El Sáhara Occidental forma parte de la Lista de Territorios No Autónomos (TNA) designados por la ONU con el fin de ser descolonizados.
Francesc Casadó
El 14 de noviembre de 1975, unos días antes de la muerte del dictador Franco, se firmó el Acuerdo Tripartito de Madrid en el que España reiteraba la intención de poner fin a su presencia en el Sáhara Occidental.
En 1976 se hizo efectiva la salida del territorio colonizado y acto seguido se produjo la ocupación de Marruecos en el norte y de las tropas mauritanas al sur, tal como había sido acordado en Madrid; pero las Naciones Unidas dictaminaron que ninguno de los dos países tenía soberanía sobre la región norteafricana dando por nulo el Acuerdo Tripartito que había sido auspiciado por el entonces príncipe Juan Carlos. Todavía hoy la administración del territorio y de su proceso de descolonización continúan correspondiendo al Estado español, aunque de facto, el control de buena parte de sus recursos lo está ejerciendo la monarquía alauita desde que fuera ocupado ilegalmente por el rey Hassan II.
El Sáhara Occidental forma parte de la Lista de Territorios No Autónomos (TNA) designados por la ONU con el fin de ser descolonizados. Forman parte de esta lista la ciudad de Gibraltar y 15 islas que todavía permanecen bajo mandato de alguna de las grandes potencias occidentales. La región africana dependiente de España tiene el dudoso honor de ser la más extensa y poblada de todas las incluidas en la TNA.
Tras la invasión, el ejército marroquí se dedicó a seccionar lentamente el mapa saharaui de norte a sur en dos partes asimétricas con la construcción de un muro defensivo de 2.720 kilómetros de longitud. El aislamiento militar finalmente consiguió detener a las guerrillas del Frente Polisario en su intento por recuperar la soberanía sobre la totalidad del territorio arrebatado y negó el acceso del pueblo saharaui a las costas del mar Atlántico donde son abundantes los bancos de pesca, así como a vastos territorios donde el subsuelo es rico en recursos minerales, en especial de fosfatos.
El bloqueo de la brecha de Guerguerat ha sido el detonante del conflicto armado. En octubre la población saharaui decidió iniciar las protestas por la violación sistemática durante años de parte de su territorio donde se ubica el paso ilegal que da acceso a la frontera sur con Mauritania. A través de la única vía de comunicación posible Marruecos intenta poner fin al aislamiento geográfico con su vecino y en 2018 inició el trazado de una carretera, todavía sin asfaltar, que permite la circulación de personas y mercancías hacia el África subsahariana. Según un informe de la ONU la ruta también está siendo utilizada por bandas criminales para el tráfico de migrantes y contrabando de droga vía el Shael.
El cierre del paso fue un golpe de efecto propagandístico de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) para focalizar su principal objetivo: el derecho de autodeterminación. Un anhelo de la población tras décadas de completo fracaso por parte de la Misión de las Naciones Unidas Para el Referéndum del Sahara Occidental (MINURSO), en la que incluso queda pendiente la elección de un diplomático que realice las funciones de Enviado Especial.
Los ataques diarios de la artillería del Frente Polisario contra las bases militares marroquíes que defienden el muro están siendo invisibilizados por los medios de comunicación de la monarquía feudal y por el cierre de las fronteras debido a la pandemia que impide el desplazamiento de la prensa internacional. Se trata de una guerra de desgaste contra un enemigo atrincherado, superior en número y habituado a realizar maniobras con el ejército de EE.UU. En junio está prevista la operación conjunta African Lion que se realizará en territorio ocupado del Sahara Occidental, en concreto, en Dajla, la mayor ciudad portuaria que en 2005 fue escenario de graves protestas exigiendo el fin de la dependencia al reino marroquí, así como en la localidad de Al Mahbas, situada a escasos kilómetros del muro donde se están produciendo intensos bombardeos por parte del Ejército Popular de Liberación Saharaui (EPLS).
Rabat es un socio extra-OTAN desde que en 2004 fuera nominado por el expresidente George W. Bush. Este estatus le otorga ventajas financieras y militares como ha sucedido con la reciente normalización de relaciones con el régimen israelí por parte del rey Mohamed VI. A cambio, el reconocimiento de EE.UU. sobre su soberanía en el Sahara Occidental; negociar una venta millonaria de armamento, y la posibilidad de sustituir en un futuro la base naval española de Rota por otra de las mismas características en la costa marroquí. La vecina Argelia es el gran aliado del Frente Polisario, durante décadas ha acogido a sus refugiados y armado al ejército de liberación. Sobre el inicio de las relaciones diplomáticas alauitas con Israel el primer ministro de Argelia, Abdelaziz Djerad, declaró: “las maniobras apuntan a desestabilizar su país (Marruecos) y el deseo de la entidad sionista de acercarse a nuestras fronteras”.
La disputa geoestratégica entre Rabat y Argel se está desarrollando tanto en la arena política como en la económica y sus formas dominantes: el modelo neoliberal de Occidente enfrentado al multilateralismo de los países emergentes. Aun así Marruecos intenta diversificar sus relaciones con China de la que ha conseguido el mayor proyecto de inversión en el norte de África con la construcción de una zona industrial de alta tecnología. Argelia es el principal socio comercial de Moscú en la región gracias a la compra masiva de armamento, las buenas relaciones políticas entre ambos se constatan por la ausencia de la flota de barcos rusos entre los países que suelen faenar ilegalmente en las aguas territoriales del Sahara Occidental.
En la Unión Europea la cautela es la nota dominante en las relaciones con el Reino Alauita debido a los intereses comerciales. La apertura de la ruta por la brecha de Guerguerat está permitiendo el transporte con camiones de abundantes productos marinos desde los caladeros mauritanos y saharauis hasta Gibraltar, incumpliéndose por parte de la Unión Europea las normas del Tribunal de Justicia sobre la explotación de aguas todavía pendientes de descolonización.
Sorprende la posición del gobierno español respecto al Sahara Occidental, sin posición propia más allá del mandato de Naciones Unidas. Tras la crisis por la llegada de pateras a Canarias desde Marruecos el secretario de Estado (España Global), Manuel Muñiz, ha exculpado al país vecino de chantaje por la externalización fronteriza de migrantes hacia nuestras costas. Nadie denuncia la agresiva diplomacia alauita para mantener su estatus colonial en la región.
ALAI, América Latina en Movimiento