El cielo… y el infierno, Chichén Itzá
En el llamado Códice Dresde, uno de los cuatro manuscritos mayas precolombinos existentes, se encuentran calendarios jeroglíficos de adivinación, descripciones de ceremonias de año nuevo e instrucciones sobre cómo encontrar al dios local de la lluvia, Chaak. El códice fue creado en algún momento entre 1200 y 1250 d.C. por los sacerdotes astrónomos que pasaban las horas oscuras observando el cielo desde el observatorio de Chichén Itzá, en la península mexicana de Yucatán.
Apodado El Caracol, el observatorio es el lugar donde, según se dice, se producen la mayoría de las apariciones en la Chichén Itzá moderna. «Mientras caminaba por el pasillo, vi a un hombre que me miraba», se cita a un turista en The International Directory of Haunted Places. «Estaba enfadado porque yo estaba allí… Intuí que no era un sacerdote ni un astrónomo, sino una especie de ayudante».
Extraño, porque probablemente el observatorio no era un lugar de derramamiento de sangre, a diferencia del Gran Juego de Pelota, donde se jugaba a un juego letal (el líder del equipo perdedor era sacrificado, y su cráneo cercenado se utilizaba para moldear la siguiente pelota). Y hace poco se desenterraron los esqueletos de seis humanos sacrificados -incluidos dos niños- en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá. El cenote, un agujero volcánico que conduce a una fuente de agua subterránea, puede haber sido considerado un portal a Xibalba, el inframundo maya, donde vivía Chaak.
Chichén Itzá, un importante centro urbano desde el año 750 d.C. aproximadamente, probablemente empezó a declinar en el año 1000. A su llegada en el siglo XVI, los conquistadores españoles destruyeron la mayoría de los códices, tachándolos de «libros del diablo». Pero gracias al Códice Dresde, las indicaciones para llegar a los dominios de Chaak sobreviven, junto con, quizás, los espíritus de los antiguos astrónomos.
Basado en The world’s most haunted places de LIFE