Amelia Earhart una heroína de la aviación

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Fue una de las primeras superestrellas estadounidenses. No era política, estrella de cine ni cantante. Era aviadora. Aclamada por multitudes, ocupó la primera página de todos los periódicos e incluso lanzó su propia línea de ropa. La primera mujer en atravesar sola el océano Atlántico en un vuelo, rompió récords aeronáuticos, escribió libros que fueron éxitos de venta y luchó por la igualdad de derechos de la mujer. Realizó vuelos extraordinarios sobre tierra y mar. No fue la mejor piloto del mundo, pero, definitivamente, sí la más conocida. Entonces, un día, Earhart desapareció mientras sobrevolaba el océano Pacífico. Esto ocurrió hace más de ochenta años, y el misterio de su desaparición todavía no se ha resuelto.

La historia de Amelia empieza en un pequeño pueblo de Kansas, Estados Unidos. Cuando era pequeña, su familia estaba muy unida. Su mamá Amy Otis les leía a sus dos hijas Amelia y Muriel historias interesantes. Su papá Edwin Stanton Earhart las llevaba a pescar y a jugar a la pelota. Les gustaba ir a explorar y aventurarse al aire libre. Cuando tenía siete años, diseñó y construyó una montaña rusa en su jardín.

Creció en los primeros años del siglo XX, cuando el mundo experimentaba cambios fascinantes. Los aviones constituían uno de los nuevos inventos. Los hermanos Wright realizaron el primer vuelo motorizado en 1903 (tenía seis años). Los aviones fueron, muy pronto, la atracción principal en ferias y festivales en todas partes. Amelía vio el primero en la Feria Estatal de Iowa, en 1908. No le impresionó demasiado.

A inicios del siglo XX, se esperaba que los jóvenes fueran aventureros y que escogieran una carrera emocionante. Se presuponía que las muchachas aprenderían a coser, tocar música y buenas maneras, para después casarse y cuidar de los niños, pero decidió que esto no era para ella.

Soñaba con el momento de empezar una vida llena de aventuras. El problema era que no sabía qué hacer. En una oportunidad se cruzó con soldados heridos durante la primera guerra mundial. En lugar de terminar sus estudios, decidió intentarlo y ayudar. Se trasladó a Toronto, Canadá, y se presentó como enfermera voluntaria hasta que terminó la guerra. Trabajaba seis días a la semana fregando suelos, distribuyendo medicamentos, sirviendo comidas, dando masajes y jugando a las cartas con los pacientes.

Un día la buscó George Putman, un famoso editor, que buscaba a una mujer lo suficientemente valiente como para atravesar el océano Atlántico en avión. En aquella época, los aviones eran pequeños y poco fiables, por lo que sería una misión difícil y peligrosa. El 17 de junio de 1928, se subió a la cabina del Friendship, entre dos tanques de combustible explosivo. Wilmer Stultz y el copiloto Louis Gordon pilotaron el avión. Ella se limitó a mirar por la ventana y anotar en su cuaderno.

Justo 20 horas después de haber despegado, la tripulación sintió el alivio de ver barcos y, por último… tierra. Aterrizaron el 18 de junio de 1928. Pretendían llegar a Irlanda, pero habían tomado tierra en Burry Port, Gales del Sur. Continuaron el vuelo hasta Londres, donde los recibió una multitud que los aclamaba.

De la noche a la mañana Amelia se había convertido en una superestrella, por lo que obtuvo fascinantes ofertas, un contrato para escribir un libro, invitaciones para dar conferencias en todo el mundo, derechos de imagen, invitaciones a fiestas, artículos gratis y dinero, que utilizó para ayudar a su familia.

Putman la ayudó a aprovechar todas las oportunidades. Incluso empezó a escribir en la revista Cosmopolitan. Utilizó sus conferencias y artículos para hacer partícipes a las mujeres de la alegría de volar y para demostrar que era una forma segura de transporte. También quería demostrar a las mujeres que las aventuras emocionantes no eran solo para los hombres. Ellas también podían convertir sus sueños en realidad. Putman ideaba nuevos desafíos para mantener a Amelia en la portada de todos los diarios como el Women’s Air Derby, una carrera aérea para mujeres de costa a costa en Estados Unidos.

Se casó con Putman, pero no calmó sus ansias de aventura. Sus planes se hicieron cada vez más ambiciosos. Pocos días después del Air Derby, convocó una reunión de mujeres piloto. Decidieron crear la primera organización de mujeres aviadoras. Se apuntaron 99, por lo que se autodenominaron las Ninety-Nines.

También quería ser la primera piloto en cruzar el océano Atlántico sola. El resto del mundo opinaba que estaba loca, ya siete mujeres habían muerto en el intento. Sin embargo, deseaba demostrarse a sí misma y al mundo, que no era solo una pasajera. Con la puesta del sol, despegó el 20 de mayo de 1932. No fue un viaje fácil. Había practicado el vuelo a ciegas (instrumental) y dependía del avión para saber dónde y como se encontraba este, pero a las cuatro horas de vuelo su altímetro se averió. En medio de las nubes, con una intensa niebla, no podía saber a que altura se hallaba. Después, se encontró con una terrible tormenta. El viento, la lluvia y los rayos azotaron el aparato durante una hora, pero ella decidió seguir adelante. En una determinado momento, voló demasiado alto y se formó hielo en las alas, lo que provocó un descenso imparable de más de 900 metros hacia el océano… pero, luchando con los controles, logró nivelar el aparato justo antes de que chocara contra las olas. Después de casi 15 horas de vuelo en solitario, divisó felizmente tierra. Aterrizó en un campo de vacas. Lo había logrado. Había volado 3 752 km en 14 horas y 56 minutos.

Con este viaje consiguió ser la segunda persona en sobrevolar el Atlántico sola (y la primera mujer), establecer un nuevo récord de la travesía más rápida, y ser la mujer que realizó el vuelo más largo sin escala.

Pero no había tiempo para descansar. Visitó París, Londres y Roma, y recibió honores y premios. Aceptó todos los reconocimientos en nombre de todas las mujeres, aviadoras y no aviadoras, y en sus entrevistas, discursos y conferencias recordó siempre la igualdad entre mujeres y hombres.

Fue la mujer más famosa de Estados Unidos después de la primera dama, Eleanor Roosevelt, y ambas se hicieron amigas. Lanzó una línea de moda y empezó a trabajar en la Universidad Purdue, desde donde animó a las mujeres a convertirse en ingenieras, científicas, médicas y directoras de empresas. Quería que todas las mujeres soñaran a lo grande.

A continuación, fue la primera piloto en sobrevolar el océano Pacífico de Hawái a California, un vuelo de 18 horas en solitario.

En 1937, ya no tenía récords que superar, solo quedaba un gran reto que ninguna mujer u hombre había intentado antes… circunvolar el globo en su perímetro. Pilotos, mecánicos y navegantes la ayudaron a planear una ruta en zigzag de más de 55 560 km. La Universidad Purdue ayudó a financiar la compra del magnífico avión totalmente metálico, que tenía una autonomía de 8 334 km. Incluso el presidente Roosevelt colaboró con lo que pudo.

Amelia Aerhart
Carta de la ruta prevista de Earhart. La línea continua representa la ruta realizada.

Despegó de California el 21 de mayo, en dirección este. Después de 40 días había viajado más de 40 744 km y efectuado más de 20 escalas. Todo lo que tenía que hacer era cruzar el océano Pacífico, de Nueva Guinea a California. La distancia era tan grande que debía parar en la isla Howland para repostar. La acompañaba un navegante, de nombre Fred Noonan, para ayudarla en la localización de la minúscula isla en medio del océano más grande del mundo.

Despegaron de Nueva Guinea el 2 de julio de 1937. Necesitarían unas 20 horas para salvar los 4 734 km hasta la isla Howland. El guardacostas de Estados Unidos Itasca los esperaba cerca de la isla para guiarlos por radio, pero pronto notó claramente que no recibía ninguna señal de radio por parte del avión.

Su desaparición ocupó las primeras páginas en todo el mundo. El Itasca buscó el avión durante 17 días. Se le unieron buques de Estados Unidos, Reino Unido y Japón, 60 aviones y más de 4 000 personas. En total, peinaron más de 650 000 km2 de océano y docenas de pequeñas islas. George Putman continuó la búsqueda hasta octubre. Pero nunca la encontraron a ella, Fred o el avión.

¿Qué le sucedió? Se han propuesto numerosas teorías desde que desapareció. Aquí presentó algunas… No encontró la pequeña isla porgue las nubes la ocultaban. Se estrelló, se hundió, y murió al instante. Se quedó sin combustible y tuvo que aterrizar en el océano infestado de tiburones. Se estrelló cerca de una playa en la isla de Buka (algunas personas dijeron haber escuchado mensajes de radio durante cinco días después de su desaparición). Los ciempiés y los cangrejos gigantes de Nikumaroro se los comieron vivos. Se “perdió” a propósito porgue en realidad estaba trabajando como espía, para trazar el mapa del Pacífico para la Marina de Estados Unidos. Fingió su muerte, cambió de identidad y vivió como un ama de casa llamada Irene Bolam hasta casi los setenta años. Desembarcó en las Islas Marshall por error, la capturaron los soldados japoneses y la llevaron a una prisión en Saipán, donde murió de disentería. Como ven, de todo como en botica.

Lo cierto es que en enero de 1939 la declararon oficialmente muerta. Cuando falleció era una de las mujeres más famosas del mundo y 83 años más tarde aún continúa siéndolo.

Las nuevas tecnologías han permitido investigar una gran extensión del océano en las proximidades de la isla Howland, con submarinos y sonares, pero no se han encontrado restos del avión. A veces se encuentran pistas, como el esqueleto de una mujer alta, una pieza metálica de fuselaje o historias de gente que creía haberla visto. Pero nunca se sabrá con seguridad.

Logros conseguidos por Amelia en aviación:

  • Estableció el récord de altura en vuelo de una mujer 4 267 m
  • Fue la primera mujer en cruzar volando el océano Atlántico como pasajera
  • Estableció el récord femenino de velocidad en una carrera de 3 km (291,58 km/h)
  • Estableció el récord de vuelo de una mujer
  • Estableció el récord velocidad en 100 km (281,46 km/h)
  • Estableció el récord de altitud en autogiro 5624 m
  • Primera persona en sobrevolar sola Estados Unidos en autogiro
  • Primera persona en sobrevolar sola el Pacífico, de Hawái a California
  • Primera mujer en sobrevolar Estados Unidos sola
  • Se convirtió en una referencia para las mujeres
  • Primera presidenta de las Ninety Nines
  • Ayudó a atraer pasajeros a la primeras aerolíneas comerciales estadounidenses
  • Escribió dos libros: “20 h 40 m” y “Por el placer de hacerlo”
  • Primera persona en sobrevolar el Atlántico dos veces
  • Primera mujer en sobrevolar sola el océano Atlántico
  • Primera persona en volar de Los Ángeles a Ciudad de México
  • Estableció el récord femenino del vuelo transcontinental más rápido sin escalas

En el 2009 se estrenó la película “Amelia” sobre su vida, con los actriz Hilary Swank en el papel de Amelia, por cierto con un parecido muy notorio, y Richard Gere en el de George Putman. No fue muy bien recibida por el público y la crítica. Recuerdo haberla visto, y efectivamente no fue tan buena como uno hubiera esperado. En las películas “Noche en el museo” y “Noche en el museo 2”, también aparece el personaje de Amelia, lo menciono porque la actriz que hace el papel es Amy Adams, una de mis favoritas.

Amelia Earhart fue osada y decidida. Trabajó intensamente para demostrar a jóvenes y mujeres que podían ser lo que ellas quisieran y hacer lo que desearan. Esta es la razón por la que se la recuerda: no solo por la misteriosa manera en que murió, sino por la asombrosa forma en que vivió.

Incluyo una pequeña galería de imágenes relacionadas con Amelia con sus aviones, y algunos sitios de interés histórico. Todas las imágenes son del dominio público o WikiCommons. Si quieren ver más o conocer con más detalle sobre su vida, pueden visitar el sitio web oficial de Amelia Earhart.

 

Basada en el libro “Pequeños relatos de grandes historias: Amelia Earhart” de editorial Blume.

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