Guetos

Circunloquio

Yayo Vicente

Yayo Vicente

Con la crisis en Oriente Próximo, entre Israel y Palestina, volvimos a recordar los guetos judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos libros y películas sobre esta trágica época y los genocidios en contra de discapacitados, comunistas, gitanos y judíos, parecían suficientes para que la humanidad no repitiera esas barbaridades. Los genocidios continuaron después de 1945 y siguen durante este primer cuarto del siglo XXI. A veces parece que no se aprende en una sola lección y debe repetirse muchas veces, hasta que finalmente comprendamos y nos apartemos de conductas aborrecibles.

El Diccionario de la Real Academia Española define “gueto” como:

  1. Judería marginada dentro de una ciudad.
  2. Barrio o suburbio en que viven personas marginadas por el resto de la sociedad.
  3. Situación o condición marginal en que vive un pueblo, una clase social o un grupo de personas.

El término “gueto” merece que le demos pensamiento, derivemos explicaciones y hasta modular conductas y actitudes que eleven a un plano mejorado a nuestra especie. Existen guetos impuestos por terceros y autoimpuestos. Vamos a dar ejemplos para ver si nos ponemos de acuerdo.

Eugenio Rodríguez Vega, en su libro “Idiosincrasia Costarricense”, nos explica cómo nos convertimos en igualados. Los finqueros cafetaleros, tenían de peones a sus hijos y los hijos de sus vecinos, por eso almorzaban con la peonada. Todos en el mismo plano, con el mismo respeto y cuidando las relaciones para no tener desavenencias que pudieran afectar las labores agrícolas de la próxima cosecha.

Tal vez, eso nos hizo sentirnos “igualiticos”, tal vez, eso explica que nos sintamos más cómodos con las estructuras horizontales y rechacemos las jerarquías piramidales. Claro que un ejército débil y su posterior abolición, consolidó esa mentalidad que no acepta diferencias por clases sociales, por razones económicas o académicas.

Me criaron en Golfito, una ciudad artificial construida por la Compañía Bananera para el negocio del banano. Todo: electricidad, telefonía, caminos, ferrocarril, muelle, hospital y dispensarios, barracones y casas, instalaciones deportivas, cine, lugares de esparcimiento, comisariatos, jardines y plantas, aeropuertos, iglesia … como si fuera armar piezas de un juego de Legos.

Los dueños de la Compañía Bananera construyeron la infraestructura de acuerdo con su criterio y cultura. Al principio campos de béisbol, luego transformados en plazas de fútbol. Con las exclusiones y divisiones acostumbradas en su país: El Uno, la Zona Gris, Zona Amarilla y Zona Americana que conforme más cerca estaban las casas de la montaña, mayor jerarquía tenían los empleados. No existía ascenso social y menos de categoría.

La disposición urbanística no era coherente con la del resto del país, donde a la par de una “casa elegante”, podía estar otra más humilde. Un amigo extranjero fue quien me lo hizo notar, cuando me dijo: “ustedes tienen democratizada hasta la pobreza”.

En Golfito hubo que dinamitar el portón que cerraba el “guachiman” para aislar la Zona Americana después de las 10:00 pm, luego se construyó el colegio y un barrio del INVU, atrás de la Zona Americana, con lo que el famoso portón no podía cerrarse a ninguna hora. Los barracones dejaron de ser grises y se pintaron de colores y luego fueron sustituidos por casas y a los trabajadores se les dejó de llamar por el número asignado por la Compañía Bananera para decirles su nombre de pila, algunos de difícil pronunciación para quienes tenían como lengua materna el inglés.

Mientras Golfito se iba impregnando de costarriqueneidad, el resto del país se iba agringando. Una paradoja nada conveniente.

Somos la misma cosa

Diego Rivera popularizó “La Catrina”, creada originalmente por José Guadalupe Posada como una burla a quienes, siendo pobres, aparentaban ser ricos. Un esqueleto muy arreglado con plumas de avestruz, según la moda parisiense, que nos recuerda que al final, todas las calaveras son parecidas.

El estudio de los genes, al inicio solo un concepto de Gregorio Mendel que explicaba las leyes fundamentales de la herencia, son hoy absolutamente concretos y estudiados minuciosamente.

La biología molecular nos explica que todas las personas somos “zaguates”, con una enorme riqueza genética. Muchos hasta llevamos genes de los hermanos del Homo sapiens, como son el Homo neanderthalis y el Homo denisoviensis. El porcentaje de ADN neandertal es cero en personas africanas y alrededor de 1% a 2 % en personas de origen europeo o asiático. El porcentaje de ADN denisovano es mayor en la población de melanesia (4 a 6 %), más baja en otras poblaciones del sureste de Asia y las islas del Pacífico e indetectable en otras partes del mundo.

No es posible decir que existan razas dentro del Homo sapiens y mucho menos “razas puras”. Las razas no existen, ni biológica ni científicamente, las definiciones de raza relativa a los humanos son imprecisas y arbitrarias. Todas las personas pertenecemos al mismo repertorio genético, las variaciones que podemos constatar no son el resultado de genes diferentes. Somos una única raza dividida en diferentes etnias que, a su vez, se dividen en pueblos.

Si bien los aislamientos geográficos y algunas reglas sociales han incentivado que no se mezcle una etnia con otra, hoy comprobamos con alegría su inefectividad. Los estudios muestran una gran riqueza genética con variaciones que no son el resultado de genes diferentes. Existe si, un miedo al Otro. Esa otrocidad que es un constructo social con ingredientes religiosos, políticos y económicos. Nos metimos o nos metieron en guetos y luego peleamos con quienes creemos peligrosos y amenazantes por distintos.

Terminamos teniéndole miedo al Otro, y su destrucción es, parece, la única vía. La pregunta es, ¿el comportamiento es genético o cultural? Si es de naturaleza aprendida, el reto por cambiarnos debemos asumirlo y conseguirlo.

Otrocidad

Deliberadamente nos cambiamos la apariencia para identificar con claridad el sexo y la edad. Las hembras en la actualidad usan faldas y los machos no. Los jóvenes utilizan una indumentaria y jerga, distinta a los mayores. Algunas religiones quieren que sus fieles expresen su afiliación con su vestimenta, ornamentos y gestos.

Los Paracas precolombinos practicaron las deformaciones craneanas, los niños eran sometidos a esta práctica a muy temprana edad, debido a que los huesos del cráneo todavía estaban en formación. Las mujeres de la tribu surafricana ndebele se provocan un alargamiento artificial con anillos en el cuello, similar al de las mujeres-jirafa de Tailandia. Las niñas japonesas son sometidas al chanzú, la tradición del pie de loto que deforma con técnicas dolorosas los pies de las niñas a partir de los 3 años.

Queremos ser distintos, pero somo iguales…

En el libro “Armas, Gérmenes y Acero” de Jared Diamond, se analiza cómo fue el progreso de las civilizaciones del mundo y propone algunas explicaciones para comprender cómo pasamos de sociedades familiares a otras más complejas, de millones y hasta de más de mil millones de personas. Las preguntas son ¿Por qué no nos peleamos con desconocidos en un bus, una iglesia, un teatro? ¿Por qué los ejércitos entrenan a sus soldados para que en las batallas cuerpo a cuerpo, no conversen y no se conozcan?

Chimpancés, Bonobos y Humanos

Compartimos más del 98% del genoma con bonobos y chimpancés, dos especies de simios con los que tuvimos un ancestro común hace unos dos millones de años. Bonobos y chimpancés comparten un territorio dividido por el río Congo y sin embargo, su comportamiento social es distinto. Marquès-Bonet, que ha estudiado ambas especies describe al chimpancé con un comportamiento agresivo, con episodios frecuentes de “guerras” entre tribus y un fuerte componente territorial, el bonobo se caracteriza por su carácter pacífico y por su alto nivel de actividad sexual que tiene una función de unión social, pacificadora y de reducción del nivel de estrés. El chimpancé es machista cargado de testosterona, los bonobos son matriarcales y estrogénicos.

La sociedad humana machocéntrica está dejando espacio para que avance otra con arreglo al predominio de la hembra. Ya no hace falta la fuerza bruta, el rol reproductivo se modula, la educación y los roles sociales, dejaron de responder al sexo. En el futuro cercano, los embriones de laboratorio, construidos a partir de muchos progenitores y libres de taras genéticas, harán de la cópula reproductiva una costumbre primitiva e irresponsable.

El gran esfuerzo mundial para parar y revertir el cambio climático debe ser acompañado con la formación de un ser humano tolerante y sin miedo del Otro. De nada le servirá a la humanidad un planeta apto para la vida, si tenemos la tecnología para extinguirnos unos a otros en una guerra después de la guerra. Ojalá desaparezcan los guetos, barrios de ticos en New Jersey, barrios chinos, vietnamíes, musulmanes, judíos, irlandeses, reservas indígenas, regiones moskiteas y esas divisiones absurdas e inconvenientes.

Los guetos son una peste igual que los gases de efecto invernadero. Es obligación de las sociedades del siglo XXI, encontrar las maneras para hacer posible a un ser humano con un espíritu más evolucionado, más bonobos y menos chimpancés.

* CIRCUNLOQUIO. Viene del latín circumloquium. El Diccionario de Real Academia Española lo define como: “Rodeo de palabras para dar a entender algo que hubiera podido expresarse más brevemente”.

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