Las empresas de tecnología se quitan los guantes

Francisco Louça

Las empresas de tecnología se quitan los guantes

Los resultados de Alphabet se han reducido en 13 puntos porcentuales en 10 años, los de Apple en 10 puntos porcentuales desde su pico en 2012. El riesgo es que el mercado se dé cuenta.

Tim Cook, el jefe de Apple, lanzó en un discurso en enero, un ataque violento contra Facebook, preguntando «¿Cuáles son las consecuencias de priorizar las teorías de la conspiración y la incitación a la violencia simplemente por las altas tasas de reenvio?». Añadió que “no se puede permitir que un dilema social se convierta en una catástrofe social”. Es la guerra. Al acusar a Facebook de permisividad con los partidarios de Trump y Qanon y reducir a su rival a un juego de fanatización de las audiencias, movilizadas por el discurso del odio, Cook se coloca del lado simpático de la opinión pública. Pero, a pesar de este alboroto, las razones circunstanciales de esta confrontación se ven superadas por las razones económicas de fondo.

Quita el espía de mi computadora

El pretexto inmediato para la guerra es la decisión de Apple de preguntar a los usuarios de iPhone si aceptan que las aplicaciones descargadas registren sus datos, lo que afecta a quienes utilizan esta técnica para vender publicidad personalizada. Es la guerra por la privacidad, precisamente cuando el cambio en las reglas de WhatsApp ha desatado una tormenta de críticas por su intercambio de información personal, lo que ha llevado a muchos usuarios a migrar a otras redes. La respuesta de Zuckerberg ha sido que la minería de datos es importante para que las empresas generen publicidad dirigida y que las pequeñas empresas se verían perjudicadas si los clientes rechazan su intrusión (el 98% de los ingresos de Facebook proviene de la publicidad). La pregunta revela tanto cómo se ha banalizado la captura de datos personales como la estrategia comercial basada en la manipulación del consumidor. Pero la posición de Facebook, propietaria de WhatsApp, contradice la cultura de muchos internautas. Sabiendo que un tercio del mundo está en esta red social, podemos ver la dimensión de la disputa.

Tampoco Apple tiene un pasado virtuoso en este ámbito: fue uno de los precursores de ese método en el 2000, con los identificadores de dispositivo únicos, que siguen a los usuarios en cualquier iPhone o iPad, prohibiéndolos solo en 2012, y su motor de búsqueda, Safari, hace solo cuatro años dejó de rastrear las de sus usuarios. Quizás se diga que más vale tarde que nunca.

Las espingardas no se limpian en la guerra

Un artículo reciente de The Economist analiza lo qué hay detrás de esta tensión entre estos gigantes, sugiriendo que su motivación sería no tanto cuidar los derechos de los usuarios como controlar el mercado. Este es el caso de la disputa entre las dos empresas que dominan Asia, Alibaba y Tencent, pero es aún más evidente en el caso de los cinco gigantes occidentales, Alphabet (Google), Apple, Microsoft, Amazon y Facebook, cuyo valor de mercado es de 7,6 billones de dólares y que son los principales pilares de la euforia especulativa: una de estas empresas puede ahora valer 82 veces el total de sus resultados anuales, ya inflados por la pandemia. El problema es que el 40% de los negocios de estas empresas se realizan en competencia directa con los otros gigantes, el doble que en 2015.

Por eso se han quitado los guantes y tratan de ganar en actividades dominadas por los competidores. Amazon crece en publicidad online, que era el dominio de Facebook y Alphabet (80% de sus ventas), Microsoft y Alphabet aumentan su participación en servicios en la nube, que era exclusiva de Amazon, con la que, a su vez, Walmart, la mayor empresa de distribución del mundo, comienza a competir en ventas online. Mientras tanto, Microsoft ha estado tratando de comprar dos redes sociales, Tik Tok (compartir videos) y Pinterest (fotos), y Huawei quiere crear un nuevo sistema operativo para no depender de Google. Todas las empresas intentan crecer en todas direcciones.

Monopolios de pies de arcilla

Hay dos razones para estas estrategias agresivas. La primera es el hambre de ganancias, cuando los resultados operativos disminuyen pero las capitalizaciones bursátiles se disparan: los resultados de Alphabet se han reducido en 13 puntos porcentuales en 10 años, los de Apple en 10 puntos porcentuales desde su pico en 2012. El riesgo es que el mercado lo perciba.

La segunda razón es la competencia: en muchos de estos negocios, la segunda y la tercera empresa se están poniendo al día con la primera, y un oligopolio es una guerra permanente. Las ventas en línea representaron el 87% de las ganancias de Amazon en 2015 y ahora son el 72%; Netflix, que tenía el 50% del streaming en 2015, ya controla solo la mitad de ese mercado; Disney, que entró en el negocio a fines de 2019, creció 10 veces más rápido; la participación de Visa ya supone menos de la mitad de los sistema de pago. Pero, en esta competencia, cada empresa usa su poder. Apple tiene una posición dominante, porque controla el equipo (teléfonos inteligentes) y puede expandir su participación en los servicios respaldados por su terminal. Eso es lo que está haciendo. Por lo tanto, la tendencia de estas empresas es organizar cadenas de producción completas o inventar otras (los coches autónomos parecen ser el candidato más fuerte). No se volverán a poner los guantes.

Francisco Louça es economista y activista del Bloco de Esquerda de Portugal, es miembro del Consejo de Estado.

Fuente: Expresso
Traducción: Enrique García para sinpermiso.info

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