Monólogos con Pelé *
Lina Barrantes Castegnaro
Durante esta pausa de navidad y fin de año, he estado hablando con algunos amigos sobre las relaciones de poder.
Solemos creer que poder sobre nosotros tiene un jefe, en el ámbito profesional, y que ese poder se manifiesta cuando obedecemos instrucciones.
Esa es la manifestación mas obvia pero no la única. Vivimos en una sociedad donde las relaciones igualitarias son muy escasas. En permanencia estamos metidos en relaciones de poder. Nuestros padres tienen sobre nosotros una relación de poder que no varía a pesar de la inversión de roles (entre mas viejos son los papás, mas sus hijos se convierten en padres y ellos en hijos).
Vivimos una relación de poder con nuestros hermanos (hermanos mayores sobre hermanos menores).
Vivimos relaciones de poder con nuestros amigos. Personalmente tengo dos amigos muy cercanos, muy queridos y muy viejos amigos, con quien tengo la confianza absoluta como para decirles cualquier cosa, y oír de ellos cualquier cosa, relaciones yo diría absolutamente transparentes, sin secretos ni misterios, sin embargo, ambos tienen un relación de poder sobre mi.
Creo que esa es la vida. Creo que en medio de esa vida así estructurada, nos vemos obligados a aprender a negociar. Negociamos nuestro puesto para bañarnos y para lavarnos los dientes cuando somos guilas y vamos para la escuela, con nuestros hermanos. Negociamos permisos con nuestros papás cuando somos adolescentes y queremos salir mas allá de lo permitido por la autoridad de la familia. Negociamos cuando estudiamos con nuestros compañeros y con nuestros profesores. Negociamos salarios y condiciones laborales al pasar a ser parte de la fuerza laboral. Negociaremos con nuestras parejas y con nuestros hijos.
La vida es un constante saber ceder. Por que negociar no es ganar, es ceder, es priorizar. Los hombres y las mujeres negociamos de forma diferente. El hombre tiende a querer ganar, la mujer sabe que ganar no es ganar, es priorizar.
¿Podemos aspirar a relaciones igualitarias donde nadie tenga poder sobre nadie, al menos en la vida personal? No lo creo. ¿Será eso malo? No lo sé.
Creo en principio, que a lo que debiéramos aspirar es a esas relaciones, sean justas, equitativas y que dentro de ellas se produzcan negociaciones que nos lleven a tener la vida más plena posible.
Esos son mis deseos para este 2014.
* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.