Sobre la necesidad de repensar la salud mental: la situación costarricense

Alice Padilla

En los últimos años, los cálculos aproximados de la OMS sobre la carga mundial de morbilidad correspondiente a las personas entre los 15 a 44 años, indican que los trastornos mentales y del comportamiento representan cinco de las diez principales cargas de morbilidad. Dichos trastornos, entre los cuales figuran la depresión, la ansiedad, los trastornos relacionados con consumo de alcohol, las autolesiones, la esquizofrenia y el trastorno bipolar, son tan importantes en los países en desarrollo como en los países industrializados. Las repercusiones económicas, personales y sociales de dicha carga en la sociedad son inmensas, trastornos como estos afectan a muchas familias, y muchas de estas familias no tienen el apoyo ni la capacidad para sobrellevar una situación así de difícil.

Los gastos en servicios de salud y sociales y la pérdida de producción debida a las altas tasas de desempleo entre las personas con trastornos mentales y sus familias son algunos de los muchos costos más evidentes que se pueden describir. Menos evidentes resultan los costos que vienen con estas enfermedades como lo son los financieros, la reducción de la calidad de vida y la tensión emocional padecidos por los pacientes y sus familias.

Hoy se sabe que se pueden tratar y gestionar y en muchos casos prevenir la mayoría de los trastornos mentales, y que existen estrategias capaces de intervención al respecto; no obstante, sigue existiendo un gran desfase entre la disponibilidad de esos conocimientos y su aplicación en la realidad, son temas que quedan a la deriva y no se toma la importancia que esta debe de tener. De ahí que entre las mayores consecuencias se encuentren las dificultades para desenvolverse en los entornos sociales y los tratos inhumanos en los centros de ayuda psicológica/psiquiátrica que muchos pacientes no pueden denunciar y deben sufrir los daños físicos y psicológicos en este tipo de centros.

Algunos países no están bien equipados para abordar esa carga, pues los recursos disponibles y destinados a los trastornos mentales son escasos y no se utilizan adecuadamente. Actualmente en Costa Rica se tienen universidades capaces de preparar profesionales en las áreas de salud mental como lo son terapeutas neurológicos, psicólogos y psiquiatras, pero desgraciadamente el sistema de salud no da para que estos profesionales de su consulta de manera gratuita a personas con el seguro ya que se deben de esperar y muchos de estos profesionales optan por sus propias clínicas privadas, lo malo es que las personas que lo necesitan muchas veces no tienen el dinero para poder hacer uso de una consulta médica que los ayude en su salud mental. Los centros educativos costarricenses que siguen el planeamiento educativo del MEP implementan en décimo año la enseñanza de la psicología para orienta a los y las jóvenes, pero esto es solo por un año y eso es todo lastimosamente. Ante la falta de conocimiento respecto a los trastornos cognitivos y sus consecuencias para el estado físico, emocional y mental muchas personas terminan optando por terapias pagadas o fármacos que si bien es cierto alivian el malestar no permiten llevar una vida totalmente sana y estable.

La salud mental lo es todo, mente sana cuerpo sano y todo esto incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social. Afecta la forma en como pensamos, sentimos y actuamos cuando nos enfrentamos a la vida. Todo esto ayuda a determinar cómo manejamos el estrés, nos relacionamos con los demás y tomamos decisiones tanto para nosotros o para cuando debemos tomar decisiones para con otros. La salud mental es importante en todas las etapas de la vida, desde la niñez y la adolescencia hasta la adultez y la vejez, necesitamos comunicarnos y no solo guardar nuestras emociones para con nosotros y cuando esto sucede nos va carcomiendo hasta que todo explota y termina dañando a los demás.

No podemos olvidar que entre a mayor salud mental, mejora nuestra calidad de vida: podemos aprender bastante y esta nos beneficia ya que nos enseña a afrontar el estrés de la vida, ser físicamente saludable, tener relaciones sanas, contribuir en forma significativa a la comunidad, trabajar productivamente. También puede afectar de manera significativa o permanente la salud física. Por ejemplo, los trastornos mentales pueden aumentar su riesgo de problemas de salud física, como accidente cerebrovascular, diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas.

Así que la implementación de las políticas en materia de salud debe darle la importancia necesaria a la salud mental porque estas enfermedades que muchas veces no se ven, no se escuchan y se ocultan en muchas ocasiones, terminan siendo una explosión para la persona que la padece y los familiares que lo rodean. Conocer nuestra salud mental y aprender de ella es un derecho y un deber con uno mismo y con los demás, porque para ayudar a los demás y hacer el bien, primero necesitamos estar bien con nosotros mismos. Costa Rica necesita repensar su sistema de políticas en salud mental, enfocando los métodos en favor del trabajo físico, emocional y espiritual desde las edades más tempranas, sin dejar de lado que todos y todas estamos expuestos a los trastornos mentales.

Estudiante de Bachillerato en Relaciones Internacionales.

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