Lo que Natura no da, Ohio no presta

Luis Felipe Arauz Cavallini

Luis Felipe Arauz

La conocida frase “Lo que Natura no da, Salamanca no presta” nos recuerda que por más prestigioso que sea el lugar donde una persona estudió, hay aptitudes y actitudes que no se aprenden en la escuela, el colegio o la universidad.

Tenemos el caso de un señor que obtuvo un doctorado en una prestigiosa universidad de los Estados Unidos, Ohio State University, quien, a pesar de sus estudios, sorprende con su profundo desconocimiento sobre temas fundamentales, lamentablemente los temas que juró defender un 8 de mayo del 2022. Para empezar, parece desconocer lo indicado en la propia Constitución Política de Costa Rica.

Por ejemplo, ignora el principio expresado en el Artículo 9 de nuestra Carta Magna: “el Gobierno de la República es popular, representativo, alternativo y responsable. Lo ejercen tres Poderes distintos e independientes entre sí: Legislativo, Ejecutivo y Judicial”. Además del principio de la división de poderes, podemos hacer una larga lista de artículos constitucionales que este señor aparenta desconocer, relativos a la Caja Costarricense del Seguro Social, el financiamiento de la educación pública, incluidas las universidades, entre otros. Digo que aparenta desconocer estos temas, a juzgar por sus numerosas intervenciones públicas de él o sus subalternos en sentido contrario al texto constitucional. Otra explicación es que sí los conoce, pero consciente y autoritariamente decide no aplicarlos porque no se ajustan a su forma de pensar. En este caso estaríamos ante una situación mucho más grave, pues estaría faltando al juramento constitucional, en el cual prometió “observar y defender la Constitución y las leyes de la República”. El autoritarismo es la antesala de la dictadura.

Preocupa aún más que ese señor no aprendió, en su tránsito por la Universidad de Ohio, otras cosas como el respeto hacia las demás personas, la capacidad de discrepar sin descalificar y de argumentar sin insultar, el valor para reconocer los errores, en fin, lo que podríamos resumir en una palabra: decencia. Posiblemente muchas personas padecen del mismo mal; lo que preocupa es que este señor, por alguna razón difícil de entender, tiene seguidores que le aplauden sus arbitrariedades, sus insultos a quienes no piensan como él, su actitud arrogante y burda, y algunas de estas personas, enardecidas ante el fracaso de los intentos de su líder de pasar por encima de la Constitución, las leyes y la separación de poderes, amenazan con hacer valer su malacrianza por la vía del hecho.

Una señora, dando muestras de un profundo irrespeto por la institucionalidad, anda por ahí despotricando en videos en redes sociales contra diputados, pintando insultos en las instalaciones de la Sala Constitucional, llamando a las armas, para defender los desvaríos de su líder supremo. Otro señor subió a redes sociales un video chabacano y vulgar, en el cual dedicó la mayor parte del tiempo a proferir insultos contra la Sala IV, la Asamblea Legislativa, y las personas que componen esos órganos, y a propalar hechos falsos. Un energúmeno llegó a las barras de la Asamblea Legislativa a proferir insultos y amenazas contra diputadas y diputados.

El problema no es que haya gente violenta, que siempre la ha habido. El problema es el origen de ese comportamiento deleznable. Cuando el gobernante, porque de él se trata esta historia, predica con el mal ejemplo, irrespetando a personas, a instituciones y a la propia Constitución, alguna gente se siente con todo el derecho de actuar de la misma manera. Peligroso, muy peligroso.

Ingeniero Agrónomo

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