Diálogo nacional

…¿Y usted qué opina?

Fernando Berrocal

Fernando Berrocal Soto

Hace unos días, la cúpula de la dirigencia sindical de la ANEP, en una amplia entrevista en DIARIO EXTRA, propuso un diálogo nacional con el Gobierno de la República y con las cámaras del sector empresarial privado. Apoyo esa idea.

Desde que comenzó la administración Alvarado, esa solicitud ha sido una constante petición nacional, desde los sectores y la opinión pública.

La respuesta ha sido un silencio absoluto y muchas mentiras, como la de que los distintos proyectos presentados por el Poder Ejecutivo a la Asamblea Legislativa han sido, previamente, consultados con los sectores y con los partidos políticos. Después, los hechos demuestran que eso no ha sido así.

No se puede gobernar, democráticamente, sin diálogo con los principales actores de la vida nacional. Tarde o temprano, dice sabiamente nuestro pueblo, el “que siembra vientos, recoge tempestades” y me temo que, si el presidente Carlos Alvarado y la Casa Presidencial no cambian de actitud y disminuyen esa actitud, pronto el país -con coronavirus o sin coronavirus- entrará a una etapa de extrema agitación y protestas, por la falta de diálogo y por las eminentes consecuencias negativas de la actual política económica.

Tal vez Marcelo Prieto, como nuevo ministro de la Presidencia, logre internamente cambiar esta fatal ecuación y actitud de la Casa Presidencial. El ministro Prieto viene de la academia, pero es un político por definición.

En los países de la Unión Europea, existe el Consejo Económico y Social integrado por empresarios y sindicalistas como un órgano de consulta obligada para orientar y darle coherencia a las políticas comunes europeas. También, la Asamblea General de la Organización Internacional del Trabajo está conformada en forma tripartita: gobierno, empresarios y trabajadores.

Esa fórmula democrática es un símbolo de madurez cívica y de inteligencia política programática que ha dado siempre excelentes resultados.

Aquí habría que impulsar una reforma constitucional, de las que se deben hacer con urgencia para emprender la necesaria Reforma Integral del Estado Costarricense. Pero eso tomará su tiempo. Lo que la Casa Presidencial debería hacer, entre tanto, es arrancar y convocar, cuanto antes, a ese diálogo nacional. Sobre la mesa, hay muchas buenas propuestas de los empresarios, los sindicatos, las universidades y distintos especialistas y profesionales.

No se necesita ser un genio, ni haber pasado por donde asustan, como nos sucedió personalmente en la gravísima crisis económica de los años ochenta, para ver que en el horizonte se está formando una tormenta y de la fuerte.

Ojalá así lo entienda el Gobierno y que tengan la humildad de aprender a gobernar con firmeza, como es necesario en las crisis, pero sin iluminismos y prepotencias que no llevan a nada, sino como resultado firme de un diálogo constructivo y serio a nivel nacional con los principales actores y factores de poder en Costa Rica.

Ese es el camino correcto y ayer ya era tarde para iniciar ese diálogo nacional.

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