Mauricio Ramírez Núñez
El mundo es un solo tablero de ajedrez en cuanto a geopolítica se refiere, no entender esto es el primer paso para un criterio y una visión errónea de los acontecimientos en el siglo XXI. El segundo error, es creer que la geopolítica es ideológica, hay muchos quienes creen que vivimos en la Guerra Fría y esto también les conduce a error en cuanto al análisis de la realidad. Los fantasmas de aquellos tiempos todavía asustan a muchos.Entender la relación de las partes con la totalidad y tener conciencia que una variable en cualquier parte del mundo puede detonar una crisis real en otra, es vital para ver con claridad lo que sucede en el mundo de hoy. Lamentablemente, la crisis en Ucrania ya empieza a tener sus impactos geopolíticos en el Caribe americano, pues el llamado de Ortega a aceptar tropas rusas en su territorio, no es por “delirios de grandeza o afinidad ideológica” como muchos afirman, sin conocer la ciencia del razonamiento geopolítico, su estrategia y alcances. Esto es simplemente una respuesta simétrica de parte de Rusia a EEUU, pues tal como lo he explicado muchas veces, la dinámica es “ojo por ojo, diente por diente”; “si ustedes me molestan en mis fronteras, yo hago lo mismo en las suyas”.
Ese es el método aplicado, por eso la analogía que yo había hecho sobre el tema Ucrania en otras reflexiones: ¿cómo actuaría EEUU si Rusia decide poner bases militares con misiles activos de largo alcance en México? Bueno, es así como Rusia ve y entiende la intimidación contra ellos por parte de la OTAN y EEUU en sus fronteras occidentales. Otro ejemplo histórico, fue la crisis de los misiles del 62 y la respuesta inmediata del gobierno norteamericano. Lamentablemente, hoy parece que todos prefieren ir a una confrontación nuclear que a una mesa de negociación para buscar un acuerdo de paz.
Ahora bien, ese escenario en Europa se traslada a nuestras tierras, lo cual es de esperarse. Para un país como Costa Rica, de tradición pacífica, respetuosa de la democracia y los derechos humanos, ejemplo por no tener ejército, la actitud correcta de un estadista debería ser la de fortalecer nuestra postura de neutralidad perpetua, activa y No armada. Esto implica mantener nuestro territorio libre de presencia militar de cualquier país, como Suiza, para hacer respetar esa neutralidad absoluta, y amparados en el marco normativo internacional hacer valer el respeto de nuestra soberanía.
Esto no implica tener malas relaciones con ninguno o apartarse, por el contrario, es estar claros del rol de cada actor en el concierto de las naciones, establecer relaciones de cordialidad, respeto y comercio con todos quienes podamos, pero sin la necesidad de una alineación total con un bando u otro. Algunos pensadores latinoamericanos llaman a esto el “No Alineamiento Activo”. Para el analista internacional Oliver Stuenkel, América Latina debe abstenerse de trasladar la lucha entre EEUU, China y Rusia a la política interna, la pugna entre potencias no debe llevarse a la lucha política interna, pues solo genera divisiones innecesarias en momentos donde más unión se requiere. Solo de esta manera, y llevando a cabo un FODA a conciencia de la condición de cada uno de nuestros países, es que podremos avanzar en la búsqueda de agendas mínimas, esa dinámica nuestra de exigir condiciones a todos para sentarnos a hablar solo nos divide. ¿A quién beneficia una región como ésta dividida? Sin duda a nosotros no. Tenemos que hablar con todos, sin excepción y respetar los mecanismos legales de diálogo e integración de los cuales somos parte.
En tiempos tan convulsos como los que vienen, tomar partido, aceptar el ingreso de barcos de guerra de un país u otro, bajo la excusa que sea, es un grave error para Costa Rica. Una actitud así será tomada como una provocación por otros bandos y eso bastará para que empiecen las situaciones delicadas contra nuestra integridad territorial y seguridad nacional, como respuesta a lo que los otros interpreten como amenaza para su seguridad. Costa Rica debe garantizar un territorio neutro, en paz y sin espacio para conspiraciones de nadie, eso es lo único que nos puede salvar en medio de este huracán geopolítico que viene con toda la fuerza.
Lamentablemente, no todos nuestros políticos entienden este tipo de razonamientos, por el contrario, pareciera que vamos con fuerza al ojo de la tormenta, lo cual nos podrá generar graves peligros. Luis Alberto Monge dejó el legado de la neutralidad perpetua, ese es el que debemos mantener en tiempos tan difíciles y en las circunstancias geográficas y geoestratégicas en las que se encuentra nuestro país: en medio de dos océanos importantes, a la par de un canal por donde pasa el 30% del comercio mundial y en una zona donde se conectan el norte con el sur del continente. Nadie meterá las castañas al fuego por nosotros, y en caso de hacerlo, la factura a pagar equivaldrá a venderle el alma al diablo, esto debemos reflexionarlo con calma y cabeza fría para pensar de forma equilibrada y realista nuestras posturas.
– Académico