Glostoras y medallitas (I)

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Carlos Revilla M.

Carlos Revilla

En estos días mi buen amigo y compañero de Cambio Político Mauricio Castro, escribió una interesante columna titulada “El PLN: glostoras y medallitas… ¿religión, aborto y matrimonio gay?”. A raíz de esta publicación, entablé un amistoso intercambio sobre algunos aspectos que desarrolla en su artículo, con los que tengo algunas divergencias, pequeñas, pero que me parecen importantes y sobre las que iré elaborando. Esto provocó que otras personas también se interesaran en el tema y entonces decidí escribir un poco sobre esto.

Un amigo me escribe y dice que Mauricio y yo somos privilegiados en Liberación, por haber sido nuestros padres de lo que se conoce como “La generación del 48″, es decir de quienes participaron y vivieron de una u otra forma directamente los acontecimientos de ese período. Y me dice también que por qué no escribo sobre esto, con una visión un poco más personal y de primera mano.

Mi papá Juan Manuel Revilla Meléndez fue precisamente uno de esos “glostoras y medallitas” (realmente solo Glostora) de los que habla Mauricio, y que el explica muy bien del porque esa frase, que por cierto se popularizó con el Corrido a Pepe Figures, donde se dice “Vivan glostoras y medallitas que por la patria saben luchar”. Eso si, aclaro que mi papá no participó directamente como combatiente, estaba en esos días en Grecia de Alajuela, en la Cooperativa Victoria, que él ayudó a fundar, hizo alguna labor que se podría decir de inteligencia para las fuerzas de don Pepe, pero no participó directamente en la guerra.

Mi papá era miembro del Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, foro fundado en 1940, que se fue involucrando cada vez más en la vida nacional y sus comentarios y propuestas salieron a la luz a través de la Revista Surco, que fue su órgano informativo. Su principal ideólogo fue Rodrigo Facio quien propuso medidas correctivas a la economía, entre ellas la necesidad de contar con una burguesía fuerte que invirtiera en otras ramas alternativas al café, diversificando con ello la economía y potenciando la competencia con las compañías norteamericanas que tenían monopolizada la inversión.

Este grupo creía en la intervención del Estado y en la justicia social, pero la subordinaba a la eficiencia económica; comulgaba con la pequeña propiedad y el cooperativismo, y era abiertamente anticomunista, por lo que proponía una armonización de las clases sociales. Aunque inicialmente apolíticos, terminaron organizándose alrededor del Partido Social Demócrata (precursosr del PLN), y dieron su apoyo a José Figueres Ferrer.

Aquí tengo una divergencia con Mauricio, que dice que el Partido Liberación Nacional no es tan socialdemócrata como pregona serlo. Pueda ser que tenga razón actualmente, pero en su fundación y años previos con el Movimiento de Liberación Nacional, el Partido Socialdemócrata y el Centro, podemos asegurar que sí lo era. Y que a pesar de haber sido los “glostoras y medallitas” de extracción burguesa y clase alta, tenían una gran conciencia social. De hecho fueron precursores en el país del cooperativismo, el cuál se dedicaron a divulgar e impulsar. Como nota curiosa, el lema del Partido Socialdemócrata era “Pan y Libertad”.

Ese fue el caso de la Cooperativa Victoria, que obtuvo unos terrenos en Grecia que se le habían confiscado a la familia Niehaus —de origen alemán— durante la segunda guerra mundial. La gente del Centro convencieron al Banco Nacional para traspasar esas tierras a una cooperativa de agricultores que se estaba formando, que a la postre llegaría a ser la primera en el país. Mi papá de parte del Centro fue uno de los que se trasladó a Grecia para capacitar en cooperativismo a los que serían los nuevos asociados. Según me contaba, trabajo que no fue muy sencillo porque a los campesinos, futuros asociados, les costaba entender el concepto del cooperativismo (aún hoy algunos no lo entienden), es decir, que todos eran dueños por igual y que ya no iban a tener un “patrono”. De más está decir que actualmente es una de las cooperativas más exitosas del país. También una de las razones era que mi papá contaba con una especialización en caña de azúcar, con lo que brindó también capacitación en ese campo y posteriormente trabajó algún tiempo en la cooperativa.

Como corolario a esto, en el 2003, asistí a un acto en las instalaciones del Campamento Oikoumene ubicado en Ochomogo de Cartago, organizado por Cenecoop para homenajear a los promotores y fundadores del cooperativismo. Retiré en esa oportunidad, en su nombre (ya había fallecido) una muy bonita placa, que me llenó de orgullo.

Y sobre esto es la otra divergencia con Mauricio, que menciona la clase media, que si existía, pero era muy pequeña. Hay que hablar un poco de lo que era la Costa Rica de antes del 48. Don Pepe hablaba de las “estadísticas del zapato”, y explicaba que antes del 48 si uno caminaba por la avenida central en San José, muy probablemente la mayoría de personas que se topaba estaban descalzas. Efectivamente mucha gente en Costa Rica en esa época no usaba zapatos porque simplemente no podía comprarlos o conseguirlos. Esto cambio dramáticamente después del 48, cuando se comenzaron a implementar verdaderas políticas públicas de combate a la pobreza e inclusión social y —por supuesto— la revolución educativa (la revolución posible decía Daniel Oduber), con la construcción a lo largo y ancho del país de escuelas y colegios. Definitivamente, para bien, Costa Rica fue otra después del 48.

Recuerdo siendo un niño, que había un chiquito pobre llamado Abel, que pasaba por el barrio y andaba descalzo, estoy hablando de mediados de los años 60s del siglo pasado. Entre todas las familias juntaron plata y llevamos Abel al Mas x Menos de Cuesta de Moras (recién inaugurado, el mejor de San José) para que se comprara una mudada de ropa con un par de zapatos. Fuimos con ese gran personaje que le decían Gomeco (don Gonzalo Gómez, guayacán del PLN que murió hace unos años) y que era vecino nuestro. Y también por primera vez en su vida Abel se bañó con agua caliente en nuestra casa. La cara de ese niño bañado y con mudada nueva, pero especialmente con zapatos, no la voy a olvidar nunca.

Bueno, ya esto se me hizo muy extenso, así que para la próxima semana dejo la parte de las anécdotas familiares de esa época que hay muchas, como por ejemplo cuando casi se frustra el matrimonio de mis papás, que se casaron el 2 de abril de 1949, el mismo día del “Cardonazo”, que fue la intentona de golpe de estado contra la Junta Fundadora de la Segunda República y don Pepe.

No dejen de leer la segunda parte.

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