Sistemas políticos abortivos

Gustavo Elizondo Fallas

Gustavo Elizondo

Salí de sexto año del colegio en el año 1980, en el mismo mes que se dio la primera devaluación violenta del dólar y que llevó a la economía del país a la peor crisis de su historia, con un deterioro increíble en la calidad de vida del ciudadano común y una reducción de oportunidades de educación para esa que posteriormente se llamó la generación perdida. Como estudiante de un colegio técnico, la práctica profesional que realicé me ofrecía la oportunidad de seguir vinculado a la empresa receptora con una gran proyección de crecimiento pero por tratarse de una empresa de productos veterinarios en su mayoría importados, con productos vendidos con un tipo de cambio de 8,60 y con facturas por pagar en el exterior con el dólar a ₡20 (ni siquiera había llegado a los ₡80 de los meses posteriores), la empresa quebró en los primeros meses de 1981, con lo cual mis aspiraciones laborales se vieron frustradas, lo mismo que las de mis compañeros de generación, que en su mayoría migraron hacia los Estados Unidos, incluso algunos de por vida, nunca regresaron al terruño.

Retraigo esta experiencia personal, porque al igual que entonces, existe una falla en los sistemas políticos que atenta contra la población, en esencial los jóvenes, que ante la falta de oportunidades deben buscarlas lejos de sus tierras, arriesgando sus vidas en la búsqueda de una mejor calidad de vida. En nuestra cercana Nicaragua, luego de una sangrienta lucha contra la dictadura del Tacho Somoza, los vencedores de la revolución sandinistas no fueron capaces de ofrecer un sistema político a la juventud pinolera y hoy, con el poder en manos de la dupla Ortega/Murillo, tan sangrienta como el Tacho, estos jóvenes deben vivir en la clandestinidad o migrar hacia otros países, porque simplemente el sistema los abortó.

En la misma Centroamérica, caravanas de familias hondureñas y salvadoreñas realizan extenuantes jornadas de caminatas hacia el norte, en la búsqueda del sueño americano; prefieren estas dificultades, que estar en su propio país, que no es capaz de ofrecerles ni el más humilde de los trabajos para sobrevivir, en medio de narco gobiernos corruptos, más preocupados en mantener su estatus quo que en buscar el bienestar de sus gobernados; sin duda son sistema políticos abortivos, no son capaces de sostener en su vientre a sus hijos.

Si viajamos hacia el sur, no tan lejos nos encontramos a Venezuela, en el mismo país que Bolivar tuvo sus sueños de libertad que plasmó en las victorias contra la ocupación española; aquí en esta tierra, a partir de la corrupción de líderes de la social democracia como Carlos Andrés Pérez, el país cayó en manos del populismo socialista encabezado por Chávez, quien heredó su poder a Nicolás Maduro, un chofer de ómnibus formado políticamente en Cuba, quien ha llevado a esta otrora próspera nación a una economía a la altura de los países del áfrica sub sahariana, donde el hambre y la desesperación pululan por todo el territorio, sin las mínimas garantías políticas y con una pseudo estructura de gobierno montada por el mismo dictador. Millones de venezolanos han tenido que migrar a la cercana Colombia y a otras naciones del continente, porque ese gran vientre donde Bolívar nació, es hoy un “útero político” que rechaza a sus propios hijos.

El reto para los costarricense y en especial para sus autoridades políticas, es fortalecer el sistema, de manera que, aparte de los derechos políticos, exista una economía sólida, incluyente, para las grandes mayorías; como decía don Pepe en Cartas a un Ciudadano:

Queremos levantar el rendimiento del trabajo nacional, y enriquecer al país, para que nuestros ciudadanos puedan cultivarse mejor; para que nuestros jóvenes no tengan que comenzar a ganarse la vida demasiado pronto, y puedan asistir al colegio; para que nuestros adultos dispongan de facilidades culturales, y del tiempo y de la salud necesarios para disfrutarlas, y no suspendan su educación al salir de la escuela y entrar en la vida madura; para que nuestro pueblo sea sano física y moralmente; para que nuestras casas, nuestras ciudades y nuestros campos proporcionen a todos los habitantes un ambiente de superación, de vida provechosa y digna, de plenitud espiritual.

Msc Gerencia Social

Revise también

Costa Rica no es un chuica

Armando Vargas Araya El régimen conservador británico ha pretendido utilizar nuestra pulcra marca país en …

Un comentario

  1. Gustavo Elizondo

    Gracias don Carlos, recibo con satisfacción su comentario, aun más por tratarse de un intelectual de su talla.

Responder a Gustavo Elizondo Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cambio Político
Este sitio usa cookies. Leer las políticas de privacidad.