Argentina: La siniestra Escuela de Mecánica de la Armada

Monólogos con Pelé *

Detenidos, desaparecidos, asesinados durante la dictadura argentina en la ESMA

Lina Barrantes Castegnaro

Lina Barrantes

En 1976, un grupo de militares encabezado por Videla, da un golpe de estado en Argentina e instaura una dictadura, que fue parte de una época negra de América del Sur: dictaduras en Brasil, Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y Bolivia, formaron parte de una alianza que protagonizó la Operación Cóndor que pretendía el exterminio de aquellos que pensaran diferente. Este plan de exterminio tuvo el apoyo de los Estados Unidos.

En Argentina desaparecieron 30 mil personas. En su mayoría menores de 35 años. La dictadura argentina duró hasta 1981.

El ejército compraba Ford Falcon color verde, sin rotular, a fines del 77 compro de manera directa 90, con la instrucción de compra de que fueran “no identificables. Privados, de particulares. Para civiles”. Era el automóvil más popular de la época. Tenían una joroba grande. En esa joroba, podían meter amordazado, vendado y amarrado a quien estaban deteniendo. Leí en algún documento, que la hija de Videla, conduce uno de esos carros, como forma de honrar al asesino de su padre, a quien ella sigue defendiendo. En Buenos Aires, al norte de la ciudad, en un barrio normal y corriente, Avenida del Libertador, estaban las 17 hectáreas de la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada). Ahí, entre jardines, escuelas de cadetes, salones de fiestas y dormitorios, se encuentra el Casino de Oficiales, que fue uno de los campos de reclusión, tortura y de exterminio más grandes de Argentina. Por ahí pasaron aproximadamente 5 mil detenidos y desaparecidos. Las instalaciones físicas del Casino fueron modificadas para recibir en 1979 la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La idea era que los testimonios de quienes hubiesen escapado con vida del centro de reclusión, no coincidieran en sus descripciones con el espacio físico que encontraría la Comisión.

Una serie de personajes siniestros vivían en ese Casino de Oficiales. Sus habitaciones estaban encima de las celdas. En el sótano del edificio estaba el centro de torturas. Los gritos de dolor de los muchachos detenidos se escuchaban desde las habitaciones.

Uno de los oficiales celebró en el salón del Casino, unos metros encima de los espacios de torturas la fiesta de quince años de su hija.

Algunos de esos prisioneros fueron “trasladados” el término “traslado” se usó para aquellos a los que inyectaban para dormirlos, y dormidos para que no pudieran reaccionar, los llevaban en un “vuelo fantasma” y los lanzaban al Rio La Plata. Ahí se convertían en desaparecidos. ¿Qué es un desaparecido le preguntaron a Videla? El contestó: “un desaparecido es una incógnita, es un desaparecido. No tiene entidad. No está. Ni muerto, ni vivo. Esta desaparecido”. A veces las corrientes del Rio de la Plata, les jugaban en contra y devolvían a la costa los cuerpos. Los vecinos del hospital al que trasladaban esos cuerpos se enteraban de que el agua los devolvía, porque el barrio se impregnaba de un olor a muerte. El médico Roberto Dios, hizo dos autopsias de cuerpos devueltos por el mar, inmediatamente el ejército le ordenó no hacer más. Un mes después, el doctor Dios falleció. Simplemente murió.

Muchas de las jóvenes detenidas y luego desaparecidas estaban embarazadas. Fue así como los militares, en ese siniestro proceso deciden quitarles a sus bebes. Se los quitan y los entregan a parejas de militares: serían criados por quienes simbolizaban a los asesinos de sus padres. O se los entregan a parejas cercanas al régimen. En medio de esto, en 1977 un grupo de madres de desaparecidos empieza a manifestarse frente a la Casa Rosada, intentando ser atendidas por el General Videla. Se manifiestan durante las tardes, todos los días. Quieren saber sobre sus hijos. Luego se crea la organización Abuelas de la Plaza de Mayo “Las abuelas no tienen miedo. Lo peor que podía pasarles ya pasó. Sus voces desafían al régimen militar que sigue negando la existencia de los desaparecidos” se dice en ese entonces. Al día de hoy, las abuelas han logrado el reconocimiento de 121 hijos de desaparecidos, de los cerca de 500 bebés que se calcula fueron robados.

La semana pasada viajé a Argentina, y el viernes por la mañana, visité en Buenos Aires las instalaciones de la ESMA, hoy convertidas en espacio cultural. Escribo estas notas para honrar a los miles de desaparecidos de la dictadura. También, a las madres, las abuelas, y los nietos de la Plaza de Mayo. También a esa Corte Suprema de Justicia que tuvo el valor, veinte años más tarde, de declarar la inconstitucionalidad del perdón y olvido (leyes de impunidad) y procesar a los asesinos, o al menos a algunos de ellos.

Obra de arte, un Ford Falcon desarmado
Obra de arte, un Ford Falcon desarmado.
Fachada del edificio de la ESMA
Fachada del edificio de la ESMA.

 

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* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.

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