Oscar, amigo, conversemos

Enrique Obregón V.

Enrique Obregón

Me refiero al artículo publicado por Oscar Arias el 18 de julio en el diario La Nación y solo porque me cita. Afirmé que el estado de bienestar creado por José Figueres duró casi treinta años. Oscar dice que esto no es cierto y que el estado de bienestar en Costa Rica ha durado 200 años y sigue incólume. Además, manifiesta que “nadie, durante ese largo período, intentó siquiera debilitar ese estado. Nadie, jamás ha conspirado contra esos valores que son las columnas en que se sustenta nuestra arquitectura social”, para terminar diciendo: “No deseduquemos a los jóvenes con visiones del pasado contaminadas de intereses, prejuicios o antipatías personales. Honremos la verdad y cumplamos nuestro rol de ser los custodios de la historia: es así, y no con versiones acomodaticias como se forja la identidad profunda de una nación”.

Nunca nadie, en mi larga vida, me había insultado tanto. Y en el caso de Oscar, con menos razón porque ni por lejana sugerencia, lo cité en el artículo referido por él. Lo que sí destaqué fue la influencia liberal en Costa Rica, a lo largo de nuestra historia y a la obra de Figueres.

Como hay aparente confusión con respecto a lo que se debe entender por estado de bienestar, resalto lo que por él entiendo: el estado de bienestar es estado asistencial, como derecho político, no como beneficencia, para todo el pueblo y reivindicado por éste como derecho. Garantía de un mínimo de ingreso, de alimentación, salud, habitación y educación, que es lo que hizo Figueres convirtiendo en realidades el enunciado teórico de la constitución y las leyes. La nacionalización bancaria tuvo ese objetivo fortalecido por el ordenamiento paralelo. Todo el poder económico del estado para sacar de la pobreza y de la ignorancia a los jornaleros del campo y a los pequeños propietarios. Los hijos y nietos de los campesinos descalzos que no sabían leer ni escribir formaron la nueva clase media. Los bancos estatales, la Caja Costarricense de Seguro Social, el Instituto Nacional de Seguros, todos dando créditos a los pobres para adquirir casas al 6% anual y salarios crecientes para mejorar cada vez más la estabilidad económica de las familias. Estado de bienestar, estado asistencial, estado social y democrático de derecho. El estado comprometido socialmente con el pueblo. “La parte justa para todos” según el eslogan de posguerra del laborismo inglés.

Hasta 1948, la población campesina en Costa Rica era del 82%. O sea, este fue un país de campesinos, entre pobres y muy pobres, que evitaron las hambres extremas porque siempre tuvieron a mano la yuca, el chayote, la mata de plátanos, el maíz, los frijoles y hasta un pollo para descabezar de vez en cuando.

En 1975, llegó un momento en que todos sentíamos que disfrutábamos de algo, lo más parecido a una democracia. Luego, comenzó a declinar. Hubo falta de preocupación del partido político que se creó para que sirviera de vía a las consecuentes transformaciones. Nos estabilizamos en lo creado por Figueres. De la privatización de la banca nacional no podemos responsabilizar a nuestros contrarios políticos, es liberacionista. Los nietos del 48 se aburguesaron; se olvidaron de continuar la corriente del cambio permanente y del partido creado para llevar a cabo ese cambio. La realidad actual de casi dos millones de costarricenses que viven entre la pobreza en alto grado y la miseria total, ¿quién la asume? ¿a quién responsabilizar? Y si existe esa realidad, ese grado de pobreza, ¿de cuál estado de bienestar está hablando Oscar?

Lo de bienestar tiene que ver con la totalidad del pueblo y si un porcentaje tan alto de la población vive en la extrema pobreza, ¿cómo podemos decir que yo miento y conspiro contra una realidad inexistente? Un millón de niños se acuestan todos los días en este país soñando con un trozo de pan. ¿Cómo podemos pasar por alto esa realidad para defender otros valores únicamente o las conquistas parciales, aunque destacables, de un determinado gobierno?

La lucha contra la pobreza es la verdadera lucha socialdemocrática. El estado de bienestar creado por Figueres es el único estado de bienestar que hemos tenido en Costa Rica. Estado como institución y no como circunstancia. Y eso comenzó a desaparecer a partir de 1975. No puede existir estado de bienestar sin una permanente energía política de cambio. Esa energía la sepultamos y con ella también el bienestar como derecho del pueblo y obligación estatal. Volvimos otra vez a una pequeña minoría de millonarios y a una gran mayoría de clase media en decadencia y pobreza, como la que tenemos, ¿es eso democracia, es el estado de bienestar que debemos defender?

He dicho y continúo sosteniendo: la democracia es pan y si el pan desaparece en la mesa de un 40% de la población de un país, solo tiene por causa la desaparición de la democracia. O, para decirlo en términos muy costarricenses, el estado de bienestar es olla de carne al atardecer que llene las pancitas de todos los niños y dé lugar a sueños reparadores sin llantos ni reclamos. Estado de bienestar es despertar con una ilusión y una sonrisa infantil que afiance y fortalezca el amor en el hogar.

Pero olvidaba la referencia a Luis Alberto Monge. Si no es porque conozco bien a Oscar, diría que es maliciosa. ¿Qué tiene que ver Luis Alberto y su gobierno con mi artículo sobre el liberalismo? Nada, absolutamente nada. Obligado, aclaro. Con Luis Alberto me unió una amistad que comenzó a los dieciséis años, cuando llegué al Instituto de Alajuela y fuimos compañeros de estudios del bachillerato. Compañeros, amigos, hermanos, y continuó hasta el día de su muerte. Fui parte de su gobierno y antes, con él, del grupo de estudio que terminó creando el Partido Liberación Nacional. Luego, fuimos diputados en la misma legislatura y, finalmente, él me integró al Centro de Estudios Democráticos para la América Latina (CEDAL), y allí trabajé durante tres años. O sea, compañeros siempre. Amigos de verdad siempre. Hermanos en la democracia y defensa de los más necesitados. Compartió mi expresión repetida con frecuencia: la democracia es el gobierno para los pobres. También dije en varios artículos y conferencias: La democracia costarricense llegó a su punto más alto cuando eligió como presidente de la República a Luis Alberto Monge, campesino de familia, trabajador de tabacales, vendedor de papas en el Mercado Central, dirigente internacional de sindicatos.

Cuando terminó su período presidencial, escribí: “Al finalizar su labor, se marchó del poder tranquilo, apacible, sonriente, seguro de la buena tarea cumplida, convencido de que a este país lo puede gobernar un campesino o un obrero, en el tanto en que continúen funcionando los partidos democráticos de base popular, y siempre que todos entendamos que gobernar es el arte de la sencillez y del mantenimiento de la fe en la institucionalidad democrática.

Esa es la herencia que nos dejó un campesino costarricense a quien el voto popular llevó a la Casa de Gobierno con una blanca bandera sindical entre sus manos”.

Oscar, amigo, conversemos, pero sin insultarnos, porque eso es de mala educación. Termino manifestando mi agradecimiento por formar parte de su primer gobierno, a pesar de que le había contestado, (cuando llegó a mi casa en Madrid a pedirme que lo acompañara en su primera gestión para la candidatura presidencial), que no, que no lo acompañaba porque no estaba de acuerdo —en un gobierno social-demócrata— que la presidencia de la República la ocupara un millonario.

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Un comentario

  1. Gustavo Elizondo

    Don Enrique, mi querido coterráneo, a palabras necias, oídos sordos, su calidad intelectual está años luz por encima de OAS, lo que pasa es que usted sin proponérselo le tocó su ego; OAS es uno de los culpables que el glorioso PLN perdiera el rumbo y lo llevara a dos pérdidas electorales y que si no se revisa, lo llevará a la tercera.

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