Diciembre 17, 2022
BOA VISTA, Brasil – “Roraima no era caribeño, ahora si lo es, por sus crecientes relaciones con Venezuela y Guyana”, sintetizó Haroldo Amoras, profesor de economía en la Universidad Federal de ese estado, en el extremo norte de Brasil.
El petróleo que la compañía estadounidense ExxonMobil descubrió en la costa de Guyana, desde 2015, genera una riqueza que cruzará las fronteras y se extenderá a Roraima, ya vinculada a Venezuela por cuestiones energéticas y migratorias, vaticinó el economista, exsecretario de Planificación del gobierno local de 2004 a 2014.
Roraima, el estado más septentrional de Brasil y parte de la Amazonia, es singular por la frontera con los dos países sudamericanos volcados al Caribe y por tener 19 % de su territorio de 224 300 kilómetros cuadrados ocupado por una sabana donde predominan las gramíneas, en contraste con la imagen amazónica de los bosques exuberantes.
Además se trata del único de los 26 estados brasileños aún excluido del Sistema Interconectado Nacional (SIN), que asegura la electricidad compartida por casi todo el país. Ese aislamiento energético le cuesta la inestabilidad en el suministro e incertidumbres en la busca de soluciones que oponen variados intereses.
De 2001 a 2019 contó con la electricidad importada de Venezuela, proveniente de la central hidroeléctrica de Guri, cuyo deterioro se reflejó en frecuentes apagones hasta la suspensión del contrato dos años antes del fijado.
El cierre de esa fuente obligó a una acelerada activación de viejas y nuevas centrales termoeléctricas a diésel, gas natural y biomasa. Por otro lado estimuló la proliferación de plantas de energía solar y el debate sobre alternativas más limpias y menos costosas.
En busca de alternativas energéticas
En ese contexto nació el Foro de Energías Alternativas de Roraima, impulsado por los no gubernamentales Instituto Socioambiental (ISA) e Instituto Clima y Sociedad (ICS) e involucrando empresarios, ingenieros de la Universidad Federal de Roraima (UFRR) y particulares, lideres indígenas y otros interesados.
Los objetivos comprenden desde influir en las políticas sectoriales y estimular las fuentes renovables en el mercado local a monitorear las decisiones gubernamentales para sistemas aislados, como el de Roraima, además de proponer medidas para la reducción de los costos y los daños ambientales de tales sistemas.
“No todos (del Foro) se oponen a la construcción de la central hidroeléctrica de Bem Querer, pero hay consenso de que faltan informaciones para que se pueda evaluar sus beneficios para la sociedad y si justifica las abultadas inversiones en el proyecto”, adelantó a IPS el biólogo Ciro Campos, analista del ISA y uno de los coordinadores del Foro.
Bem Querer, una central con capacidad para generar 650 megavatios, el triple de la demanda de Roraima, es la solución que defiende el gobierno central para la disponibilidad de energía local y también para aportar el excedente al resto del país.
Por eso el proyecto se presenta como inseparable de la línea de transmisión entre Manaus, capital del estado de Amazonas con 2,2 millones de habitantes, y Boa Vista, capital de Roraima, con 437 000 habitantes. Son 721 kilómetros de cables que conectarían Roraima al sistema nacional.
“Bem Querer en su diseño mira a Manaus, no a Roraima”, criticó Campos, al descartar la vinculación entre la central y la transmisión. “Podremos conectarnos al SIN, pero con un modelo seguro y autónomo, no dependiente del sistema nacional” y sometido a los efectos negativos para el ambiente y el desarrollo, acotó.
Daños hidroeléctricos
La central represaría el río Branco, principal recurso hídrico del estado, para formar un embalse de 519 kilómetros cuadrados, según la gubernamental Empresas de Investigación Energética (EPE). Inundaría incluso parte de Boa Vista, cerca de 120 kilómetros rio arriba.
La hidroeléctrica cumpliría de un golpe la meta de proveer toda la demanda de electricidad y la de abolir los combustibles fósiles, diésel y gas natural, que responden por 79 % de la energía consumida en el estado, según la empresa distribuidora, Roraima Energía.
Pero tendría impactos ambientales y sociales terribles. “Haría desaparecer los bosques ribereños”, que son casi únicos en la extensa área de sabana, localmente denominada “lavrado”, de gramíneas y escasos árboles, observó Reinaldo Imbrozio, ingeniero forestal del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa).
Además de la inundación de Boa Vista, con la crecida de los ríos Branco y Cauamé, que circundan la ciudad, afectará directamente a nueve territorios indígenas e a otros indirectamente, se quejó Edinho Macuxi, coordinador general del Consejo Indígena de Roraima (CIR), que representa 465 comunidades de 10 pueblos originarios.
El CIR, junto con el ISA y el ICS, construyó dos proyectos de energía solar en las aldeas y estudios sobre el potencial de los vientos, ya reconocido en los territorios indígenas del norte de Roraima.
“El gran objetivo de nuestras iniciativas es probar al gobierno central que no necesitamos Bem Querer ni otros proyectos hidroeléctricos” que representan “menos tierra y más confusión, más energía y menos alimentos” para nosotros, destacó a IPS en la sede del CIR,
“Tendremos que salir, dijeron los ingenieros que estuvieron acá para los estudios del río”, reveló Alfredo Cruz, dueño de un restaurante en la orilla del río Branco, a unos cinco kilómetros arriba del local elegido para la muralla de la represa. Allá los visitantes pueden nadar, solo cuando el estiaje, cuando el río está bajo.
Los rabiones locales indican el pequeño declive del cauce empedrado. Se trata de un río de llanura, sin cascadas, lo que agranda el embalse. Se aprovecharía el gran caudal para generar la electricidad en una central de pasada.
El restaurante y la casa de Cruz son una herencia del bisabuelo. El título de propiedad del terreno es de 1912, aseguró. Quedará bajo el agua, si construyen la hidroeléctrica, aunque esté varios metros arriba del nivel normal del río, lamentó.
Los ribereños, pescadores e indígenas sufrirán los efectos, los hacendados y dueños de mansiones de lujo también tendrán sus propiedades inundadas, pero les aseguraron buenas indemnizaciones, matizó Imbrozio a IPS.
Lo que propone Campos, del Foro, es impulsar las fuentes renovables, sin renunciar por ahora a las termoeléctricas a diésel y gas natural, pero reduciendo su participación a largo plazo y de forma a prescindir de Bem Querer, demasiado costosa y dañosa.
Las cuestiones energéticas influirán en el futuro de Roraima, según el profesor Amoras. Internamente las hidroeléctricas más viables ambientalmente, como una sugerida en el río Cotingo, en el noreste del estado, con una alta caída del agua, incluso un canyon, son vedadas por ubicarse en territorio indígena, apuntó.
Riqueza petrolera, ruta del Caribe
En los países vecinos, la riqueza petrolera abre un mercado para la exportación brasileña y, a partir de sus puertos, el acceso al Caribe. La economía guyanesa crecerá 48 % este año, según el Banco Mundial.
Las exportaciones de Roraima crecieron mucho en los últimos años, aunque se limitaron a pocas decenas de millones de dólares el año pasado.
La pequeña población de 790 000 habitantes, la carretera sin pavimentación y la lengua inglesa dificultan negocios con Guyana, pero las relaciones tienden a incrementarse con el dinero harto del petróleo.
Eso abrirá el camino a la Comunidad del Caribe, cuya escala no atrae las transnacionales, pero si las empresas roraimenses, evaluó Fabio Martinez, secretario adjunto de Planificación del gobierno de Roraima.
Venezuela amplió sus importaciones de Roraima, de productos locales o provenientes de otras partes de Brasil, porque los embargos de Estados Unidos restringieron el comercio vía puertos y favorecieron así las ventas por la frontera terrestre, detalló.
“Ahora la liberación del comercio con Estados Unidos y Colombia afecta nuestras exportaciones, pero una recuperación de la economía venezolana y el alza del petróleo pueden compensar las pérdidas”, acotó.
Roraima es una nueva frontera agrícola de Brasil y su producción de soja crece aceleradamente. Pero “queremos exportar productos beneficiados, desarrollar la agroindustria”, sostuvo Martinez.
Eso exigirá más energía, que en Roraima es subsidiada y cuesta 2000 millones de reales (380 millones de dólares) al año a los demás consumidores brasileños. Si se conecta el estado al sistema nacional por la línea de transmisión desde Manaus, habrá “más disponibilidad, pero la electricidad tendrá un precio más caro en Roraima”, advirtió.
ED: EG