¿Qué significa renovar un partido?

Reflexiones sobre el Partido Liberaciòn Nacional
Apuntes para la discusión

Walter Coto Molina

En las épocas de crisis, es más importante la imaginación que el conocimiento.”
Albert Einstein

Apuntes sobre socialdemocracia

Liiberaciòn Nacional y la crisis de partidos

Tengo entendido que el partido ha convocado a jornadas de reflexión. He querido contribuir presentando estas ideas. Las formulo no para complacer, ni para descalificar a nadie. Procuro ser siempre fiel a lo que pienso y a lo que siento.

Mi opinión es que para renovar al PLN, no solo hay que combatir los problemas que tiene, sino fundamentalmente la raíz de sus problemas. Inventariar solamente los problemas es insuficiente. Hay que pensar sobre las causas. El problema de Liberación Nacional no es que tenga problemas, sino que el problema está, en las raíces de los problemas que tiene. Para renovar es necesario conocer esas raíces.

El Partido no escapa a la problemática que enfrentan los partidos políticos en el mundo de hoy. Todos sabemos que existe una brecha entre los ciudadanos y los partidos. Hay un desencuentro real, en unos más, en otros menos, pero es un fenómeno común. Hay un descrédito y protesta contra la política tradicional y los partidos que la representan. En Costa Rica, la sociedad se ha alejado cada vez más de los partidos, por la ineficiencia de estos, en la representación de los intereses sociales integrales cuando ejercen el poder, también por su asociación con la corrupción, que tanto irrita a la ciudadanía, y hasta por la prepotencia, y el alejamiento que exhiben los dirigentes políticos y la burocracia partidista de los miembros del partido, y de la sociedad en la época de la desacralización del poder. Hay un vacío en la actuación de los partidos, que induce a que los ciudadanos busquen otras formas alternativas de participación política, más directas, a menudo con movimientos, candidatos y organizaciones independientes. La función de intermediación de los partidos, entre la sociedad civil y el gobierno se ha desestructurado. Nuevos movimientos sociales, grupos de interés y de presión, y poderes fácticos, han suplantado en gran parte esa función. Hay un distanciamiento de la ciudadanía frente a los partidos políticos derivado de desencantos ideológicos y éticos, de la apropiación de poderes fácticos ocultos en la funcionalidad y desempeño de ellos, y de la separación que hay entre las promesas y las acciones de los gobiernos. A menudo, la sociedad política decide una cosa, y la sociedad civil organizada decide otra, sin que a veces, alguna de las dos, tenga la fuerza suficiente para imponerse. Por eso hay sociedades de empate. Asistimos a una época donde la sociedad política institucionalizada dice tener la legalidad, mientras que la sociedad civil parece tener la legitimidad. En este contexto, es usual el surgimiento de altos niveles de volatilidad electoral, congruentes con el cambio permanente que experimenta la realidad.

De este modo, todos aquellos que suspiran por volver a tener el partido de antes, aquel glorioso y vigoroso Liberación Nacional, con un norte claro, con una militancia voluntariosa y entregada, llena de espíritu combativo, con asambleas de debates serios, con discrepancias entre sus líderes, pero unidos por una propuesta país, deben tener claro, que volver a ese partido de antes, no es tan fácil, y a la larga imposible. Yo sé que hay personas en el partido, que hacen esfuerzos de buena fe para recuperar a Liberación Nacional. También es probable que haya otros que usan la recuperación como un medio para seguir haciendo más de lo mismo. Lo cierto es que la realidad nacional es muy cambiante, emocional y volátil, y el recurso humano que tiene Liberación Nacional necesita un mejoramiento sustantivo. Además, el mundo en que vivimos camina a la velocidad del pensamiento astral, y el Partido sigue siendo lento y burocratizado. Ese tipo de partido está en fase crítica. La primera conclusión, es que hay problemas del Partido Liberación Nacional que no son patrimonio de él, sino de la crisis de la vieja concepción de los partidos políticos y del sistema de partidos. Los padecimientos tienen también origen externo. Está en crisis no solo Liberación nacional, sino el sistema de partidos, y con ello, todos los partidos políticos, que pareciera no responde a las exigencias de la sociedad de nuestro siglo. En consecuencia no es posible pensar en renovar Liberación Nacional, si no se entiende la nueva realidad de sociedades altamente abiertas, multisectoriales y pluri-demandantes, y menos, si se pretende cimentar la nueva organización sobre el viejo orden de partidos, y el atrofiado sistema normativo de organizaciones políticas que ya no son aptas para la nueva realidad costarricense. Tampoco es serio pensar que se pueda edificar nada nuevo, sobre un código electoral que regula los partidos, hecho para que no funcionen a la altura de nuestro tiempo, para que no sean productivos, para entorpecer su trabajo por pérdida de autonomía, un código lleno de remiendos parciales sujeto a reformas jurídicas del Tribunal Supremo de Elecciones, y a iniciativas de los mismos partidos políticos, destinados a engrosar remiendos a un Código Electoral que data de 1946. No existe en Costa Rica una ley de partidos políticos moderna que incluya nuevas formas de financiamiento. El tema de los Partidos se ha tratado en Costa Rica, como un asunto jurídico, y ese acercamiento es absolutamente insuficiente. Tampoco se puede construir todo sobre la institucionalidad, porque las causas de los problemas que se padecen, no derivan exclusivamente de ella. Hay muchas formas y poderes fácticos que determinan la política nacional, la vida de los partidos políticos y los movimientos sociales y económicos. Tratar de renovar un partido a partir del marco institucional, sin tomar en cuenta esos otros factores mencionados, es ir al fracaso. Se debe considerar que la sociedad política empieza a cuestionar y quebrar el monopolio de los partidos políticos para llegar al poder. La ciudadanía quiere tener otras opciones para materializar el derecho humano de todo ciudadano de elegir y ser electo, incluso sin pertenecer a ninguna agrupación política. Liberación Nacional tiene que entender que la intermediación monopólica de los partidos tiene competencia también fáctica, como nunca antes.

Pregunta esencial: ¿Qué es realmente renovar el Partido?

No critico en modo alguno las buenas intenciones de los dirigentes del Partido, que intentan renovar planteamientos e ideas, en torno a los diversos ámbitos de la realidad nacional, por ejemplo, en el tema ambiental, en seguridad, en reforma institucional, en lo social y en otros ejes. Sin embargo, si el mensaje que se quiere dar, es de la renovación del Partido, la primera discusión que se debería hacer al interior, es responder a la pregunta, ¿qué es realmente renovar el partido, qué significa eso, y cuáles son sus contenidos? En mi entender, esa interrogante no se ha planteado con profundidad. Se ha preguntado Usted, como miembro del Partido, o como costarricense; ¿Qué es renovar el partido? ¿Renovar será simplemente decir, que se está renovando? ¿Será revisar tan solo, los ejes temáticos de siempre, relacionados con la visión de la realidad nacional? ¿Será abrir más oportunidades para los jóvenes, y potenciar espacios para aquellos que quieren ser líderes? ¿Será presentar nuevas caras, que no hayan tenido cuestionamientos éticos? ¿Será presentarle al país nuevos dirigentes nacionales con nuevas ideas y proyectos? ¿Será gestionar el Partido de modo diferente, sin exclusiones de ningún tipo para los que piensen diferente, o para quienes no se afilien con candidaturas locales o nacionales? Será, renovar el partido, ¿quedarse en los enunciados de políticas, sin ofrecer el aterrizaje de propuestas concretas? ¿Será acaso desechar a los líderes de experiencia del Partido? Y si el partido se va a renovar, cuáles son las áreas en las que se va a producir la renovación, y en qué consiste la misma? ¿Qué es realmente lo que se va a renovar? ¿Será renovar el Partido desechar las dobles y triples agendas que restan credibilidad a los procesos y a las decisiones? Además, ¿cuál es la estrategia para la renovación? ¿Hay una hoja de ruta para Ese propósito? En fin, renovar el Partido exige un análisis, que creo, quizás no se ha hecho internamente. Intentar renovar Liberación Nacional exige dejar las superficialidades y enfrentar preguntas esenciales. Por ejemplo; ¿si los partidos políticos como los conocemos, incluyendo Liberación nacional, son absolutamente necesarios para intermediar y ejercer el poder? Y si se concluye que siguen siendo necesarios, entonces analizar cómo deben ser, para cumplir eficientemente su rol? ¿Cómo debe ser el partido Liberación Nacional de nuestro tiempo, qué características debería tener? Es decir, repensar el Partido del Siglo XXI. ¿Podrá operar la democracia con otras formas organizativas que detenten el poder, que no sean los partidos políticos? ¿Puede realmente Liberación Nacional renovarse a partir del marco jurídico existente en el país, que es paquidérmico, asfixiante, y contrario a la velocidad en la toma de decisiones que se requiere hoy? Y si no, ¿qué hay que hacer? ¿Qué otros factores singulares de la nueva sociedad deben tomarse en cuenta para pensar en una organización partidaria renovada? ¿Cuáles nuevas formas de organizar el Partido pueden explorarse, por ejemplo, usando tecnología de avanzada, de modo que Liberación Nacional funcione de manera más ágil y eficaz? ¿Cómo lograr una mejor integración de los órganos del Partido, de modo que haya más consistencia y calidad en ellos, preservando y profundizando la democracia interna? ¿Qué características debe tener el capital humano que dirige el partido en sus diversos niveles, de modo que haya orientación, conducción, competencia y valores éticos, que sirvan para gestionar con excelencia el interés común? ¿Van a seguir el partido y sus líderes, promoviendo miembros, a menudo, faltos de competencia para posiciones de representación popular y de poder, tan solo porque les dan su adhesión en los procesos electorales? En el fondo renovar el partido implica un compromiso con la creación de una nueva membresía, de un nuevo dirigente, y de una nueva forma de gestionar el Partido. ¿Tiene el Partido realmente los mecanismos para escoger los mejores y para reconstituir una membresía con altos estándares de compromiso ético-político? Si no los tiene entonces; ¿Cómo hacerlo?

La renovación es mucho más que reformas estatutarias y propósitos ideológicos

Ciertamente como dije atrás, renovar Liberación Nacional exige entender el mundo que vivimos, requiere profundizar si los partidos siguen siendo viables, y bajo qué condiciones y formato, con cuales atributos, y con qué roles. Es superficial intentar reconstruir al Partido Liberación Nacional, haciendo solamente un mero cambio de normas estatutarias por aquí y por allá, o fabricando otro congreso con declaraciones de propósitos ideológicos, que dicho sea de paso, no se respetan luego en los Gobiernos Liberacionistas. Ese ejercicio se ha hecho en el pasado. El tema de renovar cualquier partido, en especial el nuestro, es mucho más profundo. Los males de Liberación Nacional no se curan solamente con congresos o con reformas estatutarias. El tema es más hondo, tiene que ver con el análisis, de si Liberación Nacional, pueden ser una organización apropiada para la realidad vertiginosa, la de poderes fácticos ocultos y eficaces, globalizada, y altamente tecnológica, en la cual se desenvuelve el partido. Tiene que ver también con la capacidad autocrítica objetiva que se tenga, sin complacencias interesadas de ningún tipo. Hemos tenido, por ejemplo, como señalan encuestas recientes, gobiernos que han sido bien percibidos por la población, y otros que han quedado realmente en deuda. Es inconveniente el fanatismo de algunos, que ven gobiernos nuestros que no han dado la talla, con un orgullo patológico, que impide corregir lo que no se ha hecho bien. Hay un dato claro extraído de la realidad. El partido en los últimos tiempos, no ha estado dando la talla, es decir a la altura de satisfacer las demandas de la ciudadanía. Por eso se quiere renovar. En la última Administración, para citar solo una, los electores quedaron claramente desencantados. Fue la decepción de ellos, la que posibilitó, entre otros factores, el ascenso del actual Gobierno. La gente quería un cambio. Esas frustraciones han justificado que haya la búsqueda de sustitución. Algo nuevo está por aparecer, que quizás sustituya el sistema de partidos. Si todavía hay pensadores en Liberación Nacional, ellos deben poner atención al alumbramiento, que en el ámbito político se pueda producir en el futuro. Ninguna forma organizativa es eterna. Las sociedades cambian y con ellas sus organizaciones. En nuestro país, cambió, por ejemplo, la economía. Los sectores y las actividades se diversificaron. Eso fue un gran avance. Pero la representatividad de muchos de los sectores nuevos, posibilitó la fragmentación del modelo de hegemonía bipartidista. Liberación Nacional pareciera que no ha sabido ni cobijar la representación de toda esa nueva gama de sectores, ni tampoco ha sabido articular la convivencia democrática productiva, con los nuevos factores de poder representativo. Eso exige que en la renovación se defina, cuáles son las características que debería asumir el Partido en esta nueva época. Es decir; ¿cómo debe estructurarse, cuál debe ser la nueva forma, como debe ser su función de representación, cómo debe integrarse, como debe organizarse, cómo debe funcionar, cómo deberían ser sus líderes, cómo debe expresarse, de modo que realmente represente a la sociedad política adecuadamente. Todas esas preguntas deben responderse mediante un ejercicio auténtico, libre, sin ataduras y sin pensar, lo digo con todo respeto, quien debe ser el candidato presidencial para las elecciones del 2018.

La renovación pasa por examinar la raíz de los problemas

No es lo mismo examinar los problemas que padece el Partido Liberación Nacional, que determinar las causas y raíces de sus problemas. No es lo mismo verificar, por ejemplo, que en Liberación Nacional hay problemas de corrupción, que profundizar en serio acerca de las razones por las cuales existe esa pérdida de honestidad en algunos líderes, militantes y funcionarios de Gobiernos liberacionistas. No es lo mismo constatar que en Liberación Nacional hace tiempo que no hay ideas innovadoras, que examinar las causas por las cuáles no se producen esas ideas. No es suficiente verificar que el Partido ha perdido líderes de luces largas, que entender por qué desaparecieron los creadores de horizontes. No es lo mismo constatar que el Partido dejó de “leer la calle”, que profundizar en las razones por las cuales se produjo esa carencia interpretativa. Tampoco es lo mismo constatar, por ejemplo, que los miembros del partido que están llegando a muchos gobiernos locales, no son los más aptos para ejercer esos cargos, que reflexionar sobre el por qué está ocurriendo esa carencia de competencia, de idoneidad y hasta de legitimidad, que debilita tanto a la agrupación a nivel local. Finalmente no es lo mismo determinar que hay excelente miembros del partido con espíritu crítico constructivo, que no se animan a opinar, porque la disidencia se convierte en ostracismo político. Lo que trato de decir, es que se debe tener claro, que para renovar el PLN, hay que ir a la raíz de sus problemas. Yo pregunto; ¿se está reflexionando sobre eso? Es muy complicado, por ejemplo, que el Partido pretenda recomponerse, sin sustentar ideas renovadas y renovadoras. En el siglo XXI el partido que es incapaz de dar origen a ideas innovadoras no tendrá éxito. La innovación es esencial al mundo en que vivimos. La empresa que no innova perece. El Partido que sigue haciendo más de lo mismo, desaparece más temprano que tarde. Liberación Nacional tiene el desafío de parir nuevas ideas, propuestas y proyectos. No puede seguir gestionando la política y la administración pública, de una manera que muestre poca eficacia y rumbos poco claros. Desde luego para innovar hay que imaginar. No puede haber renovación sin innovación.

Es fundamental la renovación de la conciencia

Pero también tiene que haber una renovación de la conciencia. Es difícil pensar en renovación, si sus dirigentes y militantes no se renuevan en sí mismos, es decir si no hay una corriente de criticismo interno, que despierte la conciencia de los liberacionistas hacia niveles superiores de compromiso político con el país. Renovarse asimismo implica ser transparente y honesto consigo mismo. Es un acto profundo de responsabilidad personal y de reconocimiento sincero de las faltas que hemos cometido. En el Partido hay que ver también el reflejo de nuestros propios errores, por lo que es fundamental que todos nos corrijamos a sí mismos. Es utópica una renovación, si entre nosotros no hablamos claro, y si no dejamos el cálculo, las malas costumbres políticas, los hábitos contrarios a la ética, la feligresía oportunista, y el electoralismo enfermizo como un mal del pasado. La renovación real no es una declaración de principios escrita en un manifiesto. Es esencialmente una determinación de aniquilación personal y colectiva de los egos, de los vicios, de los actos de corrupción, del clientelismo y de los pecados políticos que hemos cometido. Refundar el Partido es esencialmente un acto interno de despertar la conciencia personal y partidaria. Se pueden hacer mil congresos, y dos mil reformas estatutarias, pero si nuestros dirigentes en todo el territorio nacional, no deciden actuar con los más altos estándares éticos y políticos, y con las mejores ideas, la llamada renovación será una simple tomadura de pelo y agravará el destino del partido. Renovar el Partido no es simplemente asearlo, es tomar la determinación de no ensuciarlo. Se puede recorrer el país con la palabra renovación en los labios de los dirigentes, pero si no hay ejemplo, si no hay estudio, si el interés personal prevalece en las decisiones, si no hay valentía para hablar con claridad aunque no guste, si no hay compromiso de tener una participación política edificante y sana, entonces, la llamada renovación será solo una broma de mal gusto. Una familia se renueva cuando se renuevan sus miembros. Ese es un compromiso estrictamente personal y colectivo. Es una tarea mayúscula e inmensa. Es preciso llamar la atención sobre ella, porque esa es una exigencia fundamental, para que el Partido sea diferente y contribuya decididamente a mejorar la calidad de la participación política. En Liberación Nacional es preciso aprender más del ejemplo, que del precepto.

Algunas razones de los problemas

Los problemas que padece Liberación Nacional son prácticamente de dominio público. No obstante, lo importante es precisar, las razones de esos problemas. Ello permitiría eventualmente proponer soluciones, y ensayar una organización renovada, que sintonice con los nuevos tiempos y las demandas de la ciudadanía.

1- Envejecimiento

Sin duda que en el pasado reciente el partido ha perdido vigor, aunque sigue activo en lo electoral, a veces solo en eso. Tampoco se observa en él, un re-cambio importante de líderes. Su ideario es gelatinoso y hasta melancólico. ¿Por qué ha envejecido el PLN como organización, como fuerza creadora de ideas, como entidad inspiradora, como herramienta para producir bienestar al mayor número, como se proclamó en sus inicios? Creo que hay múltiples razones, aparte de la edad cronológica de sus 62 años. Una de ellas, es el envejecimiento demográfico. El Partido se quedó sin liderazgos jóvenes que proyectaran el Partido hacia el porvenir. Si uno tiene el cuidado de censar la militancia liberacionistas por edad, en cada uno de los cantones y distritos del país, encontrará que los principales dirigentes del Partido son gente adulta y hasta muy adulta. La composición de la militancia liberacionista muestra una carencia de nuevas generaciones. La juventud del Partido no es muy numerosa, y los espacios para la gente joven son más simbólicos que reales. Me dirán que sí hay juventud, y que existe fuerza verde, y otros grupos, pero son muy pocos, y no tienen incidencia real en la vida partidaria. No hay empuje de las nuevas generaciones, no hay posiciones nacionales propias de la juventud que impacten la política del país y la vida del Partido. No hay sangre nueva que estremezca de vez en cuando el debate interno, ni las estructuras del poder. La poca juventud del partido es muy silenciosa, carece de vigor, de propuesta, no se hace sentir con carácter, no exige ni parece combativa, es más bien una juventud calculadora y “obediente “a los liderazgos de turno. La juventud liberacionista perdió fuelle, se ha sometido a menudo a intereses de tendencias, se entregó a la rutina electoral, dejando de cuestionar en serio como colectivo, muchas de las conductas que la agrupación ha asumido desde los gobiernos liberacionistas. ¿Cuáles son las posiciones fecundas y claras de la juventud del Partido respecto de los grandes problemas nacionales? Creo que poco se conocen, o no existen, o si existen, no son trasmitidas a la ciudadanía. Pareciera que los jóvenes costarricenses están teniendo mayor sintonía con otras fuerzas políticas del país, que con Liberación Nacional. Además el Partido dejó de alimentarse de los nuevos espacios demográficos que ampliaran sus cuadros. El padrón electoral costarricense es cada vez más joven, y poco o nada, ha hecho Liberación Nacional, para incorporar esa realidad evidente y manifiesta a su organización. En la Costa Rica de hoy es imposible tener éxito electoral y político sin tomar en cuenta la participación fecunda de la juventud. Pero el envejecimiento no es solamente un dato demográfico. Hay también un envejecimiento político. Liberación Nacional ha mantenido formas y estilos de hacer política que no corresponden a una sociedad abierta como la que tiene nuestro país. Para una nueva realidad, una manera distinta de hacer las cosas, pero el partido no lo ha hecho. Se ha proseguido con focos de corrupción, ausencia de transparencia, ineficiencia en la gestión pública, clientelismo, o el uso indebido del poder para citar cinco ejemplos. Desprenderse de la vieja política es todo un desafío. Pero ese desprendimiento no se hace por decreto o por una mera declaración de un órgano partidista, o de un dirigente. Es un proceso colectivo, donde los hechos son los que van definiendo y perfilando esa voluntad real de cambio. El Presidente Solís, por ejemplo, reiteradamente habló en su campaña de desechar la vieja política, pero en su Gobierno, la vieja política se ha hecho una política más vieja. Ese discurso la gente no lo compra, si no lo ve expresado en los hechos de manera precisa y sin eufemismos. La gente no ve solo el mensaje, se fija incluso más, en el mensajero. Los mensajeros del nuevo Liberación Nacional no pueden ser solamente los mismos de siempre. La renovación de caras es un imperativo. En el campo de las ideas, Liberación Nacional ha venido “chupando rueda “caminando sobre las olas políticas del pensamiento uniforme que circula en el mundo, y renunciando a la creatividad. No hay una propuesta país interiorizada, colectiva, trabajada, evaluada, y parida. Hay un desconcierto ideológico no precisamente derivado de los documentos surgidos de los Congresos partidarios, sino más bien de las distintas acciones generadas y puestas en práctica por gobiernos liberacionistas. Hay también una incompetencia gerencial que ha limitado severamente la capacidad de hacer obra de calidad, que satisfaga a la ciudadanía cuando se ha ejercido el poder en períodos recientes. No podemos sentirnos orgullosos de que una obra que era necesaria como la ruta 27, se ejecutara pagando 19 veces más caro cada kilómetro con respecto a Europa. (El Mundo.cr 16/02/2015) Hay un quebrantamiento de la ética política, que ha producido una confusión enfermiza entre la honestidad y la corrupción pública. Hay una carencia de voluntad e inteligencia para examinar juiciosamente y con objetividad, instituciones que fueron sagradas en el pasado liberacionista, pero que requieren cirugías y reconstrucción a la luz de los nuevos tiempos. Vivir del pasado es un signo inequívoco de envejecimiento. Liberación Nacional habla mucho de las glorias del pasado. Cuando se escucha un discurso, o una conferencia dictada por un liberacionista, el setenta por ciento de su contenido se dirige a recrear el pasado, y a inventariar todas las obras y las instituciones que se construyeron en sus gobiernos. Lo trágico es que el Partido por estar viviendo del pasado, está perdiendo el ahora. La pérdida del ahora, es la pérdida del partido, porque a la población lo que realmente le interesa es vivir bien el presente. Nunca en la historia de la humanidad, hemos vivido más el presente, que en la sociedad actual, y esta realidad debe mover a los partidos políticos para modificar sus estrategias de acción. Todo futuro salido de la boca de un político, los habitantes lo asumen con desconfianza. Lo que importa es el aquí y el ahora, porque es todo lo que la gente tiene. El pasado fue presente para aquellos que lo vivieron, nunca nada ocurrió en el pasado, siempre ocurrió en el presente, es decir en el ahora. Tengo la impresión que Liberación se ha olvidado del presente, por estar recurriendo en demasía a glorificar el pasado. Que no me entiendan mal. El registro histórico de hechos, actos y decisiones relevantes del pasado debe celosamente cuidarse, pero nada de ello tiene ya realidad propia. Nunca ha habido en la vida del partido un momento en que no fuera el ahora, y a ese tiempo debe volver Liberación Nacional si quiere renovarse. Tiene que sacudirse de la necesidad psicológica del pasado para hacer la obra del presente y recuperar identidad. ¿Cuál es, por ejemplo, el planteamiento serio de Liberación Nacional para enfrentar la ineficiencia institucional del Estado Costarricense del presente? ¿Cómo resuelve el Partido la falta de bancarización del 50% de la población del país? ¿Cómo atiende Liberación Nacional la necesidad de que haya una banca para el desarrollo nacional que realmente sea eficiente y productiva para la economía nacional? ¿Por qué no se debate en serio si el país debe usar el gas natural y los hidrocarburos que tenemos en nuestro suelo, o no? La verdad es que en el partido no hay debates de fondo concretos, sistemáticos, y bien organizados sobre la problemática del presente. El partido se ha venido quedando enamorado del pasado, cuando su obligación es atender los problemas del presente. Desarrollar un estado de conciencia del ahora, implementando una estrategia presencial, resulta un imperativo categórico de sobrevivencia.

2- El PLN dejó de “leer la calle y de hacer realmente su tarea”

Liberación Nacional ha estado teniendo un desencuentro con la sociedad, y no ha estado resolviendo desde sus gobiernos los problemas más apremiantes del país. Por ejemplo, la creciente desigualdad. La causa de ello, es que el partido dejó de “leer la calle “, y se desprendió de una clase media que le impregnó consistencia, coherencia, acción y hasta capacidad política. Cuando hablo de que dejó de leer la calle, debe entenderse, que se refiere a la calle de la ciudad, y a la calle del campo. Se desequilibró internamente cuando empezó a separarse de la organización comunal, de trabajadores, de cooperativistas, del sector público, de la cultura, de los deportes, de los sectores empresariales medios, de nuestros agricultores, en fin de colectivos que debatían y enriquecían las deliberaciones internas del Partido. La razón de esa desatención deriva de la ascensión del tecnicismo egocentrista, y de los grupos de interés y de presión que poco a poco fueron coaptando por medio de distintas herramientas, una de ellas, la financiera, las posiciones y determinaciones de política gubernamental. Se aisló en la meritocracia, que no siempre es signo de capacidad política, y que al contrario muchas veces es signo de ignorancia política. Ciertos grupos de presión fácticos, muchas veces ocultos pero efectivos, se han ido apropiando del Partido. Como consecuencia de ello, Liberación Nacional se concentró más en las necesidades e intereses de esos grupos, sustituyó su capacidad de leer la calle, por una lectura parcializada de esos intereses, y dejó desaliñada su vocación de ser una agrupación política nacida para velar y propiciar el bienestar para todos los costarricenses, y no solo para algunos grupos de la sociedad. El partido empezó a ofrecer trato privilegiado a sectores, especialmente vinculados a la gran economía en demérito de los equilibrios que deben resguardarse para todos, en una sociedad de bienestar y democrática, y con ello, sin darse mucha cuenta, comenzó a profundizar el ensanchamiento de las desigualdades, que son más agobiantes y peligrosas que la misma pobreza. Resulta entonces fundamental que el Partido re-defina su relación con los grupos de poder y de presión. Ese es un tema central y absolutamente prioritario. ¿De qué vale al Partido escribir de nuevo buenas intenciones programáticas e inspiradores propósitos ideológicos, si cuando llega al Poder, su trabajo está en función esencialmente de los grupos de interés que lo coaptaron desde la campaña? Que se entienda lo que quiero decir. El partido debe reivindicar su compromiso de ser un instrumento para trabajar, para todos los costarricenses de todos los sectores y con todos ellos. Restablecer ese compromiso y esa conciencia de equilibrio es fundamental a la hora de reconstruir el Partido. Repensar y renovar la manera de relacionarse con los grupos de presión es no solo una necesidad axiológica, sino de sobrevivencia política. A esta reflexión en lo personal le doy la máxima importancia. El partido tiene que auto-pensarse para dejar de ser carcelero de poderes y grupos ocultos que lo secuestran desde la campaña, para que les sirva a ellos posteriormente desde el gobierno. Hay que reivindicar la naturaleza de servicio íntegro e integral del Partido Liberación Nacional para todos los costarricenses. Ese es el gran desafío. Los líderes liberacionistas tienen que tener ese compromiso bien interiorizado. No se vale ser candidato del Partido Liberación Nacional para ser rehén de grupos poderosos de presión, sean quienes sean, y luego llegar al Gobierno para ser embajador de intereses particularizados, a menudo distanciados del bienestar nacional. Tampoco debe ser rehén de organizaciones sociales ni sindicales de ningún tipo. El Partido debe relacionarse con todos, debe volver a visitar las grandes barriadas del país, entender mediante el diálogo productivo y responsable sus demandas y necesidades, compartir con ellos las ideas y proyectos, ir a sus asientos y a sus hogares, y debe tener relaciones inteligentes y provechosas con los sectores productivos. Por no saber leer la calle, quizás el Partido parece más insensible e indiferente a las necesidades de la gente, e incapaz de recoger las demandas ciudadanas y transformarlas en propuestas políticas viables y concretas.

3- Se han tomado decisiones por acción o por omisión equivocadas, que han maltratado el ánimo del costarricense

Se dirá que Liberación Nacional ha acertado en muchas de las decisiones tomadas en el pasado. Eso es cierto, y no vamos a inventariarlas porque con orgullo están registradas en la historia. Ellas han sido también claves en los éxitos electorales que Liberación Nacional ha tenido a lo largo de su vigencia política. Pero cuando un Partido tiene problemas, hay que revisar qué se ha hecho mal. Pero hay que ser valientes, críticos constructivos y objetivos para reconocer los errores. Si un Gobierno nuestro sale mal percibido, justa o injustamente, hay que evaluarlo y si es necesario aceptarlo con valentía. Yo lo digo, no por molestar a nadie, sino porque no es bueno para los procesos de rectificación ocultar los datos duros, ni ser complacientes para auto-engañarnos. En mi opinión, se han cometido errores graves que la población reciente. Se han inaugurado obras que ni se han construido, se han dilapidado fondos públicos por corrupción, o por desidia, que ha ensombrecido la eficiencia que la gente espera de sus gobiernos. Se han postergado reformas estructurales que el país requiere por complacer a sectores influyentes o sociales. Se han efectuado y permitido negociaciones de privilegios y prebendas realmente injustificables en el sector público, que enfadan con razón a quienes pagan sus impuestos y los servicios públicos. Se han generado abusos en la gestión administrativa del Estado, faltando a la transparencia. Se ha desestimado el compromiso del Partido desde el Gobierno con el agro, territorio donde se encuentra aún la mayor reserva moral del país. Se ha privilegiado desde el Gobierno algunos sectores en demérito del empresario nacional. También hubo equivocaciones en el cierre del ferrocarril, por más que se esgriman argumentos para justificar esa decisión. Se ha evitado y hasta abortado el aprovechamiento de recursos naturales estratégicos que Costa Rica tiene, por falta de información y explicaciones convincentes a la población. Se ha incrementado el gasto más de lo debido. Muchos de los errores derivan de la pérdida de la autocrítica interna. Los miembros que son críticos porque quieren que se mejore el Partido, son tildados de “malos “liberacionistas”. Hay gente entonces que se ha acostumbrado a no andar erecta, sino a caminar por el oportunismo. Mantenerse vertical, e íntegro, sin prepotencias y sin egos, fiel a su conciencia y a las ideas políticas es una experiencia tremenda, que debe impregnar a toda la organización que desea renovarse. La equivocación quizás mayor del Partido, estriba en haberse sentido políticamente auto-suficiente y hasta prepotente en el contexto de una realidad política que no ha sabido comprender, dominada por las disfuncionalidades. Los líderes del Partido no han sabido construir una estrategia de compartir el poder, como lo señalé en varias publicaciones, cuando años atrás indicaba, que la atomización político-electoral del país, no debía verse como una calamidad, sino como una oportunidad. El nuevo escenario es para construir con humildad e inteligencia estratégica programas conjuntos con otras fuerzas para llegar a los gobiernos a resolver los graves problemas. Así se hace, por ejemplo en Europa. El Partido no ha sabido tomar decisiones a priori cuando va a elecciones nacionales, y se sigue escuchando en los pasillos del Balcón Verde las voces de aquellos que creen en ganar solos, y peor aún en gobernar en solitario. Ese autismo electoral y político le ha pasado factura al Partido.

4- El estudio y la formación política se debilitaron

En la década de los noventa cuando ejercí el cargo de Secretario General, con gran entusiasmo inauguré el Instituto de Formación Política Rodrigo Facio. Posteriormente creamos el Instituto de Investigaciones Políticas José Figueres Ferrer, y el Fideicomiso Francisco J. Orlich. Siendo Secretario General del Partido visualizaba la necesidad de contar con tres columnas esenciales para el porvenir de la Organización. Esas columnas eran la Formación Política, la Investigación, y el Financiamiento auto-sostenible. El Instituto de Investigaciones y el Fideicomiso desaparecieron y el de Formación Política también, hasta que hace poco volvió a asomar, pero en estado de raquitismo. La falta de estudio y de formación política ha pasado factura. Ha convertido al PLN en un partido un tanto mediocre, y los partidos mediocres producen gobiernos mediocres. Así han sido nuestros últimos gobiernos. El castigo de las elecciones del 2014 no es gratuito. Al Partido lo enajenó el poder. Se sacrificó el Liberación Nacional para las edades, sin dar verdadera solución a los problemas del presente. Sin estudio y sin formación Liberación Nacional dejó de mirar las estrellas, y se casó con las sombras y no con el sol, se quedó en los deseos, y perdió los propósitos país. Se volvió prepotente y se creyó imbatible. El partido confundió lo principal con lo esencial, hizo de la actividad principal que es la lucha electoral, su actividad esencial, y eso no es así. Lo esencial es prepararse para gobernar con excelencia, y servir eficientemente y con honestidad a nuestro pueblo. No tiene sentido ganar elecciones para perder el partido, si luego hay que perder las elecciones para recuperar el partido. La nueva política exige idoneidad, competencia, honestidad y vocación de servicio para todos quienes deseen ser funcionarios del Partido y de Gobiernos. El partido no puede responder al presente con dirigentes que hayan perdido autoridad moral para conducir el país y que hayan abandonado la capacidad de estudio. Hay dirigentes del Partido que dicen que ya no son capaces ni de leer diez páginas de un documento, porque es mucho. Al no haber debate, al castrarse la deliberación y la confrontación inteligente en su interior, se quemó la leña y el fuego se apagó. Cuando se apaga el fuego, sobreviene la oscuridad. Al no haber luz, no hay camino, no hay sueños, y desaparece el motor de la historia, constituido por aquel deseo profundo de construir el partido y el país que soñamos. La pérdida del voluntariado, es uno de sus efectos. Mucha militancia perdió el enamoramiento. Ahora todo se paga y todos quieren paga, y en esa circunstancia no hay presupuesto que alcance. La burocracia partidaria se instaló a granel cómodamente. El ideario noble y comprometido se disipó en favor de quienes solo aspiran a enriquecerse usando el partido en los procesos electorales y en sus gobiernos. El partido positivamente revolucionario se convirtió en dócil. Hubo dirigentes que se empeñaron en que en el Partido nadie pensara, y que solo obedecieran. La tolerancia en el verbo, se convirtió en la intolerancia en los hechos. Quien discrepara no era el hermano reflexivo, sino el enemigo a eliminar. Es fundamental volver a la formación y capacitación política de los miembros del Partido. Es imposible pensar en serio en la renovación, si no hay investigación, debate, análisis, y confrontación franca, directa y sana de las ideas. Hace falta el libre pensamiento en el Partido. Pero no se trata solamente de trasmitir conocimientos, sino de trasmitir valores, y lo más importante de interiorizarlos. El Partido tiene que volver a pensar también con el corazón. El Instituto de Formación Política Rodrigo Facio tiene que ser el corazón del nuevo Liberación Nacional. En él tiene que fraguarse los líderes de una nueva generación, que entiendan que vivimos en una sociedad fragmentada, que requiere capacidad de articulación, de integración y de orientación. Formar hoy, líderes solo para conquistar el poder, es no entender la nueva realidad.

5- Poca política de lo concreto

Un pecado del Partido, es que dejó de formular proyectos concretos. No ha sabido entender, que los habitantes están cansados de escuchar mensajes de compromisos con la educación, con la salud, con la infraestructura, con los agricultores, con el ambiente, con las energías limpias, con la seguridad social, mensajes que se repiten constantemente, sin que alcancen la envergadura de proyectos realizables, que puedan ser medidos durante el ejercicio del poder o de la representación política. Ese lenguaje es demasiado general. Liberación Nacional ha caído excesivamente en la política de lo abstracto, cuando lo que la sociedad desea, es que se le diga, cómo y por medio de qué proyectos se van a resolver los problemas existentes. En qué consiste el proyecto, cuánto cuesta, en qué plazo se realizará, y como se va a evaluar. Tan simple como eso. Vuelvo a lo mismo. Asistimos a la sociedad de los hechos, más que del verbo. Es la sociedad de lo tangible, la sociedad de lo medible, la que aprecia la solución de los problemas. El Partido que siga hablando y hablando, predicando y predicando, con meras imágenes pero sin realizaciones, sin capacidad resolutiva y ejecutiva está fuera de época. Liberación Nacional solo puede renovarse si entiende que hay que cambiar el disco político. No es poniendo en palabras la ideología, que se revela su identidad. No, no es, ni será así. Es al contrario. Es por medio de los proyectos concretos, tangibles y medibles, que por sí solos van a definir el rumbo y el tipo de sociedad que se quiere promover. Me explico; no es porque el Partido defina en un Congreso, que asume solemnemente el compromiso de universalizar el régimen de pensiones de vejez, que Liberación Nacional se puede auto-proclamar por ejemplo, socialdemócrata. No. Más bien deben ser los proyectos concretos, que promueva y defienda, los que van a transparentar su compromiso con el derecho humano, de que no haya un solo costarricense, que no tenga una renta digna para vivir cuando llega a su vejez. Es por medio de los proyectos que te conoceré, no a través de tus proclamas. Dime cuáles son tus proyectos concretos y te diré cuáles son realmente tus compromisos. Un partido que muestre preocupación en sus textos, por la carencia de miles de adultos mayores en el país, que no tienen pensión, pero que se haga de la vista gorda, y no le interese formular o apoyar decididamente un proyecto concreto e innovador, que busca resolver esa problemática, es una organización que en los hechos carece del compromiso que pregona. El partido tiene que aprender a refrendar sus compromisos con proyectos concretos para ser creíble, como también sus dirigentes tienen que aprender a honrar su palabra, para obtener confianza. Las impresiones que esculpe el ciudadano sobre los partidos, se forman a partir de los comportamientos de sus dirigentes. Insisto, en que no puede haber renovación del colectivo partidario, si los líderes no se renuevan a sí mismos. Renovarse además de entender la época en que se actúa, implica recuperar la fidelidad a los valores y a los compromisos que se asumen frente a los demás.

6- La pérdida de la imaginación

Uno de los hallazgos más determinantes, es que el Partido dejó de imaginar, y sin ello, no puede haber innovación, ni solución seria a los problemas del presente, ni menos tener visión de futuro. Se perdió esa capacidad. No solo ha faltado estudio, capacitación y formación, sino también imaginación. Un partido que no innova no se renueva. Cuando hay crisis, hay que apostar a la imaginación para salir de ella. Hay que inventar nuevas rutas para superar los viejos problemas. El partido ha estado ayuno de encontrar nuevas fórmulas, para resolver los problemas permanentes que nos están atorando. Más sintomático es, que cuando aparece alguna idea realmente imaginativa, de algún miembro del partido, o de algún ciudadano, el Partido no la toma en serio, se vuelve indiferente, y no sabe capitalizarla en beneficio de los habitantes. Se acude por ejemplo, al mismo librillo de los paquetes fiscales de cada cuatrienio. Los soñadores se atragantaron. Se los comió la coyuntura y los editoriales y páginas primarias de los medios de prensa, que están poniendo la agenda política nacional. Nuestros líderes consumen a diario en el desayuno los hechos noticiosos, y solo atinan a reaccionar sobre ellos. Los partidos en Costa Rica, incluyendo el PLN, en los últimos tiempos, consumen a diario los hechos noticiosos, pero no han imaginado nada serio de su propia cosecha, que resuelvan los problemas del presente.

Paradójicamente se han olvidado del presente y de la gente, porque no han vuelto a imaginar nada. Imaginar es la capacidad de abstraer de la realidad actual, las ideas o propuestas que procuren solución a los problemas existentes. El Partido debe apostar por ello. Por ahora está haciendo poco en esa dirección.

7- El Partido debe ser capaz de salir del palanganeo y defender con carácter y firmeza sus creencias

Liberación Nacional dejó huella en el pasado, porque sus líderes supieron tomar decisiones firmes, muchas veces contundentes y arriesgadas, la mayoría acertadas, que marcaron rumbo en la dirección que conceptualizó el nacimiento de su organización. Don Pepe tuvo la firmeza de construir un acuerdo con Manuel Mora, Rafael Ángel Calderón Guardia, y Monseñor Víctor Manuel Sanabria para dotar al país de garantías sociales, promulgación del Código de Trabajo y seguros sociales. Don Pepe y sus acompañantes además sin mucho titubeo tomaron decisiones, como la abolición del ejército, la nacionalización de la banca, y la creación de la Segunda República y posteriormente hasta las relaciones con la Unión Soviética en momentos en que ese acto político era un sacrilegio para muchos. Incluso en los años ochenta y noventa, algunos dirigentes liberacionistas tomaron decisiones firmes, equivocados o no, pero sin ambigüedad. El mismo Oscar Arias y su cancillería de entonces tuvieron la valentía de enfrentar intereses guerreros, para conquistar un acuerdo de paz en Centroamérica. Pero el Partido se ha palanganeado. Igual pasa con las demás agrupaciones. Se derritió la firmeza, que nace de la convicción profunda en lo que se cree. Hay una ambigüedad perniciosa, una tibieza, y un miedo a marcar rumbo, con convencimiento íntimo. De repente por la falta de estudio, y por excesivos cálculos de campanario, el Partido se ha quedado mudo en muchos acontecimientos nacionales sobre los cuales debe asumir posiciones. No se trata de decir que se lucha contra la injusticia, se trata de construir definiciones claras por medio de proyectos concretos, para que esas frases no sean vacías. El Partido le ha restado importancia a imaginar en cabeza propia, y en formar carácter y determinación para asumir con voz propia, posiciones sólidas frente a los problemas nacionales.

En muchos casos sucumbe con facilidad a la confusión, a la timidez, a la chismografía, a los titulares, al oportunismo, a los gestos vacíos, al dogmatismo, a los terrores de la noticia, y hace del palanganeo el método rutinario de participar en la sociedad de la mediocridad. Si Liberación Nacional desea renovarse, debe superar el ambiente político interno de superficialidad. Liberación Nacional no nació para complacer editoriales de turno, se fundó para construir un país democrático, justo, de oportunidades, de respeto a los derechos humanos, y al desarrollo sostenible. Liberación no es una fuerza que deba temer, es más bien un partido que debe convencer. Hoy el país tiene demasiados problemas cancerosos, que no solo se resuelven con ideas, sino sobre todo con carácter y con firmeza en la toma de decisiones. A modo de ejemplo, el Partido tiene que decidir si le conviene al país seguir con una legalidad político administrativa actual, que no responde a la nueva realidad, y si más bien debe impulsar una nueva organización que sea más simple, democrática y eficiente. Liberación Nacional tiene que fijar una posición de si creando más impuestos, va a ser posible seguir manteniendo 329 instituciones públicas en un país tan pequeño como el nuestro. El Partido va a tener que fijar posiciones acerca de si el Estado va a poder seguir manteniendo el caos existente en los diversos regímenes de empleo público, y además de si conviene seguir cargando al presupuesto las pensiones, que en el 2016 llegarán a un monto cercano a los 800 mil millones de colones. Liberación Nacional va a tener que decidir si avanza al sistema parlamentario, o si mantiene el presidencialismo, o lo modifica.

8- El partido tiene que apostar en serio por una sociedad inclusiva

Se requieren proyectos concretos que sean inclusivos. La naturaleza de la economía mundial apunta hacia la concentración y el control. La política de un partido como Liberación Nacional debe apuntar a la producción sí, pero con distribución. Lastimosamente en los años recientes el Partido ha hecho poco por ese desafío. La desigualdad en el país se ha ensanchado, y ese rumbo no responde a las razones prístinas del nacimiento del Partido Liberación Nacional. En Liberación Nacional hay muchos empresarios que tienen el ADN de los equilibrios sociales, y que apuestan por ello, pero con la exigencia de que las cosas funcionen. La política inclusiva hay que practicarla también desde adentro. Las autoridades del Partido tienen que atender a todos los grupos liberacionistas. No es conveniente que se siga reproduciendo el ostracismo político para quienes en un momento determinado no suscriben una determinada candidatura sea local o nacional. No a las concentraciones de poder que generalmente excluyen. Las autoridades del Partido deben tomar en cuenta a todos los sectores, y a todos los liberacionistas. Tienen que cobijar a todos. Nadie debe ser discriminado porque no forma parte de los acólitos de una determinada nominación para un puesto. Quienes excluyen desde adentro, terminan excluyendo a sectores de costarricenses cuando ejercen el poder. Los liderazgos de hoy se ganan articulando, cohesionando, sumando, y convenciendo, no excluyendo, ni dividiendo. Renovar no es excluir, es integrar. La fragmentación no es un perjuicio, es un reto. Por supuesto que tampoco cabe alcahuetear a quienes no cumplan, con las exigencias éticas y políticas del Partido.

9- Áreas críticas de discusión para la renovación de un partido que se ha hecho porcentualmente más pequeño

Un liberacionista objetivo tiene que concluir que el Partido se ha achicado porcentualmente. Hoy es más o menos, un 23 % del electorado. Ya no es aquel 31 y 33 % del pasado, que buscaba 7 y 8 puntos para garantizarse el 40 % en las elecciones nacionales, la mayoría de veces en un escenario de bipartidismo. Esta nueva realidad demanda que Liberación Nacional debe salir al “mercado electoral” a buscar alianzas y electores que sean cercanos a sus propuestas, y a sus valores generando confianza. Hoy más que nunca el Partido debe vender confianza, líderes equilibrados, valores, proyectos concretos, nuevas ideas, nuevos líderes, y en especial nuevas actitudes y modos de gestión, que dicho sea de paso, han sido tan criticados en el pasado reciente. Llegar al 40 % hoy es una tarea ardua. La pregunta es: ¿tiene actualmente y objetivamente el partido, todos esos ingredientes para disputar, por ejemplo, los nuevos procesos? ¿Será capaz el PLN de escoger a candidatos y candidatas, y desde luego a su líder presidencial, que generen suficiente confianza en todos los ámbitos de su liderazgo político, para consolidar en los hechos, la prédica de la renovación y la reconstrucción de un país que no está bien? Si no fuera así; ¿cuál sería entonces el plan? No se trata de profundizar en este tema por ahora, pero si debe ser objeto de reflexión.

De todo lo dicho en los acápites anteriores, se desprende que el Partido para renovarse, debe discutir entre muchas cosas, nuevas formas de relacionarse con la ciudadanía, debe repensar cómo usar las nuevas tecnologías para hacer más eficiente su trabajo político en el siglo XXI, pues vivimos en una sociedad conectada como nunca, por tanto una sociedad espiada y desde luego controlada. Debe reflexionar también acerca de la manera de elegir a sus candidatos en todos sus niveles, escogiendo a los mejores, con parámetros que de verdad que garanticen calidad en la representación, debe plantear nuevas maneras para fortalecer el debate interno permanentemente, concebir formas distintas y transparentes para relacionarse con los factores fácticos de poder existentes en la sociedad, cómo financiarse sin comprometer el ideal ecuménico del partido, por ejemplo, definiendo con claridad a quién quiere representar, debe instaurar diferentes formas de gestión de lo público y de lo político, en fin, debe pensar cómo organizar certámenes internos de innovación en el campo político que den frescura permanente a su mensaje, en algún momento indiqué que el Partido podría organizar una vez al año, una especie de TDX de ideas políticas innovadoras. Debe discutir cómo recuperar la transparencia, la ética y la responsabilidad política, y el tipo de liderazgo que requiere Costa Rica, la forma incluso, como se desarrollan las llamadas convenciones internas. Es necesario que el Partido derive identidad de dos o tres propuestas transformadoras de orden estructural que el país está requiriendo. Esos son algunos de los temas críticos de discusión, útiles para la renovación. Empero, lo esencial es que la renovación del partido, sea un acto de compromiso personal de cada miembro. Hacer el trabajo político con nobleza, responsabilidad, honestidad y firmeza, puede ser sin duda, la contribución más hermosa, que cada quien puede dar al colectivo político para su renovación. No es un solamente un tema de congresos y de estatutos, es esencialmente el renacimiento de una nueva actitud. La mejor manera de hacer la renovación del Partido y de la política nacional es que cada miembro y dirigente la encarne en sí misma. Se renueva la organización si yo me renuevo. En una época de dificultades, decir las cosas con honestidad, es un acto de renovación.

Si de verdad hay líderes que desean la renovación del Partido, tienen que empezar a crecer por su cuenta. Ese crecimiento es primeramente interno. No puede mejorarse el Partido, si no se mejoran sus líderes y su membresía. Sobre el modelo de desarrollo nacional, ese es otro tema. No todo ha sido tan malo, pero no todo ha sido tan bueno. Muchas decisiones forjadas a partir del modelo que empezó con los programas de ajuste estructural aún deben corregirse y hasta suprimirse. Un Partido serio examina y evalúa los modelos, o mejor aún, los crea en cabeza propia, no simplemente los acepta como si estuviesen escritos en piedra. Empero, ningún modelo es más importante que la actitud y la conciencia de la membresía, y en especial de sus dirigentes. Es ahí donde está la clave de la renovación. ¿Se está creando realmente esa nueva actitud ética y política en el Partido

Espino Blanco, Turrialba. 25 octubre 2015

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