Saudades del ejército

Pandemia

Yayo Vicente

Saudade es un término descriptor, un concepto, pretende poner en una palabra un sentimiento complejo. No existe en nuestra lengua un vocablo que lo traduzca completamente, por eso la Real Academia Española lo aceptó como tal, así que en español también se dice “saudade”.

SAUDADE es un vocablo de difícil definición, expresa un sentimiento afectivo primario, próximo a la melancolía, la añoranza, la soledad y el anhelo, estimulado por la distancia temporal o espacial a algo amado y que implica el deseo de resolver esa distancia. Es un sentimiento agridulce, de vacío causado por la ausencia, que conlleva la idea de querer volver a experimentarlo o el deseo de volver a recuperarlo, pero a su vez sabiendo que no será posible. Existen pocas palabras capaces de transmitir mucho con tan poco.

Abolición de dos ejércitos

José (Pepe) Figueres tumbó al Gobierno de Teodoro Picado Michalski, quien vulgarmente desconoció la elección del candidato opositor Otilio Ulate Blanco. La guerra civil terminó con la victoria del Ejército de Liberación Nacional, que lideró don Pepe. Un general victorioso que pactó dieciocho meses para reformar el Estado e iniciar la transformación de la sociedad costarricense.

El primero de diciembre de 1948 don Pepe hace el acto (oficial) de la Abolición del Ejército (en realidad dos ejércitos, el suyo, el Ejército de Liberación Nacional y el Ejército de Costa Rica). La Asamblea Constituyente ratifica lo actuado por la Junta de Gobierno y queda incorporada la abolición en la Constitución Política de 1949.

Abolición del Ejército
Cuadro del pintor Juan Luis Ramírez, basado en la icónica fotografía del mazazo de don Pepe en la ceremonia de abolición del ejército, que está en una oficina de la Asamblea Legislativa.

El discurso pronunciado por el presidente Figueres en esa ocasión, todavía nos llena de entusiasmo y emoción. Costa Rica se convirtió en el primer país del mundo en suprimir sus Fuerzas Armadas, lo que se tradujo en un sentimiento de identidad nacional.

Vale la pena recordar aquel memorable día, releyendo el discurso de don Pepe:

El Ejército regular de Costa Rica, digno sucesor del Ejército de Liberación Nacional, entrega hoy la llave de este Cuartel a las escuelas, para que sea convertido en un centro cultural.

La Junta Fundadora de la Segunda República declara oficialmente disuelto el Ejército Nacional, por considerar suficiente para la seguridad de nuestro país la existencia de un buen cuerpo de policía.

Los hombres que ensangrentamos recientemente a un país de paz, comprendemos la gravedad que pueden asumir estas heridas en la América Latina, y la urgencia de que dejen de sangrar. No esgrimimos el puñal del asesino sino el bisturí del cirujano. Como cirujanos nos interesa ahora, más que la operación practicada, la futura salud de la nación, que exige que esa herida cierre pronto, y que sobre ella se forme cicatriz más sana y más fuerte que el tejido original.

Somos sostenedores definidos del ideal de un nuevo mundo en América. A esa patria de Washington, Lincoln, Bolívar y Martí, queremos hoy decirle: ¡Oh, América! Otros pueblos, hijos tuyos también, te ofrendan sus grandezas. La pequeña Costa Rica desea ofrecerte siempre, como ahora, junto con su corazón, su amor a la civilidad, a la democracia.

José Figueres
Cuartel Bellavista, 1º de dic. de 1948

Algunos añoran al ejército

Las charreteras cedieron campo a las togas. Los cañones, a las escuelas. Los fusiles, a los Libros. La represión, a la cultura. El militarismo, a la civilidad.

Vivimos sin el grito altanero del militar y sin el olor pestilente de la pólvora.

Carlos Manuel Vicente
8 de octubre de 1972

Los ejércitos impregnan a los ciudadanos con su formación, “venden” como ideal la organización piramidal, donde uno manda y el resto es sumiso, obediente y disciplinado. Parte del supuesto que quien da las órdenes, toma siempre la mejor decisión. Es un hecho cierto que los soldados se entrenan en estrategia, pero éstas se basan en el cumplimiento estricto de quienes son mandados.

Costa Rica acumula tres o cuatro generaciones sin ejército, es mucha gente. Una enorme proporción de la población no creció bajo la influencia de una organización militar. Efectivamente eso nos convierte en una sociedad particular. Quienes añoran la sumisión, la obediencia, la disciplina y las estrategias militares, desconocen la realidad costarricense y proponen medidas poco viables en una sociedad que se cambió desde hace 72 años.

Otra vez don Pepe nos adelantó

Sin ejército y le agregamos: con la cuarta revolución tocando puerta, con educación, preparación y la “generación de los millennians”, que se ajusta más a las organizaciones sin estructuras rígidas, más horizontales que verticales, con condiciones para ser imaginativos y aportar. La motivación dejó de ser solo el salario y el horario, se amplió a la posibilidad de contribuir y pertenecer.

Respondiendo a esa realidad social, grandes y exitosas empresas han venido aplanando sus organizaciones, haciéndolas menos jerarquizadas, más colaborativas. Con modelos de gestión abiertos y flexibles, que facilitan una relación estrecha con jefes, participar e involucrarse y desarrollar ideas propias. Sin mandos medios, la alta dirección está en contacto directo con los trabajadores.

Si a los faraones los representaban las pirámides, a la Costa Rica pos abolición del ejército, nos puede representar las esferas de piedra que nos dejaron los ancestros borucas.

El reto político

El reto político no debe consistir en sentir saudades por un sistema militarizado. Es organizar a una sociedad que dejó de creer en los representantes. Pocos ganaderos consideran que su cámara y el presidente de su organización los representa. Pocos se sienten representados por el diputado de su provincia, cada vez menos personas sienten haber delegado en el presidente de la república sus deseos.

La educación política pareciera que debe orientarse más en como participar y aportar en las decisiones públicas, y menos en ideologías poco plásticas y tiesas.

Las “mesas de diálogo multisectorial”, son un comienzo. Pueden ofrecer pistas de como orientar y nutrir la gestión pública con la contribución de tantos diferentes. Tal vez les faltó el intérprete (político, social y económico), como cuando vamos al odontólogo, le decimos dónde nos duele y él nos ofrece un menú de posibles soluciones y sus precios. A los diálogos les hizo falta esta vez, intérpretes, que tradujeran en propuestas legislativas las observaciones, con sus costos tridimensionales (políticos, sociales y económicos).

La abolición del ejército, no nos dejó sin legítimos interlocutores y representantes de grandes colectivos, nos dejó con muchos, con todo un pueblo en el que cada persona se siente capaz de representarse a sí misma. Cuando lleguen las vacunas para aplacar la pandemia, no nos vacunarán por la fuerza, debe ser convenciéndonos. Es, sencillamente un nuevo paradigma.

Las saudades militares son un grito en el vacío, ya no volveremos a esa poca atractiva realidad. Llegó la hora de comprender que estamos mejor, que la estrategia militar debe modificarse por una estrategia civil, que considere los aportes novedosos e imaginativos, de un país sin ejército.

PANDEMIA. El fenómeno salud-enfermedad, es complejo y cuando se escala a una población, se le suman infinidad de nuevas variables, haciéndose todavía más intricado. Poner en palabras simples lo que todavía no acabo de comprender, ha sido mi reto durante la pandemia por COVID-19.

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