Mi primera visita a Costa Rica

Crónicas interculturales

Por Remy Leroux Monet

Remy Leroux

Visité por primera vez Costa Rica en 1978 para cubrir como periodista el congreso anual de COTAL, que se celebró en San José del 23 al 28 de abril. ¿Quién no añora la hoy debilitada Confederación de Organizaciones Turísticas de América Latina registrada desde 1957 en Buenos Aires? O sea que festejó sus 60 años en 2017 “haciendo turismo en América” como proclama su lema.

Cotal 1978

Abrió el Congreso el Presidente Daniel Oduber Quirós y lo cerró el Presidente Electo Rodrigo Carazo Odio que asumía sus funciones unos diez días después de este magno evento internacional, el 8 de mayo, como lo dictan las reglas.

Presidió el evento el agente de viaje Cecilio Terán. Vistió toda la semana el mismo austero traje entero negro. ¡Qué formales los ticos!

Entendí mucho después que este simple hecho de compartir los honores entre el Presidente saliente y el entrante es una actitud tradicional de los ticos, una actitud “a la tica”.

Yo agregaría también como prueba de la afamada “paz social y política” de este país el otro hecho de atreverse a convocar un congreso internacional en un periodo de cambio de gobierno.

En sus discursos, los dos Presidentes hablaron de Jean Paul Sartre, Auguste Comte, de La Sorbonne (La Sorbona, mi universidad, fundada en el año 1257), del aniversario No. 10 de los “Eventos de Mayo 1968”, etc.

Este descubrimiento me impactó enormemente.

Me preguntaba ¿qué es este país, que me había costado tanto encontrar en el mapa y alcanzarlo desde París y donde sus élites conocen tanto de la cultura francesa y europea?

Todos los días, gracias a la ayuda de un amigo agente de viaje francés de sangre costarricense, íbamos a ver a la Directora de la Redacción para proponerle una ruta y un financiamiento para el reportaje sobre este congreso mundial en un país tan lejos, tan difícil de acceso y tan poco conocido en Francia.

Conocí años después el famoso chiste sobre Hitler que buscó Costa Rica en un globo terráqueo cuando esta nación declaró la guerra al III Reich… y no la encontró. Porque había una mosca sobre el mapa en la zona centroamericana.

Hoy veo en eso cierto paralelismo.

Creo recordarme que mi ruta terminó siendo París-Caracas con Air France y a continuación “el lechero” de Lacsa: Caracas, Santa Marta, Barranquilla, Cartagena, Panamá y San José. O algo así. No terminamos nunca de llegar.

(Paréntesis: todavía en 1993, cuando mi sobrino y su familia me vinieron a visitar, se informaron en una agencia de viajes sobre vuelos a San José. Ellos se dirigieron a la mayor agencia de Francia en la época. Los mandaron a San José, California… Hoy en día, las cosas han cambiado bastante. Felizmente. Los franceses son hoy por hoy los primeros turistas europeos en Costa Rica).

Una gran algarabía entre música y folklore esperaba a los Delegados al Congreso COTAL en la terminal del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, sin presencia ninguna de uniformados militares ni policías.

El traslado a San José Centro se hizo en una rústica y ruidosa buseta, la radio puesta a todo full con ritmos tropicales. Nuestras escoltas o azafatas eran jóvenes y alegres. Hablaban entre ellos, entre ellas y con el chofer sobre las incidencias de las llegadas de los participantes extranjeros al Congreso.

Poquito a poco me daba cuenta de que yo podía entender todo o casi todo lo que se decía en el vehículo. A mí, que me costaba terriblemente seguir la televisión o la radio española… El acento tico me fascinó. Y me estimuló. De repente un muchacho quiso hacer una broma bien machista asustando a sus compañeras gritando que había un ratón en el bus. Me sentía tan cómodo que seguí la nota y me puse a buscar el invisible animal. El resto del viaje lo pasé hablando con todos los acompañantes y los pocos otros viajeros. En español tico…

Me acuerdo de otra anécdota de este primer viaje a Tiquicia. Al final del Congreso, fui a Puerto Limón en avión y después seguí a Cahuita en bus. Allá me dormí en la playa, conquistado por el calorcito del día. Me desperté en pleno sol de mediodía todo quemado. Como una semana entera poniéndome cremas y protectores solares…

Los organizadores me habían alojado en el confortable Hotel Balmoral, en la Avenida Central de la Capital. En la noche se daba una actividad en el vecino Gran Hotel Costa Rica. A la hora anunciada salgo de mi cuarto perfumadito y con traje entero para dirigirme a pie al lugar de la recepción. Me acordaba claramente que el Gran Hotel estaba cerca del Balmoral pero no supe llegar. Me perdí… Entré entonces en una farmacia para preguntar el camino, admitiendo que sabía que era cerca pero que no sabía llegar. Alguien que parecía jefe designó entonces a una persona para que me acompañara. Y recorriendo los 200 m seguí hablando a lo tico…

¡Wow! ¿Dónde pasa eso? Ciertamente no en Francia.

A menudo, me preguntan qué más me gusta de Costa Rica. Suelo contestar como pregonaba Lacsa: “me encanta la gente”…

Remy Leroux Monet, ciudadano francés, visitó por primera vez Costa Rica en 1978, y desde entonces no se ha separado nunca de nuestro país. En 1993 migró definitivamente. Siendo un atento observador de su entorno, tiene por afición resaltar diferencias entre sus dos países, el de nacimiento y el de adopción.

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