Repensando la teoría y la praxis de la ideología: el caso costarricense

Andrés Zamora Gutiérrez

Andrés Zamora

El espectro de la ideología consume la espiritualidad del ser costarricense. No es una afirmación para satanizar el dogmatismo y defender la razón pura; es un intento de evidenciar que los hechos sociopolíticos de una nación que se ha caracterizado por implementar un modelo democrático “ideal” están contaminados por visiones de mundo desactualizadas y que no se adaptan a explicar de manera coherente la teoría y la praxis de Costa Rica como actor nacional e internacional.

Una cultura política donde los partidos políticos se alimentan del discurso e ideas atomistas (separadoras) contradice el sentido de solidaridad y unión que históricamente se ha construido bajo los cimientos de las garantías sociales y el estado de derecho. Perspectivas socialistas o liberales se debaten en un terreno muerto como lo es el paradigma de guerra fría, que si bien es cierto permite complementar el análisis de la realidad en pleno siglo XXI, ya no es el espacio geopolítico y estratégico que fue antaño.

La ideología como dogma y no como sentido práctico para desenvolverse inteligentemente en lo interno como en el sistema internacional hace que Costa Rica sea la “oveja devorada por los lobos” en el sentido hobbesiano de la palabra. Que lo anterior no sea malinterpretado por las lógicas darwinistas en cuanto a la supervivencia del más fuerte ni en el sentido mesiánico de ser el ejemplo para seguir para que el resto de mundo copie nuestro modelo de buen vivir; la pretensión es, como escribió Maquiavelo en su libro El Príncipe, “ser fiero como el león y sagaz como el zorro”. De esta frase depende el devenir pragmático para Costa Rica: recuperar la identidad costarricense como autenticidad nacional, repensar la ecología dentro de un espacio vital sagrado como lo es su territorio y practicar un humanismo tradicional donde la filosofía del buen vivir sea convierta en amor y respeto hacia nuestra propia idiosincrasia y la del resto del mundo.

Una de las hipótesis del libro “Parménides” escrito por Platón explica cómo la unidad existe y de las relaciones entre lo múltiple se trasciende a la unidad. ¿Cómo interpretar lo anterior en la realidad actual costarricense? Que la ideología en su sentido corrosivo hace que las relaciones entre los y las ciudadanos sean caóticas y sin un sentido crítico constructivo para repensar la Costa Rica que necesitamos. Perdura el egoísmo y la lógica individualista o partidaria de exponerse como el oráculo de la razón, desestimando sin argumentos lógicos o empatía hacia el prójimo lo que estos piensan, dicen y hacen.

La democracia liberal, en su estado más benigno, considera el libre mercado con eje fundamental para sostener la economía estatal, cuestión que se evidencia con los negocios y el comercio internacional contemporáneos. El capital fluye a través de los mercados, con el objetivo de fomentar el bienestar común de los países, maximizando sus capacidades productivas, por lo que el intercambio de bienes y servicios interconecta al mundo globalizado en el cual vivimos. Todo lo anterior, en teoría y en su ejecución, son beneficiosas mientras no se lleve a su estado extremo, tal como lo es la explotación de recursos naturales, acumulación de capital para las élites empresariales y la competencia injusta. Por eso el neoliberalismo globalista es un modelo peligroso no a estudiar para entenderlo, pero sí a seguir, y peor para dirigir la política de un país.

El marxismo como teoría científica para entender la realidad social, económica, política e internacional es sumamente valioso, donde todos y todas deberíamos formarnos al menos un poco en esa línea, porque es vital para entender la otra cara de la moneda. Sin embargo, como ideología es algo nociva y dogmática, como cualquier otra, similar al liberalismo o el fascismo. Por eso, para madurar y crecer políticamente es importante nutrirnos de la ciencia marxista, ya que ayuda a explicar la importancia de luchar al lado de los más necesitados y humillados por el sistema, al igual que el verdadero cristianismo. Pero hay que tener la suficiente inteligencia emocional y pragmatismo para actuar políticamente con estrategia, cabeza fría y alejados de todo dogma ideológico, buscando eso si siempre el bienestar de todas las personas y el cuido del planeta.

Manuel Mora Valverde demostró con su praxis y José Figueres Ferrer también, que una formación política profundamente socialista y científica nos permite comprender bien la realidad para buscar transformarla para mejor. Pero evitemos caer en el dogmatismo ideológico, porque como toda ideología, llámese política, religiosa o la que sea, termina siendo destructiva y nociva. La democracia social de los años 40 del siglo pasado debe de ser el ejemplo histórico para estudiar, siguiendo sus virtudes y criticando sus defectos, para así, fuera de toda niebla ideológica, seamos iluminados por el destello de la verdad; por lo que es fundamental salir de la cueva platónica y ver las imágenes reales de Costa Rica. Seamos ante todo filósofos, humanos y costarricenses. Busquemos la verdad mediante los dictados del espíritu y la razón: que sea la fuente de nuevas ideas y de un pragmatismo coherente.

Profesor de Relaciones Internacionales

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