Patrulla Michelin

Especial para Cambio Político

La Patrulla Internacional de Bares

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Patrulla de Bares Misión: Guapos Cantina & Grill Restaurant
Dónde: Barrio del Retiro, Madrid, España (ver mapa)

Retiro

Los lectores asiduos extrañarán saber de las andanzas de este Cronista en las Cortes madrileñas adonde acude con regularidad en virtud de su condición hidalga y del renombre de sus múltiples y esforzadas hazañas. Aparte de cumplir con los nobles deberes de su Orden, el periplo da para gozar de las bondades gastronómicas de las abundantísimas tabernas que adornan la villa, que además poseen la virtud de renovarse raudamente, por lo que en cada visita hay que ir a gozar nuestros deleites un vecindario distinto.

El objeto de esta Crónica es el barrio del Retiro, que como su nombre lo sugiere, queda justo al lado de los Jardines del Buen Retiro, el vasto y frondoso parque que es solaz, alivio y recreación de cuantos moran en la capital del reino. Por su ubicación es lugar de residencia de una clase pudiente y en consonancia los expendios gastronómicos suelen ser elegantes y refinados, algo apenas digno para el alto linaje de este Cronista.

La ocasión servía para el reencuentro con uno de los miembros de la Nobleza Originaria de esta Patrulla, quien desde hace buen tiempo habíase trasladado a aquellas latitudes, mas ese aciago día tuvo un infortunio con su carruaje, lo que redundó en la pérdida de un paladar para el ejercicio de nuestras rigurosas examinaciones. Pero el deber siempre llama y aún así diezmados, emprendimos nuestra sacrificada labor, evidentemente complementada con sabrosos caldos.

Dimos comienzo con un mesón denominado “El Patatín” (Avenida de Menéndez Pelayo 33), una especie de versión española a las franquicias de comida rápida que pululan allende los mares. Como su nombre lo indica, su especialidad son todos los derivados del conocido tubérculo, pero para no pecar de obvios pidiendo unas clásicas patatas bravas, optamos por unas empanadillas de atún, ideales para llevarse una buena quemada en las fauces por el calor que retienen y que a pesar del entuerto representaron un agradable inicio. Pero la verdad el local de “El Patatín” no es nada acogedor por su ambiente aséptico y mobiliario despachador, no es un lugar que invita a quedarse toda la velada.

Siguiendo la antigua tradición patrullera, aparte del punto de inicio no había ninguna ruta preconcebida, simplemente se obedecía a los instintos y caminando hacia el oriente por una amplia avenida presto topamos con “Pirulo” (Calle de Ibiza, 13), un barcito con pinta muy acogedora, de esos que ocupa un solar estrecho que apenas da para una barra y pocas mesas. Pues resulta que el tal Pirulo era vasco y se degustaron con fruición unos chorizos perretxi, chistorra frita de euskaltxerri y pintxo de bonito, todo buenísimo y que se mereció un Gora!

Y aunque la vernácula venta convidaba a prolongar la estancia, hubo que seguir con la sagrada misión, esta vez cambiando el rumbo hacia el norte y la siguiente escala fue “La Castelá” (Calle del Dr. Castelo, 22), taberna de mayor fuste, refinada, con una decoración creativa y acogedora. Acá las viandas del mostrador tenían una apariencia espectacular y fueron catados gamba y crema de Cabrales con jamón de pato y foie con boletos de manzana. Sencillamente portentosos manjares.

El espacio en la cavidad gástrica casi se había agotado y hubo una última escala, todavía mejor que la anterior, siguiendo el rumbo hacia el poniente, “La Montería” (Calle Lope de Rueda, 35), reconocido durante siete años nada menos que como Bid Gourmand (comida de gran calidad a un precio razonable) por la Guía Michelin. El ánimo patrullero decayó ante la vista de tantos manjares y el vientre rebosante, por lo que sólo se pudo probar unas gambas de cristal, ragú de venado y langostino media plancha.

Y como el demonio nunca ceja en su empeño por tentar, para satisfacer la gula este Cronista se pidió de postrecito un buñuelo de chocolate. El salonero con sabiduría y prudencia aconsejó devorarlo de un solo bocado. Jugando de fino, se desoyó el consejo y al darle un bocadito el pastelito literalmente estalló justo en el torso de quien esto escribe, quien frustrado, tuvo que retornar a su posada con el alma contenta y su camisa arruinada.

Cápsula cultural de La Patrulla de Bares

La Guía Michelin es una prestigiosa publicación anual que califica y recomienda restaurantes y hoteles en diferentes partes del mundo. Fue creada por la empresa francesa Michelin (la misma que fabrica llantas) en el año 1900, originalmente como una guía gratuita para ayudar a los automovilistas a encontrar buenos lugares para comer, alojarse y reparar sus vehículos mientras viajaban.

Lo más famoso de la Guía Michelin es su sistema de estrellas Michelin, que valora la calidad culinaria de los restaurantes:

⭐ 1 estrella: “Un restaurante muy bueno en su categoría”.

⭐⭐ 2 estrellas: “Excelente cocina, vale la pena desviarse”.

⭐⭐⭐ 3 estrellas: “Cocina excepcional, justifica un viaje especial”.

Estas estrellas se otorgan con base en criterios como la calidad de los ingredientes, la armonía de los sabores, la técnica del chef, la personalidad de la cocina y la consistencia a lo largo del tiempo.

También incluye:

  • Restaurantes sin estrella pero recomendados.
  • El reconocimiento Bib Gourmand, que premia lugares con excelente comida a precios moderados.
  • Desde hace poco, también menciona restaurantes sostenibles con una insignia de «Estrella Verde».

Las estrellas las otorgan un equipo de inspectores anónimos, que son profesionales del sector, que visitan los restaurantes varias veces antes de tomar una decisión. No aceptan invitaciones ni comidas gratis para garantizar imparcialidad.

En resumen, la Guía Michelin es un referente mundial en gastronomía y su influencia puede cambiar radicalmente el destino de un restaurante. Obtener una estrella es un gran honor; perderla, una crisis.

PATRULLA DE BARES

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