La muerte del Chavismo

Isaac Montero

Chaves

En las últimos días, de forma acelerada, se ha venido fraguando lo que parece ser la inminente muerte del chavismo. No podía ser de otra forma. Es el resultado lógico de que, en realidad, el chavismo no es un partido político. Nunca lo ha sido. No tiene —ni tuvo— ideología, programa político, ni una propuesta coherente para enfrentar los problemas del país. Como su fuerza únicamente se centra en una figura, el liderazgo de éste -bueno o malo- no se hereda ni se presta y ante la imposibilidad de continuidad inmediata, irremediablemente terminará muriendo.

Se trata de un movimiento levantado en torno a la figura de Rodrigo Chaves, quien supo asesorarse mediáticamente y, para ello, se alió con Pilar Cisneros, quien le dio el empuje necesario para ganar las elecciones. Para lograrlo, utilizaron un «partido taxi», una estructura prestada, simplemente instrumental que cuando les dejó de servir la desecharon. Además, para las elecciones sin duda se beneficiaron de la falta de tino de los otros partidos políticos al presentar candidatos sumamente débiles, especialmente Liberación Nacional, que postuló quizás al peor candidato de su historia, el que más anticuerpos podía tener.

Su llegada al poder también se vio favorecida por un financiamiento de campaña irregular, con fondos de procedencia altamente cuestionable, tema que ya se encuentra bajo investigación judicial. Al no contar con una estructura partidaria propia, Chaves conformó un equipo de gobierno improvisado, sin coherencia política ni rumbo claro. Algunos de sus miembros, incluso, conocieron al presidente una vez dentro del gabinete. El resultado ha sido el gobierno más inestable en décadas: en apenas tres años se han registrado más de 30 movimientos entre ministros y presidentes ejecutivos.

Convencieron al electorado de que venía a abrirle los ojos al país, a erradicar la corrupción y a «comerse las broncas» para resolver los problemas nacionales. Ofrecieron soluciones simplistas que muchos las creyeron. Cuando se desconoce el funcionamiento del Estado y de la Administración Pública, es fácil creer que todo puede resolver con el poder de un lapicero y a punta de ocurrencias.

Tal vez durante el primer año y medio intentaron algo, hasta que la realidad les estalló en la cara. Prácticamente ninguna promesa de campaña ha sido cumplida. Afirmaron que acabarían con la corrupción, pero a la fecha no han presentado una sola denuncia contra las viejas estructuras ni ninguna otra denuncia de relevancia. Por el contrario, este ha sido uno de los gobiernos más cuestionados por corrupción y de favorecer a financistas y allegados. Y no, la corrupción de los anteriores no justifica que este sea igual o más corrupto que ellos.

El discurso de «acabar con las élites corruptas» sirvió, en realidad, para reemplazarlas por su propia élite. Su desconocimiento sobre lo que implica gobernar en un Estado democrático ha provocado una cadena constante de errores y transgresiones legales. El estilo autoritario de dar órdenes sin negociar, sin tender puentes puede dar resultados en una empresa privada, pero no en un país con una institucionalidad sólida como Costa Rica. El “no me dejan gobernar” es, en realidad, una máscara que encubre a la perfección el no tener idea de cómo gobernar.

Como resultado, salvo que usted pertenezca a la clase alta o a la élite beneficiada por este gobierno, aunque no quiera admitirlo, hoy está peor que hace tres años. El único “logro” que se le atribuye al gobierno es la estabilidad macroeconómica, pero esta no es mérito propio: se debe a la reforma fiscal del gobierno anterior, que —aunque imperfecta y políticamente costosa— sentó las bases de la actual estabilidad. Hagamos un repaso: ¿cómo estamos en seguridad social, delincuencia, educación, costo de vida, vivienda, desarrollo humano? La inflación se ha contenido gracias a la baja en precios de bienes y servicios consumidos por las clases altas, pero los productos esenciales para la clase media y baja han subido. Por eso es que sentimos en el día a día que el dinero ya no alcanza. En términos generales, todo está peor. La diferencia es que, mediante una red hábil de manipulación y mentiras, usted quizá no se haya dado cuenta, o crea que la culpa es de otros.

Que en un gobierno tenga altos índices de popularidad para nada significa que sea bueno. La popularidad se puede comprar con mentiras, show mediático y ataques al enemigo de turno, mientras por debajo se destruyen instituciones, se gobierna con ocurrencias y se protege la corrupción. Aplaudir no es sinónimo de que se gobierne bien; muchas veces es evidencia de que el engaño ha funcionado.

Aquí radica el verdadero éxito del chavismo: como todo populismo, ha sido eficaz en el manejo de la narrativa. Ha generado cortinas de humo y ha distraído al pueblo con temas secundarios o sin importancia. Convertir la política en espectáculo ha sido su mayor fortaleza. Ejemplo claro: durante un año se discutió si Chaves renunciaría o no, lo cual desvió la atención de los problemas reales del país. Además, ha arrastrado consigo a un sector de la población fácilmente manipulable —lo que Pilar ha llamado el «tico básico»— logrando que se comporte como una secta. Para ellos, cualquier acto de corrupción, abuso, expresión inmoral o incluso acoso, es bien visto o de alguna forma lo ven justificable.

En este contexto de desaciertos, ilegalidades y corrupción, el actual presidente y su círculo de poder acumulan la mayor cantidad de denuncias penales que un gobierno de Costa Rica haya tenido. Desde hace más de un año, Chaves dejó de gobernar para enfocarse exclusivamente en mantener con vida su proyecto político con miras a las próximas elecciones. Esto no es parte de un plan político sino una forma desesperada de lograr su propia sobrevivencia. En su momento, se planteó renunciar para postularse como diputado y, desde ahí, presidir el Congreso. Luego se dio cuenta que la Constitución prohíbe que un expresidente ocupe ese cargo de forma inmediata. Probablemente eso más el temor a enfrentar la justicia sin el escudo de la inmunidad, considerando la cantidad y gravedad de las denuncias que enfrenta, hizo que se decidiera por no renunciar.

Relacionado con lo anterior, su otro objetivo ha sido obtener 40 diputados. ¿Pero para qué quiere eso, si su bancada ha sido notoriamente improductiva, y su diputada estrella ha presentado apenas un proyecto de ley? No hay duda que la verdadera intención es reformar la Constitución. Habilitar el retorno de Chaves a la presidencia lo antes posible. No es una especulación de mi parte, así lo ha declarado de forma abierta su principal asesor legal. ¿El propósito? De lograrlo, él y sus allegados con causas penales abiertas podrían blindarse con inmunidad y hasta impunidad ya que colocarían al Fiscal bajo control presidencial y cambiarían magistrados a su antojo. De igual forma, eliminarían a la Contraloría General de la República. De esta manera, lograrían hacer negocios de forma redonda, sin controles para poderse dar los antojitos y gustitos que en este gobierno han pretendido pero no han podido concretar de forma libre. Por supuesto, harían que el Presidente pueda relegirse de forma permanente. ¿Le suena familiar? Así surgen las dictaduras y bien sabemos todas las dictaduras tarde o temprano, han terminado mal, terriblemente mal.

Para alcanzar esas metas, empezaron por formar varios “partidos taxi”, para ver cuál les funcionaba mejor. Así surgieron cinco agrupaciones, cada una autoproclamada como oficial del chavismo. Pilar Cisneros anunció con bombos y platillos una gran “alianza” entre ellas. En realidad, se trataba de una alianza de papel, de mentirillas. El partido “Renacer Democrático” ni siquiera quedó inscrito como partido político. “Creemos” sí se constituyó, pero no presentó credenciales a tiempo para participar en las elecciones presidenciales. El partido “Motiva”, por su parte, usó el jaguar en su bandera, lo que obligó al al TSE a prohibir a Chaves seguir utilizando el símbolo de forma pública.

La famosa alianza no duró ni dos semanas: primero se retiró “Esperanza y Libertad”, luego “Renacer Democrático”. Quedaron tres, bajo el paraguas de “Pueblo Soberano”, el partido menos deseado por Cisneros y por ende por Chaves. Ellos prefirieron otras opciones más afines, pero por falta de pericia política, se les adelantó “Pueblo Soberano”. Este partido comenzó a gestarse al inicio del gobierno, liderado por Mayuli Ortega —asesora presidencial—, quien fue acusada en México de usar un documento de identidad falso para participar en un puesto de elección popular como si fuera ciudadana de ese país. Adicionalmente se demostró que ella desde Casa Presidencial pagaba a “trolls” para atacar a los adversarios del gobierno. Su mano derecha, Calixto Chaves —viejo zorro de la política y financista del presidente— fue beneficiado por la prórroga de la concesión de Caldera, sin concurso público. La cúpula de Pueblo Soberano incluye otras figuras de dudosa reputación, muchas de ellas ex liberacionistas, todo lo que el chavismo ha criticado.

Precisamente por razones como esas, Cisneros declaró abiertamente que no le gustaba ese partido ni su estructura. Las luchas internas provocaron desilusión y la salida de dos partidos. Las decisiones se han tomado de forma vertical, contraviniendo los principios democráticos elementales, justo también lo que el chavismo ha criticado en los partidos tradicionales, especialmente, Liberación Nacional.

Laura Fernández, desde que se vislumbraba como posible candidata, tampoco era del agrado de Cisneros. Su paso por el gobierno no dejó logros relevantes pero su alianza con Calixto y sus rápidas movidas, le ganó la partida a Pilar, a quien no le quedó otra que agachar cabeza. A falta de tiempo y otras posibilidades era esto o nada. Fue un golpe a su liderazgo, pero hay que entender que ella es la vocera de Chaves, quien, por razones obvias, no puede hablar abiertamente de política electoral. De manera que el golpe no solo es para ella sino también para el propio Chaves. En otras palabras, el plan original de Chaves-Cisneros en muy poco tiempo comenzó a derrumbarse.

Como si fuera poco, esta misma semana se filtró un audio atribuido a Mayuli Ortega hablando en términos despectivos de Pilar Cisneros. En tiempos como los actuales, es fácil culpar a la inteligencia artificial y decir que es falso, pero si observamos la línea del tiempo de como sucedieron los hechos, es evidente que justo después de ello, Pilar anunció su renuncia y que se aparta de dirigir la campaña electoral del Partido y de Laura Fernández. Casualidad no parece.
Ahora bien, esa más que evidente que Rodrigo Chaves no habría llegado a la presidencia sin el trabajo de Cisneros, ¿qué podrá lograr Laura Fernández con un liderazgo mucho más limitado que el de Chaves, sin él ni Cisneros metidos en campaña?

No hay duda: con los últimos acontecimientos, Pueblo Soberano y Laura Fernández llegarán a las elecciones sin la fuerza que soñó el chavismo. La presidencia está fuera de alcance. En el mejor escenario, podrán conseguir quizás unas 10 diputaciones, muy lejos del umbral requerido para reformar por sí solos la Constitución Política. Bajo el texto vigente, Rodrigo Chaves no podría aspirar a la presidencia de nuevo sino hasta dentro de ocho años. Para entonces, solo lo veo en uno de dos escenarios posibles: enfrentando la justicia costarricense, o huyendo de ella en algún lugar lejano.
Tic tac. La muerte del chavismo está ahora más que cerca.

Quedará para el análisis posterior cómo un movimiento tan vacío de ideas y logró hacer tanto daño en tan poco tiempo y aún así sedujo a tantos que se dejaron engañar. Todo se fue a pura hablada, manipulación y nada de logros.

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