Manipulación religiosa

Cuaderno de Vida

Gustavo Elizondo Fallas

Gustavo Elizondo

Fuimos criados en un hogar católico, cumplimos con los preceptos y en el templo parroquial del pueblo, recibimos los sacramentos desde bautismo, confirma, primera comunión y matrimonio; es la fe que me dieron y en ella espero terminar mis días terrenales; soy del criterio que en la religión que nos dieron nuestros padres debemos seguir y que para ser bueno no dependo de estar de un lado o del otro.

No obstante, también en mi hogar tuvimos un papá que nos enseño a tener un criterio propio, de fundamentar nuestras posiciones y que, si creíamos que estábamos en lo correcto, plantearlo con firmeza sin dejarnos llevar de un criterio de una persona, por más autoridad que representara; no tuvo despacho de confrontar a un sacerdote que lo quiso obligar a desfilar en una procesión y fue tal la molestia del cura, que en la homilía de ese día mi papá fue protagonista.

Por esa razón es que no comparto las voces de sacerdotes y obispos que, usando el púlpito como estrado político, presionan domingo a domingo a los feligreses que si no firmamos un manifiesto o acudimos a una marcha, estamos faltando a la fe y fallando como católicos; eso no tiene más nombre que manipulación religiosa, es un asunto de conciencia y tenemos la libertad de pensar diferente a los jerarcas de la Iglesia, con más razón cuando en temas como los abusos sexuales de varios de sus sacerdotes, han sido tibios, evasivos y poco críticos.

En la disputa por la posible firma de la norma técnica que pretende regular lo que ya establece el artículo 121 del Código Penal, si el temor es que esta normativa sirva de puerta para que casos que no tienen que ver con la supervivencia de la madre, la presión debería ser solicitar al Presidente de la República que la misma sea clara en este detalle, el hecho que el artículo del Código no esté regulado permite el espacio para que el libre albedrío de los médicos dispongan de acuerdo a sus creencias. El error es oponerse a la firma de la norma, dejando en el limbo a mujeres y familias que deben enfrentar una situación donde la solución para resguardar al menos la vida de la madre, es acudir al aborto terapéutico; si los grupos que se oponen a la firma se llaman “pro vida”, ¿no incluye acaso la vida de esa madre con un feto inviable en su vientre?

No necesariamente los que pensamos así, somos pro aborto, ni los que aplicarán un aborto terapéutico con respaldo de una normativa alineada con lo que establece el artículo 121 del Código Penal son asesinos, como se ha escuchado decir en púlpitos y cultos, no caigamos en intransigencias como los de la “Santa Inquisición” cuando obligaron a Galileo a abjurar de la verdad del Sol como centro del mundo (en 1633 no se conocía más allá del Sistema Solar) y no la Tierra como sostenía la Iglesia. Pensar libremente no significa herejía, ya estamos en el siglo XXI.

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