Ocho de mayo

William Hayden

william Hayden

Cumpliendo con el ritual constitucional, el Presidente Alvarado el lunes 4 presentó su informe de rendición de cuentas sobre las actividades del Gobierno realizadas en el periodo 2018/19 que fue un año complicado para el mandatario. En realidad: Pobrecito. El pueblo que votó por él depósito demasiada responsabilidad en un carajillo inexperto, sin trayectoria profesional, sin olfato político, mal aconsejado por sus mentores comunistas y apenas gateando en el aprendizaje de la vida, y que se encontró la presidencia defendiendo el matrimonio gay contra los satánicos restauradores nacionales.

Las incesantes de una sociedad dividida por minucias lo llevó al poder. Los que no votaron por él se merecen todo lo malo del gobierno como castigo a su abulia, desinterés, ausentismo electoral y el porta mí. Ni unos ni otros pueden esperar milagros de alguien que no sabe qué hacer ni cómo hacer lo que es gobernar. Un gobierno de unidad nacional que se desunió y fue secuestrado por los empresarios de Uccaep. Rodeado de un gabinete de imberbes carentes de ideas, planes, acciones, compromiso y lleno de volatilidad. ¿Que esperábamos entonces? Un discurso lleno de realidades, de logros, efectivo en resolver problemas en vez de lo que fue, un discurso de un presidente sin rumbo, desorientado que va surfeando las olas del oportunismo a la tara tantán.

En lo económico, el Poder Ejecutivo salió con mala nota porque el país no levanta cabeza con su proceso recesivo en donde el Producto Interno Bruto muestra un debilitamiento constante, no pasa del 2.2% de incremento, versus el 4.5% promedio de los años 2000-2018, los sectores primarios (agropecuario e industrial) abandonados y sin crédito de la banca Pública que prefiere los préstamos usureros tarjeteros. La reforma tributaria del 2018 se quedó corta, los ingresos continúan siendo insuficientes y el margen de acción para nuevos impuestos es nulo y además perverso, el gobierno, quien sabe por qué intereses que lo amedrentan sigue sin disminuir las exoneraciones fiscales y eliminar las evasiones y elusiones. No alcanzan los ingresos ante el crecimiento del gasto y el país como única salida continua endeudándose y vive de fiado, tiene empapelado de bonos las paredes de todo el Sistema Financiero Nacional, y el gobierno sigue emitiendo y comiendo eurobonos.

En lo social, son boyantes los intocables pensionados de lujo y los ricos que se hacen cada día más ricos acentuando la desigualdad más espantosa en cuanto a la distribución de ingreso que es una lacra social. Ya tenemos ticos en la revista Fortune donde salen los más ricos del mundo. No ha podido el Gobierno encontrar soluciones para disminuir el desempleo, más bien se incrementa y con ello la pobreza aumenta, 350.000 ticos sin trabajo, viviendo de bocanadas de aire, cerca de un millón de personas con empleos informales y en consecuencia a la gente no le alcanza para comer; hay hogares que con costo hacen una comida decente al día; se amplían los cinturones de miseria y los precarios donde la vida no vale nada; como abejones de mayo la indigencia se ha multiplicado, miles de ciudadanos viven y duermen en las calles con camas de cemento, cobijados con cartones y la luna y las estrellas como techo; la droga se enseñorea en el país, somos un centro de distribución internacional y de consumo y venta nacional afiliados a los distintos carteles de los mafiosos, pero también criollitos que han encontrado en esta actividad seudo económica ingresos ilícitos fáciles, sobre todo la juventud desempleada, que cae como moscas todos los días asesinada por el sicariato.

Como si fuera poco lo anterior, el Presidente iluminado, mal aconsejado o aquerenciado con sus jóvenes gais, creo la Unidad Presidencial de Análisis de Datos (UPAD) para conocer los secretos más íntimos de los costarricenses violando la Constitución y con esa dirección tipo KGV o Gestapo el presidente estaba casi listo para abandonar la casa presidencial ante el repudio de la población que pedía a gritos su renuncia. Pero como dicen las abuelitas, hay tontillos con suerte y el Coronavirus salvó al presidente.

Por ello en su discurso utilizó más del 50% de sus páginas y tiempo en dedicarse a relatar lo que ha hecho para atacar esta pandemia. El coronavirus, al igual que lo ha hecho en todo el mundo, volvió patas para arriba al país. Ya nada quedó en su sitio. La ola de pánico, histerismo, irracionalidad, las medidas sanitarias propias e importadas arruinó aún más a nuestra economía que ya se hundió, incrementó el desempleo, más de 500.000 trabajadores en la calle, haciendo fila para que con las migajas del Bono Proteger se llenen la panza. Una población, gracias a la sesentena sanitaria desconfiada, temerosa, encerrada, engordando y bebiendo la minoría y enflaqueciendo la mayoría.

Con maña e inteligencia el Presidente en su discurso se escudó en el coronavirus, las medidas adoptadas en los dos meses de marzo y abril de los efectos de la pandemia, le salvaron la tanda. Se echó flores, se autobombo, hizo suyos los méritos del Ministerio de Salud, de la Caja, de los miles de empleados del sector público que se han vestido con los ropajes de la gloria en la defensa de la salud de la ciudadanía.

El Presidente quedó debiendo, pero qué más podemos esperar de él. Los milagros no existen.

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