de parte de Norte América. Fue una acción unilateral de ese imperialismo esclavista ya que ni Canadá ni México formaron parte de esa injustificada y oprobiosa invasión.

En aquella ocasión, como ahora, se tapan las verdades históricas y se disfrazan los hechos con falsas verdades y medias y manipuladas interpretaciones de las realidades que nos circundan hoy día y aquellas que forjaron nuestro histórico pasado.

En primer lugar, nos han metido en nuestras mentes, como obra de la más miserable y funesta ingeniería genética, la idea de que fuimos a la guerra unos cuántos e improvisados campesinos pata al suelo y que por obra y gracia celestial triunfamos frente a un ejército superior altamente sofisticado para la época.

Por el contrario y lo esconden con funestas intenciones de mutilar nuestras bravias fuerzas interiores; fuimos el mejor ejercito de toda América de la época: no fue obra de la improvisación, fue producto de una planificación bien estructurada que derivó en acciones coordinadas tanto de inteligencia internacional como en las estrategias económicas y financieras que culminaron en la formación de un ejercito y un armamento tecnológica y militarmente moderno consecuencia racional del proceso cuidadoso de capacitación y dotación de recursos para nuestros soldados con los mejores instructores, las mejores armas y uniformes militares procedentes de los más diestros y destacados ejércitos de la Europa de la época.

Absolutamente nada de lo sucedido en las batallas de la campaña gloriosa del 56-57 FUE PRODUCTO DEL AZAR Y LA IMPROVISACIÓN.

Somos y pertenecemos a una veta gloriosa de lucha respetuosa; pero que con valor e hidalguía nos enseña cómo conseguir labrarnos un futuro mejor, justo y solidario.

Pues hoy justamente cuando celebramos de manera recargada una sola de las muchas batallas ganadas en aquella campaña de casi un año de luchas y sacrificios nacionales, nos vienen con la misma cantaleta gubernamental de que somos inútiles, discapacitados e improvisados cobardes que dependemos de la suerte y la protección sobrenatural para sobre vivir sin el menor empeño. Nos quieren mantener sumisos a la improvisación y la manipulación de nuestros «avesados» políticos que conocen muy bien las profundidades procedimentales para perpetuar la dominación creada históricamente por ellos mismo como una herencia de dominación y postración para anular los retos de una vida digna que nos exige sacrificio, lucha y tenacidad.

Eso es precisamente lo que nos sucede hoy día y para muestra se destaca la lucha sorda del pueblo LIMONENSE a quienes se les arrebata su derecho por continuar su tarea de conseguir a contra pelo de institucionalidad un mejor porvenir para sus familias, su pueblo y muestra Patria.

Una vez más un sector oligarca defiende al extranjero y mancilla al pueblo que lucha arrinconado contra la perversidad de las élites gobernantes y sus serviles.

Ya se levantará de su sepulcro el espíritu indomable del presidente Mora, para con la hidalguía de nuestro pueblo, una vez más, conducirlo con orgullo y objetividad por la senda de la segunda emancipación nacional que tanta falta nos hace.

Allá en los recónditos rincones de la Patria, como si fuera un cálido fogón que calienta y alumbra nuestro glorioso hogar nacional, se empieza a despertar el liderazgo eterno del presidente Mora en las nuevas y jovenes conciencias que ya inspiran el resurgimiento del verdadero ser costarricense.

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