Claudio Alpízar Otoya
Primero, que quede claro, que me parece imprudente, improcedente y de oportunismo político total que Otón Solís sea el representante de Costa Rica ante la OCDE.Segundo, me parece ridículo que los diputados presenten una moción de censura a los 23 ministros que aprobaron el nombramiento de Otón Solís como representante ante la OCDE.
Tercero, los diputados están en su derecho de oponerse al nombramiento y frenar la agenda del Poder Ejecutivo si el presidente Alvarado insiste en mantenerlo en su puesto.
Cuarto, dice Carlos Alvarado que “el Presidente es electo para tener criterio”. Pero habría que aclararle al presidente que un criterio se sustenta en reglas y normas, además, el criterio político permite a un líder medir lo oportuno o no de un nombramiento, así como las consecuencias que este tendría. Sin duda, en este caso el criterio político del Presidente Alvarado -como en otras muchas oportunidades- lo deja como un político anodino.
Quinto, el Ministro del COMEX (Andrés Valenciano) subalterno del Presidente Alvarado ha dejado al DESNUDO al mandatario -su superior- al revelar públicamente su oposición al nombramiento de Solís. ¡Y donde está el piloto de este Gobierno! Una muestra más de un gobernante anodino e irrespetado constantemente por sus subalternos. ¿Renunciará o relevarán a Valenciano de ministro?
Sexto, ¿Qué espera Otón Solís para renunciar? Hacerse a un lado, ante una oposición generalizada del país a su nombramiento. ¡Qué poca dignidad!
Sétimo, algunos diputados, que inclusive han sido ministros en alguna ocasión, dicen que el nombramiento es ilegal porque el nombramiento del representante ante la OCDE lo hace el Consejo de Gobierno ante recomendación del Ministro de Comercio. Sería bueno que alguien les aclaré, o les recuerde, que el Presidente de la República es quien nombra a todos los ministros, incluyendo al de COMEX, y quien junto con ellos firma los decretos. O sea, sin apoyo del Presidente ningún ministro podría nombrar a un representante de alto nivel.
Conclusión
Estamos ante un nombramiento que no se discute por lo legal, sino por lo político, lo inoportuno de seleccionar a una persona impopular, contradictoria y cuestionada, que hoy en día ha perdido el respeto ciudadano.