Un ícono de Australia: los 90 años del puente de Sídney

Por Carola Frentzen (dpa)

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Los fuegos artificiales de la celebración del Año Nuevo 2017 iluminan el «Harbour Bridge» y la Ópera de Sídney. Foto: picture alliance / Henrik Josef Boerger/dpa

«Este puente fue construido por gente que tenía minas de carbón y altos hornos en los que se podría haber fundido un acorazado. Es una estructura magnífica», escribió el escritor estadounidense Bill Bryson sobre el puente de la Bahía de Sídney, de casi 53.000 toneladas.

Junto con la Ópera de Sídney, la roca Uluru y el canguro, el puente es uno de los máximos símbolos de Australia. Aunque la llamativa construcción ya tiene 90 años, su diseño es de una belleza atemporal.

A la vez, es una arteria principal de tránsito y un punto de referencia de la ciudad más grande y poblada de Australia.

Una mirada al pasado: el 19 de marzo de 1932, cuando se inauguró con bombos y platillos, el «Sydney Harbour Bridge» fue un gran acontecimiento. Unas 750.000 personas acudieron al lugar y pisaron el puente de acero por primera vez.

«¡El gran trabajo está hecho!», señaló un entusiasmado comentarista en aquel momento. Tras siete años de construcción, el puente finalmente pasó a manos de los ciudadanos, que no dudaron en apoderarse inmediatamente de este emblema. Las imágenes muestran a una gran multitud abriéndose paso hacia el puente.

Unos 1.600 obreros participaron en los peligrosos trabajos de altura, 16 de ellos no sobrevivieron.

«Todos los días, estos hombres subían al puente, igual que un soldado va a la batalla, sin saber si iban a bajar vivos», dijo en aquel entonces el jefe de la obra Lawrence Ennis. Pero era la época de la Gran Depresión, cualquier tipo de trabajo estaba muy solicitado.

«Coat Hanger» (la percha) es como los habitantes de Sydney llaman cariñosamente a su ícono. Con un palmo de arco de 503 metros es uno de los puentes en arco más largos del mundo. Conecta el centro de la metrópoli con los suburbios del norte.

Desde 1998, los que no tienen miedo a las alturas pueden incluso escalar el arco (BridgeClimb) hasta una altura de 134 metros, munidos de arneses y otras medidas de protección, y vivir una experiencia inolvidable.

Pero la vista también es espectacular desde el suelo. Cuando los turistas se acercan al puerto por primera vez desde el Real Jardín Botánico de Sídney o toman un transbordador desde Circular Quay, quedan impactados: los tejados blancos de la Ópera brillan al sol y detrás de ellos el Harbour Bridge se eleva majestuosamente sobre el agua azul. Este doble golpe de genialidad arquitectónica es uno de los motivos fotográficos más bellos y codiciados del mundo.

«La Ópera es un edificio magnífico, no lo voy a negar, pero mi corazón pertenece al Harbour Bridge», escribió Bill Bryson en su homenaje a Australia «Breakfast With Kangarros» (Desayuno con canguros).

Según el autor de diversos libros sobre viajes, el puente no es tan solemne, pero sí muy dominante. «Se ve desde todos los ángulos de la ciudad y se mete en la imagen como un tío que quiere salir en todas las fotografías», cuenta.

Los trabajos de construcción propiamente dichos comenzaron en 1925, y en los años siguientes se ajustaron a mano seis millones de remaches. En agosto de 1930 se cerró finalmente el arco.

Incluyendo las rampas, el Harbour Bridge tiene 1.150 metros de largo y unos 50 metros de ancho. Los días laborables cruzan por allí casi 200.000 coches que se trasladan de una parte a otra de la ciudad por los ocho carriles destinados para automóviles. Además, hay dos líneas de ferrocarril y caminos para peatones y ciclistas.

En 2004, la estructura entró incluso en el Libro Guinness de los Récords como el «puente en arco más ancho del mundo».

Una vez al año, los ojos del mundo entero se dirigen hacia el puente, concretamente en Nochevieja. Cuando se da la bienvenida al Año Nuevo en Australia se produce sobre el Harbour Bridge uno de los espectáculos pirotécnicos más impresionantes del mundo.

A principios de 2018, otro símbolo de Australia irrumpió en medio del puente de la Bahía de Sídney. Un ualabí, que es parecido al canguro pero más pequeño, saltó por los ocho carriles en dirección hacia el centro de la ciudad una hora antes del amanecer, poco antes de la hora punta. Se necesitaron varios coches y jinetes de la Policía para sacar al marsupial del puente.

dpa

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